@MendozayDiaz

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sábado, 24 de agosto de 2013

Tanto cobras...¿tanto vales?

Familia y trabajo son dos ámbitos de desarrollo humano y profesional que se enriquecen mutuamente, pero no hay que olvidar que el trabajo es instrumental para la familia, y no la familia instrumental para el trabajo. 


Ambos, hombre y mujer, tienen que priorizar su hogar como su primera empresa, no sólo en su cabeza y en su corazón, sino también en su agenda diaria. 

Si no es así, como el trabajo es más rígido, con objetivos, incentivos o sanciones a corto plazo, y la familia más flexible y comprensiva, al final el deseable equilibrio entre trabajo y familia se quiebra en contra de la familia…

El trabajo es como un gas que se mete en todas las grietas que dejamos en nuestra vida, y que acaba llenándolo todo si no ponemos muros de contención.

Otro factor que contribuye a la situación de confusión actual es el mismo concepto de trabajo. 

A veces, se exalta el trabajo remunerado como único indicador de la valía de una persona: tanto cobras, tanto vales. 

Es preciso superar esta visión economicista que sólo valora lo que se puede cuantificar y lo que se remunera, y que ha influido en gran medida en la progresiva devaluación de los trabajos domésticos y de cuidado de personas, una cuenta cuyo valor económico de mercado, si se tuviera en cuenta, haría que el PIB de España aumentara en torno a un cuarenta por ciento.

jueves, 15 de agosto de 2013

Pornografía en internet.

Hace unos días, el primer ministro británico, David Cameron, propuso universalizar los filtros para menores que ya se incluyen en navegadores y buscadores, y extenderlos a todos los ordenadores de Reino Unido, tengan la edad que tengan sus propietarios. 

En la práctica supondrá que los ciudadanos que quieran consumir porno tendrán que solicitarlo explícitamente a su proveedor, es decir, identificarse para que le desactiven el filtro.

Cameron justificó su propuesta como un paso contra la negativa influencia de la pornografía en la formación de los niños, y con el fin de proteger a nuestros menores de los abusos sexuales. Es la respuesta de su gobierno al debate suscitado en el país a raíz de la muerte de dos niños cuyos asesinos eran asiduos a la pornografía infantil.

Estas nuevas medidas contra la pornografía contienen otras modificaciones, como la de hacer una lista de términos pornográficos que no den resultados en buscadores. 

Cameron puso un ejemplo: si alguien teclea la palabra niño y la palabra sexo el buscador aconsejará al internauta algo similar a esto, “¿te refieres a educación sexual para niños?”.

Las empresas y organizaciones con intereses económicos en juego ya han comenzado a reaccionar.

Argumentos… tantos como gustos y colores.

Hay empresas de buscadores que proclaman el derecho de sus usuarios a teclear cualquier palabra y aseguró que la propuesta atenta contra los derechos a la intimidad y a la libertad de expresión.

Algún colega al servicio de estos intereses ha afirmado que, si la propuesta de Cameron se concretara en una ley, significaría un serio retroceso a las libertades…


Otros no se andan por las ramas y manifiestan claramente que si se plantearan obstáculos para acceder a páginas webs con contenido adulto (este es el término políticamente correcto con el que se denomina a la pornografía…) puede tener un impacto considerable sobre los beneficios económicos de una industria que es legal… Dinero, dinero, mucho dinero…

No ha faltado quien ha argumentado sobre las dificultades técnicas que conllevaría el desarrollo de estas propuestas.

El mensaje de Cameron ha sido muy claro para estas empresas, ustedes tienen el deber moral de actuar. Si hay obstáculos técnicos para que actúen los motores de búsqueda no deben mantenerse al margen y decir que no se puede. Empleen esos grandes cerebros para ayudar a superar los obstáculos. 

Me parecen muy acertadas las propuestas de David Cameron, pero tengo serias dudas de que se lleguen a concretar en una ley. Hay intereses económicos de muchísimos ceros que podrían verse afectados y este tipo de organizaciones son especialistas en cabildear.

Habrá que esperar hasta el otoño.

lunes, 5 de agosto de 2013

Huertos urbanos.

A la entrada en Pamplona el tren se paró unos minutos y pude observar que también en esta ciudad existen estos huertos de ocio cuya labor supone un entretenimiento para las personas mayores, que suelen ser quienes los cultivan.

