@MendozayDiaz

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sábado, 14 de septiembre de 2013

Septiembre.

En septiembre recuperamos la vida ordinaria. 

Durante el verano, ¡claro que sí!, habremos aprovechado para dedicar más atención a la familia, descansar, pensar y así renovar nuestras energías. 

Dicen que es en septiembre cuando los gimnasios y las academias de idiomas hacen su agosto… Es más que un juego de palabras, es tan cierto como la vida misma. Tienen listas de espera. Mucha gente ha vuelto con el buen propósito de llevar una vida más sana, y de aprender inglés…  o alemán, que es el idioma que ahora está de moda. 

También es el momento que muchas organizaciones aprovechan para iniciar sus procesos de definición y planificación de los objetivos del próximo año. 

Dependiendo de la empresa, estos procesos suelen ser estructurados o informales. Da igual. Como decía la señora Eustasia “hijo, gato blanco o gato negro, qué importa si caza ratones…”

En cualquier modalidad, esta actividad puede ser de gran valor para la organización ya que nos da la oportunidad de que todos los colaboradores se comprometan a través de su participación el proceso de definición.

Insisto en que para facilitar el compromiso de cada una de las personas del equipo es imprescindible que, a todas, se les dé la oportunidad de participar.

Las reuniones, preferentemente fuera de la oficina, de uno o varios días de duración, suelen ser una buena forma de enfocar este proceso.

Uno de los riesgos típico de este tipo de reuniones es no concretar nada. Acordar, por ejemplo, “mejorar nuestro clima laboral” y no determinar quién, cuándo, cómo… O “mejorar las relaciones con nuestros clientes”. Igual.

Otro riesgo es hacer abrumadoras listas de acciones. La claridad (y la simplicidad) es un valor, también en este tipo de procesos.

¿Y cómo sabremos si lo hemos hecho bien, si valió la pena el tiempo y el dinero gastado? 

Fácil, muy fácil. 

Si finalizado el proceso de definición  preguntamos, al azar, a tres personas de la organización sobre cuáles son las prioridades para el siguiente año, y sus respuestas son similares, quiere decir que valió la pena el esfuerzo.

Tan recomendable como realizar este ejercicio con nuestro equipo, es hacerlo a nivel personal. 


Es una buena práctica, desde ahora, comenzar a concretar cuáles son los cuatro o cinco asuntos en los que nos vamos a enfocar durante el año 2014. 

Si desde este momento comenzamos a pensar en ello, e iniciamos el próximo año con claridad sobre cuáles son nuestros asuntos prioritarios, periódicamente, podremos revisar los avances. 

Una manera sencilla y práctica de mejorar, de aprovechar el tiempo, de vivir mejor.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Innovar: lo crucial suelen ser las personas.

Las cambiantes exigencias de los clientes obligan a las empresas a innovar y a adecuarse a las nuevas necesidades. 

Sin embargo, todavía hoy, es común encontrarse con empresas que dicen valorar la innovación pero no innovan… 

“Así nos va bien”, “Nuestro negocio es un commodity”, “Innovar sólo es cosa de emprendedores”, etc.

A los anteriores argumentos también se suele agregar el de “no tenemos los recursos necesarios”. 

Se olvida que para innovar no es imprescindible contar con grandes recursos. 

Además, cuando de innovar se trata, lo crucial suelen ser las personas.

La experiencia y buenas prácticas nos demuestran que es de gran utilidad reflexionar sobre la innovación en nuestra empresa, y preguntarnos si compartimos o no alguno de los anteriores argumentos que, en ocasiones, suelen ser un verdadero freno a la innovación y, por tanto, también un freno al desarrollo futuro de nuestra empresa.

martes, 3 de septiembre de 2013

Trabajo en equipo: toma de decisiones.

Cada vez es más común que muchas decisiones se tomen en equipo o, al menos, que quien tiene la responsabilidad final escuche a sus colaboradores antes de decidir.

Es muy recomendable que, si va a participar en la discusión de un tema, antes, se informe y lo entienda bien.

Mientras esto no ocurra es mejor optar por un papel secundario, si no podría cometer, al menos, estos dos errores.

El primero es que si participa activamente en la discusión de un tema sin antes haberlo preparado, es muy probable que entorpezca el trabajo del equipo en su búsqueda de la mejor decisión.

El segundo error es que, al participar en el debate con opiniones de escaso fundamento, usted no está haciendo un buen trabajo para su empresa, está siendo desleal con sus compañeros, les está haciendo perder el tiempo y, si este tipo de actitudes son frecuentes, más temprano que tarde, todos (jefes, compañeros, subordinados…) se percatarán de ello.

Tan grave como los errores anteriores sería no decir, oportunamente, algo que usted sabe que, con seguridad, sería una aportación valiosa para tomar una buena decisión.

