@MendozayDiaz

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jueves, 3 de septiembre de 2020

Dirigir después del coronavirus.



¿Por qué los pingüinos caminan tan extraño, y su plumaje es de un -aparentemente- inútil color blanco-negro? La respuesta es simple: su evolución se ha orientado hacia un ambiente natural marino, solo que no solemos verlos allí, porque nuestro ambiente natural es el terrestre. En efecto, en el agua, sus patas, torpes para caminar, se convierten en útiles implementos de nado; su torso negro les permite camuflarse cuando los peces depredadores intentan verlos desde la superficie del agua hacia el fondo marino, que es oscuro; su vientre blanco les permite ser menos visibles desde el fondo del mar hacia arriba, hacia la superficie, donde todo es más claro.

Después del coronavirus he escuchado a algunos empresarios decir que esta crisis será como-todas-las-crisis: unos meses complicados y ya está, hasta la próxima… No creo que vaya a ser así. No lo está siendo… El proceso de reconstrucción después del coronavirus va a exigir -está exigiendo- transformaciones de fondo. Es el momento de la revitalización de los procesos de negocio y de las herramientas de que se disponga para diseñar sistemas de trabajo de alto rendimiento. La importancia de orientar las organizaciones hacia una mejor gestión. Esto implica adaptarse al cambiante entorno actual, evolucionar hacia la profesionalidad y calidad de los servicios y los procesos y, por supuesto, prestar una gran atención al factor humano. Ya no se trata de multiplicar cursillos y diplomas, sino de convertir las empresas en centros de aprendizaje. Una organización como sistema de aprendizaje.

Hacer que todos los miembros del grupo se centren en el resultado a obtener, no en el trabajo a realizar. Las personas agradecen que se les llame por su nombre, que se escuche su punto de vista. Ser cálido en la aprobación y abundante en los elogios. Felicitar en público, corregir en privado. No ser muy tolerante ni comprensivo con un trabajo o una actitud inadecuada. Insistir en la consecución de lo proyectado. Un comportamiento bueno hay que premiarlo y uno malo penalizarlo. Salvo acontecimientos extraordinarios -y muy justificados- no deben aceptarse ninguna de las múltiples razones que se suelen dar para justificar que algo no ha podido hacerse o se ha hecho mal. Hablar con el otro abiertamente, afirmativamente, con paciencia, siempre con suavidad, diciendo sinceramente lo que haya que decir, aunque cuidando constantemente la forma como se dice.

El-ordeno-y-mando. No creo que quien tenga la responsabilidad de dirigir tenga el derecho a mandar y, los demás, la obligación de obedecer, porque, como es archiconocido, tal sistema no funciona ni ha funcionado nunca. Es mejor un sistema basado en objetivos; dar unas claras instrucciones de trabajo, ayudar y facilitar los medios apropiados para su realización. Intentar conciliar los intereses de la organización con los de las personas. Interesarse en cómo ve el otro su propio trabajo; preocuparse de que esté en una posición adecuada, de acuerdo con su propia capacidad. No tratar de analizar ni de cambiar su personalidad. Por supuesto que todo esto es más difícil que llegar y decirle qué hay que hacer.

Nunca juzgar a los componentes del equipo por su carácter ni por cómo se comporten con quien tiene la responsabilidad de dirigir: precaución con los aduladores, popularmente conocidos como “pelotas”.  Los colaboradores deben ser evaluados exclusivamente según hagan su trabajo y obtengan resultados dentro de un comportamiento ético. Otras de sus características ajenas al logro de sus objetivos y responsabilidades, tales como el grado de amistad que tengan con el jefe, su brillante currículo, o sus posibles influencias y/o parentescos, serán indiferentes y no serán materia de evaluación.

Lo más importante para mejorar el desempeño de las organizaciones es contar con gente bien formada, especializada en la tarea que le corresponde desarrollar y, que se relacione sana e integralmente con el equipo, con sus clientes y con sus proveedores. Para ello hacen faltan personas que dirijan, que consigan que gente corriente haga un esfuerzo extraordinario, que se comprometan. Comprometer a las personas; despertar emociones (no solamente dirigir su trabajo); elevar su nivel de conducta y ayudarles a mejorar su desempeño, a que consideren la causa de su trabajo como importante; comunicación cercana: así se crea un equipo.

martes, 26 de mayo de 2020

León no puede esperar.



Hay demasiadas injusticias en el mundo para conformarse con ellas. Nuestro sistema político no ha sido todavía capaz de crear y administrar normas adecuadas que generen una mayor equidad en el desarrollo humano; ni ha hecho realidad una administración de justicia que oportunamente (sin dilaciones innecesarias) resuelva los conflictos de una sociedad compleja como la nuestra. Nuestro sistema político tampoco ha sido capaz de equilibrar el desarrollo de los negocios con la protección del medio ambiente. Quizá la asignatura pendiente más importante sea lograr una buena educación para la mayoría de los ciudadanos. La virtud y la ética no son habitualmente valoradas; al contrario, frecuentemente se ha tolerado la frescura, la obtención del dinero fácil y el uso y abuso de privilegios. En general, no se aprecia una preocupación por el bienestar social que ponga a las personas como prioridad o, al menos, al mismo nivel que la aspiración de obtener beneficios. Una forma de hacerlo es argumentando la importancia de que las personas sean el centro de la actividad económica: la necesidad de un salario justo, destinado a satisfacer con holgura las exigencias de una vida digna y no concebido como objeto de regateo al amparo de las leyes del mercado.

¿Quién decide lo que es justo? ¿El que detenta el poder, sea un hombre, un partido, un parlamento? ¿Hay, entonces, distintas justicias, según la ideología o los intereses de quienes tienen el poder de hacer leyes y obligar a cumplirlas? El oscurecimiento de la razón lleva a negar, o a poner en duda al menos, incluso los principios más elementales y más generalmente probados por la experiencia de muchas generaciones. Hoy la mente del hombre medio se alimenta más de opiniones que de verdades. Las cosas son como son, independientemente de la subjetiva apreciación de cada uno. No se trata de opiniones, sino de conocimiento. El mal de nuestro tiempo parece ser la ignorancia, una vieja forma de barbarie que hoy viste de nuevo las vidas y rostros de la gente. Personajes sin mensaje.
Envejecimiento de la población, destrucción de la familia, deterioro de la naturaleza: graves catástrofes contemporáneas. La importancia que demos a la familia depende de la importancia otorgada al amor, una dimensión humana fundamental y básica para la cual deberíamos de inventar otra palabra menos gastada. Hoy en día nuestra sociedad tiene extraordinariamente debilitado el sentido de comunidad. No somos piezas sueltas, en un mundo desconectado. Lo que cada uno de nosotros hace tiene un efecto, para bien o para mal, sobre los que nos rodean. Se insiste en el derecho de hacer lo-que-se-quiera, sin importar el daño o el peso que hayan de soportar los otros. Tal sociedad genera, de modo inevitable, una gran masa de personas irresponsables. Y cuando la mayoría de la gente es irresponsable, es muy fácil dejarse arrastrar por la violencia. Desgraciadamente, nos encontramos en una época en que no se quiere razonar ni atender al pensamiento de los otros.

La decadencia es una triste realidad que afecta tanto a las personas como a las sociedades. Pero el proceso de decadencia puede acelerarse o retrasarse mediante una prudente administración del potencial de que se dispone. Por ello, felicito a “Diario de León” por la iniciativa que acaba de impulsar: “León Levanta”. Me gusta, especialmente, que se señale que no se trata de un lema o un simple juego de palabras alentadoras, sino una declaración de intenciones: identificar los sectores económicos, culturales, turísticos, deportivos, comerciales, etc. donde León es una potencia, y poner esas fortalezas al servicio de la reanimación de una provincia duramente atacada por las crisis. No podemos permitirnos ser conformistas. Sobran diagnósticos y faltan compromisos: cómo y cuándo. Es la hora del liderazgo. León no puede esperar más.

martes, 7 de enero de 2020

Expatriarse.