La opinión que tengo de esta actividad es buena. Además me recuerda -gratamente- a Juan de quien, por cierto, en estos días, se cumplen años de su fallecimiento.

En León existen desde hace años, en la Candamia, un paraje junto a la orilla del río Torío. Son de titularidad municipal y suponen una excelente iniciativa en favor de los jubilados que realizan una actividad física muy sana, de la que además obtienen productos para su propio consumo familiar.

Me da la impresión que lo pasan bien, porque suelo pasar por allí en mis paseos en bicicleta y veo a abuelos, con los que supongo que serán sus nietos, explicándoles cosas de su huerto. A muchos de ellos les recordará su infancia y las tareas agrícolas que realizaban con sus familiares y paisanos.


Pienso que estas actividades son muy completas porque suponen una vía de escape al ritmo de vida de la ciudad, reducen el estrés, aumentan la autoestima de los mayores, fomentan las relaciones sociales y, en muchos casos, suponen una alternativa de alimentación más saludable y económica.

Juan fue un pionero de todas estas cosas. Le conocí hace más de veinte años. Entonces me llamó la atención que cuando se jubiló, alquiló unos marjales en la vega de Granada, a las afueras de su pueblo. 

Iba todos los días a labrar -así decía él-, esa era la palabra que utilizaba. 

Aprendí mucho de sus explicaciones. En la medida en que aumentaba nuestra confianza y detectaba mi interés, me invitaba con más frecuencia a acompañarle.

Recuerdo cómo me decía que cuidar de la tierra era como cuidar de un hijo que necesitaba de cuidados oportunos, es decir, cuando corresponde… Una vez más, con ganas o sin ellas.

sábado, 3 de agosto de 2013

Hora punta...

El intenso calor de estos días ha hecho que se bata el récord de consumo del año en agua y electricidad. 

Leyendo una noticia sobre este asunto me ha sorprendido conocer que el pico de consumo, concretamente en agua, se está produciendo sobre las cuatro de la madrugada… 

Como que no tenía esa percepción.

No sé, quizá, si me hubieran preguntado, hubiera dicho que durante la mañana, por ser la hora de plena actividad de familias y empresas, o al caer la tarde cuando mucha gente se ducha para refrescarse… Pero nunca hubiera pensado que a las cuatro de la madrugada. 

Dicen que a esta hora, en verano, se registra el pico de consumo, sobre todo, por los sistemas de riego en jardines y la limpieza de las calles.

Hablando de horas punta, me acordé que cuando comenzó a extenderse el uso de las redes sociales entre los jóvenes, asistí a una conferencia donde nos preguntaban a los padres con hijos adolescentes sobre cuál era la hora en la que nosotros pensábamos que internet estaba en su máximo pico de consumo… Unos dijeron que las 13’00 horas en plena actividad empresarial, o quizá sobre las 22’00 horas cuando muchas personas, al final del día, revisan sus mensajes… 

No, nos decía el conferenciante: la red está colapsada, de lunes a viernes, sobre las dos de la madrugada…Plop.


No me lo podía creer. Jamás lo hubiera imaginado. Pero si a esa hora se supone que la mayoría de la gente, y más en invierno, estamos durmiendo…Pues parece que no. Y quizá por ello, el conferenciante, previendo nuestra incredulidad, nos proyectó información detallada de consumos, facilitada por las compañías de telecomunicaciones. 

Las dos de la madrugada…

Durante mucho tiempo después he estado pensando sobre este asunto. 

Ahora me explico muchas cosas. 

Porqué a algunos adolescentes les cuesta tanto madrugar, porqué comentan los profesores que es cada vez más común que muchos de ellos se queden dormidos en clase, porqué duermen siesta… Claro, cómo no, si están hasta las tantas y una conectados a internet bien sea en las redes sociales o viendo lo que vean, cómo van a estar suficientemente descansados para enfrentar un nuevo día.

Definitivamente somos padres, formados en el siglo pasado, quienes tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos que son…de otro siglo.

A uno le decían a las diez en casa y, una vez dentro, los riesgos quedaban reducidos a la mínima expresión. Pero ahora, es como si –mágicamente- se hubiera modificado  la estructura de nuestro edificio y se hubiera abierto una ventana al mundo, con todo lo bueno y lo malo que tiene ese acceso.

