Trabajar en equipo es
imprescindible para aprovechar los conocimientos y habilidades de todos los
colaboradores. Además, es casi imposible -y en cualquier caso, nada
recomendable- asumir todos los asuntos.
La colaboración se complica
cuando llega al equipo una persona de un perfil que, lamentablemente, se ha
extendido demasiado.
Me estoy refiriendo a individuos cuya actitud permanente es de lucha, que plantean todas las
relaciones (con proveedores, con compañeros, con clientes…) en términos
bélicos, donde siempre tiene que haber vencedores y vencidos.
Muy desagradables.
Señalan sin ningún tipo de
compasión los errores de los demás, suelen usar un tono de voz fuerte,
prepotente. Exponen sus opiniones con vehemencia, como si fueran los dueños de
la verdad.
Siempre preocupados de su apariencia.
No son simpáticos.
Y los seguidores que logran,
habitualmente, no tienen una estima auténtica por estos personajes sino que
suelen ser personas que intentan protegerse de sus ataques.
En muchas organizaciones se les
ha considerado -y promocionado- como ejemplos a imitar.
Intentar trabajar en equipo con
este tipo de personas no es fácil…
Estas personas hay que encaminarlas con
reglas claras, señalando y corrigiendo, con claridad y oportunidad, sus faltas
de respeto y agresividad verbal…
Y si el susodicho es el jefe… Sálvese
quien pueda y que el último apague la luz…
Respetar a todas las personas con
las que nos relacionamos es esencial en nuestro desarrollo profesional.
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