Si tiene la responsabilidad de dirigir, escuche a sus dirigidos, dedíqueles tiempo, para así mejor comprender sus planteamientos.

Quizá una de las cosas que más valora y agradece un colaborador es sentirse escuchado por su jefe.

Ya sé que no tiene tiempo… Quien tiene la responsabilidad de dirigir debe esforzarse, especialmente, por aprovechar mejor su tiempo para, así, poder estar más cerca de sus colaboradores y de sus clientes.

sábado, 31 de agosto de 2013

La imagen vende, las buenas costumbres venden mucho más.

Sigo con interés el trabajo de mi amiga Beth Borés, excelente consultora de imagen y mejor persona, a través de su página www.personalimagecompany.com 

En unas de sus publicaciones se preguntaba si la etiqueta estaba pasada de moda... o no.

He conocido a directivos de organizaciones y empresarios de éxito que adolecen de una buena educación, de buenas maneras, de buenas costumbres.

El protocolo es la técnica de hacer bien las cosas y el conjunto de normas y usos que nos dicen cómo actuar. 

Una técnica que, como tal, se aprende.

Una preocupación humana, desde antiguo. El famoso Confucio, quinientos años antes del nacimiento de Cristo, ya destacaba su importancia en las relaciones humanas.

Un negocio puede no concretarse por falta de tacto en una conversación o por desconocimiento de las costumbres de un país. O por no saber comportarse en una comida de negocios….

En una ocasión estuve en París, con unos compañeros, para negociar con una multinacional francesa la distribución regional exclusiva de sus productos de belleza. 

Parte del proceso era una comida con el dueño, un personaje con aires de auténtico príncipe del Renacimiento, de modales exquisitos, versallescos… Nos invitó a comer en un exclusivo restaurante y como entrada nos sirvieron unos mariscos. 

Antes de pasar al siguiente plato, los camareros dejaron al lado de cada uno de nosotros un recipiente con agua y limón, para lavarnos delicadamente los dedos y que no olieran a marisco…una práctica bastante conocida (al menos eso creía yo…), norma básica de urbanidad en la mesa. 

Bien, pues uno de mis colegas, cogió el recipiente y se bebió el agua… El francés casi se conmociona… No pudo disimular su desagrado e incomodidad. 

A partir de ese momento la negociación, que iba muy bien encaminada, se torció, y costó meses reconducirla.

Tiempo después, y una vez firmado el contrato, uno de los directivos de esa multinacional francesa me confió las serias dudas del dueño sobre si entregar o no sus preciados productos, en manos de una empresa que tiene entre sus directivos de primera línea “a un gañán como ése…” Fin de la cita… 

Cada vez que nos vemos o hablamos, nos seguimos riendo recordando esta anécdota; pero, entonces, no me hizo ninguna gracia, al contrario…; estuvimos a punto de perder un excelente negocio por un detalle, aparentemente, menor. 

Un caso para reflexionar. El acuerdo estuvo a punto de fracasar pero no, como es habitual, por el precio, o la duración de la exclusividad, sino por… cualquiera lo diría. 


Una vez más, la importancia de cuidar los detalles, la cosas pequeñas, en las relaciones humanas.

Cosas de protocolo que, a muchos, se les escapa, a veces por ignorancia y otras por el curioso convencimiento de entender que la buena educación está reñida con la modernidad…

Aunque la mayoría de las normas de protocolo son universales, cada país tiene las suyas y hay que conocerlas para facilitar el éxito de un negocio.

Muchos extranjeros se extrañan ante errores tan comunes entre los españoles como el habitual tuteo, o ir directamente al grano y hablar de negocios desde el primer momento.

Cuidar nuestra imagen es fundamental. Una imagen que implica no sólo llevar la vestimenta adecuada sino comportarse correctamente en un cóctel o en una comida de trabajo.

La puntualidad, la cortesía o cómo saludar son algunos aspectos a cuidar especialmente. 

El saludo es el primer contacto físico con la otra persona; por tanto, hay que cuidar cómo estrechamos la mano. Una persona segura estrecha francamente su mano. Dar la mano como si fuera una merluza muerta, o como si fuera una tenaza, suelen ser muestras de mala educación.

La urbanidad se puede aprender siempre, aunque facilita las cosas si los aspectos básicos se vivieron desde pequeños.

Cuando no tengamos claro qué hacer, actuar con naturalidad es siempre mejor que adoptar una postura acartonada, estereotipada, rígida.

En conclusión,  la imagen vende y las buenas costumbres venden mucho más. 

O como decía la señora Eustasia (parafrasenado a Serrat): "hijo, el hábito no hace al monje...pero da el pego".

miércoles, 28 de agosto de 2013

Trabajar mejor.

