Publicado en "Diario de León" el jueves 19 de noviembre del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/brujulas/202011191250252062609.html
Mi amiga Rocío dirige la
emblemática librería Neblí, en la calle Serrano de Madrid. Lleva toda una vida
dedicada a leer y recomendar libros. Es una persona novelable. En cualquier
conversación contagia su amor por los libros, a través de sus sencillas y
sabias palabras a las que, un dulce acento andaluz, hacen más atractivas.
Durante la desescalada, tras el confinamiento, me envió una invitación a la
presentación telemática de un libro en Neblí: “Mujeres brújula” de Isabel
Sánchez. No conocía ni había oído hablar de la autora. Me insistió en que
asistiera: te va a gustar. La propia presentación, en sí, fue un evento muy
interesante con diálogos en directo con algunas de las protagonistas del libro
desde Asia, América, África… Pero lo mejor ha sido la lectura de unas historias
protagonizadas por mujeres que han convertido sus límites en
fuerza para mejorar su entorno e innovar. Inspirador.
Nos ha tocado vivir
en un mundo tan bello como tempestuoso. Lo habitual es que la vida de
por sí sea difícil y tenga desventuras, pero no todo son desgracias. También
hay sorpresas y novedades, metas que alcanzar, afanes que nos quitan el sueño o
nos empujan a la acción. La vida no es tiempo que pasa, sino
tiempo de encuentro. El mundo humano está concebido para imperfectos
perfectibles: así que una de las primeras guías para una existencia feliz es
aprender a convivir con nuestras propias limitaciones y con las de los demás.
Para cambiar el
mundo, el recurso más poderoso es ayudar a las personas a conocerse, a
desarrollarse, a mejorar. Cuando nos hacemos conscientes de que pequeñas
acciones nuestras pueden impactar en la vida de otros, entonces somos capaces
de armar una revolución, de liderar grandes cambios. Necesitamos “brújulas”,
puntos de referencia para los demás, que señalen el norte, marquen el camino y
acompañen hasta la meta. Personas con visión, que produzcan cambios positivos,
que dirijan hacia ahí los mejores esfuerzos, e inspiren y motiven a otros a
hacerlo también. Personas que busquen y creen oportunidades para que otros
crezcan y aprendan.
Los seres humanos
estamos hechos para superarnos, para aspirar a más, para romper los límites. La
necesidad primaria de dotar de sentido nuestra vida. No podemos vivir, sin más.
Necesitamos saber de dónde venimos, por qué y para qué estamos aquí, y hacia
dónde vamos. Llegamos con una carga genética heredada, crecemos con tradiciones
familiares, de ciudadanía o nacionalidad. Los vínculos afectivos que vamos
trenzando desde pequeños hacia las personas y las cosas de nuestro entorno se
convierten en las raíces que nos asientan sobre el terreno y nos permiten
desarrollarnos fuertes y derechos.
Para marcar un camino
se debe tener claro el norte. No hay nada en el mundo que capacite tanto a una
persona para sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones
internas, como la consciencia de tener una tarea en la vida. Aportar
soluciones para el futuro: así podremos legar a nuestros hijos una sociedad
mejor. Para ello es necesario promover un regreso a lo real. Se han perdido las
referencias estables y universales en favor de lo aleatorio. La verdad es
aquello que es; lo que es subyace escondido en la profundidad invisible de las
cosas, sobre cuya superficie priman las apariencias. La verdad ha sido pulverizada
por la presión de las modas intelectuales, de las ideas dominantes, de la
desinformación sistemática, de los eslóganes orquestados por el poder. Desde el
momento en que se manipula la verdad, la libertad está en peligro. Vivir libre,
en efecto, más que en elegir, consiste en ser lo que se es. Por eso hoy son tan
necesarias las personas que nos inyectan vida y propósito; “personas
brújula” porque orientan la ruta y nos evidencian lo esencial: la persona y su
valor.
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