@MendozayDiaz

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jueves, 19 de noviembre de 2020

Brújulas.

 Publicado en "Diario de León" el jueves 19 de noviembre del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/brujulas/202011191250252062609.html



Mi amiga Rocío dirige la emblemática librería Neblí, en la calle Serrano de Madrid. Lleva toda una vida dedicada a leer y recomendar libros. Es una persona novelable. En cualquier conversación contagia su amor por los libros, a través de sus sencillas y sabias palabras a las que, un dulce acento andaluz, hacen más atractivas. Durante la desescalada, tras el confinamiento, me envió una invitación a la presentación telemática de un libro en Neblí: “Mujeres brújula” de Isabel Sánchez. No conocía ni había oído hablar de la autora. Me insistió en que asistiera: te va a gustar. La propia presentación, en sí, fue un evento muy interesante con diálogos en directo con algunas de las protagonistas del libro desde Asia, América, África… Pero lo mejor ha sido la lectura de unas historias protagonizadas por mujeres que han convertido sus límites en fuerza para mejorar su entorno e innovar. Inspirador.

Nos ha tocado vivir en un mundo tan bello como tempestuoso. Lo habitual es que la vida de por sí sea difícil y tenga desventuras, pero no todo son desgracias. También hay sorpresas y novedades, metas que alcanzar, afanes que nos quitan el sueño o nos empujan a la acción. La vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro. El mundo humano está concebido para imperfectos perfectibles: así que una de las primeras guías para una existencia feliz es aprender a convivir con nuestras propias limitaciones y con las de los demás.

Para cambiar el mundo, el recurso más poderoso es ayudar a las personas a conocerse, a desarrollarse, a mejorar. Cuando nos hacemos conscientes de que pequeñas acciones nuestras pueden impactar en la vida de otros, entonces somos capaces de armar una revolución, de liderar grandes cambios. Necesitamos “brújulas”, puntos de referencia para los demás, que señalen el norte, marquen el camino y acompañen hasta la meta. Personas con visión, que produzcan cambios positivos, que dirijan hacia ahí los mejores esfuerzos, e inspiren y motiven a otros a hacerlo también. Personas que busquen y creen oportunidades para que otros crezcan y aprendan.

Los seres humanos estamos hechos para superarnos, para aspirar a más, para romper los límites. La necesidad primaria de dotar de sentido nuestra vida. No podemos vivir, sin más. Necesitamos saber de dónde venimos, por qué y para qué estamos aquí, y hacia dónde vamos. Llegamos con una carga genética heredada, crecemos con tradiciones familiares, de ciudadanía o nacionalidad. Los vínculos afectivos que vamos trenzando desde pequeños hacia las personas y las cosas de nuestro entorno se convierten en las raíces que nos asientan sobre el terreno y nos permiten desarrollarnos fuertes y derechos.

Para marcar un camino se debe tener claro el norte. No hay nada en el mundo que capacite tanto a una persona para sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones internas, como la consciencia de tener una tarea en la vida. Aportar soluciones para el futuro: así podremos legar a nuestros hijos una sociedad mejor. Para ello es necesario promover un regreso a lo real. Se han perdido las referencias estables y universales en favor de lo aleatorio. La verdad es aquello que es; lo que es subyace escondido en la profundidad invisible de las cosas, sobre cuya superficie priman las apariencias. La verdad ha sido pulverizada por la presión de las modas intelectuales, de las ideas dominantes, de la desinformación sistemática, de los eslóganes orquestados por el poder. Desde el momento en que se manipula la verdad, la libertad está en peligro. Vivir libre, en efecto, más que en elegir, consiste en ser lo que se es. Por eso hoy son tan necesarias las personas que nos inyectan vida y propósito; “personas brújula” porque orientan la ruta y nos evidencian lo esencial: la persona y su valor.


martes, 22 de septiembre de 2020

Lo que no es la libertad.

 Publicado en "Diario de León" el lunes 21 de septiembre del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/es-libertad/202009211144072046595.html



Los datos son como cifras, es decir, el único lenguaje que, en esta época nuestra de confusión de lenguas, sigue siendo accesible a todos, a las gentes más sencillas como a las mentes más formadas. Algunos dicen que la pandemia no existe, que el COVID es una-especie-de-gripe, solo que un poco más virulenta. No es verdad. El COVID mata. Y es cierto que, a veces, las mascarillas y guardar la distancia social suponen una molestia: pero contribuyen a salvar vidas.

La libertad no consiste en hacer cuanto a cada uno le apetezca, pues la libertad, en tal caso, se identificaría con la ley del más fuerte, que impondría sus antojos a los más débiles. El respeto a la libertad de los demás no es nunca indiferencia, sino consecuencia del amor, que sabe valorar a cada hombre en su concreta realidad. El amor al prójimo no es algo que esté de moda. Quizás no lo ha estado nunca. Pero el individualismo de nuestra sociedad agudiza esa carencia y nos hace ignorar que los demás son prójimo.

La existencia de una sociedad hostil y peligrosa es hoy algo evidente. Los comportamientos agresivos son hoy cada vez más frecuentes y cada vez más descarados. Una sociedad donde han adquirido tan gigantesco desarrollo todo tipo de sistemas de seguridad es una sociedad que necesita protegerse de sí misma continuamente, donde nada se puede dejar sin defensa, donde nada está seguro. Pero esa agresividad se manifiesta también cuando alguien me impide mi capricho o simplemente opina sobre mis ocurrencias. No hay tolerancia social hacia los demás. El respeto por las personas, las cosas y las instituciones han perdido terreno.

El comportamiento humano debe también su origen a las concepciones y actitudes morales en las que se educa. La soledad y el individualismo producen una acentuada introspección en las personas. El relativismo de la verdad y de la norma ha hecho que nuestra cultura armonice todas las contradicciones teóricas y prácticas: no existe un modelo último al que referirse para decir qué vale y qué no vale, qué es bueno y qué es malo, qué es lícito y qué es ilícito. Reduce las verdades universalmente admitidas a simples acuerdos entre los individuos de una sociedad. Las normas se las da cada uno a sí mismo, y así se entiende la libertad…

Este modo de pensar que recusa la dependencia de una instancia distinta que no sea mi deseo momentáneo, forma parte de la incultura moral de nuestra sociedad. Tomarse muy en serio, o apreciar mi particular punto de vista más que a la verdad o más que a la libertad de otro, tiene otro nombre: fanatismo. El fanático, como su propio nombre indica, se encierra en el “fanum”, es decir, en el templo del yo, al cual rinde culto exclusivo y absoluto. Nuestra sociedad es cruel. Olvida que los demás son prójimo. Cuando esto sucede, la sociedad entera se deshumaniza.

La revolución pendiente que erradique esta situación es un problema de educación moral individual, que nos devuelva a los hombres un sentido del deber ser del que hoy, mayoritariamente, carecemos. Podemos contribuir a edificar un mundo más humano, y más libre, si enriquecemos a los demás con nuestros actos libres. Y uno de esos actos es el de pensar. Nadie piensa por mí, y lo que yo pienso siempre encierra una novedad que incrementa la riqueza de los demás. Pensar mirando a la realidad con atención, y escuchando lo que los demás han pensado: así comienza el acercamiento de cada uno a la verdad, y así empieza también el progreso hacia una sociedad más humana. Las ideas dirigen el mundo. En efecto, la realidad resulta de la encarnación de una idea. Cada hecho corresponde a un efecto, resultado de una voluntad unida a la reflexión. No hay acción sin pensamiento.


jueves, 3 de septiembre de 2020

Dirigir después del coronavirus.



¿Por qué los pingüinos caminan tan extraño, y su plumaje es de un -aparentemente- inútil color blanco-negro? La respuesta es simple: su evolución se ha orientado hacia un ambiente natural marino, solo que no solemos verlos allí, porque nuestro ambiente natural es el terrestre. En efecto, en el agua, sus patas, torpes para caminar, se convierten en útiles implementos de nado; su torso negro les permite camuflarse cuando los peces depredadores intentan verlos desde la superficie del agua hacia el fondo marino, que es oscuro; su vientre blanco les permite ser menos visibles desde el fondo del mar hacia arriba, hacia la superficie, donde todo es más claro.

