Publicado en "Diario de León" el viernes 31 de enero del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/opinion/educar/202001310929431982323.html
Una vida social sin pautas de
comportamiento es insoportable. No me gusta generalizar, pero es evidente que
ya son varias las generaciones que, desde niños, fueron educados en la
espontaneidad, privados de pautas por las que regirse, que les ha causado una
desorientación. Nadie-quiere-imponer-nada-a-nadie. Y, así, han crecido con
pocas normas y modales. La educación cívica de los españoles. Cada vez más
asilvestrados. El tuteo ha arrinconado a la palabra usted hasta convertirla en
un arcaísmo. Ceder el paso o el sitio en el autobús lleva camino de convertirse
en una extravagancia. Los rituales y las formas, también en el vestir, son
expresión del valor que se concede a valores, símbolos y sentimientos.
El deterioro de la vida familiar
y las nuevas tecnologías ponen en riesgo una buena educación. Muchos niños
pasan muchas horas solos en casa o dedican demasiado tiempo a actividades
extraescolares. Hay que reivindicar más tiempo para ellos.
Huérfanos-de-padres-vivos: conciliar familia y trabajo. El gran papel que
todavía tiene la familia en la sociedad española. La educación está mal, nos
solemos quejar. Y tú como padre, como madre, ¿qué estás haciendo o, al menos,
intentando hacer? Porque de lo que tu hagas, del resultado de tu intento -de tu
esfuerzo- dependerá, en cierto modo, el impacto social de tus acciones (u
omisiones): servicio-educativo-común. Los primeros modelos de identidad somos
los padres. Solo la familia es capaz de producir amor de forma continuada. Y
educar es amar.
La buena educación es algo más
que lograr que los niños no coman mirando al móvil, gesticulen con los
cubiertos o dejen libres los asientos a los mayores. La buena educación es
mucho más que las buenas maneras, pequeñas reglas de urbanidad en el
comportamiento que facilitan la convivencia. Educar es enseñar a pensar,
enseñar a vivir. La capacidad que tiene el ser humano para pensar en cosas que
le superan: la ciencia, las matemáticas, el arte, la religión. Muestra el
dinamismo ascendente de la inteligencia humana. La vida es incompleta,
provisional, interminable: siempre por hacer. Por ello, es muy importante fomentar
la reflexión de los niños sobre sus vidas y sobre la condición humana, que se les
ayude a responder a
aquellas inquietudes o problemas que no obtienen una-respuesta-científica.
Los principios y valores designan nuestra última realidad, nuestras verdades
más íntimas y decisivas. La felicidad es un resultado. Es la consecuencia de lo
que cada uno ha ido haciendo con su vida. Amar y trabajar conjugan el verbo ser
feliz. Decisiones centrales: qué quiero ser, mis principios y valores para
funcionar en la vida y con quiénes quiero compartirla. Las personas buscamos la
compañía de otras para llevar mejor la existencia. La familia viene impuesta
por la genética. A los amigos -y a la pareja- los elegimos. Y uno se retrata en
sus amigos… y en su pareja.
A la escuela se le atribuyen
funciones propias de la familia. Una sociedad inculta, desarraigada,
manipulada, poco crítica, tiene todas las papeletas para acabar como sociedad
desalmada. Mientras no nos decidamos a afrontar los retos de nuestro sistema
educativo, éste responderá más a intereses de partido que a los de la sociedad
a la que tiene la obligación de servir. La ciencia, la cultura y la educación
deberían ser cuestión de Estado, es decir, estar por encima de la disputa
política, no depender de los cambios de legislatura. Hay un exceso ambigüedad a
la hora de apoyar a la familia con algo más que buenas palabras. Es necesario un retorno hacia la
familia. A veces parece a punto de perderse, pero siempre rebrota porque en
ella se encuentran las dimensiones esenciales para el conocimiento y la solución
de los problemas.
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