En España, tenemos que aprender a trabajar más en menos tiempo, porque somos los que más tiempo dedicamos al trabajo y, sin embargo, no estamos en los primeros puestos de productividad.


El valor necesario para ello probablemente sea el del compromiso: ya no basta con que una persona esté motivada para trabajar, sino que también hace falta que lo esté para mejorar.

Otro aspecto a considerar es no confundir trabajo con presencia. 

Hoy, gracias a las tecnologías, es posible trabajar desde lugares muy distintos.

no olvidemos  que, en los procesos de selección, se tienen muy en cuenta los aspectos extra laborales. 

Es decir, el curriculum vitae también debe hacer referencia a la vida, no sólo al trabajo.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Más sobre colaboradores.

Uno de los requisitos para que una persona trabaje bien es que tenga claro en qué consiste su contribución… Sí, algo tan simple como esto…A veces lo damos por supuesto, y no siempre es así.

La persona debe conocer los detalles de las tareas que debe realizar, cómo relacionarse con el equipo, qué se espera de su trabajo…Esta es la primera y más importante responsabilidad de su jefe directo.

Además, quien tenga la responsabilidad de dirigir personas debe concretar con sus colaboradores objetivos estimulantes, alcanzables, precisos y medibles. 

Esta buena práctica facilita que las personas concentren sus energías en lograr los objetivos acordados, trabajen mejor y alcancen un alto desempeño.

Valorar a la persona es otro factor importante. 


Esto no significa sólo tratarle con el respeto que merece toda persona, independientemente de su posición jerárquica. 

Un colaborador se siente especialmente valorado cuando sus opiniones son escuchadas y consideradas por quien tiene la responsabilidad de tomar las decisiones. 

Y también se siente especialmente valorado cuando, en los asuntos de su competencia, se le da libertad para elegir la solución que considere mejor.

Las personas necesitamos a otras personas para nuestro pleno desarrollo. 

Esto es así en la empresa y fuera de ella. 

En la empresa, esta interrelación, se puede facilitar cuidando las reuniones de trabajo, institucionalizando los momentos de retroalimentación, garantizando la equidad de los sistemas de compensación.

Y sobre todo, cercanía. 

Quien tiene la responsabilidad de dirigir tiene que estar visible y ser accesible para sus colaboradores. La rigidez crea distancia. 

Una buena comunicación siempre se ve recompensada con mejores resultados.

lunes, 19 de agosto de 2013

Colaboradores.

Las vacaciones de verano son, en general, buenas oportunidades para detenerse, revisar el camino recorrido y definir los próximos pasos. Los de nuestras organizaciones, y los nuestros… Nosotros primero, siempre.

El logro de las metas de las empresas dependen del grado de compromiso de las personas que en ellas colaboran, más allá de la responsabilidad que desempeñen en la organización. 

Por tanto, para un directivo es prioritario contar con un equipo de personas, conocedoras de su trabajo, esforzadas en hacerlo bien, con ganas e ilusión por lograr los objetivos. En definitiva, de un equipo de colaboradores.

Una actitud formada en el esfuerzo por hacer las cosas bien supone un buen antídoto para superar los circunstanciales estados de ánimo. 

La voluntad se puede entrenar, y eso depende de cada uno de nosotros. 

Ese entrenamiento de la voluntad se logra a base de pequeños vencimientos, de pequeños esfuerzos, del logro de metas, que comienzan siendo pequeñas y, una vez educada nuestra voluntad, pueden superar todas las expectativas.

Esforzarnos, insistir en lograr lo que nos cuesta engrandece y fortalece nuestra voluntad. Lo más difícil suele ser el compromiso con lo pequeño, con lo menos importante, con lo que suele pasar inadvertido ante los demás… 

Los buenos colaboradores que he conocido (y he tenido la suerte de conocer a muchos) son personas que se preocupan y ocupan de los detalles, de hacer bien las cosas pequeñas, con el mismo interés y esfuerzo con el que atienden los grandes asuntos de sus vidas.


Una voluntad entrenada para hacer las cosas bien se manifiesta en propósitos firmes y un ánimo superior para enfrentar las contrariedades.

Estas son algunas de las diferencias entre un empleado y un colaborador.

Aparentemente es igual, pero no es lo mismo… Ese plus es el que marca la diferencia, y una diferencia que no es menor. 

Las organizaciones de alto desempeño se definen por ser organizaciones de colaboradores.

lunes, 5 de agosto de 2013

Huertos urbanos.

A la entrada en Pamplona el tren se paró unos minutos y pude observar que también en esta ciudad existen estos huertos de ocio cuya labor supone un entretenimiento para las personas mayores, que suelen ser quienes los cultivan.

La opinión que tengo de esta actividad es buena. Además me recuerda -gratamente- a Juan de quien, por cierto, en estos días, se cumplen años de su fallecimiento.