Después del coronavirus he escuchado a algunos empresarios decir que esta crisis será como-todas-las-crisis: unos meses complicados y ya está, hasta la próxima… No creo que vaya a ser así. No lo está siendo… El proceso de reconstrucción después del coronavirus va a exigir -está exigiendo- transformaciones de fondo. Es el momento de la revitalización de los procesos de negocio y de las herramientas de que se disponga para diseñar sistemas de trabajo de alto rendimiento. La importancia de orientar las organizaciones hacia una mejor gestión. Esto implica adaptarse al cambiante entorno actual, evolucionar hacia la profesionalidad y calidad de los servicios y los procesos y, por supuesto, prestar una gran atención al factor humano. Ya no se trata de multiplicar cursillos y diplomas, sino de convertir las empresas en centros de aprendizaje. Una organización como sistema de aprendizaje.

Hacer que todos los miembros del grupo se centren en el resultado a obtener, no en el trabajo a realizar. Las personas agradecen que se les llame por su nombre, que se escuche su punto de vista. Ser cálido en la aprobación y abundante en los elogios. Felicitar en público, corregir en privado. No ser muy tolerante ni comprensivo con un trabajo o una actitud inadecuada. Insistir en la consecución de lo proyectado. Un comportamiento bueno hay que premiarlo y uno malo penalizarlo. Salvo acontecimientos extraordinarios -y muy justificados- no deben aceptarse ninguna de las múltiples razones que se suelen dar para justificar que algo no ha podido hacerse o se ha hecho mal. Hablar con el otro abiertamente, afirmativamente, con paciencia, siempre con suavidad, diciendo sinceramente lo que haya que decir, aunque cuidando constantemente la forma como se dice.

El-ordeno-y-mando. No creo que quien tenga la responsabilidad de dirigir tenga el derecho a mandar y, los demás, la obligación de obedecer, porque, como es archiconocido, tal sistema no funciona ni ha funcionado nunca. Es mejor un sistema basado en objetivos; dar unas claras instrucciones de trabajo, ayudar y facilitar los medios apropiados para su realización. Intentar conciliar los intereses de la organización con los de las personas. Interesarse en cómo ve el otro su propio trabajo; preocuparse de que esté en una posición adecuada, de acuerdo con su propia capacidad. No tratar de analizar ni de cambiar su personalidad. Por supuesto que todo esto es más difícil que llegar y decirle qué hay que hacer.

Nunca juzgar a los componentes del equipo por su carácter ni por cómo se comporten con quien tiene la responsabilidad de dirigir: precaución con los aduladores, popularmente conocidos como “pelotas”.  Los colaboradores deben ser evaluados exclusivamente según hagan su trabajo y obtengan resultados dentro de un comportamiento ético. Otras de sus características ajenas al logro de sus objetivos y responsabilidades, tales como el grado de amistad que tengan con el jefe, su brillante currículo, o sus posibles influencias y/o parentescos, serán indiferentes y no serán materia de evaluación.

Lo más importante para mejorar el desempeño de las organizaciones es contar con gente bien formada, especializada en la tarea que le corresponde desarrollar y, que se relacione sana e integralmente con el equipo, con sus clientes y con sus proveedores. Para ello hacen faltan personas que dirijan, que consigan que gente corriente haga un esfuerzo extraordinario, que se comprometan. Comprometer a las personas; despertar emociones (no solamente dirigir su trabajo); elevar su nivel de conducta y ayudarles a mejorar su desempeño, a que consideren la causa de su trabajo como importante; comunicación cercana: así se crea un equipo.

domingo, 9 de agosto de 2020

El equilibrio de los egoísmos.

Publicado en "Diario de León" el domingo 9 de agosto del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/equilibrio-egoismos/202008091157512036490.html



La crisis de la civilización occidental no es política ni económica, sino esencialmente espiritual. El hombre de nuestro tiempo se ha quedado sin respuestas para ese gran misterio que es la vida. Un materialismo individual desprovisto de rumbo o de valores. Cuando los “ideales” que se les presentan a los hombres son: en nombre del amor, sexo; en nombre de la libertad, egoísmo; en nombre del derecho al pleno desarrollo de la propia personalidad, el desprecio hacia los criterios y los derechos de los demás; en nombre de la independencia y la madurez individuales, el rechazo de toda autoridad y la incapacidad para servir; en nombre de la responsabilidad o de la participación democrática, las protestas estériles y holgazanas; en nombre de la justicia política o social, la violencia y el odio. 

El equilibrio de los egoísmos. Miedo como una de las causas del aislamiento del hombre. Es el miedo el que hace que vayamos volando puentes y estableciendo distancias. La confusión entre la “realidad virtual” y la realidad es frecuente en los últimos tiempos. Las preguntas son muy fáciles; lo difícil son las respuestas. Quizá nuestro declive comenzó cuando nuestros dirigentes no fueron capaces de acomodar la acción a la necesidad de los tiempos. Es absurdo que a estas alturas de la evolución política mundial aun haya personas que, a remolque del verdadero planteamiento de los problemas sociales, vivan en ese viejo sueño naturalista de dejar a la sociedad a merced de los impulsos ciegos de la masa. Tengo derecho a que mi vecino respete mi persona y mi propiedad. Pero también tengo derecho a que él se respete a sí mismo. Nadie tiene derecho a ensuciar la calle. Nadie tiene derecho a degradar el mundo. Nadie tiene derecho a degradarse a sí mismo. 

Vivimos en una nueva mitología. En el mundo antiguo, era libre quien tenía, al menos, un esclavo. Hoy el que tiene, al menos, una tarjeta platino que no es lo mismo que tener una tarjeta de crédito. Una-tarjeta-platino-no-se-la-conceden-a-cualquiera. Vivimos en una sociedad de endeudados. Ante los niños venían con un pan debajo del brazo; hoy con una deuda de 30.000 euros. La tecnología está cambiando la forma en que interactuamos, trabajamos, vivimos, nos relacionamos. Quienes nazcan hoy, casi seguro, no tendrán carné de conducir porque ya no será necesario, los coches serán inteligentes. El teléfono tardó casi cien años en llegar a la mayoría de los hogares; Facebook, solo cinco. 

Nos encaminamos a sociedades gerontocráticas, donde la influencia de los mayores puede determinar la agenda política y de presupuestos sociales. Es necesario que como sociedad cambiemos el concepto de ancianidad y le otorguemos el valor que tiene y se merece. Una nueva perspectiva sobre el envejecimiento, alejada del concepto del anciano como una carga social y centrada en la ancianidad como un éxito de las sociedades occidentales. Tratar de demorar la senectud ha sido una constante a lo largo de la historia. El futuro pertenece a las personas mayores, pero la sociedad no ha comprendido todavía las consecuencias de este fenómeno inédito en la historia. Es necesario un cambio mental de la sociedad, preparándonos para una etapa de post jubilación que muchos ya auguran será más larga incluso que la laboral. Ello supone una auto responsabilidad del propio individuo, pero también un planteamiento del papel que tendrán el Estado y la sociedad civil.

Los enemigos de nuestra civilización se alimentan de la falta de soluciones, de la corrupción, de la desconfianza en las instituciones y en sus dirigentes. Una sociedad que no tiene claro que armonizar intereses es fundamental para vivir en paz y armonía. La-ley-de-la-selva. Un tema muy de fondo, para pensar. Gobernantes y dirigentes de partidos políticos, mayoritariamente, instalados en el cortoplacismo. ¿Quién piensa en el mañana? Un mercado mundial sin jurisdicción mundial es injusto. Economía global, sin Derecho global, sin Gobierno global: es un engañabobos. España, hoy, es un Estado no una Patria, y no es lo mismo. Cada vez nos unen menos cosas. Hoy solo nos une -y no siempre- la selección nacional de fútbol. La situación actual conduce a un deterioro de la identidad que, una vez que se pierde, se convierte en actitudes sentimentales y fanáticas. El fanatismo no es bueno, porque es irracional. La política es algo tan sencillo como ayudarse -mutuamente- a vivir bien. Urge entusiasmar a un mundo cansado.


sábado, 13 de junio de 2020

El valor de las canas.