Publicado en "Diario de León" el domingo 5 de enero del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/expatriarse/202001051103161973794.html

Casi todo el mundo afirma que irse a otro país es una oportunidad que no hay que desaprovechar, pero, a la hora de la verdad, pocos están dispuestos a dar un paso al frente. Que si una nueva vida, mayores responsabilidades, más “calidad de vida” (en muchos casos sólo quiere decir más dinero). La familia no siempre es fácilmente trasplantable y hay que conocer, antes, los riesgos. De recordarte las ventajas siempre se encarga alguien; de los riesgos no tanto. Un cambio de país no es la divertida aventura de meter muebles en un contenedor y niños en un avión y, al día siguiente, como si no hubiera pasado nada. Son demasiadas cosas las que cambian, a veces el idioma, la cultura, los amigos, el entorno, el colegio, la familia… Ponerse-en-el-lugar-de-los-otros. Por ejemplo, de los hijos. Llegar a un colegio en otro país suele ser terrible. Y al regresar el problema es el contrario. En definitiva, aprender a adaptarse.

Y qué decir de cuando el cónyuge, no pocas veces, va algo forzado porque ha tenido que dejar su propio trabajo. Eso dificulta la integración, ya de por sí compleja. ¿Y si él o ella no quiere moverse? ¿Adiós oportunidad o quizá la solución sea vivir cada uno en un sitio?: malo, malo… Incluso pueden emerger problemas de pareja latentes y venirse todo abajo. La decisión de un traslado ha de tomarse conjuntamente por los cónyuges, de forma muy meditada. Un asunto todavía sin resolver: el asunto de las carreras duales. Ya sabes, aquello de sorber y soplar al mismo tiempo. El viejo esquema de directivo con esposa dispuesta a seguirle a donde sea es, desde hace años, parte del pasado. Lo normal es que ella también trabaje, muchas veces, cada vez más, con un buen trabajo, igual o mejor que el de él. No siempre es ella la que deja el trabajo. Es un asunto de pareja y como tal debe resolverse: uno de los dos debe renunciar a su carrera o modificarla. No siempre se tienen todas las soluciones a todos los problemas.

La movilidad es un plus en la carrera profesional y una prueba que mide la solidez de la familia. No siempre es fácil. A un amigo la maravillosa promoción de su carrera profesional le costó el divorcio. Su empresa le propuso irse a México como director general de una empresa del grupo. Su mujer tuvo que dejar el trabajo. No fue fácil acostumbrarse al nuevo entorno. Los problemas conyugales se multiplicaron hasta el punto de que ella decidió volverse a España con su hijo. Él regresó cinco años después y su hijo prácticamente le había olvidado. Con el tiempo consiguió reconstruir los lazos, con su hijo… Tres años después le ofrecieron otro puesto en el exterior y, aunque era más cerca, Londres, no aceptó. En detrimento de su carrera no quiso volver a poner en peligro su familia.

La integración es fácil para el profesional porque mucho de ésta se produce a través de su trabajo, pero el otro y los hijos lo pueden pasar muy mal al verse en la obligación de crear nuevas relaciones sociales partiendo de cero, con barreras idiomáticas y culturales. Si del traslado derivan problemas conyugales es porque ya existían previamente. Si hay una buena relación de pareja la unidad se refuerza, al existir un objetivo común que hay que enfrentar. En cualquier caso, la clave del éxito pasa por estar cerca de la familia, sobre todo en el periodo inicial. Que se imbuyan rápidamente de la cultura local, que hagan amigos nativos y viajen para aprender las costumbres. Que sean positivos y aprovechen la oportunidad de disfrutar de las cosas buenas de ese país, ya que el choque cultural puede hacer que sólo se fijen en lo negativo. Que aprecien en lo que vale la educación internacional que recibirán los hijos y los conocimientos de otras lenguas y formas de ser. En muchos casos, viviendo una experiencia de expatriación, la familia se vuelve como una piña, las nuevas experiencias se viven en común. Se aprende mucho.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Educación de calidad.

Publicado en "Diario de León" el lunes 23 de diciembre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/educacion-de-calidad/201912231317231970649.html

Hoy, en España, la casi totalidad de los ciudadanos saben leer y escribir lo que supone un logro inimaginable hace un siglo. Sin embargo, eso no basta en las relaciones económicas y sociales de nuestro tiempo. Muchas personas no son capaces de seguir instrucciones escritas, tienen dificultades para comprender lo que leen y no son capaces de extraer mínimas consecuencias analíticas. Son los llamados "analfabetos funcionales". Para una economía que sólo pretenda producir y exportar materias primas, esta cuestión tiene poca importancia. En cambio, la microelectrónica, biotecnología, telecomunicaciones, etc., todas ellas son industrias basadas en la capacidad intelectual de las personas y, por ello, se pueden instalar en cualquier lugar del mundo…. El conocimiento y las habilidades son la más importante (si no la única) fuente de ventaja comparativa sostenible en el largo plazo. Por tanto, el esfuerzo por una educación de calidad es una prioridad.

Pero, en general, la realidad es otra cosa. Los exámenes siguen siendo hoy, dueños y señores de la universidad. La clase sólo es un mero anuncio de lo que se llevará al examen. La única variante posible de esta conversación es si el examen escrito será o no en forma de test. Además, el estudiante continúa erre-que-erre con la vieja reivindicación de “una asignatura, un libro”. Una de las principales preocupaciones del estudiante es enterarse de cuál es “el libro” de cada profesor. Y, a falta de éste, aspirará a contar, al menos, con unos apuntes que le sirvan de sucedáneo. Muchos estudiantes no saben leer, ni parece importarles. Leer poco, clarito, en castellano y a poder ser en letra grande. El déficit de lectura y el progresivo aumento de la formación audiovisual va haciendo estragos. 

Desde que se publican, los rankings de universidades han estado envueltos en polémicas. Se los ha acusado de elitistas, de poco transparentes y de no prestar atención a la calidad de la educación que se imparte. No es sencillo ponerle un número a todo lo que representa una universidad. No hay consenso ni sobre qué debe medirse ni sobre cómo hacerlo. Desde hace años, rectores, responsables políticos y expertos vienen dando vueltas a un nuevo sistema que garantice unos recursos estables y viables para el funcionamiento de las instituciones de enseñanza superior, pero la cuestión está lejos de estar resuelta. Una ecuación imposible: en España, una de las mayores tasas de acceso a la universidad de toda la Unión Europea, una de las tasas más bajas de matrícula, impuestos bajos y prácticamente ninguna selección de entrada a las facultades. 

La realidad es que no hemos sabido crear un modelo homologable con el de los países de nuestro entorno. El despropósito en el que se ha convertido nuestro modelo de organización territorial ha llevado a la multiplicación innecesaria tanto de universidades (más de ochenta, entre públicas y privadas) como de titulaciones. El criterio -en mi opinión- debería ser el contrario: racionalizar el número de centros, cerrando muchos de los que tienen aulas casi vacías, y reducir la oferta de carreras para evitar grados excéntricos y dotar al resto de unos contenidos de mayor calidad y especialización. Si algo ha sido dañino en nuestro país es el trazado partidista de las distintas reformas educativas, más orientadas a imponer el propio modelo que a orientar la educación durante largos periodos de tiempo, varias generaciones. Las enormes carencias de nuestro sistema universitario: una triste realidad que no puede achacarse a una sola causa pero que representa uno de los fracasos más dramáticos de nuestro país. ¿Hay solución? Dicen que mientras-haya-vida-hay-esperanza…: un acuerdo con amplia base social y política a favor de una educación de calidad. Eso sí: Vamos tarde, muy tarde.

jueves, 21 de noviembre de 2019

domingo, 3 de noviembre de 2019

Entre chupetes y pañales.

Publicado en "Diario de León" el viernes 1 de noviembre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/entre-chupetes-y-panales/201911011038431953562.html


Xavier Tarragó, marido de mi amiga Beth Borés, es una persona de trato agradable y conversación inteligente. La última vez que nos vimos, en Barcelona, con motivo de la promoción de mi libro “Una vida con rostro humano”, recordó que nos conocimos “entre chupetes y pañales” en México donde ambos vivíamos por motivos profesionales, con hijos de las mismas edades. Esa simpática -e inspiradora- expresión suya (“entre chupetes y pañales”) llevó nuestra conversación a recordar los gratos momentos que compartimos en Monterrey y, también, a hablar sobre el impacto social del matrimonio y la familia.