El problema no es la ventana sino que muchos padres todavía no tienen plena consciencia de su existencia. “Fulanita tiene muy buenos hábitos, nada más cenar se va a su habitación a descansar… Yo le insisto, pero fulanita, hija, relájate, quédate con nosotros a ver la televisión, pero nada, ella siempre se va a su cuarto…”. Un primor de disciplina… Y a lo mejor lo es, pero quizá, cada noche, se va puntualmente a su cuarto porque, desde allí, se comunica con el mundo, sin más límites que los que ella se imponga, a través de esa ventana virtual que han abierto en nuestras casas…

En fin que hay que estar al día, bien informado, con los ojos y los oídos bien abiertos, con datos y no con percepciones (es que yo creía, es que yo pensaba…), que no importa lo que tu creas sino lo que es. 

Y hay datos de sobra y numerosas fuentes disponibles para obtenerlos.

En fin, y volviendo a lo de internet, que me estoy alargando más que de costumbre.

Después de meses dándole vueltas a lo del pico de consumo a las dos de la madrugada y su impacto en el descanso de mis hijos, y qué hacer para ayudarles a descansar y que así puedan aprovechar mejor sus días,  llegué a la conclusión que la mejor manera de facilitar todo esto es durmiendo con el modem…que sí, tal cual; que desde ese día, cuando me voy a la cama, desconecto el modem y lo guardo en uno de los cajones de mi mesita noche, hasta el día siguiente.

Y así, como decía la señora Eustasia, “muerto el perro se acabó la rabia”.

miércoles, 31 de julio de 2013

Exiliados en casa.

Chicos, adolescentes, que se marginan en sus habitaciones donde ven televisión, escuchan música, pasan horas con los videojuegos y navegando en la red.


Encierro alarmante.

Su música favorita suele ser sórdida, oscura y desesperada.

No me canso de insistir en que debemos de traducir las letras de las canciones que escuchan nuestros hijos. Y comentar con ellos los ejemplos de vida que nos ofrecen sus protagonistas.

Sin dramatizar pero este aislamiento llevado a un extremo puede ser grave. 

Pensando en estos casos recordé que, a comienzos de este siglo, se empezó a oír hablar de los hikikomori (palabra japonesa que se puede traducir como retraimiento), chicos que no salían de sus habitaciones incluso por años. 

Aislados, sin vida social. 

Interrumpían su aislamiento sólo para comer, para comprar en horarios de primera o última hora o en tiendas nocturnas, donde las probabilidades de encontrarse con gente conocida disminuyen.

Algunos incluso comían en sus propias habitaciones. Restos de comida de varios días junto a la televisión. Viendo series completas de forma ininterrumpida, capítulo tras capítulo, o concursos de televisión.

Como una especie de rebelión silenciosa.

Dicen que, en algunos casos, surgió como respuesta a frustraciones mal llevadas por fracasos educativos, o por no tener amigos. O víctimas de agresiones silenciosas de compañeros.

En Japón si se puede dejar de ir al colegio, no existe la escolarización obligatoria tal y como la conocemos en España. 

Para dar respuesta a estas situaciones siempre es determinante la actitud de los padres, si toleran o no una vida familiar así. Cosas de adolescentes, ya se le pasará, presionarle podría ser peor…

No tengo información sobre cómo habrá evolucionado este fenómeno social pero, en cualquier caso, me acordé de aquello que decía la señora Eustasia “hijo, que ya sabes lo que se dice desde los tiempos del faraón, que no es bueno que el hombre esté sólo”.

domingo, 28 de julio de 2013

Todo con medida.

Hay directivos que por sus responsabilidades profesionales (marketing, por ejemplo) viven en un torbellino de inauguraciones, cócteles, presentaciones y lanzamientos. 

Una vida social excesiva puede interferir, seriamente, en la vida personal.  

En la salud por el consumo de alcohol y la dieta poco equilibrada; y, lo más importante, en la convivencia con el cónyuge e hijos. Habitualmente estas actividades tienen lugar en la tarde y noche que suele ser el tiempo de la familia.

El exceso de actividad social suele ser común en la cultura de negocios, especialmente en las latinas. Tomar varias copas de alcohol suele ser parte del ritual de relación con el cliente. 

Aprender a estar toda la noche con una o dos copas, sin que nadie se dé cuenta, sólo es posible en reuniones sociales numerosas, no en una comida de negocios con unos clientes.


