@MendozayDiaz

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martes, 22 de septiembre de 2020

Lo que no es la libertad.

 Publicado en "Diario de León" el lunes 21 de septiembre del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/es-libertad/202009211144072046595.html



Los datos son como cifras, es decir, el único lenguaje que, en esta época nuestra de confusión de lenguas, sigue siendo accesible a todos, a las gentes más sencillas como a las mentes más formadas. Algunos dicen que la pandemia no existe, que el COVID es una-especie-de-gripe, solo que un poco más virulenta. No es verdad. El COVID mata. Y es cierto que, a veces, las mascarillas y guardar la distancia social suponen una molestia: pero contribuyen a salvar vidas.

La libertad no consiste en hacer cuanto a cada uno le apetezca, pues la libertad, en tal caso, se identificaría con la ley del más fuerte, que impondría sus antojos a los más débiles. El respeto a la libertad de los demás no es nunca indiferencia, sino consecuencia del amor, que sabe valorar a cada hombre en su concreta realidad. El amor al prójimo no es algo que esté de moda. Quizás no lo ha estado nunca. Pero el individualismo de nuestra sociedad agudiza esa carencia y nos hace ignorar que los demás son prójimo.

La existencia de una sociedad hostil y peligrosa es hoy algo evidente. Los comportamientos agresivos son hoy cada vez más frecuentes y cada vez más descarados. Una sociedad donde han adquirido tan gigantesco desarrollo todo tipo de sistemas de seguridad es una sociedad que necesita protegerse de sí misma continuamente, donde nada se puede dejar sin defensa, donde nada está seguro. Pero esa agresividad se manifiesta también cuando alguien me impide mi capricho o simplemente opina sobre mis ocurrencias. No hay tolerancia social hacia los demás. El respeto por las personas, las cosas y las instituciones han perdido terreno.

El comportamiento humano debe también su origen a las concepciones y actitudes morales en las que se educa. La soledad y el individualismo producen una acentuada introspección en las personas. El relativismo de la verdad y de la norma ha hecho que nuestra cultura armonice todas las contradicciones teóricas y prácticas: no existe un modelo último al que referirse para decir qué vale y qué no vale, qué es bueno y qué es malo, qué es lícito y qué es ilícito. Reduce las verdades universalmente admitidas a simples acuerdos entre los individuos de una sociedad. Las normas se las da cada uno a sí mismo, y así se entiende la libertad…

Este modo de pensar que recusa la dependencia de una instancia distinta que no sea mi deseo momentáneo, forma parte de la incultura moral de nuestra sociedad. Tomarse muy en serio, o apreciar mi particular punto de vista más que a la verdad o más que a la libertad de otro, tiene otro nombre: fanatismo. El fanático, como su propio nombre indica, se encierra en el “fanum”, es decir, en el templo del yo, al cual rinde culto exclusivo y absoluto. Nuestra sociedad es cruel. Olvida que los demás son prójimo. Cuando esto sucede, la sociedad entera se deshumaniza.

La revolución pendiente que erradique esta situación es un problema de educación moral individual, que nos devuelva a los hombres un sentido del deber ser del que hoy, mayoritariamente, carecemos. Podemos contribuir a edificar un mundo más humano, y más libre, si enriquecemos a los demás con nuestros actos libres. Y uno de esos actos es el de pensar. Nadie piensa por mí, y lo que yo pienso siempre encierra una novedad que incrementa la riqueza de los demás. Pensar mirando a la realidad con atención, y escuchando lo que los demás han pensado: así comienza el acercamiento de cada uno a la verdad, y así empieza también el progreso hacia una sociedad más humana. Las ideas dirigen el mundo. En efecto, la realidad resulta de la encarnación de una idea. Cada hecho corresponde a un efecto, resultado de una voluntad unida a la reflexión. No hay acción sin pensamiento.


jueves, 3 de septiembre de 2020

Dirigir después del coronavirus.