Opiniones-de-un-opinante: Lo que más influye en el logro de un matrimonio feliz son los hijos. Nada es tan común y nada une tanto como un hijo. Esta conclusión puede parecer demasiado paradójica a algunos. Molesta. Escandalosa. Absurda. Una época que no ve en los hijos la consecuencia natural del amor de sus padres puede llevar camino de verlos como enemigos de ese amor. Una vez que el niño se encuentra en el mundo reclama para él todos los derechos e impone a sus padres todos los deberes. Nadie nace por propia voluntad, es decir, todos somos nacidos. Los seres humanos llegamos al mundo tan desvalidos que si no hubiese quien nos recogiera y cuidara durante un periodo bastante largo, pereceríamos. La gran función de la familia consiste en ser la creadora de amor; en esto no existe posibilidad de sustituirla. Pertenece a la experiencia humana el hecho de que cuando falta en la familia el vínculo de amor, algo se rompe definitivamente: hijos abandonados, parejas rotas, experimentan en sí mismos esa deficiencia; a veces, con consecuencias dramáticas.

La felicidad en el matrimonio exige esfuerzo. Hay que aprender a amar. Esa lección requiere tiempo. Si se persevera, se aprende. A fin de cuentas, es así como enfocamos otros aspectos importantes de la vida: un negocio o una profesión, por ejemplo. El amor es exigente en sí mismo. La existencia humana es tiempo. La velocidad ha pasado a ser un principio de la vida. Todo debe ser rápido. Hay que pensar rápido, evaluar rápido, proponer rápido, decidir rápido y actuar rápido. Con esta cultura de la velocidad en muchas situaciones a lo único a lo que realmente podemos imprimir aceleración es a nuestras acciones, normalmente precedidas de un débil proceso de decisión. Así sacrificamos el cumplimiento cabal de un objetivo bien perfilado por tan sólo aproximarnos a él con rapidez. Es mejor tratar, primero, de ser efectivos para, después, serlo con rapidez: sin renunciar al sereno análisis. En la familia la entrega es completa, sin reservas: tampoco de tiempo.

El padre o la madre que cuida al hijo, le educa y le encamina para que sea una persona valiosa, está realizando uno de los trabajos más importantes que pueden concebirse. Sin embargo, carece de remuneración. De ahí la tendencia al abandono de esta función en nuestros días. La tendencia universal al confort va extendido cada vez más la idea o el sentimiento de que los hijos son una pesada carga que conviene evitar. Desde hace décadas asistimos al vaciamiento del matrimonio como institución jurídica y social. Para mucha gente el matrimonio sólo interesa como medio para pagar menos impuestos y cobrar la pensión de viudedad u otras prestaciones. Hoy ya casi nadie habla de los fines: el bien de los esposos, los hijos, su educación. 

Insisto: El problema de la natalidad es acuciante y su resolución poco tiene que ver con factores ideológicos o partidistas, sino con una concepción responsable del futuro. La familia no es un asunto “estrictamente” privado. La negativa de muchas familias a tener hijos hace tambalear los fundamentos de nuestro estado del bienestar. Por tanto, urge impulsar las políticas de apoyo a la familia con incentivos económicos y con medidas que favorezcan –realmente- la tan proclamada conciliación laboral. El derrumbe de nuestra pirámide poblacional es el derrumbe de nuestro modelo de sociedad. Aquí está la gravedad y la urgencia. 

martes, 22 de octubre de 2019

Dígame cómo.


Publicado en "Diario de León" el martes 22 de octubre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/digame-como/201910220931291950303.html

La política y los políticos. Se constata un sentimiento de desconfianza hacia esa tarea y hacia los que a ella se dedican. Esa visión negativa y pesimista no se halla, por desgracia, totalmente desprovista de fundamento. Existe, en efecto, una acepción peyorativa de la política que la concibe, sobre todo, como arte del engaño y del fingimiento. Falta una mejor tradición y conciencia de servicio público; y este vacío, en ya demasiadas ocasiones y por demasiados años, vienen a llenarlo gentes que hacen de la actividad política el pedestal de su propio encumbramiento y un instrumento al servicio de sus intereses particulares, o de los de su cuadrilla.

Los líderes tratan de presentarse con valores carismáticos para hacerse atractivos y reducen a los partidos a meros apéndices de su persona. Así, la función de un partido político no es proporcionar soluciones para los diferentes problemas sino llevar a sus dirigentes al ejercicio del poder a través de estudiadas estrategias orientadas a engatusar a las masas. Las campañas electorales no son serenas confrontaciones racionales para explicar a los votantes qué programas pueden y deben llevarse a cabo, invitándolos a que escojan, sino vocingleras concentraciones en que se descalifica al adversario por todos los medios posibles sin que sea posible descubrir en las intervenciones un plan racional, estructurado y completo. Un simple juego de votos para determinar qué políticos van a disponer del respaldo de la mayoría. Pero, en el fondo, el gobierno lo ejercen oligarquías muy cerradas, en forma de partidos, que acuden a los ciudadanos para obtener su voto no con razonamientos sino apelando a sus sentimientos: en cualquier campaña política sus expertos organizadores saben muy bien que lo importante es inspirar el temor a una posible victoria del otro. 

Ningún político, cualquiera que sea el partido al que pertenezca, tiene derecho a enmascarar su rostro, a aparecer como no es, a recurrir a la estrategia de la mentira. El ciudadano tiene derecho a una sincera definición de posiciones, de principios ideológicos y también de criterios frente a los problemas concretos: dígame cómo. Así podrá juzgar con conocimiento de causa y se creará el clima necesario para que se forme una sana y responsable opinión pública.

Hay muchas políticas por mejorar (“reformar”). Somos campeones en fracaso escolar, no tenemos ni una sola universidad española entre las cien mejores del mundo. Nuestra electricidad, combustibles y comisiones bancarias están entre las más caras de la Unión Europea. La deuda pública española que se ha incrementado hasta cifras históricas, en los últimos años, se ha utilizado fundamentalmente para rescatar comunidades autónomas, ayuntamientos y cajas de ahorro desgobernadas y arruinadas por los de siempre. El problema de la natalidad es acuciante y su resolución poco tiene que ver con factores ideológicos o partidistas, sino con una concepción responsable del futuro. La familia no es un asunto “estrictamente” privado. La negativa de muchas familias a tener hijos hace tambalear los fundamentos de nuestro estado del bienestar. Por tanto, urge impulsar las políticas de apoyo a la familia con incentivos económicos y con medidas que favorezcan –realmente- la tan proclamada conciliación laboral. El derrumbe de nuestra pirámide poblacional es el derrumbe de nuestro modelo de sociedad. Aquí está la gravedad y la urgencia.

La base de la ciudadanía democrática es la igualdad en libertad. Luchar contra las tiranías que pisotean la democracia formal, así como contra la miseria y la ignorancia que imposibilitan la democracia material: regenerar la democracia, reivindicar el patriotismo y defender la igualdad entre españoles. Hacer política de otra manera, respetando al adversario, escuchando, dando argumentos, tratando de convencer, dando al otro la oportunidad de convencerte. El respeto al otro está en la base de la misma democracia. En fin, una política, nueva, buena, “con mayúscula”. La buena educación ciudadana no se desarrolla naturalmente, hay que fomentarla. Está de moda descalificar la actividad política. Debemos valorarla y colaborar, en la medida de nuestras posibilidades, para que ésta mejore. ¿Cómo? Por ejemplo, ejerciendo con una mayor responsabilidad nuestro derecho al voto. Ahora es el momento.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Industrias sin hombres.