En León existen desde hace años, en la Candamia, un paraje junto a la orilla del río Torío. Son de titularidad municipal y suponen una excelente iniciativa en favor de los jubilados que realizan una actividad física muy sana, de la que además obtienen productos para su propio consumo familiar.

Me da la impresión que lo pasan bien, porque suelo pasar por allí en mis paseos en bicicleta y veo a abuelos, con los que supongo que serán sus nietos, explicándoles cosas de su huerto. A muchos de ellos les recordará su infancia y las tareas agrícolas que realizaban con sus familiares y paisanos.


Pienso que estas actividades son muy completas porque suponen una vía de escape al ritmo de vida de la ciudad, reducen el estrés, aumentan la autoestima de los mayores, fomentan las relaciones sociales y, en muchos casos, suponen una alternativa de alimentación más saludable y económica.

Juan fue un pionero de todas estas cosas. Le conocí hace más de veinte años. Entonces me llamó la atención que cuando se jubiló, alquiló unos marjales en la vega de Granada, a las afueras de su pueblo. 

Iba todos los días a labrar -así decía él-, esa era la palabra que utilizaba. 

Aprendí mucho de sus explicaciones. En la medida en que aumentaba nuestra confianza y detectaba mi interés, me invitaba con más frecuencia a acompañarle.

Recuerdo cómo me decía que cuidar de la tierra era como cuidar de un hijo que necesitaba de cuidados oportunos, es decir, cuando corresponde… Una vez más, con ganas o sin ellas.

sábado, 3 de agosto de 2013

Hora punta...

El intenso calor de estos días ha hecho que se bata el récord de consumo del año en agua y electricidad. 

Leyendo una noticia sobre este asunto me ha sorprendido conocer que el pico de consumo, concretamente en agua, se está produciendo sobre las cuatro de la madrugada… 

Como que no tenía esa percepción.

No sé, quizá, si me hubieran preguntado, hubiera dicho que durante la mañana, por ser la hora de plena actividad de familias y empresas, o al caer la tarde cuando mucha gente se ducha para refrescarse… Pero nunca hubiera pensado que a las cuatro de la madrugada. 

Dicen que a esta hora, en verano, se registra el pico de consumo, sobre todo, por los sistemas de riego en jardines y la limpieza de las calles.

Hablando de horas punta, me acordé que cuando comenzó a extenderse el uso de las redes sociales entre los jóvenes, asistí a una conferencia donde nos preguntaban a los padres con hijos adolescentes sobre cuál era la hora en la que nosotros pensábamos que internet estaba en su máximo pico de consumo… Unos dijeron que las 13’00 horas en plena actividad empresarial, o quizá sobre las 22’00 horas cuando muchas personas, al final del día, revisan sus mensajes… 

No, nos decía el conferenciante: la red está colapsada, de lunes a viernes, sobre las dos de la madrugada…Plop.


No me lo podía creer. Jamás lo hubiera imaginado. Pero si a esa hora se supone que la mayoría de la gente, y más en invierno, estamos durmiendo…Pues parece que no. Y quizá por ello, el conferenciante, previendo nuestra incredulidad, nos proyectó información detallada de consumos, facilitada por las compañías de telecomunicaciones. 

Las dos de la madrugada…

Durante mucho tiempo después he estado pensando sobre este asunto. 

Ahora me explico muchas cosas. 

Porqué a algunos adolescentes les cuesta tanto madrugar, porqué comentan los profesores que es cada vez más común que muchos de ellos se queden dormidos en clase, porqué duermen siesta… Claro, cómo no, si están hasta las tantas y una conectados a internet bien sea en las redes sociales o viendo lo que vean, cómo van a estar suficientemente descansados para enfrentar un nuevo día.

Definitivamente somos padres, formados en el siglo pasado, quienes tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos que son…de otro siglo.

A uno le decían a las diez en casa y, una vez dentro, los riesgos quedaban reducidos a la mínima expresión. Pero ahora, es como si –mágicamente- se hubiera modificado  la estructura de nuestro edificio y se hubiera abierto una ventana al mundo, con todo lo bueno y lo malo que tiene ese acceso.

El problema no es la ventana sino que muchos padres todavía no tienen plena consciencia de su existencia. “Fulanita tiene muy buenos hábitos, nada más cenar se va a su habitación a descansar… Yo le insisto, pero fulanita, hija, relájate, quédate con nosotros a ver la televisión, pero nada, ella siempre se va a su cuarto…”. Un primor de disciplina… Y a lo mejor lo es, pero quizá, cada noche, se va puntualmente a su cuarto porque, desde allí, se comunica con el mundo, sin más límites que los que ella se imponga, a través de esa ventana virtual que han abierto en nuestras casas…

En fin que hay que estar al día, bien informado, con los ojos y los oídos bien abiertos, con datos y no con percepciones (es que yo creía, es que yo pensaba…), que no importa lo que tu creas sino lo que es. 

