Publicado en "Diario de León" el viernes 14 de febrero del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/llevarse-el-modem/202002140930391986681.html?fbclid=IwAR0gmDOiwSN3BhPCYt7YV445uxTczRdX_tPRTXLcwaFZH7aUc1kADExyODo
Jóvenes (niños…) y redes sociales. Un tema recurrente, de
actualidad, de impacto en la educación de nuestros hijos. Hace unas semanas desayunábamos
con la noticia de unos padres de Australia que, ante la negativa de sus hijos a
acompañarlos en unos días de vacaciones, tomaron la extravagante decisión de
llevarse el módem para intentar que así ellos también descansaran, “desconectaran”
… Y, días después, con las declaraciones de una experta policía en asuntos de
ciberseguridad que ha afirmado que “si los padres vieran lo que yo veo todos
los días, no darían móviles a sus hijos”. Cuando comenzó a extenderse el uso de
las redes sociales entre los jóvenes, asistí a una conferencia donde nos
preguntaban a los padres con hijos adolescentes sobre cuál era la hora en la
que nosotros pensábamos que internet estaba en su máximo pico de consumo. Unos
dijeron que la una de la tarde, en plena actividad empresarial; o quizá sobre
las diez de la noche cuando muchas personas, al final del día, revisan sus
mensajes, sus redes, etc. No, nos decía el conferenciante: la red está
colapsada, de lunes a viernes, sobre las dos de la madrugada… No me lo podía
creer. ¡Pero si a esa hora se supone que la mayoría de la gente, y más en
invierno, estamos durmiendo…! Pues-parece-que-no. Y quizá por ello, el
conferenciante, previendo nuestra posible incredulidad, nos proyectó
información detallada de consumos, facilitada por las compañías de
telecomunicaciones.
Las dos de la madrugada… Ahora me explico muchas cosas. Por qué
a algunos adolescentes les cuesta tanto madrugar, por qué comentan los
profesores que es cada vez más común que muchos jóvenes se queden dormidos en
clase… Claro, cómo no, si están hasta las tantas y una conectados a internet
bien sea en las redes sociales o viendo lo que vean, cómo van a estar
suficientemente descansados para enfrentar un nuevo día. Definitivamente somos
padres, formados en el siglo pasado, quienes tenemos la responsabilidad de
educar a nuestros hijos, que son de otro siglo. Nuestros hijos son “nativos
digitales”. ¿Qué quiere decir esto? No entienden la vida de otra manera. Es su
manera de aprender, de relacionarse. Ellos no han nacido con el concepto de
“filtro”. Tu preguntabas, te recomendaban un buen libro, o te informaban
mediante una conversación. Ellos no, ellos encuentran respuestas a todas sus
preguntas en internet. Además, buscan su identidad real en las redes sociales
donde las identidades pueden ser falsas y, para ellos, sin embargo, son “los”
modelos. Sus relaciones sociales son, en muchos casos, virtuales no personales.
Hablan, se enamoran, se pelean, se reconcilian… Ventajas para ellos: nadie me
da la “chapa”, es mi zona de confort, mi entorno seguro. No tengo que aguantar
las preguntas de mis padres: “¿por qué me preguntas?” “¿para qué me
preguntas?”.
¿Qué hacer? Según los expertos, los temas claves para
promover el uso seguro y responsable de internet entre los menores son: privacidad,
virus y fraudes y las consecuencias de un uso excesivo. Concretando y
dependiendo de la edad. Con los más pequeños: acompañar, prestar atención a lo
que hace mientras está conectado; supervisar, acompañarle durante la búsqueda y
su aprendizaje, elegir contenidos apropiados a su edad. Con los más mayores:
dialogar sobre el uso de internet y el comportamiento seguro y responsable.
Crear un clima de confianza y respeto mutuo. Que se sienta cómodo solicitando
tu ayuda. Dialoga, interésate por lo que hace en línea, conoce su actividad en
redes sociales. Enséñale a pensar sobre lo que encuentra en línea. Y, muy
importante: sé el mejor ejemplo. Busca la desconexión, fomenta la comunicación
familiar. El lado bueno de este tipo de situaciones es que empezamos a tomar
conciencia del efecto invasor de internet en nuestras vidas. Lo que es un medio
maravilloso y potente de información, diversión, comunicación, educación y
aprendizaje va camino de transformarse en un monstruo tentacular que invade sin
ningún tipo de reparo tertulias, relaciones y reuniones. Conviene tener momentos
de desconexión real, total. Como, por ejemplo, en las comidas familiares, que
tienen una gran importancia: ahí es donde se transmiten las buenas prácticas,
los valores, la cultura. Que-no-cunda-el-pánico. Afortunadamente, en éste, como
en tantos otros asuntos, hay buenas experiencias documentadas. Pero si en
nuestro caso no resultaran, siempre quedará llevarse-el-módem…