Publicado en "Diario de León" el domingo 8 de septiembre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/industrias-sin-hombres/201909081355411937048.html


Numerosos procesos tecnológicos se realizan hoy con tal rapidez y, exigen tal finura y precisión, que sobrepasan, efectivamente, la capacidad de comprensión humana. La revolución tecnológica se extiende a todo el orbe, se introduce de una manera cada vez más incisiva y transformadora en las condiciones de la vida humana, de modo que se la ha comparado con el tránsito a la vida sedentaria en la época neolítica. Los conocimientos y la habilidad técnica de los pueblos occidentales permanecieron durante milenios lo mismo en lo esencial. A fines del siglo XVIII se usaban casi del mismo modo que en tiempo de los faraones el arado, el carro, el barco de vela, la lámpara de aceite. Pero después los descubrimientos se siguieron rápidamente. Han mejorado la vida de millones de hombres, liberándoles de las labores más duras. Las sucesivas revoluciones industriales y tecnológicas han procurado un alimento, cada vez más abundante; enriquecido nuestra libertad, permitiéndonos mayores posibilidades de elección, al ofrecernos un surtido cada vez más variado de bienes y servicios. Han abierto los ámbitos de la tierra, el mar y el aire. Han logrado dominar de un modo inusitado el espacio y el tiempo. El adversario más encarnizado de la tecnología no podrá negar que es capaz de servir al hombre de maravillosa manera.

La vertiginosa rapidez del progreso tecnológico ha trastornado el principio vital del hombre de nuestros días. Un nuevo tipo de hombre que está en función de los fenómenos técnicos es, por esta misma razón, un tipo que ofrece los mismos rasgos en todas partes. Como ocurre con los deportes, la tecnología, en su apariencia externa, es accesible a la misma comprensión en todo el mundo. La sociedad contemporánea, es decir, la de la revolución tecnológica, impone tanto o más que cualquier otra del pasado una jerarquización muy estratificada. La sociedad racionalizada del presente y, sobre todo, la del futuro será la de la especialización y la del mando de los expertos, una sociedad estructurada bajo el signo de la capacidad y no del número. En anteriores épocas de la economía, cada cual era capaz de comprender la sencilla construcción artesana, como la rueda o el carro. Hoy, la mayor parte de los hombres son profanos en la tecnología y usufructuarios de sus creaciones. Veo en esta cuestión una importante tarea a realizar en el campo de la educación y de la cultura. El hombre de la época tecnológica no puede contentarse con ser un simple peón o un pasivo usufructuario de los adelantos tecnológicos. Es indispensable que conozca en su generalidad -pero en un grado de desarrollo mucho mayor que hasta ahora-, las relaciones y conexiones de la tecnología.

¿Si el progreso técnico logra la ejecución de los trabajos manuales por medio de máquinas, no resultará de ello un progresivo paro forzoso? Hay que responder que, en efecto, cada nuevo invento técnico comienza por hacer innecesarios muchos brazos; pero, a la larga, produce nuevas ocasiones de trabajo. Ante la rápida evolución de las especialidades y las técnicas, es más importante que se desarrolle “el arte de aprender”, y que la utilización correcta del cerebro y la razón tenga la primacía sobre la acumulación de un saber condenado a ser superado.

La tecnología no es tan inocua. Ofrece al hombre insospechadas posibilidades de poder sobre la naturaleza y sus fuerzas, y con ello también sobre los hombres. Cuanto más poderosa sean las energías de la tecnología, tanto mayor será la responsabilidad del hombre. Puesto que la tecnología tiene por objeto servir al hombre, hay que intentar dirigir el progreso de manera que no se precipite por caminos subversivos provocando crisis, sino que se desenvuelva de una manera armoniosa. Es necesario que, a la par que los nuevos conocimientos técnicos, se cultive, en la sociedad contemporánea, lo que de humano hay en el hombre. No es fácil.

domingo, 30 de junio de 2019

martes, 14 de mayo de 2019

Economía para el envejecimiento.

Publicado en "Diario de León" el martes 14 de mayo del 2019: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/economia-envejecimiento_1335212.html

Estoy un pelín harto de tantas propuestas electoralistas, huecas, cortinas-de-humo que forman parte de la escenografía de este intenso -y largo- periodo electoral que estamos padeciendo. Por eso es muy de agradecer que, en medio de esta bambolla, aparezca una iniciativa tan seria como oportuna: la Escuela de Pensamiento de Fundación Mutualidad de la Abogacía que tiene como propósito la creación de un nuevo espacio solidario de opinión y reflexión, independiente e intergeneracional, mediante el que, desde diferentes áreas del saber, se ha propuesto aportar valor a la sociedad en un ámbito concreto como la cultura y economía para el envejecimiento, sin duda uno de los grandes desafíos de las sociedades del siglo XXI.

El cambio demográfico que está viviendo nuestra sociedad muchas veces nos asusta. Los datos nos indican una tendencia clara: cada vez nacen menos niños y, a la vez, se produce un aumento de la longevidad. Hay más ancianos y cada vez lo son durante más tiempo. El envejecimiento de la población comporta un importante reto para nuestra sociedad en el futuro. La demografía poblacional actual con sociedades envejecidas, el incremento de la esperanza de vida, el desequilibrio entre la pensión máxima pública y el salario de los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo pueden ser elementos catalizadores de una quiebra del necesario pacto social por el cual las pensiones son soportadas por las personas en edad de trabajar. Se aprecian riesgos de quiebra de este pacto social que ha sido el garante de las pensiones públicas desde los inicios del siglo XX, cuando se generalizaron los sistemas de reparto. Cada vez son más frecuentes las protestas de ciudadanos porque los gobiernos occidentales se han convertido en máquinas de transferir ingresos de los trabajadores a los pensionistas. Esta realidad que se reconoce como una de las principales amenazas de las sociedades en el siglo XXI, puede ser la causa de una verdadera revolución social.

El futuro pertenece a las personas mayores, pero la sociedad no ha comprendido todavía las consecuencias de este fenómeno inédito en la historia. Un nuevo tipo de consumidor, cada vez más numeroso, que requiere productos y servicios de calidad. Un nuevo mercado por descubrir. Es necesario un cambio mental de la sociedad, preparándonos para una etapa de post jubilación que muchos ya auguran será más larga incluso que la laboral. Ello supone una auto responsabilidad del propio individuo, pero también un planteamiento del papel que tendrán el estado y la sociedad civil.

Nos encaminamos a sociedades gerontocráticas, donde la influencia de los mayores puede determinar la agenda política y de presupuestos sociales. Es necesario que como sociedad cambiemos el concepto de ancianidad y le otorguemos el valor que tiene y se merece. Una nueva perspectiva sobre el envejecimiento, alejada del concepto del anciano como una carga social y centrada en la ancianidad como un éxito de las sociedades occidentales. Tratar de demorar la senectud ha sido una constante a lo largo de la historia. Si pensamos que los mitos y prejuicios respecto a la vejez son cosa de nuestro tiempo, estamos muy equivocados. Hace más de dos mil años el filósofo romano Marco Tulio Cicerón escribió “De senectute”, traducida al español como “El arte de envejecer”, todo un canto a la vejez en una civilización tan severa con los ancianos como la romana.

En fin, frente al temor generalizado que provoca esta situación, es necesario recordar que la longevidad es un logro de las sociedades desarrolladas y, como tal, es necesario abordarlo desde una visión positiva y mediante una revisión de los planteamientos vigentes. Tengo mis dudas sobre que este proceso vaya a ser sencillo y, mucho menos, pacífico. Mientras tanto, mi enhorabuena a la Mutualidad de la Abogacía por tan oportuna iniciativa, por promover el estudio y el diálogo sobre un asunto verdaderamente urgente e importante: para pensar.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Ser de Europa.

Hoy domina una desilusionada indiferencia ante el presente político y ante las grandes cuestiones públicas de nuestro tiempo; y un avieso interés en hurgar en las heridas, en renunciar avergonzadamente a nuestra historia. Destruir el fruto de siglos de historia común. Muchos queremos que no caduque la historia de España, que no se rompa la vigencia de los valores morales que entraña. No es tiempo ya de creer que los problemas concretos de la vida de cada país puedan ser resueltos cerrando las puertas al exterior, ni en lo económico ni en el campo de las ideas. Nunca lo fue. Nos encontramos, pues, ante un nuevo abordaje no ya del “problema de Europa”, cuyo enfoque es más bien político, sino del “ser de Europa”, que es fundamentalmente histórico. Toda Europa tiene -en lo esencial- un solo espíritu. La evidencia de pertenecer radicalmente al mundo occidental, a la manera de vivir, múltiple ciertamente, que procede de tres fuentes comunes, convergentes desde tiempos muy remotos: la razón griega, la interpretación personal del Dios y de su relación con el hombre, propia de la tradición judeocristiana, y la autoridad, el mando según derecho, herencia romana.