Publicado en "Diario de León" el sábado 13 de junio del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/valor-canas/202006131227002021684.html



Hoy cada uno tiende a ir por la vida como si antes nadie hubiese ni dicho ni hecho nada. Este problema está lastrado por otro prejuicio: la idea de que la historia asciende progresivamente; el pasado es inferior y por tanto carece de interés. Es el mito del progreso. La humanidad va de menos a más de modo ininterrumpido. Este mito está en quiebra declarada desde principios del siglo XX. Mi “hijito”: la humanidad no ha perdido el tiempo antes de nacer tú y yo. Aclaro: mis amigos mexicanos dicen “mi hijito” cuando quieren llamar tu atención sobre un asunto obvio, con delicadeza, como suelen ser ellos. Aquí, que somos más bruscos, diríamos algo así como “¡que-no-te-enteras!” … Por tanto, lo inteligente es adoptar una actitud constructiva con nuestro pasado. El pasado deja caminos sin explorar, guarda profetas desatendidos, recuerda verdades viejas y permanentes. Tradición, la sabiduría acumulada de los siglos pasados, la experiencia de otros hombres. Lección de otros tiempos que ilustra, enseña y señala el camino.


Las inquietudes y los más profundos intereses del hombre de hoy son los de todos los tiempos. La vieja fórmula “eadem sed aliter”; lo mismo, pero de otra manera. Algunas de nuestras modas contemporáneas son muy artificiales. Son expresión de un talante, ya que no de un modo de pensar. Un lenguaje confuso sólo suele expresar una mente confusa. La oscuridad del lenguaje no da profundidad al pensamiento; más bien pone de manifiesto la pobreza de un pensamiento que recurre a la oscuridad para disimular su superficialidad. Lo que está claro no necesita interpretación de ninguna especie.

La existencia humana tiene reglas; si no se observan, el resultado puede ser su pérdida, o al menos la incapacidad para lograr que sea libre y feliz. Si se ignora que un cable de alta tensión es muchas veces mortal, puede tocarse. Si se desconoce que una mezcla química es venenosa, puede beberse. La persona en cuestión será probablemente sincera y no tendrá culpa de su ignorancia; pero ese desconocimiento no la aísla contra la electricidad, y la sinceridad no es antídoto al veneno. Como algunas personas desconocen estas leyes, la ignorancia es la causa de que muchas veces las violen. Pero las reglas siguen en vigor; y se pagan las consecuencias de habérselas saltado.

El pasado ya no está en nuestra mano, aunque en su día lo estuvo; el presente, en cuanto presente, tampoco nos permite hacer simultáneamente dos cosas contradictorias, o hacer una y al mismo tiempo no hacerla. De ahí que la única salida que posee la providencia humana sea el prevenirnos y prepararnos con anticipación para lo porvenir. El hombre sólo tiene en su mano el porvenir, las contingencias, y únicamente puede prevenirlas mirando hacia adelante, porque nada es contingente para el hombre más que lo futuro. Dos dimensiones del tiempo -lo pasado, lo presente- que están ya excluidas de las posibilidades del hombre. Lo que ha sido, ha sido; lo que es, es. ¿Qué le queda entonces por hacer a nuestro vivir? Anticiparse, hacerse dueño de lo que todavía no es, antes de que cristalice en forma definitiva.

Dejarse enseñar por los demás, particularmente por los ancianos de verdadera senectud, más encanecidos por la experiencia que por los años, y a quienes ésta les indica el rumbo que suelen tomar las cosas. A estar bien dispuesto para recibir estas lecciones, sin desoírlas por pereza o despreciarlas por soberbia, se llama docilidad. Dicen que cuando un hombre comprende que su padre tenía razón, ya tiene un hijo que piensa que su padre está equivocado… ¡Lástima que las resoluciones más importantes de la nuestra vida -la carrera, el estado- hayan de ser tomadas en la primera edad, todavía con poca ciencia y experiencia! Hoy casi todo se “descarga” de internet. La sabiduría fruto de una vida lograda no se puede “descargar”. Hay que buscarla y encontrarla. Mi “hijito” te voy a dar -gratis- una pista: habitualmente se manifiesta en forma de canas.

miércoles, 3 de junio de 2020

Información en tiempos del virus.


Sigo pensando que la crisis del coronavirus es drama y oportunidad. Tiempo de aprender, de identificar las enseñanzas que nos ha dejado el confinamiento. Intentar ayudar a una sociedad cansada, noqueada por el coronavirus. Una de ellas es que muchos hemos descubierto el valor del recogimiento, del estar en casa, con mucho más tiempo para leer, para pensar, para estar en silencio. Hay un tiempo para hablar, y otro para callar. Hoy se habla demasiado, como si lo importante fuera mantener constantemente la boca abierta, ocupada en decir cualquier cosa sobre toda clase de materias. Decir cosas sensatas se ha convertido en algo inusual. Hay cosas que deben ser dichas, y otras sobre las cuales se debe guardar silencio. Hay un silencio que es fortaleza y otro que es debilidad; un silencio que es heroico y otro que es cobarde, un silencio que es dignidad y un silencio que es claudicación. Un hombre que calla es capaz de escuchar, y un hombre que escucha puede aprender muchas cosas.

Quizá nuestra auténtica "calidad de vida" dependa de que nos esforcemos por vivir serenamente. Aprovechar el tiempo para pensar en uno mismo y reflexionar. En demasiadas ocasiones buscamos la felicidad en cosas externas y construimos la vida en torno a realidades que se encuentran fuera de nosotros. Nos olvidamos de construir nuestro interior, que es como los pies sobre los que se apoya toda nuestra existencia. Muchas veces pasamos por alto la ética, los principios y valores, porque estamos ocupados en lograr el oro, la plata o el bronce, al precio que sea necesario. Lo triste es que después de tantos esfuerzos nos damos cuenta del gran vacío al que conduce esa tarea, a la que hemos entregado una parte importante de nuestra vida.

El heroísmo del personal sanitario que está arriesgando su vida para que otros la conservemos nos debe ayudar a concluir que nadie se basta a sí mismo. Esta necesidad mutua debe llevarnos a sentir agradecimiento y aprecio por el trabajo de todos aquellos que nos prestan un servicio. Especialmente por los “anónimos” o los que suelen pasar más desapercibidos. Me despierto y enciendo la luz, abro el grifo y sale agua, bajo unas escaleras limpias, camino por unas calles seguras. Detrás hay gente -personas como tú y como yo- que nos sirven con su trabajo. Entre los “anónimos” también están los periodistas que, día a día, se esfuerzan para que recibamos una información de calidad, es decir, contrastada, que sea veraz. Que tras cada palabra haya una realidad verdadera, un contenido suficiente, una verdad no sólo teórica. Es cierto que las empresas -también las de medios de comunicación- tienen intereses, como organizaciones formadas por seres humanos que son. Urge clarificar (“hacer transparente”) la red de relaciones entre los grupos económicos -de todos, no sólo de aquellos que nos resultan antipáticos- y el poder político. Hay empresas, sectores completos, que su cuenta de resultados depende, a menudo, más de las decisiones de lo público que de su propia gestión. Se trata de una cuestión de higiene democrática. La imparcialidad no existe, la independencia sí.

Vivimos empachados de información. Mandan los clics. Los expertos en pervertir el lenguaje lo llaman la “democratización” de la información: todos-somos-periodistas. Nadie se para a verificar una información. No interesa, no es rentable. El desvanecimiento de la realidad. Ya no hay una sola realidad. Ahora hay “relatos”, cada uno tiene el suyo. La fabricación de la mentira es un negocio. Una noticia falsa, siempre que sea espectacular, tiene más clics que una veraz. Lo peor de todo es que a mucha gente no le importa. Siempre que sea a favor de sus ideas, de su equipo, de su partido… Y contribuye a difundirla (compartiéndola en sus redes) a sabiendas de que es falsa. Esto no es divertido, es peligroso.

martes, 26 de mayo de 2020

León no puede esperar.