Y hay datos de sobra y numerosas fuentes disponibles para obtenerlos.

En fin, y volviendo a lo de internet, que me estoy alargando más que de costumbre.

Después de meses dándole vueltas a lo del pico de consumo a las dos de la madrugada y su impacto en el descanso de mis hijos, y qué hacer para ayudarles a descansar y que así puedan aprovechar mejor sus días,  llegué a la conclusión que la mejor manera de facilitar todo esto es durmiendo con el modem…que sí, tal cual; que desde ese día, cuando me voy a la cama, desconecto el modem y lo guardo en uno de los cajones de mi mesita noche, hasta el día siguiente.

Y así, como decía la señora Eustasia, “muerto el perro se acabó la rabia”.

domingo, 28 de julio de 2013

Todo con medida.

Hay directivos que por sus responsabilidades profesionales (marketing, por ejemplo) viven en un torbellino de inauguraciones, cócteles, presentaciones y lanzamientos. 

Una vida social excesiva puede interferir, seriamente, en la vida personal.  

En la salud por el consumo de alcohol y la dieta poco equilibrada; y, lo más importante, en la convivencia con el cónyuge e hijos. Habitualmente estas actividades tienen lugar en la tarde y noche que suele ser el tiempo de la familia.

El exceso de actividad social suele ser común en la cultura de negocios, especialmente en las latinas. Tomar varias copas de alcohol suele ser parte del ritual de relación con el cliente. 

Aprender a estar toda la noche con una o dos copas, sin que nadie se dé cuenta, sólo es posible en reuniones sociales numerosas, no en una comida de negocios con unos clientes.


Como siempre, algunos destacan por su ingenio. Un amigo, cuando tenía una de estas comidas de negocios donde sabía que habría alcohol desde los aperitivos hasta el café, lo primero que hacía era disculparse y decir que iba al baño… En vez de eso, hablaba con el camarero y, a cambio de una propina, le solicitaba el cumplimiento de estas instrucciones: cuando le pida un whisky tráigame un zumo de manzana, un cubata una coca-cola y un vodka quiere decir una tónica. Así se evitaba tener que dar explicaciones, y malas interpretaciones. 

Y es que, en ciertas culturas, beber es una manera de integrarse socialmente. Por eso, a veces, no se entiende que no bebas con tus clientes.

Es cierto que ya no se consume whisky o vodka con la frecuencia y en la cantidad que hace años. Ahora se consumen, con naturalidad, otras bebidas más suaves como el cava, los vinos y hasta el agua mineral (por supuesto, de marca y, en ocasiones, a un precio igual o superior al de un licor…).

Siempre está la alternativa de plantear cambiar una comida de trabajo por un desayuno (donde, en principio, uno puede elegir platos más sanos como frutas y cereales) o por una reunión en las oficinas.  Pero, en la mayoría de los casos, la elección del lugar depende del cliente, también en estos asuntos suele tener la última palabra.

jueves, 18 de julio de 2013

Verba volant, scripta manent.

Una visión estratégica que no esté ligada a un control de gestión suele transformarse en una simple declaración. 

Y un control de gestión sin visión estratégica, es absurdo; pero conozco casos de organizaciones que han hecho millonarias inversiones en sistemas de control de gestión sin tener un plan estratégico a tres años… Increíble pero cierto.

La visión estratégica declara las aspiraciones de una organización. 

Su razón de ser, los valores que pretende, el destino con el que se compromete, etc… 

Todo esto se puede sintetizar, y explicar en un lenguaje sencillo.

Ahora sí, tiene sentido un sistema de control de gestión que, periódicamente, nos entregue información sobre a dónde y cómo vamos.

Tener una clara visión estratégica es como tener un buen motor.

Es importante no olvidar que lo relevante es que se documente por escrito, para impedir su olvido y las interpretaciones erróneas.

“Verba volant, scripta manent” (las palabras vuelan, lo escrito permanece).

“Hijo, eso es más viejo que el hilo negro…” me dijo la señora Eustasia al citarle esta frase en una de nuestras conversaciones. Y tanto, pertenece a un discurso de Cayo Tito ante el senado romano. Culta, la señora.

martes, 16 de julio de 2013

Vientos favorables.

Hace unos dos mil años, Lucio Anneo Séneca, filósofo, político y escritor hispanorromano escribió aquello de «No hay viento favorable para el barco que no sabe adónde va».

Cuando navegamos necesitamos conocer cuál es nuestro destino. Así podremos planificar la ruta y, según vamos avanzando, asegurarnos que vamos en la dirección correcta.



En las organizaciones ocurre algo similar, para dirigir bien es necesario saber dónde queremos ir.