Si nosotros, hombres del siglo XXI, tuviésemos la capacidad mítica del griego, expresaríamos nuestra intuición de lo que es ser europeo mediante un mito. Nuestros mitos son los adjetivos sustantivados. Lo “europeo” tiene toda la fuerza seductora y creadora del mito. Europa como forma de vida. Pero he aquí la magia creadora del lenguaje. No es posible delimitar ni geográfica ni históricamente el contenido del sustantivo Europa, pero el adjetivo “europeo” se nos impone con especial fuerza de presencia. Vago, difuso, pero presente, adhiriéndose firmemente a las entretelas del pensamiento. ¿Qué significado tiene ese adjetivo? ¿Existe algo peculiar en el modo de vivir que podamos calificar de “europeo”? ¿En qué consiste lo europeo? En diálogo, libertad e inteligencia. ¿Y cómo se llega a la unidad política continental? No disolviendo los nacionalismos, sino encauzándolos: la nación puede ser el material flexible para la unidad.

Tener clara conciencia de que la unión de Europa no se podrá conseguir ni imponiendo una uniformidad política, ni borrando las naciones, ni reduciéndose a una mera cooperación económica. La economía, con toda su importancia, no entusiasma, y es incapaz de movilizar a los hombres para una gran empresa. Hacen falta otras banderas. Entre el humanismo clásico y el neoliberalismo rampante no sólo hay milenios de separación, sino una distancia aún más profunda: el abismo que en todos los tiempos ha separado los valores del espíritu y los valores del dinero. Jenofonte, el primer autor de un tratado sobre lo “económico”, cuyo nombre inventa, concluye: no digas que el dinero es un bien si no sabes hacer un buen uso de él.

La historia es algo mucho más serio y más profundo; es la reconstrucción de la aventura humana y, primordialmente, de su magna peripecia, que es la cultura: la ciencia, las artes, las instituciones, las formas de vida. La historia derriba o traspone formas de gobierno, naciones, sistemas. El totalitarismo no nace solamente de las dictaduras. Se produce -con o sin dictadura- siempre que el estado asume funciones por encima de toda necesidad o conveniencia, desplazando a grupos y personas del protagonismo que les es propio. Totalitarismo, aunque venga avalada o acordada por la mayoría de los ciudadanos o de sus representantes.

Atención porque la decadencia de la democracia es un rasgo estructural de la historia que estamos viviendo. La propia naturaleza del hombre destruirá lo que hay de utópico en muchos proyectos, porque todas las utopías son realizables salvo la de lograr una plena satisfacción del hombre. El hombre es, por sí mismo, insatisfacción. Sin ella no habría historia, ni vida.

Publicado en "Diario de León" el 27 de marzo del 2019: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/ser-europa_1323650.html

martes, 25 de diciembre de 2018

La guerra al estrés.

Durante los últimos meses, casi todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por exceso de trabajo. Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas, sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones. Las causas de este tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones. Ahora con la crisis más, pero, antes, también. La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor sueldo y un mayor reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden desequilibrar nuestra vida.

Lo mejor es luchar por mantener un equilibrio entre familia y trabajo. Trabajar en horarios adecuados, intentar llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos, comer con ellos algún día entre semana, aunque suponga para nosotros un esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, hacer deporte con frecuencia, quedar con nuestros amigos, etc. son algunas buenas prácticas recomendadas por personas con experiencia. Si somos capaces de armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra familia y amigos lograremos vivir-una-vida-digna-de-este-nombre y, sin duda, habremos ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras enfermedades desgraciadamente en aumento.

En las organizaciones, la guerra al estrés no sólo no ha sido abandonada, sino que se está viendo impulsada con más vigor que nunca. Y con nuevas armas. Si antes primaban las soluciones de grupo como los cursos de empresa, concebidos para que unos cuantos directivos aprendieran a controlar su ansiedad, hoy se combate ese mal con un enfoque más ambicioso. Se trata de actuar sobre el conjunto de la organización para mejorar el clima laboral. ¿Por qué este cambio de enfoque? Básicamente, porque en la sociedad actual, con organizaciones más cambiantes e inestables, el estrés se propaga como una plaga. Una plaga que las organizaciones, responsables en buena parte de este mal, no pueden combatir fácilmente. El estrés, que en las cadenas de montaje o en las grandes oficinas repletas de centenares de amanuenses producía, a lo más, un elevado nivel de ausentismo, hoy, atenta, sobre todo en las empresas de servicio, contra la esencia de estas organizaciones: contra la calidad de su servicio. Y, como consecuencia de ello, se reduce la competitividad y la productividad.

Este mal se ha extendido en la misma media en que las empresas se han ido poblando de puestos y funciones crecientemente sofisticadas. Ya no sólo afecta a las personas que tienen la responsabilidad de dirigir sino también a todos, a los operarios, muy castigados por los procesos de ajustes y reajustes a causa del cambio tecnológico y a la deslocalización. Durante años se pensó que el estrés se podía combatir adecuadamente de modo individual, o en pequeños grupos, pero ésa es una medida insuficiente ya que limitarse sólo a intentar entrenar a algunas personas para que sepan controlar su tensión y su ansiedad es un sistema caro y, en muchos casos, poco eficaz. Las técnicas de autocontrol o relajamiento, además de que no solucionan la raíz del problema que es una organización deficiente, un directivo insufrible, un trabajo mal planificado o unas pésimas relaciones laborales, acaban por olvidarse al cabo de unos pocos meses.

Las buenas prácticas aconsejan, además, el desarrollo de acciones sobre otros presupuestos. Se trata de analizar y, posteriormente, modificar en sentido positivo, la organización y las relaciones que originan una multiplicación de situaciones de estrés negativo entre los colaboradores de una empresa. La palabra clave es clima laboral. A partir del estudio de las deficiencias, se busca crear ese clima laboral que reduzca la tensión y estimule la satisfacción. Es relevante la creación de una cultura de empresa con la que los colaboradores se puedan identificar y que genere un cierto nivel de seguridad psicológica. Otros aspectos a considerar son la fluidez de la comunicación entre las personas, la estructura de la organización, el nivel de satisfacción que produce una tarea y, por supuesto, que las personas estén asignadas a posiciones de acuerdo a sus cualidades y formación.

Finalmente, la búsqueda de este clima laboral parece urgente por varias razones. Por un lado, porque la nueva forma de organización del trabajo y de las empresas (externalizaciones, trabajo temporal, movilidad, competencia interna, cambio continuo de objetivos y funciones, flexibilidad…) es una fuente inagotable de situaciones que generan estrés. Por otro, porque las organizaciones, en un escenario en el que los servicios desempeñan un papel cada vez más protagonista, necesitan encontrar vías que reduzcan la tensión y la ansiedad de sus colaboradores. No olvidemos que el capital básico de una empresa, y especialmente de una empresa de servicios, es su gente.

Publicado en "Diario de León" el lunes 24 de diciembre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/guerra-estres_1301985.html

jueves, 13 de diciembre de 2018

86.400

Aprovechar el tiempo es clave. A veces, nuestros sueños, nuestras ilusiones, se quedan sólo en proyectos. Esperamos que se cumplan, pero no nos esforzamos lo suficiente para hacerlos realidad. Como si el simple paso del tiempo nos los fuera a regalar. La vida no funciona así. El tiempo es el recurso más valioso y escaso con el que contamos. Y, en ocasiones, nos comportamos como si ignoráramos esta verdad fundamental. 

Aprovechar el tiempo es básico. Y se puede aprender, hay experiencia documentada -buenas prácticas- y técnicas probadas. Lograr que nuestros sueños dejen de ser proyectos y se transformen en realidades, pasa por administrar nuestro tiempo con inteligencia y con intensidad. Parafraseando a no recuerdo quién: El único lugar donde el éxito va antes que el trabajo es en el diccionario…

Muchos dirigentes se comportan como aquel leñador del cuento que se desesperaba golpeando el tronco del árbol. Cuando le preguntaban por qué no podía parar un poco explicaba que la culpa la tenía su hacha, ya no tenía filo. Y cuando le preguntaban por qué no la afilaba, el leñador respondía que no tenía tiempo porque tenía que seguir golpeando el tronco.... Lo más importante cuando uno se siente en conflicto con su tiempo es tener bien claro qué quiere en la vida. Lo demás, viene solo. No hay forma de organizar una agenda cuando uno no está en orden consigo.