Como siempre, algunos destacan por su ingenio. Un amigo, cuando tenía una de estas comidas de negocios donde sabía que habría alcohol desde los aperitivos hasta el café, lo primero que hacía era disculparse y decir que iba al baño… En vez de eso, hablaba con el camarero y, a cambio de una propina, le solicitaba el cumplimiento de estas instrucciones: cuando le pida un whisky tráigame un zumo de manzana, un cubata una coca-cola y un vodka quiere decir una tónica. Así se evitaba tener que dar explicaciones, y malas interpretaciones. 

Y es que, en ciertas culturas, beber es una manera de integrarse socialmente. Por eso, a veces, no se entiende que no bebas con tus clientes.

Es cierto que ya no se consume whisky o vodka con la frecuencia y en la cantidad que hace años. Ahora se consumen, con naturalidad, otras bebidas más suaves como el cava, los vinos y hasta el agua mineral (por supuesto, de marca y, en ocasiones, a un precio igual o superior al de un licor…).

Siempre está la alternativa de plantear cambiar una comida de trabajo por un desayuno (donde, en principio, uno puede elegir platos más sanos como frutas y cereales) o por una reunión en las oficinas.  Pero, en la mayoría de los casos, la elección del lugar depende del cliente, también en estos asuntos suele tener la última palabra.

miércoles, 24 de julio de 2013

Con ganas o sin ellas.

La satisfacción personal por el trabajo realizado no depende exclusiva y únicamente de la compensación económica recibida.

Conozco personas que se esfuerzan por hacer las cosas bien porque consideran que es una manera de perfeccionarse como personas.


Tienen una preocupación permanente por mejorar sus competencias personales y profesionales. 

Competencias que se adquieren y crecen mediante su continuo ejercicio. Estudio y trabajo. Interés por aprender.

Los sentimientos no son suficientes para mejorar el carácter. 

Son necesarios hechos concretos que fortalezcan nuestro deseo interior de ser mejores, y luchar por conseguirlo. 

Con ganas o sin ellas.

Perseverar es de hombres y mujeres fuertes, que conocen sus deberes y se esfuerzan por cumplirlos. 

Da gusto trabajar con este tipo de gente. 

domingo, 21 de julio de 2013

Nosotros primero.

Casi siempre que hablamos de ética nos referimos a asuntos actuales de carácter político o económico, o a la ética de los otros… Rara vez a nuestras actividades cotidianas. 

Ser ético es ser una persona en quien se pueda confiar. Luchar por vivir sin dobleces, sin justificar nuestras acciones cuando sean malas. Al pan, pan, al vino, vino…

Ésta es la ética de todos los días, la cotidiana, la que debemos cuidar prioritariamente porque con nuestras pequeñas acciones contribuimos -o no- a generar una cultura de confianza, de respeto a los demás.

Es muy fácil asentir a grandilocuentes propuestas de regeneración ética para tal o cual institución u organización. Y no tanto responsabilizarse de la propia vida, y cuidar el impacto de nuestras acciones en otras personas.

Estaremos contribuyendo a la verdadera regeneración si nos esforzamos por mejorar las relaciones con las personas con quienes habitualmente convivimos, luchando por ser más sinceros, más honrados, más responsables, más trabajadores, más serviciales, más cariñosos…Nosotros primero.



lunes, 15 de julio de 2013

Variables que influyen en la educación.

¿Para qué futuro educamos? ¿Para qué proyecto de sociedad?

No podemos plantear un programa para mejorar la educación sin definir el modelo de sociedad al que aspiramos. Sin una consideración sobre la persona.

Tradicionalmente se ha tratado de mejorar la educación actuando únicamente sobre algunas variables de la oferta: infraestructuras, gasto por alumno, ratio de número de alumnos por profesor, temarios, etc.

También hay que considerar que para el rendimiento de un alumno es muy relevante el nivel cultural de sus padres, su capacidad económica, y las condiciones físicas y de organización de su casa. 

Y, sobre todo, las relaciones de convivencia que viven cotidianamente estas personas.

Por tanto, y dicho en un lenguaje de negocios, los resultados en materia de educación dependen no sólo de la calidad de la oferta sino también de las condiciones de la demanda.

Si queremos educar para una verdadera mejora social, debemos considerar que los estudiantes con problemas familiares se suelen desenvolver en un ambiente poco favorable para el logro de buenos resultados. 

