Las buenas empresas son aquellas
que logran reclutar, retener y desarrollar a los mejores colaboradores.
Ser una buena empresa no sólo
está al alcance de las multinacionales tecnológicas. Cuando veo imágenes de
sus instalaciones, a veces, me parecen más un parque de atracciones que una oficina
tradicional… Maravilloso.
No es una tarea fácil definir las
características de este tipo de organizaciones pero, a pesar de sus
particularidades, tienen en común un esfuerzo por respetar a las personas.
Y más singularidades.
Otorgar a los colaboradores un
propósito, una causa con la que puedan identificarse. Sean actividades en
equipo o el mismo producto; el orgullo de pertenecer y contribuir a un proyecto
que puedan sentir como propio, y útil y positivo para muchas otras personas es
valorado en este tipo de organizaciones.
Respeto por la diversidad. En vez
de tratar que todos piensen y se comporten igual, se alientan formas diversas
de enfocar las situaciones cotidianas, la relaciones con clientes y proveedores,
la resolución de problemas.
Una gestión participativa donde
no sólo se tolere sino que se fomente la innovación y la libertad de poner en
práctica las propias ideas, y las oportunidades de formación y desarrollo
profesional es otra de las características de este tipo empresas.
Respeto por la vida personal del
colaborador. Una organización que reconoce que las personas tienen vida más
allá del trabajo, con sus propias exigencias, presiones y motivaciones es muy
valorado.
Y más. Pero siempre hay que dejar algo para la próxima vez...
Muchas personas quieren trabajar
en buenas empresas porque saben que supone una oportunidad personal si con su
trabajo colaboran al crecimiento y desarrollo de estas organizaciones.
Ya se sabe, a todos nos gusta aquello
del ganar-ganar… Pero como decía la señora Eustasia “hijo, eso es más antiguo
que el hilo negro”.
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