Las horas de trabajo no son siempre productivas, pero tampoco son horas muertas. Solemos perder el tiempo, y lo peor es que cuando terminamos el día sentimos que el trabajo sigue ahí... Por ello el sentimiento de frustración que habitualmente se produce cuando consideramos el (des) aprovechamiento de nuestro tiempo. El desbordamiento es tal, que tenemos la sensación de hacer mucho, pero a la vez no estar haciendo nada, o, mejor dicho: todo a medias; son muchas las obligaciones que impiden no poder centrarse en una sola. Sufrimos una preocupante dispersión en nuestras actividades diarias. Y los tiempos prolongados de concentración suelen ser escasos y poco intensos. Hay asuntos que no se pueden atender en quince minutos... Por eso se recurre al tiempo de ocio, robando momentos a la familia y al descanso. El resultado todos lo conocemos: el estrés.

Probablemente la clave está en la perspectiva con que se miren los problemas a resolver en el trabajo. Aprender a relativizar, el mejor camino para alcanzar la visión global que necesitamos para encontrar la objetividad que requiere cualquier planificación. Sólo así es posible establecer prioridades en la actividad diaria. Es frecuente que sumergidos en el agobio nos preocupemos más de lo urgente que de lo importante. No siempre es fácil mantener la cabeza fría, por eso conviene fijar estrategias y objetivos a largo plazo que nos marquen la senda de la que no conviene desviarse. Se trata de valorar el tiempo, de administrarlo bien. De lo contrario, se comienzan mil cosas antes de terminar una.

Identifiquemos los famosos "ladrones de tiempo" (los que más nos afecten a nosotros) como reuniones, visitas, interrupciones varias, internet... que nos acechan y que no son tan fáciles de contener. A veces combatirlos resulta complejo y frustrante. No podemos tirar el ordenador por la ventana, ni quemar los papeles ni -menos- "eliminar" a cada persona que nos interrumpa. Reflexionemos acerca de nosotros mismos y de nuestro trabajo. Cada uno pierde o desaprovecha el tiempo a su propia manera, y sólo depende de nosotros, de nuestro esfuerzo, salir del caos.

El aprovechamiento del tiempo es clave en nuestra vida. Nos falta tiempo, decimos. Es cierto. Mis amigos saben que me apasiona este tema: la importancia de luchar por aprovechar intensamente los 86.400 segundos que nos regala cada día. Sin embargo, a veces, esta carencia de tiempo se transforma en la justificación para no resolver asuntos pendientes, para no estar con la familia, para omitir todo tipo de actividades que no estén directamente relacionadas con el propio trabajo. Un caso típico es el poco o nulo tiempo que muchas personas dedican a la lectura. Es común oír "yo sólo tengo tiempo para leer el periódico", "suelo leer, pero en vacaciones", etc. Sin embargo, me sorprende que quienes dicen tener tan poco tiempo para leer hablen con todo detalle de-las-series-de-moda... 

La ausencia de lecturas se manifiesta en vocabulario pobre, en deficiente redacción, en graves errores ortográficos y sintácticos. Y, claramente, en tener limitados temas de conversación. La lectura es una forma efectiva para mejorar nuestra capacidad de comprensión y ser más competentes en nuestra expresión oral y escrita. Pero, sobre todo, leer es fundamental para nuestro desarrollo como personas.

Como dicen los economistas el tiempo es un bien escaso. Quizá el más escaso de todos, y desde luego de los pocos que no se pueden comprar. El tiempo es breve. El manejo efectivo del tiempo es un factor clave para que una persona viva una vida digna de tal nombre. Una óptima gestión del tiempo aumenta la capacidad de hacer más cosas, y mejor. Y, muy importante, disminuye tensiones innecesarias en la vorágine actual. Suele ocurrir que, en el dinamismo de nuestras vidas, tengamos una lista interminable de tareas y no sepamos por dónde empezar. Interesarse por el buen uso del tiempo no es sólo una moda sino una necesidad.

Publicado en "Locus Appellationis", Blog Informativo del Colegio de Abogados de León: https://www.ical.es/locus-appellationis/articulo/todos/12/86400/66

jueves, 15 de noviembre de 2018

Dar buen ejemplo.

El intercambio de bienes y servicios, desde las simples formas del trueque hasta los sofisticados mercados, se sostiene por el respeto a las leyes y por el cumplimiento de nuestros compromisos, en las organizaciones, habitualmente, en forma de contratos. Voluntaria o involuntariamente, todos estamos expuestos a perjudicar a los demás en su persona, en su propiedad, en sus expectativas. Y esto, en lo poco o en lo mucho, en transacciones comerciales o en las mil circunstancias de la vida ordinaria. El restablecimiento de la equidad violada no es solamente un problema jurídico. Es una exigencia de nuestra naturaleza humana ante el mal cometido. En la cultura occidental el tema de la restitución siempre ha sido un componente esencial de la ética que sustenta la convivencia humana. Restituir no está pasado de moda.

El verdadero desarrollo económico se fundamenta en algunas virtudes básicas de sus actores que, a veces, se dan por supuestas. Una de estas virtudes es la honradez. Las transacciones se hacen más atractivas y más viables en la medida en que se tenga la seguridad del cumplimiento de la palabra dada. La honradez tiene que ver con el honor, que se fundamenta en la conciencia de las personas. Porque la falta de honradez afecta, antes que nada, a la propia dignidad. En definitiva, es la persona quien no se permite -a sí misma- no esforzarse por cumplir los propios compromisos. El prestigio es clave en los negocios, y nada mejor que distinguirse por cumplir los acuerdos. No basta con estar atentos a las innovaciones técnicas y descuidar la educación de las personas que colaboran en una empresa común, o si se considera la ética como irrelevante o únicamente un asunto privado. Una práctica tan poco común como valorada por quienes conocen los beneficios de una relación sincera, leal y constructiva, es decir lo que uno piensa a las personas con quienes nos relacionamos, y no lo que ellas quieren escuchar.

La honradez paga buenos dividendos y fortalece la posición de mercado de quien la practica porque le favorece con nuevas y buenas oportunidades de negocio. Los dirigentes deben dar el ejemplo, un buen ejemplo. La ética no se enseña, pero sí hay guías de comportamiento y actitudes que parten del ejemplo de quienes tienen la responsabilidad de dirigir. Si los modelos son malos, cada uno hará de su capa un sayo… La ejemplaridad no es una mera línea de actuación, sino que es una condición necesaria para aplicar cualquier otra. La ejemplaridad es lo que otorga autoridad al líder, siendo, a su vez, la que genera la fuerza del liderazgo. Cuanto mayor sea la autoridad del líder, mayor será su calidad como directivo. La ética no se proclama, se practica. Muchas empresas no tienen reglas escritas. La ética se transmite con buenos ejemplos y buenas prácticas. Colaboradores compensados con justicia. Políticas que faciliten su desarrollo. Buena comunicación: institucionalizar momentos para que tu gente pueda decir -sin miedo a represalias- lo que piensa, se sienta escuchada. Garantizar a los clientes que los productos y servicios no atentan contra su salud y seguridad. Cuidar la calidad. Cobrar precios justos. Evitar el abuso de poder al tratar con empresas proveedoras con menor capacidad de negociación. No aceptar regalos de clientes y proveedores. No recurrir a la compra de voluntades de las autoridades a través de pagos, comisiones o regalos. Cuidar el impacto ecológico de la actividad de la empresa. Etc. etc. y etc. La ética no sólo afecta a lo económico. Sería un reduccionismo. La ética exige reconocer los derechos que todas las personas tenemos por el hecho de ser personas. Son los derechos humanos. 