Son habituales los directivos que tienen clara la visión pero que no la comparten con sus colaboradores. Están demasiado enfocados en el corto plazo, o no invierten tiempo en comunicar. Y, en ocasiones, no la comparten porque pudiera ser una amenaza, una pérdida de poder.

En cualquiera de estas situaciones, que cada uno interprete a su manera la visión y su contribución al logro, supone un tremendo despilfarro de recursos.

En cambio aquellas organizaciones en que todos sus colaboradores tienen claro hacia dónde van, saben lo importante que eso es y se comprometen, casi siempre, suelen beneficiarse de los "vientos favorables".

domingo, 7 de julio de 2013

Buenas empresas.

Las buenas empresas son aquellas que logran reclutar, retener y desarrollar a los mejores colaboradores.

Ser una buena empresa no sólo está al alcance de las multinacionales tecnológicas. Cuando veo imágenes de sus instalaciones, a veces, me parecen más un parque de atracciones que una oficina tradicional… Maravilloso.

No es una tarea fácil definir las características de este tipo de organizaciones pero, a pesar de sus particularidades, tienen en común un esfuerzo por respetar a las personas.

Y más singularidades.

Otorgar a los colaboradores un propósito, una causa con la que puedan identificarse. Sean actividades en equipo o el mismo producto; el orgullo de pertenecer y contribuir a un proyecto que puedan sentir como propio, y útil y positivo para muchas otras personas es valorado en este tipo de organizaciones.

Respeto por la diversidad. En vez de tratar que todos piensen y se comporten igual, se alientan formas diversas de enfocar las situaciones cotidianas, la relaciones con clientes y proveedores, la resolución de problemas.

Una gestión participativa donde no sólo se tolere sino que se fomente la innovación y la libertad de poner en práctica las propias ideas, y las oportunidades de formación y desarrollo profesional es otra de las características de este tipo empresas.

Respeto por la vida personal del colaborador. Una organización que reconoce que las personas tienen vida más allá del trabajo, con sus propias exigencias, presiones y motivaciones es muy valorado.

Y más. Pero siempre hay que dejar algo para la próxima vez...

Muchas personas quieren trabajar en buenas empresas porque saben que supone una oportunidad personal si con su trabajo colaboran al crecimiento y desarrollo de estas organizaciones.

Ya se sabe, a todos nos gusta aquello del ganar-ganar… Pero como decía la señora Eustasia “hijo, eso es más antiguo que el hilo negro”.

miércoles, 26 de junio de 2013

Equilibrio entre familia y trabajo.

Durante los últimos meses, casi todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por exceso de trabajo.

Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas, sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones.

Las causas de este tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones. Ahora con la crisis más, pero antes también.

La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor sueldo y un mayor reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden desequilibrar nuestra vida.


Lo mejor es luchar por mantener un equilibrio entre familia y trabajo. 

Trabajar en horarios adecuados, intentar llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos, comer con ellos algún día entre semana aunque suponga para nosotros un esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, hacer deporte con frecuencia, quedar con nuestros amigos, etc son algunas buenas prácticas recomendadas por personas con experiencia.

Si somos capaces de armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra familia y amigos lograremos vivir una vida digna de este nombre y, sin duda, habremos ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras enfermedades desgraciadamente en aumento.

domingo, 23 de junio de 2013

Negociar es comunicar.

Cuando nos planteamos una negociación lo que buscamos es convencer a la otra parte y lograr nuestros objetivos. 

Además de beneficios económicos, una negociación suele suponer un refuerzo a nuestra capacidad profesional y ampliar las relaciones con otras personas, habitualmente clientes y proveedores.

Lograr buenos resultados en una negociación no garantiza que eso vaya a ser siempre así. Cada negociación es diferente y depende de sus circunstancias. 

Pensando sobre casos de buenas negociaciones uno puede identificar buenas prácticas. 

Una básica y que conviene considerar siempre: no existe negocio bueno que lo sea sólo para una parte. Ambas partes deben obtener beneficios con el acuerdo.



Otro elemento relevante es la comunicación no verbal. En una negociación, sin duda, las palabras son importantes pero no debemos infravalorar el tono de la voz, los gestos, las manos, etc, es decir, nuestro lenguaje no verbal. 


Por tanto, cuando fracasemos en una negociación examinemos nuestras palabras pero también nuestros gestos porque, en muchas ocasiones, comunicamos mejor con nuestro ser que con las palabras que salen de nuestra boca. 

Una vez más, comunicar es un arte. 

Y no sólo es cuestión de palabras. Comunicamos, también, con nuestros gestos, nuestras manos, nuestra mirada… Somos personas.

miércoles, 19 de junio de 2013

Confiar en las personas con quienes trabajamos.

