Hace unas semanas hubo una polémica por la inauguración de la nueva sede del Banco Central Europeo. Dicen que con lo que ha costado se podría erradicar el hambre infantil en todos los países del sur de Europa. No me parece ni ético ni estético que en una época de recortes y “austeridades” las autoridades se gasten cientos de millones en un edificio. Otro más. Como en tiempos del faraón. El uso alternativo de ese dinero es enorme. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que hay dinero sólo para lo que les interesa, a-los-de-siempre (“establishment”).
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He pasado unos agradables días, en Cantabria, a pesar de la lluvia y el viento; o gracias a ellos, pues es lo que toca en esta época del año. ¿O quizá sería por la compañía…?
Uno de los días desayuné con la noticia de que, al menos, seis imputados repetirán como cabezas de lista en las elecciones municipales de esta comunidad autónoma. Cuatro del PSOE y dos del PRC, el partido del ínclito Revilla.
Están siendo “investigados” por delitos de malversación de caudales públicos, prevaricación y otros, por lo de siempre: desmanes urbanísticos, aprobar planes de urbanización en suelos no programados, concesiones de licencias que no reúnen los requisitos exigidos por la ley, y un absurdo y preocupante etcétera.
Cada vez me preocupa más la corrupción y veo más urgente la necesaria (imprescindible) regeneración. Pero después de los resultados de las elecciones andaluzas mejor no hablar. Por el momento.
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Durante los últimos años se han destinado miles de millones de euros de los impuestos aportados por los españoles a políticas de formación y, en particular, a los cursos para desempleados.
Asistimos a otro escándalo provocado por la noticia de que, nuevamente, nos encontramos con un fraude en la asignación de una parte de esos cursos que, en vez de destinarse a apoyar a las personas desempleadas para que encuentren un trabajo, terminan en los bolsillos de algunos sindicatos y organizaciones de empresarios.
Una reforma de la formación debe procurar transparencia y una incidencia real y práctica –medible, evaluable, controlable y útil- en los desempleados.
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Dimitió el ministro de Infraestructuras y Transportes de Italia porque se ha sabido que su hijo, ingeniero recién graduado, “ha encontrado” trabajo en las empresas del constructor más beneficiado por las adjudicaciones del Ministerio que dirige su papá….. “Causalidades” (que no casualidades) de la vida.
Lo chusco de este caso es que el Ministro había exigido “rigor ético” a sus colaboradores a través de una circular en la que les prohibía admitir, para sí mismos o para otros, regalos con un valor superior a 150 euros… "Haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga".
El escándalo todavía no acaba porque se ha conocido que el constructor también le regaló al hijo del “ministro benefactor” un reloj Rolex valorado en unos 10.000 euros y que otro empresario pagaba sus trajes y los de su hijo… Dejà vu.
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