La ética como una ventaja competitiva a considerar. Existe un amplio consenso al afirmar que las crisis se han producido por una combinación de desenfoques y errores técnicos, y de faltas éticas. Una crisis es siempre una ocasión de revisión y mejora que no puede ser desaprovechada. En este sentido hay que tener en cuenta un peligro, nacido de la inercia, del miedo al cambio y de los intereses particulares en juego: tratar de volver cuanto antes a la situación anterior, como si nada hubiera pasado. Este riesgo está mucho más extendido de lo que pensamos y puede limitar en gran medida la oportunidad de mejora. Nuestro mundo, en el que todas las personas buscamos vivir con dignidad y paz, está sometido a mecanismos que generan desigualdades graves entre personas, regiones y países; a una lucha constante por mantener ventajas competitivas frente a otros; al afán de poder económico y político; a una cultura de “suma cero”, en la que no todos salen ganando, sino que unos ganan a cuenta de lo que otros pierden. Más allá de que se puedan -y deban- aplicar medidas técnicas y políticas, la superación de los obstáculos mayores se obtendrá gracias a decisiones esencialmente éticas. En fin, esto, lejos de constituir una visión amarga de la realidad, es un principio básico para construir una mejor sociedad, sobre la base de la solidaridad, del respeto a las personas. Las personas primero, siempre.

Publicado en "Diario de León" el lunes 12 de noviembre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/dar-buen-ejemplo_1291641.html

viernes, 9 de noviembre de 2018

Un buen jefe.

El cambio aparece como una constante para todas las organizaciones, habitualmente generado por nuevas necesidades de las personas y empresas o por cambios legales. La presencia y el dinamismo de muchos competidores aconsejan que estos cambios sean rápidos y oportunos. Algunas organizaciones no tienen conciencia de que quien no avanza retrocede y, por tanto, pudiera peligrar la continuidad de su organización. La explicación de esta situación suele tener múltiples causas, pero hay una, no tradicional, que son los malos jefes.

Estos individuos se suelen caracterizar por valorar excesivamente los estudios formales. Se pasan la vida en los seminarios de moda y leyendo el material que allí les venden. Dominan el lenguaje técnico de gestión. Son excelentes para iniciar y permanecer analizando situaciones que nunca llegan a concretar; por ejemplo, haciendo largos listados de fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas respecto a la posición competitiva, sin llegar nunca a definir un plan de acción. Suelen ser bastante soberbios, muy pagados de sí mismos, se auto citan constantemente y reaccionan mal cuando se les contradice, no se les celebra sus ocurrencias o, simplemente, se tiene otra opinión. ¿Identifica usted a algún dirigente de su organización con estas características? Si es así o peor todavía, si hay varios, le tengo una mala noticia: con ellos, será difícil mejorar. Sólo caben dos alternativas: o apoyarlos en su proceso de cambio personal o prescindir de ellos.

Cada día es más común que en las ofertas de trabajo se solicite como requisito fundamental para acceder al cargo, el que los candidatos tengan “espíritu emprendedor”. En el perfil del candidato muchas veces se señala “indispensable iniciativa personal”, “se requieren profesionales proactivos” o, simplemente, se demandan competencias como creatividad, autonomía y capacidad de innovar. Incluso, a veces, estas habilidades son más importantes que los grados académicos. No es que las empresas se hayan relajado a la hora de seleccionar personas, sino que se han dado cuenta de que, en un mundo tan saturado de información, con tal cantidad de conocimientos por área y con una tecnología que evoluciona tan rápido, es imposible dar con profesionales capaces de abarcar toda esa información. No hay carrera que pueda enseñar todo, tendría que durar toda la vida.

Por eso es importante encontrar, más que conocimientos, actitudes que permitan aprender. Más que especialistas en un determinado oficio, se necesitan profesionales con inquietudes, capaces de adaptarse a los cambios, con iniciativa y autónomos. Porque eso es mucho más difícil de enseñar y, ya con esas cualidades, es más fácil adaptarse a las exigencias de los distintos trabajos. Es por eso por lo que, en este momento, lo que muchos piden a los educadores es que se preocupen de fomentar cualidades como el espíritu emprendedor, la iniciativa, la creatividad, la capacidad de adaptarse a los cambios. Que la preparación de los alumnos esté más vinculada al desarrollo de habilidades generales y de valores que a la capacitación en una habilidad o dominio específico. Desarrollar la iniciativa personal, la creatividad, el trabajo en equipo y el espíritu emprendedor; reconocer la importancia del trabajo como forma de contribución al bien común, al desarrollo social y personal.  

Emprender es buscar nuevas soluciones, nuevas alternativas, nuevas respuestas. En los centros educativos se entregan muchos premios, pero no es normal que se entregue uno al alumno más creativo. No se trata de convertir a todos los jóvenes en empresarios en el sentido tradicional de la palabra, sino en ayudar a los alumnos a ser empresarios de sus propias vidas. Motivar a los alumnos a que aprendan a través de proyectos, resolviendo problemas y no repitiendo contenidos. Que construyan la teoría desde la práctica. Más que enseñar, se busca despertar lo que todos tenemos de emprendedores. Personas que enseñen a soñar.

Tener un buen jefe es una de las mayores satisfacciones que una persona puede tener en su vida. Durante muchos años, la mayoría de los sistemas de mejora de las organizaciones se basaron principalmente en el estudio formal de sus procesos más que en el análisis del comportamiento de las personas que participaban en esos procesos. Hoy -afortunadamente- la tendencia es proponer programas de mejora a partir del estudio detallado del desempeño de las responsabilidades del colaborador, de su preparación, de su trabajo en equipo. Una vez más se concluye que lo más importante para que una organización mejore es contar con gente formada para desarrollar la tarea que se le encomiende y, también, con una distinguida habilidad para relacionarse adecuadamente con otras personas: compañeros, clientes y directivos.

Aquí está la explicación de por qué fracasan muchos intentos de mejora: porque se enfocan únicamente en los procesos formales, en las estructuras, en los organigramas sin caer en la cuenta de que detrás de cada uno de esos procesos siempre hay una o varias personas de quien depende el éxito o el fracaso. El reto de quienes tienen la responsabilidad de dirigir es conseguir que esas personas quieran y hagan lo que la empresa quiere, y lo hagan cuándo y cómo la empresa quiere. Libremente, pues, si no, no se lograrán buenos resultados. Y quien lo logra merece ser llamado “un buen jefe”.


Publicado en "Diario de León" el miércoles 8 de noviembre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/buen-jefe_1290616.html

sábado, 27 de octubre de 2018

El impuesto sobre las hipotecas.

La Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo ha dictado sentencia sobre el recurso de casación interpuesto por la Empresa Municipal de la Vivienda de Rivas Vaciamadrid contra la sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo (Sección Cuarta) del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid de fecha 19 de junio de 2017, sobre liquidación del impuesto sobre actos jurídicos documentados de una escritura pública de formalización de préstamo hipotecario, sentencia que se casa y anula. También estima el recurso contencioso-administrativo interpuesto por esta misma Empresa contra la resolución del Tribunal Económico-Regional de Madrid de fecha 31 de mayo de 2016, que desestimó la reclamación económico-administrativa deducida frente al acuerdo de la Oficina Técnica de la Inspección de los Tributos de la Comunidad de Madrid que practicó la liquidación correspondiente al impuesto sobre actos jurídicos documentados, respecto de la escritura de constitución del préstamo con garantía hipotecaria, declarando la nulidad de tales resoluciones (de la Oficina y del TEAR) por su disconformidad con el ordenamiento jurídico. Y, por último, anula el número 2 del artículo 68 del reglamento del impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados, aprobado por Real Decreto 828/1995, de 25 de mayo, por cuanto que la expresión que contiene (“cuando se trate de escrituras de constitución de préstamo con garantía se considerará adquirente al prestatario”) es contraria a la ley.

En síntesis, el Tribunal Supremo fija como nuevo criterio interpretativo que, en estos casos, el sujeto pasivo en el impuesto sobre actos jurídicos documentados es el acreedor hipotecario, no el prestatario. Y destaca que tal decisión supone acoger un criterio contrario al sostenido por la jurisprudencia de esta Sala hasta la fecha, pero entiende que debe corregirla porque considera que el obligado al pago del tributo en estos casos es el acreedor hipotecario, sujeto en cuyo interés se documenta en instrumento público el préstamo que ha concedido y la hipoteca que se ha constituido en garantía de su devolución.