¿Por qué los pingüinos caminan tan extraño, y su plumaje es de un -aparentemente- inútil color blanco-negro? La respuesta es simple: su evolución se ha orientado hacia un ambiente natural marino, solo que no solemos verlos allí, porque nuestro ambiente natural es el terrestre. En efecto, en el agua, sus patas, torpes para caminar, se convierten en útiles implementos de nado; su torso negro les permite camuflarse cuando los peces depredadores intentan verlos desde la superficie del agua hacia el fondo marino, que es oscuro; su vientre blanco les permite ser menos visibles desde el fondo del mar hacia arriba, hacia la superficie, donde todo es más claro.

Después del coronavirus he escuchado a algunos empresarios decir que esta crisis será como-todas-las-crisis: unos meses complicados y ya está, hasta la próxima… No creo que vaya a ser así. No lo está siendo… El proceso de reconstrucción después del coronavirus va a exigir -está exigiendo- transformaciones de fondo. Es el momento de la revitalización de los procesos de negocio y de las herramientas de que se disponga para diseñar sistemas de trabajo de alto rendimiento. La importancia de orientar las organizaciones hacia una mejor gestión. Esto implica adaptarse al cambiante entorno actual, evolucionar hacia la profesionalidad y calidad de los servicios y los procesos y, por supuesto, prestar una gran atención al factor humano. Ya no se trata de multiplicar cursillos y diplomas, sino de convertir las empresas en centros de aprendizaje. Una organización como sistema de aprendizaje.

Hacer que todos los miembros del grupo se centren en el resultado a obtener, no en el trabajo a realizar. Las personas agradecen que se les llame por su nombre, que se escuche su punto de vista. Ser cálido en la aprobación y abundante en los elogios. Felicitar en público, corregir en privado. No ser muy tolerante ni comprensivo con un trabajo o una actitud inadecuada. Insistir en la consecución de lo proyectado. Un comportamiento bueno hay que premiarlo y uno malo penalizarlo. Salvo acontecimientos extraordinarios -y muy justificados- no deben aceptarse ninguna de las múltiples razones que se suelen dar para justificar que algo no ha podido hacerse o se ha hecho mal. Hablar con el otro abiertamente, afirmativamente, con paciencia, siempre con suavidad, diciendo sinceramente lo que haya que decir, aunque cuidando constantemente la forma como se dice.

El-ordeno-y-mando. No creo que quien tenga la responsabilidad de dirigir tenga el derecho a mandar y, los demás, la obligación de obedecer, porque, como es archiconocido, tal sistema no funciona ni ha funcionado nunca. Es mejor un sistema basado en objetivos; dar unas claras instrucciones de trabajo, ayudar y facilitar los medios apropiados para su realización. Intentar conciliar los intereses de la organización con los de las personas. Interesarse en cómo ve el otro su propio trabajo; preocuparse de que esté en una posición adecuada, de acuerdo con su propia capacidad. No tratar de analizar ni de cambiar su personalidad. Por supuesto que todo esto es más difícil que llegar y decirle qué hay que hacer.

Nunca juzgar a los componentes del equipo por su carácter ni por cómo se comporten con quien tiene la responsabilidad de dirigir: precaución con los aduladores, popularmente conocidos como “pelotas”.  Los colaboradores deben ser evaluados exclusivamente según hagan su trabajo y obtengan resultados dentro de un comportamiento ético. Otras de sus características ajenas al logro de sus objetivos y responsabilidades, tales como el grado de amistad que tengan con el jefe, su brillante currículo, o sus posibles influencias y/o parentescos, serán indiferentes y no serán materia de evaluación.

Lo más importante para mejorar el desempeño de las organizaciones es contar con gente bien formada, especializada en la tarea que le corresponde desarrollar y, que se relacione sana e integralmente con el equipo, con sus clientes y con sus proveedores. Para ello hacen faltan personas que dirijan, que consigan que gente corriente haga un esfuerzo extraordinario, que se comprometan. Comprometer a las personas; despertar emociones (no solamente dirigir su trabajo); elevar su nivel de conducta y ayudarles a mejorar su desempeño, a que consideren la causa de su trabajo como importante; comunicación cercana: así se crea un equipo.