@MendozayDiaz

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domingo, 28 de julio de 2013

Todo con medida.

Hay directivos que por sus responsabilidades profesionales (marketing, por ejemplo) viven en un torbellino de inauguraciones, cócteles, presentaciones y lanzamientos. 

Una vida social excesiva puede interferir, seriamente, en la vida personal.  

En la salud por el consumo de alcohol y la dieta poco equilibrada; y, lo más importante, en la convivencia con el cónyuge e hijos. Habitualmente estas actividades tienen lugar en la tarde y noche que suele ser el tiempo de la familia.

El exceso de actividad social suele ser común en la cultura de negocios, especialmente en las latinas. Tomar varias copas de alcohol suele ser parte del ritual de relación con el cliente. 

Aprender a estar toda la noche con una o dos copas, sin que nadie se dé cuenta, sólo es posible en reuniones sociales numerosas, no en una comida de negocios con unos clientes.


Como siempre, algunos destacan por su ingenio. Un amigo, cuando tenía una de estas comidas de negocios donde sabía que habría alcohol desde los aperitivos hasta el café, lo primero que hacía era disculparse y decir que iba al baño… En vez de eso, hablaba con el camarero y, a cambio de una propina, le solicitaba el cumplimiento de estas instrucciones: cuando le pida un whisky tráigame un zumo de manzana, un cubata una coca-cola y un vodka quiere decir una tónica. Así se evitaba tener que dar explicaciones, y malas interpretaciones. 

Y es que, en ciertas culturas, beber es una manera de integrarse socialmente. Por eso, a veces, no se entiende que no bebas con tus clientes.

Es cierto que ya no se consume whisky o vodka con la frecuencia y en la cantidad que hace años. Ahora se consumen, con naturalidad, otras bebidas más suaves como el cava, los vinos y hasta el agua mineral (por supuesto, de marca y, en ocasiones, a un precio igual o superior al de un licor…).

Siempre está la alternativa de plantear cambiar una comida de trabajo por un desayuno (donde, en principio, uno puede elegir platos más sanos como frutas y cereales) o por una reunión en las oficinas.  Pero, en la mayoría de los casos, la elección del lugar depende del cliente, también en estos asuntos suele tener la última palabra.

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