Hay demasiadas injusticias en el mundo para conformarse con ellas. Nuestro sistema político no ha sido todavía capaz de crear y administrar normas adecuadas que generen una mayor equidad en el desarrollo humano; ni ha hecho realidad una administración de justicia que oportunamente (sin dilaciones innecesarias) resuelva los conflictos de una sociedad compleja como la nuestra. Nuestro sistema político tampoco ha sido capaz de equilibrar el desarrollo de los negocios con la protección del medio ambiente. Quizá la asignatura pendiente más importante sea lograr una buena educación para la mayoría de los ciudadanos. La virtud y la ética no son habitualmente valoradas; al contrario, frecuentemente se ha tolerado la frescura, la obtención del dinero fácil y el uso y abuso de privilegios. En general, no se aprecia una preocupación por el bienestar social que ponga a las personas como prioridad o, al menos, al mismo nivel que la aspiración de obtener beneficios. Una forma de hacerlo es argumentando la importancia de que las personas sean el centro de la actividad económica: la necesidad de un salario justo, destinado a satisfacer con holgura las exigencias de una vida digna y no concebido como objeto de regateo al amparo de las leyes del mercado.

¿Quién decide lo que es justo? ¿El que detenta el poder, sea un hombre, un partido, un parlamento? ¿Hay, entonces, distintas justicias, según la ideología o los intereses de quienes tienen el poder de hacer leyes y obligar a cumplirlas? El oscurecimiento de la razón lleva a negar, o a poner en duda al menos, incluso los principios más elementales y más generalmente probados por la experiencia de muchas generaciones. Hoy la mente del hombre medio se alimenta más de opiniones que de verdades. Las cosas son como son, independientemente de la subjetiva apreciación de cada uno. No se trata de opiniones, sino de conocimiento. El mal de nuestro tiempo parece ser la ignorancia, una vieja forma de barbarie que hoy viste de nuevo las vidas y rostros de la gente. Personajes sin mensaje.
Envejecimiento de la población, destrucción de la familia, deterioro de la naturaleza: graves catástrofes contemporáneas. La importancia que demos a la familia depende de la importancia otorgada al amor, una dimensión humana fundamental y básica para la cual deberíamos de inventar otra palabra menos gastada. Hoy en día nuestra sociedad tiene extraordinariamente debilitado el sentido de comunidad. No somos piezas sueltas, en un mundo desconectado. Lo que cada uno de nosotros hace tiene un efecto, para bien o para mal, sobre los que nos rodean. Se insiste en el derecho de hacer lo-que-se-quiera, sin importar el daño o el peso que hayan de soportar los otros. Tal sociedad genera, de modo inevitable, una gran masa de personas irresponsables. Y cuando la mayoría de la gente es irresponsable, es muy fácil dejarse arrastrar por la violencia. Desgraciadamente, nos encontramos en una época en que no se quiere razonar ni atender al pensamiento de los otros.

La decadencia es una triste realidad que afecta tanto a las personas como a las sociedades. Pero el proceso de decadencia puede acelerarse o retrasarse mediante una prudente administración del potencial de que se dispone. Por ello, felicito a “Diario de León” por la iniciativa que acaba de impulsar: “León Levanta”. Me gusta, especialmente, que se señale que no se trata de un lema o un simple juego de palabras alentadoras, sino una declaración de intenciones: identificar los sectores económicos, culturales, turísticos, deportivos, comerciales, etc. donde León es una potencia, y poner esas fortalezas al servicio de la reanimación de una provincia duramente atacada por las crisis. No podemos permitirnos ser conformistas. Sobran diagnósticos y faltan compromisos: cómo y cuándo. Es la hora del liderazgo. León no puede esperar más.

domingo, 24 de mayo de 2020

miércoles, 6 de mayo de 2020

Hoy en "La 8 Bierzo".


Hoy, a partir de las 21'30 horas, estaré con Maria De Miguel en su programa de televisión Magazine para hablar de mi historia como enfermo de coronavirus.

martes, 5 de mayo de 2020

Cansancios y egoísmos.


Una sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos, pero no en sus deberes. Nadie quiere hacerse cargo de esta situación. Los padres echan la culpa a los profesores, los profesores a los padres… ¿Soluciones? Desde pequeños hay que enseñarles a vivir en sociedad. Es esencial formar en la empatía, ponerse en el lugar de los otros. Educarles en sus derechos, pero también en sus deberes. Siendo tolerantes, pero marcando reglas, ejerciendo control y diciendo “no” cuando sea necesario. Paciencia, paciencia, paciencia. Utilizando el razonamiento, explicando las consecuencias que la propia conducta tendrá para los demás. Acrecentando su capacidad de diferir las gratificaciones, de tolerar frustraciones, de controlar los impulsos, de relacionarse con los otros.

Aunque la educación comienza al nacer y dura toda la vida, es en la franja de quince años que van desde los tres años de un niño a los dieciocho de un joven, cuando se adquieren los hábitos de conducta que podríamos llamar valores. Son los años de mayor dependencia familiar, los de la escolarización obligatoria, primaria y secundaria, aquellos en los que los amigos entran en escena, los años en los que tienen menor defensa frente a la influencia del entorno. Un adolescente tiene todos los días cuatro educadores en su horario: la familia, el colegio, los amigos y las redes sociales. Hay una tendencia actual a enseñar unos valores mínimos aceptables por todos. Son positivos, pero no por ellos dejan de ser mínimos: tolerancia, la bondad del diálogo, de la paz, del respeto al medio ambiente. Pero aquí no se agotan los mensajes educativos, y las familias son las que tienen mayor responsabilidad en transmitir aquellos valores que saben harán felices a los jóvenes. La felicidad no procede de hacer lo que uno quiere, sino lo que uno debe.

Demasiados niños consentidos –digámoslo claro, son niños maleducados-, sin normas, sin límites, que imponen sus deseos ante unos padres que no saben –o no les interesa porque quieren vivir tranquilos- decir no. El cansancio es legítimo, el egoísmo no. Su dureza crece si no se le ponen límites. Eluden responsabilidades. Echan la culpa a los demás de las consecuencias de sus actos. Niños agresivos que quieren imponer su idea o su deseo por la fuerza. Niños que no viven hábitos básicos de alimentación, sueño, descanso, orden…Se ve lo que él quiere en la televisión, se entra y se sale si así a él le interesa, se come a gusto de sus apetencias. Cualquier cambio que implique su pérdida de poder conlleva tensiones en la vida familiar. Son una bomba de tiempo. Es-que-tú-no-sabes-cómo-se-pone. Por más que le digo “no”, sigue con sus rabietas y enfados… No te preocupes, la maduración requiere tiempo. Pero no cedas. Si le has dicho que hoy no juega con la videoconsola, no cedas. No le va a pasar nada malo, al contrario, le estás ayudando madurar, a aceptar el no. “Te dejo, pero te callas”: la próxima vez gritará más y peor…Ceder a sus caprichos con tal de que se calle, dejarle ver un programa de televisión con tal de que se calle, no es el camino para educar bien a tu hijo. Es que estoy muy cansado y lo único que quiero es que se calle y nos deje en paz… Comprensible, pero piensa en su bien. Otra vez: el cansancio es legítimo, el egoísmo no.

Si a vuestro niño le consentís caprichos, contestaciones, malos modos, imposiciones, porque estáis cansados, porque no le dais demasiada importancia, porque-tampoco-es-para-tanto, es todavía pequeño, ya-habrá-tiempo o porque tenéis miedo a que se traumatice si le corregís seriamente: estáis equivocados. Alguien os lo tenía que decir. Con respeto y con cariño, pero también con claridad: estáis equivocados. Con esta actitud le estáis ayudando a ser un adolescente agresivo y maltratador. En definitiva, se convertirá en un hijo desafiante que terminará imponiendo su propia ley, y lo que es peor, no será feliz.

domingo, 26 de abril de 2020

Gracias al coronavirus.


