@MendozayDiaz

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miércoles, 4 de marzo de 2015

"Capitalismo de amiguetes".

Continúo dándole vueltas a la frase que leí en un artículo de Arturo Pereira, colaborador habitual de Diario de León con sus tribunas sobre seguridad y derechos humanos: “Los cristianos perseguidos merecen al menos la misma atención que el oso panda”. Realmente llama la atención el silencio de los países occidentales ante el asesinato -periódico- de cristianos. Al menos en comparación con la reacción que sigue a otros crímenes igualmente sanguinarios e intolerables.
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Tsipras acusa a España y Portugal de intentar “derribar” su Gobierno. Dicen que quieren desgastarles antes de que su ejemplo cree escuela en sus países. No digo ni que si ni que no. Lo que está claro es que los neocomunistas -griegos y también los españoles- andan enredados en el laberinto de sus promesas electorales.

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Dice el escritor Juan Eslava Galán (Premio Primavera de Espasa) que “los profesores tienen hoy por hoy mucho más nivel que nunca, pero no pueden hacer nada porque los niños vienen amontarados de casa y con cuarenta maleducados -puesto que los padres han hecho dejación de su obligación- no se pueden hacer milagros”. Qué razón tiene el modelo educativo que se fundamenta en los padres, profesores y alumnos (en ese orden).

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Todavía no se vislumbra una solución en el conflicto de las ocho autopistas en riesgo de quiebra. De una u otra forma la nacionalización de sus pérdidas llegará. Bien por una decisión política que supongo que el Gobierno está revisando por impopular y escandalosa, bien porque se activen una de las garantías contractuales, la Responsabilidad Patrimonial de la Administración que puede ascender -para el Estado, es decir, para todos- a una cantidad superior a los 5.000 millones de euros.

Estamos ante un ejemplo más de mala administración y supervisión que -también- tiene su origen en el agujero negro de la burbuja inmobiliaria. Es destacable el cinismo de los habituales defensores de la economía de mercado, del control del déficit público que, en este caso, no tienen ningún tipo de escrúpulos en solicitar la intervención del estado y su responsabilidad ante los miles de millones de pérdidas. 

El viejo discurso de privatizar las ganancias y nacionalizar las pérdidas de nuestro “capitalismo de amiguetes”.

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