@MendozayDiaz

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jueves, 3 de septiembre de 2020

Dirigir después del coronavirus.



¿Por qué los pingüinos caminan tan extraño, y su plumaje es de un -aparentemente- inútil color blanco-negro? La respuesta es simple: su evolución se ha orientado hacia un ambiente natural marino, solo que no solemos verlos allí, porque nuestro ambiente natural es el terrestre. En efecto, en el agua, sus patas, torpes para caminar, se convierten en útiles implementos de nado; su torso negro les permite camuflarse cuando los peces depredadores intentan verlos desde la superficie del agua hacia el fondo marino, que es oscuro; su vientre blanco les permite ser menos visibles desde el fondo del mar hacia arriba, hacia la superficie, donde todo es más claro.

Después del coronavirus he escuchado a algunos empresarios decir que esta crisis será como-todas-las-crisis: unos meses complicados y ya está, hasta la próxima… No creo que vaya a ser así. No lo está siendo… El proceso de reconstrucción después del coronavirus va a exigir -está exigiendo- transformaciones de fondo. Es el momento de la revitalización de los procesos de negocio y de las herramientas de que se disponga para diseñar sistemas de trabajo de alto rendimiento. La importancia de orientar las organizaciones hacia una mejor gestión. Esto implica adaptarse al cambiante entorno actual, evolucionar hacia la profesionalidad y calidad de los servicios y los procesos y, por supuesto, prestar una gran atención al factor humano. Ya no se trata de multiplicar cursillos y diplomas, sino de convertir las empresas en centros de aprendizaje. Una organización como sistema de aprendizaje.

Hacer que todos los miembros del grupo se centren en el resultado a obtener, no en el trabajo a realizar. Las personas agradecen que se les llame por su nombre, que se escuche su punto de vista. Ser cálido en la aprobación y abundante en los elogios. Felicitar en público, corregir en privado. No ser muy tolerante ni comprensivo con un trabajo o una actitud inadecuada. Insistir en la consecución de lo proyectado. Un comportamiento bueno hay que premiarlo y uno malo penalizarlo. Salvo acontecimientos extraordinarios -y muy justificados- no deben aceptarse ninguna de las múltiples razones que se suelen dar para justificar que algo no ha podido hacerse o se ha hecho mal. Hablar con el otro abiertamente, afirmativamente, con paciencia, siempre con suavidad, diciendo sinceramente lo que haya que decir, aunque cuidando constantemente la forma como se dice.

El-ordeno-y-mando. No creo que quien tenga la responsabilidad de dirigir tenga el derecho a mandar y, los demás, la obligación de obedecer, porque, como es archiconocido, tal sistema no funciona ni ha funcionado nunca. Es mejor un sistema basado en objetivos; dar unas claras instrucciones de trabajo, ayudar y facilitar los medios apropiados para su realización. Intentar conciliar los intereses de la organización con los de las personas. Interesarse en cómo ve el otro su propio trabajo; preocuparse de que esté en una posición adecuada, de acuerdo con su propia capacidad. No tratar de analizar ni de cambiar su personalidad. Por supuesto que todo esto es más difícil que llegar y decirle qué hay que hacer.

Nunca juzgar a los componentes del equipo por su carácter ni por cómo se comporten con quien tiene la responsabilidad de dirigir: precaución con los aduladores, popularmente conocidos como “pelotas”.  Los colaboradores deben ser evaluados exclusivamente según hagan su trabajo y obtengan resultados dentro de un comportamiento ético. Otras de sus características ajenas al logro de sus objetivos y responsabilidades, tales como el grado de amistad que tengan con el jefe, su brillante currículo, o sus posibles influencias y/o parentescos, serán indiferentes y no serán materia de evaluación.

Lo más importante para mejorar el desempeño de las organizaciones es contar con gente bien formada, especializada en la tarea que le corresponde desarrollar y, que se relacione sana e integralmente con el equipo, con sus clientes y con sus proveedores. Para ello hacen faltan personas que dirijan, que consigan que gente corriente haga un esfuerzo extraordinario, que se comprometan. Comprometer a las personas; despertar emociones (no solamente dirigir su trabajo); elevar su nivel de conducta y ayudarles a mejorar su desempeño, a que consideren la causa de su trabajo como importante; comunicación cercana: así se crea un equipo.

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