Si, tal cual: gracias al coronavirus. Porque padecer y superar la enfermedad está siendo una experiencia positiva para mi vida. Los días, las noches, durante semanas, son especialmente largos postrado en la cama de un hospital, dan para mucho. He sido testigo de historias de humanidad. De trabajo en equipo, de momentos de estrés, de tensión, del personal sanitario, de cómo se movilizan ante una urgencia, de cómo sufren la muerte de un paciente, de cómo se apoyan… He oído cómo morían otros enfermos de habitaciones próximas, y también de compañeros de habitación. La pregunta, inevitable, es “¿por qué él y no yo?” Aquí está una de las claves. Tengo un buen amigo al que le gusta recordar que, para un cristiano, la alegría tiene las raíces en forma de cruz. Esto, para un cristiano, es obvio. Pero, después de lo vivido, pienso, que, para cualquier persona, independientemente de sus creencias religiosas, también. Descubrir que, en el dolor, el sufrimiento, el absurdo de estos días está el germen de una vida mejor, estoy convencido, depende la recuperación de cada uno.

Un episodio me ha marcado especialmente. Aproximadamente a la mitad de mi tratamiento, cuando ya había superado la etapa más crítica, llegó a la habitación un nuevo compañero. Un anciano, Rufino, así se llamaba, de unos noventa años, me dijeron las enfermeras. De cabello blanco, ojos claros, respiraba lentamente y con dificultad. Estaba agonizando. Estuvimos juntos un día y medio. Durante ese tiempo intenté estar a la altura, acompañando a un hombre que iba a entregar su vida, postrado en la cama de un hospital, solo, junto a un desconocido. Hasta el último momento mantuvo sus ojos abiertos. No sé si tenía esposa o hijos, pero, yo quería estar a la altura en el sentido de acompañarle con la dignidad, con el respeto, que requería el momento, como hubiera querido él, su familia. Me ha marcado profundamente.

Mi familia. Cuánto he sufrido pensando en su sufrimiento por saber que estaba gravemente enfermo y solo en la habitación de un hospital. Incertidumbre, miedo, impotencia. A veces -muchas veces- no poder estar con ellos, no poder abrazarles, se me hacía insoportable…También he pensado en el dolor de tantas otras familias que no han podido acompañar a sus seres queridos en el momento de su muerte o el día de su entierro, como, por ejemplo, la familia de Rufino, mi compañero de habitación. La familia, el amor de una familia, es una realidad cotidiana que quizá por ello, para muchos de nosotros, y en muchas circunstancias, ha pasado -tantas veces- injustamente inadvertida y no suficientemente valorada, cuidada. Otra de las cosas buenas de este proceso es que nos está ayudando a rescatar el valor, la grandeza de la familia: volver a la familia.

Lo que nos espera el día después es algo parecido a una posguerra. Un proceso de reconstrucción económica, pero, sobre todo, personal, humana; en el sentido de que va a poner a prueba la actitud, el fondo de cada uno de nosotros. Lo que para muchos serán amenazas para algunos serán auténticas oportunidades. Ya lo están siendo. Conozco universitarios que llevan años intentando terminar su carrera, pero, por sus circunstancias, por sus obligaciones familiares, porque estudian y trabajan, no han tenido el tiempo. Ahora, confinados, están dedicando doce horas al día a preparar las asignaturas pendientes. Y también conozco a otros, que, en una situación similar, únicamente preguntan sobre si se dará un aprobado general a los matriculados, como dicen que van a hacer en Italia.

La lucha contra el coronavirus tiene un componente político que, para nada, es ahora lo más importante pero que conviene apuntar de cara a analizarlo en el futuro. Este virus no se ha propagado por casualidad; estamos ante un caso claro de guerra bacteriológica. Las causas y sus responsables, estoy convencido, no se conocerán hasta pasados muchos años, como el asesinato de Kennedy, los atentados de las Torres Gemelas y otros hechos históricos, todavía, sin resolver.

¿Qué valoraré, cuando todo esto acabe y volvamos a la normalidad? Comulgar. Ir andando desde los juzgados hasta la facultad de Derecho, uno de los paseos más hermosos de los que uno puede disfrutar en nuestro querido León. Y tomar -en compañía de amigos- un café servido con la profesionalidad y simpatía de Raúl, el camarero de mi cafetería favorita.

sábado, 22 de febrero de 2020

Genealogía de Occidente.

Publicado en "Diario de León" el viernes 21 de febrero del 2020:https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/genealogia-de-occidente/202002210950441988959.html

Occidente ha empezado a perder la fe en sus propias tradiciones y valores culturales. En el curso de poco más de una generación ha perdido su posición de orientador del mundo, hallándose actualmente bajo la amenaza de una desintegración. Ha sido tan grande el cambio que ha sufrido en la situación mundial que es difícil encontrar su paralelo en el curso de la historia. En comparación con él, los mayores cambios acaecidos en la historia de la cultura antigua, tales como la decadencia de la cultura helénica en el siglo II antes de Jesucristo, o la decadencia del Imperio Romano en los siglos IV y V de nuestra era, fueron relativamente graduales y mucho más limitados en sus efectos.

Occidente, una sociedad de pueblos unidos por una tradición espiritual común. El principio unitario no es geográfico, ni racial, ni político: es un principio espiritual que se ha impuesto por encima de toda la diversidad de pueblos y culturas que se han agrupado alrededor de una fe común, transformándose en una nueva comunidad con valores morales y cultura intelectual comunes. Durante siglos, hasta las revoluciones del siglo XVIII, Occidente fue identificado con la Cristiandad: la posesión de la fe cristiana que era considerada como presupuesto indispensable para la adquisición de los que ahora llamamos derechos políticos. Una nueva concepción de la personalidad humana y una crítica moral de la vida. 

Sobre este asunto acabo de leer un libro con un título precioso, inspirador: “Genealogía de Occidente. Claves históricas del mundo actual” de Jaume Aurell, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Navarra, a quien he tenido la suerte de escuchar en un seminario organizado por AEDOS y el Instituto de Empresa y Humanismo. Un libro de historia que invita a reflexionar, y a dialogar. Un gran esfuerzo de sistematización y claridad expositiva. La historia de nuestra cultura occidental abarca más de tres mil años…

Valores morales como el humanismo ejercieron su mayor influencia en la forma de vivir y pensar. La base esencial sobre la que se fundamentan los derechos democráticos es que todo ser humano es inviolable; y que nadie, ningún estado, ninguna autoridad, ninguna persona, puede decidir que la vida de otro es una vida inútil, sin valor, eliminable. Uno puede afirmar que una persona está viviendo en condiciones indignas, y luego empeñarse en remediar esas condiciones. Esto es humanitario. Lo que no se puede hacer, en nombre del humanitarismo, es afirmar que una persona no es digna de vivir, aunque tenga que vivir en condiciones indignas. Esto no es humanitario, sino totalitario. Cuando se hacen este tipo de afirmaciones se ha terminado el humanismo.

Nuestros gobiernos occidentales suelen ser sinceros en su preocupación por el bien de sus ciudadanos. Su reto está en saber en qué consiste este bien y qué exigencias tiene. No se está logrando el bien común -únicamente- porque el producto interior bruto o la renta per cápita vayan en aumento, o porque los servicios funcionen eficazmente. Se está logrando el bien común cuando un gobierno crea y defiende las condiciones para que los hombres puedan vivir como hombres; y esto exige proteger a todo lo que favorezca la dignidad humana y frenar a aquellos que quieran degradar o explotar a los demás, sea en lo económico o en lo moral.

Occidente no es un espacio geográfico, es una delimitación cultural. Se pueden construir mundos mentales ajenos al universo real, jugar con ideas que no responden a las cosas existentes. Pero, atención: detrás de este fraude está la agenda oculta de abandonar nuestra genealogía. Defender a Occidente es defender nuestra identidad política y cultural.

viernes, 14 de febrero de 2020

Llevarse el módem.