En los tiempos que corren preguntarse si muchos protagonistas de la economía y de la política actúan sin principios ni valores, sin normas éticas y morales, puede parecer una estupidez… Su ausencia, en muchas ocasiones, es demasiado evidente. 

Toda organización debiera contar con una declaración de sus principios y valores, expresada con tal claridad que no fuera necesaria ningún tipo de interpretación.

Para definir el rumbo de una organización es preciso distinguir lo pasajero y efímero de lo perdurable y trascendente.

Por ello es preciso sustentar el desarrollo en bases sólidas. 

El compromiso en torno a esos principios y valores resulta crucial si queremos disfrutar de una cultura sólida que es mucho más que palabrería barata en forma de frases ingeniosas y grandilocuentes que, a veces, se obliga a los colaboradores a repetir como papagayos.

Utilizar los principios y valores como guía de nuestro trabajo supone un desarrollo tanto para la organización como para las personas. 

En tiempos de crisis, nos ayudan a superarlas y a aprender, a fortalecernos en la adversidad. 

Sin valores asentados, sin culturas solventes, se puede subsistir. Pero, a la menor crisis, vamos a salir debilitados, desgastados, empobrecidos…

Uno de estos principios y valores es la confianza en las personas con quienes trabajamos.

Y se suele concretar en la delegación.

Delegación y control son palabras afines y complementarias.

La delegación es fácil de entender pero difícil de practicar. 

Algunos consideran que si delegan pierden estatus y poder…Otros no delegan porque desconfían de los demás. 

De la verdadera delegación nace el compromiso, la motivación y las mejores prácticas en dirección de personas. 

Lo importante no es el cuánto sino el cómo. A mejor delegación, más responsabilidad y mejor servicio al cliente. 

Quienes saben delegar tienen más tiempo para pensar en los próximos pasos de la organización, en la estrategia. A veces, quienes más se quejan de no tener tiempo para pensar son quienes no quieren o no saben delegar. No confían en sus colaboradores.

En un entorno cambiante, de cuestionamiento de modelos, es el mejor momento para conocer y fomentar las ventajas competitivas implícitas en la participación, en la responsabilidad, y, sobre todo, en la confianza en las personas con quienes trabajamos.

domingo, 9 de junio de 2013

Cambios.

Para lograr buenos cambios se requiere una adecuada dirección de personas. 

Los dirigentes más efectivos son aquellas personas capaces de desarrollar una visión de futuro para la organización y, además, hacerla realidad. 

Formular una visión de futuro en una empresa significa clarificar en dónde queremos estar en cuanto a segmentos de mercado a atender, líneas de productos y servicios, tecnologías, capacidades que nos distinguirán de otros, estilo de personas…También es útil preguntarse “dónde no se quiere estar”. Nos ayuda a clarificar posiciones.

Vivimos en un tiempo donde los cambios sociales, políticos y económicos son frecuentes. 

Los cambios, en muchas organizaciones, son constantes. Unas personas se incorporan, otras se desvinculan, nuevas tecnologías, nuevas leyes, nuevos competidores. 


Quizá uno de los cambios más complejos para una organización sea mantener una estructura de acuerdo a su nivel de actividad económica. Los frecuentes vaivenes suelen traer consigo ajustes en los equipos de personas. Y las personas necesitamos una mínima estabilidad para realizar nuestro trabajo.

Los análisis para llegar a una propuesta incluyen la visión de futuro de la organización, la situación actual, las personas y el presupuesto disponible. 

Es muy recomendable contar con un especialista externo ya que estas modificaciones afectan a la estructura de poder y es complejo trabajar la propuesta con los afectados.

En la práctica, este tipo de decisiones se suelen postergar. 

Y, si estos cambios no se realizan con rapidez, a veces, el remedio es peor que la enfermedad ya que los cambios en proceso agregan más inestabilidad a la situación general de cambios que se vive. 

Casi siempre, en estas situaciones, entre las personas, se genera una gran incertidumbre cuando se esperan cambios pero estos no llegan. 

La incertidumbre se puede convertir en frustración o desánimo si no se gestionan bien las comunicaciones y se da rienda suelta a las filtraciones, chismes, fantasías… 

Postergar las decisiones de cambio suele ser más dañino que realizarlas aceleradamente.

jueves, 6 de junio de 2013

Hoy.

Solemos esperar una ocasión especial para hacer aquello que tenemos pendiente desde hace tiempo como hablar con un amigo al que no vemos desde años, llamar por teléfono a un familiar, celebrar un logro… Sólo en los funerales recuperamos la perspectiva, y nos dura poco… Esperamos eternamente ese tiempo oportuno para superar nuestras habituales conversaciones, superficiales, sobre política,  la crisis, el fútbol…

Es muy probable que ese momento no llegue nunca. A la espera de ocasiones especiales para hablar con quien no lo hacemos hace tiempo, se nos puede pasar la vida. 