El hecho de ser la hipoteca un derecho real de constitución registral la sitúa, claramente, como negocio principal a efectos tributarios en las escrituras públicas en las que se documentan préstamos con garantía hipotecaria, pues el único extremo que hace que el citado acto jurídico complejo se someta al impuesto sobre actos jurídicos documentados es que el mismo es inscribible, siendo así que, en los dos negocios que integran aquel acto, solo la hipoteca lo es. El Tribunal Supremo reconoce que nos encontramos ante un negocio complejo con dificultades para determinar con seguridad quién sea la persona del “adquirente”. Lo resuelve a través de la figura del “interesado”. Desde esta perspectiva, según el criterio del Tribunal Supremo, no cabe la menor duda de que el beneficiario no es otro que el acreedor hipotecario, pues él (y solo él) está legitimado para ejercitar las acciones (privilegiadas) que el ordenamiento ofrece a los titulares de los derechos inscritos. Solo a él le interesa la inscripción de la hipoteca (el elemento determinante de la sujeción al impuesto que analizamos), pues ésta carece de eficacia alguna sin la incorporación del título al Registro de la Propiedad.

Por otra parte, en relación con la cuestión relativa al sujeto pasivo del tributo, la Empresa alegó que exigir el impuesto al deudor hipotecario iría en contra de toda la normativa proteccionista de los deudores hipotecarios que existe a nivel de la Unión Europea, a cuyo efecto menciona la sentencia de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo de 23 de diciembre de 2015 que consideró que la entidad prestamista no queda al margen de los tributos que pudieran devengarse con motivo de la operación mercantil, sino que, al menos en lo que respecta al impuesto sobre actos jurídicos documentados, será sujeto pasivo en lo que se refiere a la constitución del derecho y, en todo caso, la expedición de las copias, actas y testimonios que interese, de manera que una cláusula en la que se traslade el tributo a la otra parte contratante resulta abusiva. Además, en mi opinión, la protección del prestatario, especialmente si es consumidor, es considerado por el artículo 51 de nuestra Constitución como un principio rector de la política social y económica. El consumidor se halla en una situación de inferioridad respecto al profesional, tanto en la capacidad de negociación como en la información que maneja cada una de las partes (“asimetría informativa”), lo que le lleva a adherirse a las condiciones redactadas por el profesional, sin poder influir en el contenido de éstas: auténticas “lentejas” …

Bien, pero qué hacer si me encuentro en esta situación: solicitar la devolución. Ahora bien, tengamos en cuenta que, en ocasiones, algunos bancos actúan con displicencia o prepotencia ante las reclamaciones de sus clientes, no las responden o lo hacen a través de una carta tipo en la que te agradecen y dicen que-lo-van-a-ver… Distinta es la atención y el trato cuando la reclamación se presenta, mediante asistencia letrada, advirtiendo de que en caso de no recibirse respuesta satisfactoria trasladará su escrito al Departamento de Conducta de Mercado y Reclamaciones del Banco de España o se presentará una demanda ante los tribunales de justicia. En estos casos, suelen correr y volar, llaman al cliente e intentan un acuerdo antes de que se abra el correspondiente expediente administrativo o se inicie el proceso judicial. Los asesoramientos de “cuñados” y de “lo-leí-en-internet” suelen terminar mal, muy mal. Sólo un abogado puede ofrecer, en estos casos, un asesoramiento rápido y eficaz, profesional. Así que: mejor con su abogado.

Publicado en "Diario de León" el jueves 25 de octubre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/impuesto-hipotecas_1286995.html

viernes, 5 de octubre de 2018

El lenguaje oculto de las encuestas.

Los fines de semana suelen ser tiempo de encuestas, y más en un año tan preelectoral. Así que paciencia con los artesanos del arte de predecir. Dos comentarios: uno, quien-paga-manda; y dos, repasemos quién acertó y quién no -y por cuánta diferencia- en las encuestas previas, por ejemplo, en las últimas elecciones generales. En el año 1986, año en que los españoles dijeron sí al ingreso de España en la OTAN, los publicistas acuñaron la expresión “efecto calzoncillo” para designar una curiosa perversión de las encuestas (y corregir así sus correspondientes estudios de mercado): los consumidores nunca dicen la verdad sobre sus hábitos de higiene, su sexualidad o sus predilecciones políticas. “¿Cuántas veces se cambia usted de calzoncillos?” “Todos los días”, responde con "seguridad" el-españolito-de-a-pie.  Pues eso, cada vez que hay elecciones, en mayor o menor medida, vuelve a funcionar el “efecto calzoncillo”. Los gurús de la demoscopia lo suelen tener en cuenta al hacer sus previsiones. Hay votantes -dicen- que incluso después de haber depositado sus papeletas mienten sobre el partido elegido, en las encuestas a pie de urna o israelitas.

Pensando sobre este asunto me acordé del libro de Huff “Cómo mentir con estadísticas”. Darrel Huff (1913-2001) fue un prolífico escritor estadounidense que también trabajó como editor en algunas revistas. En 1954 publicó su mayor éxito, “Cómo mentir con estadísticas”, traducido a más de veinte lenguas y que se ha convertido en uno de los libros más vendidos sobre estos asuntos. Lo he vuelto a releer y, en efecto, este libro es un manual sobre cómo se pueden utilizar las estadísticas -las encuestas- para engañar. Lo que este libro, escrito con ingenio y humor, nos ofrece es un curso de sentido común para aprender a descubrir los ardides con que cada día pretenden engañarnos, manipulando cifras y gráficas, los medios de comunicación, los políticos, la publicidad… Lo que aquí se nos cuenta -el lenguaje secreto de las estadísticas- aunque pueda resultar divertido conviene tomárselo en serio, porque, como nos dice el autor, “los desaprensivos ya conocen estos trucos; los hombres honrados deben aprenderlos en defensa propia”. El “efecto calzoncillo” o el lenguaje oculto de las encuestas.

Un país marcha bien cuando los partidos son por lo menos -en cierta medida- intercambiables, cuando coinciden en una amplia zona, y difieren en cuestiones que no afectan a la idea misma del país y de su proyecto global. Una mayoría razonable y no polarizada, que desea vivir y convivir. Quizá por mis ideas sobre lo humano, la polarización me produce repugnancia, sea cual sea su origen, y he intentado no caer en ella. Se piensa, antes que en las personas y en su verdadera condición, en los rótulos o etiquetas; de esta manera, las conductas se automatizan, y en lugar de depender de lo que se ve, de lo existente, responden a un estímulo, en gran parte nominal, y se disparan. Una nomenclatura que deforma la realidad, que la falsea. Con resultado múltiple: acentua la oposición, elimina en el vocabulario político lo que no es ni una cosa ni otra, y que es precisamente la mayoría; introduce un lenguaje peyorativo que suscita la hostilidad y corta puentes para el arreglo y la convivencia. Creo que las consecuencias están siendo más graves de lo que, en un primer instante, pudo parecer. El sueño de la razón produce monstruos; el de la distancia también los produce. Los extremistas suponen un freno para la convivencia.

La ignorancia es mucho más destructora de lo que se piensa. El cambio político ha sido consecuencia de ciertas variaciones previas de lo social, que algunos políticos avisados aprovechan. La ignorancia histórica es la causa de un incalculable número de errores y de la mayor parte de los abatimientos y desánimos; por eso la fomentan los que quieren desmoralizar a los pueblos y dejarlos indefensos y manejables. Lo único verdaderamente grave es la tentación de responder a la intolerancia con intolerancia, de copiar al adversario haciéndose como él, dándole de este modo una victoria gratuita. El único peligro verdadero que corre la democracia es que los demócratas dejen de serlo.

Llevamos decenios oyendo la monótona cantinela de los “errores” y “fracasos” del liberalismo. Pero dígase si alguna forma de convivencia ha tenido -a pesar de sus miserias- menos fracasos y más éxitos que el liberalismo; dígase si no son los países que le han permanecido sustancialmente fieles aquellos en que se ha unido más regularmente la prosperidad y la dignidad, los que nunca se han sumido en la catástrofe ni en la abyección. No puede sorprender que el liberalismo sea frecuentemente odiado: lo aborrecen y temen todos los que desprecian al hombre. Yo quiero, como el que más, cambiar: pero no por cualquier cosa. Quiero otra cosa, pero no otra cosa cualquiera: quiero un cambio a mejor.

Publicado en "Diario de León" el martes 2 de octubre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/lenguaje-oculto-encuestas_1281109.html