Jóvenes (niños…) y redes sociales. Un tema recurrente, de actualidad, de impacto en la educación de nuestros hijos. Hace unas semanas desayunábamos con la noticia de unos padres de Australia que, ante la negativa de sus hijos a acompañarlos en unos días de vacaciones, tomaron la extravagante decisión de llevarse el módem para intentar que así ellos también descansaran, “desconectaran” … Y, días después, con las declaraciones de una experta policía en asuntos de ciberseguridad que ha afirmado que “si los padres vieran lo que yo veo todos los días, no darían móviles a sus hijos”. Cuando comenzó a extenderse el uso de las redes sociales entre los jóvenes, asistí a una conferencia donde nos preguntaban a los padres con hijos adolescentes sobre cuál era la hora en la que nosotros pensábamos que internet estaba en su máximo pico de consumo. Unos dijeron que la una de la tarde, en plena actividad empresarial; o quizá sobre las diez de la noche cuando muchas personas, al final del día, revisan sus mensajes, sus redes, etc. No, nos decía el conferenciante: la red está colapsada, de lunes a viernes, sobre las dos de la madrugada… No me lo podía creer. ¡Pero si a esa hora se supone que la mayoría de la gente, y más en invierno, estamos durmiendo…! Pues-parece-que-no. Y quizá por ello, el conferenciante, previendo nuestra posible incredulidad, nos proyectó información detallada de consumos, facilitada por las compañías de telecomunicaciones. 

Las dos de la madrugada… Ahora me explico muchas cosas. Por qué a algunos adolescentes les cuesta tanto madrugar, por qué comentan los profesores que es cada vez más común que muchos jóvenes se queden dormidos en clase… Claro, cómo no, si están hasta las tantas y una conectados a internet bien sea en las redes sociales o viendo lo que vean, cómo van a estar suficientemente descansados para enfrentar un nuevo día. Definitivamente somos padres, formados en el siglo pasado, quienes tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos, que son de otro siglo. Nuestros hijos son “nativos digitales”. ¿Qué quiere decir esto? No entienden la vida de otra manera. Es su manera de aprender, de relacionarse. Ellos no han nacido con el concepto de “filtro”. Tu preguntabas, te recomendaban un buen libro, o te informaban mediante una conversación. Ellos no, ellos encuentran respuestas a todas sus preguntas en internet. Además, buscan su identidad real en las redes sociales donde las identidades pueden ser falsas y, para ellos, sin embargo, son “los” modelos. Sus relaciones sociales son, en muchos casos, virtuales no personales. Hablan, se enamoran, se pelean, se reconcilian… Ventajas para ellos: nadie me da la “chapa”, es mi zona de confort, mi entorno seguro. No tengo que aguantar las preguntas de mis padres: “¿por qué me preguntas?” “¿para qué me preguntas?”.

¿Qué hacer? Según los expertos, los temas claves para promover el uso seguro y responsable de internet entre los menores son: privacidad, virus y fraudes y las consecuencias de un uso excesivo. Concretando y dependiendo de la edad. Con los más pequeños: acompañar, prestar atención a lo que hace mientras está conectado; supervisar, acompañarle durante la búsqueda y su aprendizaje, elegir contenidos apropiados a su edad. Con los más mayores: dialogar sobre el uso de internet y el comportamiento seguro y responsable. Crear un clima de confianza y respeto mutuo. Que se sienta cómodo solicitando tu ayuda. Dialoga, interésate por lo que hace en línea, conoce su actividad en redes sociales. Enséñale a pensar sobre lo que encuentra en línea. Y, muy importante: sé el mejor ejemplo. Busca la desconexión, fomenta la comunicación familiar. El lado bueno de este tipo de situaciones es que empezamos a tomar conciencia del efecto invasor de internet en nuestras vidas. Lo que es un medio maravilloso y potente de información, diversión, comunicación, educación y aprendizaje va camino de transformarse en un monstruo tentacular que invade sin ningún tipo de reparo tertulias, relaciones y reuniones. Conviene tener momentos de desconexión real, total. Como, por ejemplo, en las comidas familiares, que tienen una gran importancia: ahí es donde se transmiten las buenas prácticas, los valores, la cultura. Que-no-cunda-el-pánico. Afortunadamente, en éste, como en tantos otros asuntos, hay buenas experiencias documentadas. Pero si en nuestro caso no resultaran, siempre quedará llevarse-el-módem…

lunes, 3 de febrero de 2020

Educar.

Publicado en "Diario de León" el viernes 31 de enero del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/educar/202001310929431982323.html

Una vida social sin pautas de comportamiento es insoportable. No me gusta generalizar, pero es evidente que ya son varias las generaciones que, desde niños, fueron educados en la espontaneidad, privados de pautas por las que regirse, que les ha causado una desorientación. Nadie-quiere-imponer-nada-a-nadie. Y, así, han crecido con pocas normas y modales. La educación cívica de los españoles. Cada vez más asilvestrados. El tuteo ha arrinconado a la palabra usted hasta convertirla en un arcaísmo. Ceder el paso o el sitio en el autobús lleva camino de convertirse en una extravagancia. Los rituales y las formas, también en el vestir, son expresión del valor que se concede a valores, símbolos y sentimientos.

El deterioro de la vida familiar y las nuevas tecnologías ponen en riesgo una buena educación. Muchos niños pasan muchas horas solos en casa o dedican demasiado tiempo a actividades extraescolares. Hay que reivindicar más tiempo para ellos. Huérfanos-de-padres-vivos: conciliar familia y trabajo. El gran papel que todavía tiene la familia en la sociedad española. La educación está mal, nos solemos quejar. Y tú como padre, como madre, ¿qué estás haciendo o, al menos, intentando hacer? Porque de lo que tu hagas, del resultado de tu intento -de tu esfuerzo- dependerá, en cierto modo, el impacto social de tus acciones (u omisiones): servicio-educativo-común. Los primeros modelos de identidad somos los padres. Solo la familia es capaz de producir amor de forma continuada. Y educar es amar.

La buena educación es algo más que lograr que los niños no coman mirando al móvil, gesticulen con los cubiertos o dejen libres los asientos a los mayores. La buena educación es mucho más que las buenas maneras, pequeñas reglas de urbanidad en el comportamiento que facilitan la convivencia. Educar es enseñar a pensar, enseñar a vivir. La capacidad que tiene el ser humano para pensar en cosas que le superan: la ciencia, las matemáticas, el arte, la religión. Muestra el dinamismo ascendente de la inteligencia humana. La vida es incompleta, provisional, interminable: siempre por hacer. Por ello, es muy importante fomentar la reflexión de los niños sobre sus vidas y sobre la condición humana, que se les ayude a responder a aquellas inquietudes o problemas que no obtienen una-respuesta-científica. Los principios y valores designan nuestra última realidad, nuestras verdades más íntimas y decisivas. La felicidad es un resultado. Es la consecuencia de lo que cada uno ha ido haciendo con su vida. Amar y trabajar conjugan el verbo ser feliz. Decisiones centrales: qué quiero ser, mis principios y valores para funcionar en la vida y con quiénes quiero compartirla. Las personas buscamos la compañía de otras para llevar mejor la existencia. La familia viene impuesta por la genética. A los amigos -y a la pareja- los elegimos. Y uno se retrata en sus amigos… y en su pareja.

A la escuela se le atribuyen funciones propias de la familia. Una sociedad inculta, desarraigada, manipulada, poco crítica, tiene todas las papeletas para acabar como sociedad desalmada. Mientras no nos decidamos a afrontar los retos de nuestro sistema educativo, éste responderá más a intereses de partido que a los de la sociedad a la que tiene la obligación de servir. La ciencia, la cultura y la educación deberían ser cuestión de Estado, es decir, estar por encima de la disputa política, no depender de los cambios de legislatura. Hay un exceso ambigüedad a la hora de apoyar a la familia con algo más que buenas palabras. Es necesario un retorno hacia la familia. A veces parece a punto de perderse, pero siempre rebrota porque en ella se encuentran las dimensiones esenciales para el conocimiento y la solución de los problemas.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Educación de calidad.