Todo momento es especial si lo sabemos considerar como tal. El momento más importante es hoy, el que estamos viviendo. 



Vivir plenamente cada minuto de nuestra vida como si fuese el más importante, el último, es vivir de verdad y no vivir a medias, esperando ilusorios momentos oportunos.

Cada hora, cada minuto, cada segundo es una oportunidad irrepetible para hacer. 

Ahora es el mejor momento para comenzar a leer, aunque sea poco a poco, esos libros que tengo, apilados,  pendientes de leer desde hace…años; ahora es el mejor momento para proponerme pasar más tiempo con mi familia y no engañarme esperando la llegada del próximo puente o de esas soñadas vacaciones que nunca llegan…

La vida es una sucesión de momentos sencillos en los que se puede disfrutar, siempre, de las cosas pequeñas que, torpemente, solemos reservar sólo para cuando tenga tiempo… Este tipo de expresiones como "más adelante", "algún día", "en otro momento" debieran desaparecer de nuestro vocabulario o restringir su uso al mínimo.

Habitualmente, personas que se distinguen por su logro profesional suelen descuidar la atención a su familia. Es una de las paradojas de nuestro tiempo. ¡Cuánto mejorarían sus vidas si mostraran la misma diligencia que en sus asuntos profesionales!

Dejar para un mejor momento todo aquello que agregue amor, alegría, a nuestras vidas es arriesgarnos, en la mayoría de las ocasiones, a no hacerlo. Hoy es siempre todavía.

domingo, 2 de junio de 2013

Compartir el poder.

Las nuevas tecnologías y la globalización exigen mejoras en los tiempos de respuesta a nuestros clientes. 

Hace diez años, un plazo de una semana para enviar un presupuesto era razonable; hoy es una burla.

Hay dirigentes que no toman decisiones: piden opiniones, escuchan…y se paralizan. 

Esto se suele dar en organizaciones con una tradición de centralización del poder, donde la iniciativa y la colaboración son escasas. 

Hay gente que se paraliza hasta que lleguen las órdenes.

La clave para mejorar esa situación está en compartir poder de decisión con los colaboradores.

No se trata de delegar todo. Se busca que el colaborador tenga el suficiente poder de decisión para hacer bien su trabajo sin estar sobrecargado con responsabilidades que no le corresponden. Éste es el equilibrio a lograr.

Si se comparte poder sobre aspectos que no tienen que ver con su trabajo, o lo delegamos en personas que no son merecedoras de tal delegación podemos causar daños a nuestra organización. Existe el abuso de poder.


El poder no se debe delegar a cualquiera. La decisión de a quién delegar depende de su posición en la organización y de sus cualidades personales. 


Especialmente importante es conocer su compromiso con la verdad, garantía de que el poder se ejercerá de manera constructiva.

Compartir el poder es un elemento a considerar en la mejora de nuestra organización.

viernes, 31 de mayo de 2013

Reuniones, cuestiones básicas.

Reunirse favorece la comunicación entre personas.

Los encuentros cara a cara no pueden ser desplazados por la comunicación telefónica, remota o virtual.

Los nuevos modelos y esquemas de trabajo en las organizaciones recomiendan la reunión de los colaboradores para favorecer la sinergia.

Ahora bien, como decía la señora Eustasia no confundamos la velocidad con el tocino… Una reunión de trabajo no es una simple agrupación de personas que trabajan para la misma organización. La esencia de la reunión requiere de objetivos, método, hora de comienzo… y de finalización.

Hace años tuve un jefe que asistía a las reuniones provisto de un reloj de arena, de tres minutos. Todas las intervenciones tenían ese límite temporal, salvo en asuntos excepcionales. 



Parece una excentricidad pero sus reuniones eran mucho más breves y, lo más importante, más efectivas. 

Me ayudó a aprender a sintetizar y a valorar el aprovechamiento del tiempo.

También conocí a otro personaje (me avergüenza reconocer que fue mi jefe…) que quizá enredado en su paranoia nos reunía en una sala en que las sillas tenían las patas delanteras un poco más cortas que las traseras…

Decía que se trataba de una técnica para mantener la "tensión creativa" en las reuniones de equipo, que había aprendido de un conocido consultor norteamericano en un taller sobre “time management”…

Estoy recordando que muchos días terminaba con calambres en las piernas por mi esfuerzo por mantenerme sentado en una posición digna…Menudo “campeón”…jajaja.


Antes de recurrir a este tipo de excentricidades, probemos con lo básico, con las buenas prácticas, que, en este caso, consisten en esforzarnos porque las reuniones que convoquemos tengan un objetivo, unas reglas para el uso de la palabra, una hora de comienzo y también -importante- de finalización, y un sistema de seguimiento de lo acordado.