Publicado en "Diario de León" el lunes 23 de diciembre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/educacion-de-calidad/201912231317231970649.html

Hoy, en España, la casi totalidad de los ciudadanos saben leer y escribir lo que supone un logro inimaginable hace un siglo. Sin embargo, eso no basta en las relaciones económicas y sociales de nuestro tiempo. Muchas personas no son capaces de seguir instrucciones escritas, tienen dificultades para comprender lo que leen y no son capaces de extraer mínimas consecuencias analíticas. Son los llamados "analfabetos funcionales". Para una economía que sólo pretenda producir y exportar materias primas, esta cuestión tiene poca importancia. En cambio, la microelectrónica, biotecnología, telecomunicaciones, etc., todas ellas son industrias basadas en la capacidad intelectual de las personas y, por ello, se pueden instalar en cualquier lugar del mundo…. El conocimiento y las habilidades son la más importante (si no la única) fuente de ventaja comparativa sostenible en el largo plazo. Por tanto, el esfuerzo por una educación de calidad es una prioridad.

Pero, en general, la realidad es otra cosa. Los exámenes siguen siendo hoy, dueños y señores de la universidad. La clase sólo es un mero anuncio de lo que se llevará al examen. La única variante posible de esta conversación es si el examen escrito será o no en forma de test. Además, el estudiante continúa erre-que-erre con la vieja reivindicación de “una asignatura, un libro”. Una de las principales preocupaciones del estudiante es enterarse de cuál es “el libro” de cada profesor. Y, a falta de éste, aspirará a contar, al menos, con unos apuntes que le sirvan de sucedáneo. Muchos estudiantes no saben leer, ni parece importarles. Leer poco, clarito, en castellano y a poder ser en letra grande. El déficit de lectura y el progresivo aumento de la formación audiovisual va haciendo estragos. 

Desde que se publican, los rankings de universidades han estado envueltos en polémicas. Se los ha acusado de elitistas, de poco transparentes y de no prestar atención a la calidad de la educación que se imparte. No es sencillo ponerle un número a todo lo que representa una universidad. No hay consenso ni sobre qué debe medirse ni sobre cómo hacerlo. Desde hace años, rectores, responsables políticos y expertos vienen dando vueltas a un nuevo sistema que garantice unos recursos estables y viables para el funcionamiento de las instituciones de enseñanza superior, pero la cuestión está lejos de estar resuelta. Una ecuación imposible: en España, una de las mayores tasas de acceso a la universidad de toda la Unión Europea, una de las tasas más bajas de matrícula, impuestos bajos y prácticamente ninguna selección de entrada a las facultades. 

La realidad es que no hemos sabido crear un modelo homologable con el de los países de nuestro entorno. El despropósito en el que se ha convertido nuestro modelo de organización territorial ha llevado a la multiplicación innecesaria tanto de universidades (más de ochenta, entre públicas y privadas) como de titulaciones. El criterio -en mi opinión- debería ser el contrario: racionalizar el número de centros, cerrando muchos de los que tienen aulas casi vacías, y reducir la oferta de carreras para evitar grados excéntricos y dotar al resto de unos contenidos de mayor calidad y especialización. Si algo ha sido dañino en nuestro país es el trazado partidista de las distintas reformas educativas, más orientadas a imponer el propio modelo que a orientar la educación durante largos periodos de tiempo, varias generaciones. Las enormes carencias de nuestro sistema universitario: una triste realidad que no puede achacarse a una sola causa pero que representa uno de los fracasos más dramáticos de nuestro país. ¿Hay solución? Dicen que mientras-haya-vida-hay-esperanza…: un acuerdo con amplia base social y política a favor de una educación de calidad. Eso sí: Vamos tarde, muy tarde.

sábado, 14 de diciembre de 2019

Fidelidad y felicidad.

Publicado en "Diario de León" el viernes 13 de diciembre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/fidelidad-y-felicidad/201912131021101967339.html

Todos queremos ser felices. Ahora bien: la existencia humana tiene reglas y, si no se observan, el resultado puede ser la pérdida de la felicidad o la incapacidad para ser feliz. Como algunas personas desconocen estas leyes, la ignorancia es la causa de que muchas veces no las consideren. Pero las reglas siguen en vigor; y, más temprano que tarde, se pagan las consecuencias de habérselas saltado. En muchos casos, la ignorancia puede resultar muy gravosa. Así ocurre, por ejemplo, con la fidelidad en el matrimonio.

El matrimonio parece estar en declive. Sin embargo, uno encuentra muchas excepciones: tantos matrimonios felices que son, a la vez, hogares dichosos. Hay que aprender a amar. Esa lección requiere tiempo, y puede resultar incluso más dura cuando uno progresa. Pero si se persevera, se aprende. A fin de cuentas, es así como enfocamos otros aspectos importantes de la vida: un negocio o una profesión, por ejemplo. Para salir adelante como médico o abogado, es preciso estudiar durante años en una universidad o en una escuela especializada y, después de sacar un título, hay que seguir formándose. Incluso entonces, tras años de constante esfuerzo, tal vez no se logra el éxito profesional esperado.

Aunque el matrimonio puede hacer felices a las personas, no lo consigue sin esfuerzo. La felicidad no se gana fácilmente; exige lucha. La felicidad fácil habitualmente no es duradera. Por tanto, un matrimonio feliz sin esfuerzo es una quimera. Un marido o una mujer no son bienes que se adquieren, como se puede adquirir un coche. Te buscas un modelo que te guste, fácil de usar, y que requiera el mínimo esfuerzo para su mantenimiento; luego lo cambias en cuanto se hace un poco viejo o las piezas comienzan a fallar…

La felicidad en el matrimonio exige esfuerzo. La felicidad no es posible -ni dentro del matrimonio, ni fuera de él- para quien está empeñado en recibir más de lo que da. El amor conyugal no fallece a causa de las riñas entre marido y mujer, sino por no saber repararlas. Lo que mata el amor es la incapacidad de perdonar y de pedir perdón. Las disputas que se reparan -aunque sean grandes- no destruyen el amor: pueden incluso cimentarlo. Las que no se solucionan -aunque sean pequeñas- poco a poco van envenenando la vida matrimonial y pueden llegar a hacerla intolerable. Y la persona no aprenderá a amar si no vence su egoísmo. Esto exige esfuerzo y lucha constantes, con los altibajos correspondientes.

La persona que se empeñe en exigir una perfecta felicidad en el matrimonio necesariamente quedará defraudada. Los matrimonios no duran porque los cónyuges se complementen perfectamente, porque nunca disienten, porque jamás hayan tenido dificultad de entenderse: no. Los matrimonios duran porque marido y mujer se empeñan en ello, porque aprenden a entenderse. Es fácil sentirse enamorado; permanecer en el amor es mucho más difícil. El amor auténtico debe amar a la otra persona con sus defectos: querer a esa persona tal como realmente es. Y esto no es fácil. El amor que esté dispuesto tan solo a amar a una persona inexistente no es tal. A veces nos resulta difícil descubrir los puntos buenos de los demás. Muchas veces, incluso, parece que tenemos mayor facilidad para ver los defectos que para apreciar sus virtudes. Aprender a convivir. Esforzarse. El marido o la mujer que reaccione así ya está mejorando como persona. El matrimonio es una unión de dos personas corrientes, llenas por tanto de defectos.

Pero la fidelidad en el matrimonio no sirve tan sólo para proteger el amor de los esposos; está encaminada también -y de modo singular- a proteger el amor para los hijos: a impedir que el ambiente de amor que les hace falta para su desarrollo y felicidad se vea hecho añicos por la debilidad de uno o de ambos esposos, por egoísmo o sencillamente por irreflexión. Que los hijos tienen derecho a la fidelidad de sus padres es una verdad que conviene recordar, con frecuencia.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

One of us.

Publicado en "Diario de León" el sábado 30 de noviembre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/one-of-us/201911301356371963060.html

Europa vive hoy una verdadera crisis cultural y social, caracterizada por una fuerte pérdida de identidad espiritual, por la renuncia a crear una sociedad solidaria, por la desesperación y violencia crecientes y por la difusión de una ética utilitarista, que sirve, preferentemente, al poderoso. Es una crisis de la verdad. Huimos de la verdad como de la peste en casi todos los ámbitos de la vida. Hay una prevalencia de la mentira sobre la verdad porque la mentira, por su propia naturaleza, es más cómoda que la verdad. Hoy avanzamos orgullosamente hacia atrás: retrocedemos. La tragedia que está viviendo Europa es que ha olvidado sus raíces, que la hicieron creadora y difusora de los derechos humanos en todo el mundo. Lo primero que se pudre del pescado es su cabeza; en las personas, también: la cultura orienta nuestro modo de actuar en política y economía.

Se nos dice que los derechos humanos no tienen su fundamento en unas exigencias naturales permanentes del ser humano, sino que son fruto del consenso que se produce en un momento histórico determinado. Se consolida así la pintoresca idea de que en la democracia nada es verdad ni mentira; incluso sugerir que algo pueda ser verdadero se convertiría en una inmediata amenaza a la democracia. La esclavitud desapareció no porque todo el mundo estuviera de acuerdo con ello, sino, porque en un momento dado, una serie de personas que estaban en minoría -los abolicionistas- lucharon para conseguir que desapareciera. Democracia significa partir de la verdad de la dignidad humana; partir de que es verdad que el hombre tiene una dignidad, que obliga a que sus relaciones políticas se organicen de tal manera que no se le impongan normas sin que él intervenga en su elaboración. 

Hace unas semanas, en Santiago de Compostela, tuvo lugar una nueva reunión de la plataforma cultural europea “One of us” (“Uno de nosotros”) que tiene como objetivo impulsar una Europa basada en la defensa de la dignidad humana. Una cita que ha reunido a ciento cincuenta intelectuales de más de veinte países de la Unión Europea y a la que tuve el honor se asistir. Un lujo escuchar a los principales referentes de esta organización como Jaime Mayor Oreja o los profesores Rémi Brague e Ignacio Sánchez Cámara. O tener la oportunidad de dialogar con el catedrático de Filosofía del Derecho, Francisco José Contreras a quien, desde hace años, sigo a través de sus libros: inspiradores.

Desde el primer momento me llamó la atención que “One of us” se trata de una iniciativa en positivo. No va contra nada ni contra nadie sino a favor del bien y de la verdad. Valores que Europa ha ido extraviando. La defensa de los clásicos valores y principios europeos, especialmente, la dignidad de la persona y el valor de la vida. Defender aquello que creemos bueno y verdadero, aunque, en ocasiones, suponga remar a contracorriente de la opinión mayoritaria. Estoy encantado de colaborar con un observatorio europeo de la promoción y tutela de la dignidad humana. Un auténtico privilegio. Una viva preocupación por el respeto de los derechos humanos y un decidido rechazo ante sus violaciones. La esperanza en el futuro constituye el estímulo más fuerte para una actividad social en servicio de la mejor libertad. El progreso debe ser concebido como el paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas.
Inevitablemente las polémicas en torno a los derechos humanos reenvían a los códigos éticos que laten detrás. Los problemas jurídicos siempre encierran una valoración ética. Una Europa con rostro humano. La gran verdad de la dignidad humana nos impone hoy una exigencia ineludible: revitalizar el debate democrático con propuestas fundamentadas, que incluyan aquellos elementos éticos sin los que nuestra convivencia sólo puede seguir llamándose “humana” cerrando los ojos a buena parte de la realidad. Con un cambio de actitud: de una reactiva a una activa. Tomar protagonismo, en positivo. Sin complejos.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Asociación Albedaya: muchas gracias.

Muchas gracias a quienes me habéis acompañado, el viernes, en mi conferencia sobre la importancia de conciliar trabajo y familia: la-grandeza-de-ser-padres... Y a la asociación Albedaya, de Murcia, por la invitación.


jueves, 14 de noviembre de 2019

Libres e iguales.

Publicado en "Diario de León" el miércoles 13 de noviembre del 2019: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/libres-e-iguales/201911130945191957430.html

El espectáculo que la sociedad ofrece no parece justificar el optimismo: lucha desesperada por el dinero para asegurarse dosis mayores de consumo; marginación y pobreza; violencia organizada y corrupción en dosis cada vez mayores. Conviene un esfuerzo para descubrir razones profundas que, a pesar de todo, permitan contemplar el futuro con esperanza. Todos estamos dotados de dos elementos, que son inseparables de nuestra naturaleza: libre albedrío, fundamento de toda libertad, que nos obliga a cada instante a tomar decisiones las cuales a su vez nos convierten en responsables de nuestros actos; y capacidad racional para un conocimiento meramente especulativo, el cual nos pone en relación con los grandes conceptos del valor universal, como son el bien, la belleza, la justicia, así como el orden de los seres en la naturaleza. El conocimiento humano va de lo particular a lo general y, en definitiva, sintetiza. Esto es lo que constituye su grandeza. En un primer momento adquiere por medio de sensaciones la experiencia de los individuales concretos, lo mismo que en cierto modo hacen los animales. Pero no se detiene ahí. Por medio de su capacidad racional descubre lo que hay de común y de jerárquico en eso mismos individuales concretos y, mediante una operación mental -conocimiento científico- descubre los universales.

Una de las aportaciones más valiosas del cristianismo a la cultura fue la libertad concebida como parte intrínseca de su naturaleza: todos los hombres nacen libres e iguales. En definitiva, el hombre depende para su libertad del respeto de los otros hacia ella. En caso contrario entramos en el juego vacío de palabras. No cabe confundir la libertad con independencia (hacer lo que a cada uno le-da-la-gana) ni con irresponsabilidad, porque una consecuencia de actuar en libertad es la responsabilidad en relación con los actos. El voluntarismo de la sociedad europea moderna recurre como criterio de decisión a la mayoría. Lo que una generación considera justo puede ser modificado por la generación siguiente. Todas las constituciones modernas, salvo, en ciertos aspectos, la de los Estados Unidos, admiten el principio de la provisionalidad, ya que se consideran revisables. Se rechaza la idea que haya ningún compromiso sustancial objetivo. Conviene ver el peligro que tras este principio se esconde, pues no existe motivo alguno para creer que la verdad coincida con la voluntad de la mayoría ni que la justicia pueda establecerse con ese mismo criterio. Los derechos del hombre son inherentes a la persona y no simplemente otorgados. Matar, mentir, robar, esclavizar, no extraen su maldad del hecho de que se haga figurar así en un documento, sino por razones intrínsecas: respeto a la persona.

El lenguaje es siempre, queriendo o sin querer, la manifestación del pensamiento. Estamos en una época en que se utiliza con frecuencia un lenguaje poco preciso, excesivamente ambiguo. La oscuridad del lenguaje no da profundidad al pensamiento; más bien pone de manifiesto la pobreza de un pensamiento que recurre a la oscuridad para disimular su superficialidad. Lo que está claro no necesita interpretación de ninguna especie. Un lenguaje confuso sólo suele expresar una mente confusa. Vivimos tiempos de grandes desafíos, en un contexto de crisis de gobernabilidad global. Algunos ingenuos creyeron que la caída del “telón de acero” garantizaba, por sí sola, el triunfo de los derechos humanos. El imperio de la justicia y del estado de derecho debe ser nuestra prioridad. La justicia no es un valor, pues valor quiere decir precio, y el precio depende de circunstancias contingentes del mercado y hasta de estimaciones subjetivas. Los responsables de las injusticias tienen el extraño privilegio de no advertir el odio que van dejando atrás. Una forma efectiva de combatir la tiranía y el abuso de poder es promover el respeto a los derechos humanos. Compromiso y responsabilidad no solo de los juristas, sino de todos. 

sábado, 9 de noviembre de 2019

Muchas gracias a Tamaral Joven.

Muchas gracias a todos los que me acompañasteis ayer en mi charla en la asociación Tamaral Joven. 

Como siempre en este tipo de encuentros, lo mejor ha sido la oportunidad de conocer y dialogar con gente interesante.