Considerar y ayudar.

miércoles, 26 de junio de 2013

Equilibrio entre familia y trabajo.

Durante los últimos meses, casi todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por exceso de trabajo.

Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas, sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones.

Las causas de este tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones. Ahora con la crisis más, pero antes también.

La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor sueldo y un mayor reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden desequilibrar nuestra vida.


Lo mejor es luchar por mantener un equilibrio entre familia y trabajo. 

Trabajar en horarios adecuados, intentar llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos, comer con ellos algún día entre semana aunque suponga para nosotros un esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, hacer deporte con frecuencia, quedar con nuestros amigos, etc son algunas buenas prácticas recomendadas por personas con experiencia.

Si somos capaces de armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra familia y amigos lograremos vivir una vida digna de este nombre y, sin duda, habremos ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras enfermedades desgraciadamente en aumento.

domingo, 16 de junio de 2013

Horarios.

Es frecuente escuchar las quejas sobre las largas jornadas de trabajo en nuestras organizaciones. 

Esto sumado a las distancias entre casa y lugar de trabajo, nos da como resultado que la hora de regreso no sea antes de las nueve de la noche…

Las causas de estos horarios tan irracionales son complejas.

En empresas en crecimiento o en crisis se exige una dedicación adicional a las personas. Tiene su lógica. 

Sin embargo, no tanto el hasta cuándo y cuántos. Porque esa situación excepcional se convierte en habitual y, en ocasiones, la carga de trabajo se repartiría de forma más equitativa si se quisiera o supiera delegar.

Estar muchas horas en el lugar de trabajo no es lo mismo que trabajar mucho y, menos todavía, sinónimo de trabajar bien. 

Hay gente que llegan los primeros y se van los últimos y se les considera, aun cuando su trabajo sea mediocre, sólo por el hecho físico de que siempre están ahí…


Se pierde mucho tiempo en la máquina del café, saliendo al exterior a fumar un cigarrito, en reuniones sin sentido, con interrupciones, con llamadas de teléfono que se alargan sin razón, con comidas de trabajo…

Hay otra causa, tan increíble como cierta (y no menor): hay quienes amplían sus horarios simplemente porque es lo socialmente esperado de alguien que quiera ser considerado como profesionalmente exitoso; o dicho de otra manera, si alguien regresara a casa, habitualmente, a las seis o siete de la tarde tendría que dar muchas explicaciones a propios y extraños… 

Y no todo el mundo quiere o puede afrontar esa situación. 

Como decía la señora Eustasia, "Hijo, cada persona es un mundo...".

jueves, 13 de junio de 2013

Nala y Simba.

Esos eran los nombres de nuestros perros. 

Llegaron a casa cuando mis hijos mayores tenían cinco y seis años y por entonces la película infantil de moda era “El Rey León”… "Hakuna Matata vive y deja vivir", "Hakuna Matata,  vive y sé feliz", etc... y toda esa filosofía animal de la que tanto se puede aprender.

De cachorros, estos perros de raza golden parecían leones.

Formaron parte de nuestra familia y nos acompañaron en nuestro periplo de Chile a México…Siete niños y dos perros…Novelable.

Recuerdo con cariño muchas anécdotas de Nala y Simba, todas entrañables, y de su singular colaboración en la educación de nuestros hijos. Jugaban como uno más, nos acompañaban cuando paseábamos; nos protegieron y defendieron cuando fue necesario. 

Me gustaba observarles porque, muchas veces, me sorprendían con su comportamiento. 



Hoy me he acordado especialmente de ellos al releer unas notas que tomé en un curso sobre la importancia del aprendizaje permanente, continuo. 

Se puede (y se debe) aprender siempre. De personas, circunstancias y también de nuestras mascotas, de nuestros perros:

Nunca dejan pasar la oportunidad de salir a pasear. Disfrutan las caminatas.
Cuando alguien a quien quieren se aproxima, corren para saludarle y demostrarle alegría por su llegada.
Cuando toca, son obedientes.
Advierten a quien se atreva a invadir su territorio.
Son leales.
Comen con gusto y no se quejan…No perdonan la siesta y se estiran al despertar.
Corren, saltan y juegan habitualmente.
Evitan morder cuando el incidente puede solucionarse con un simple gruñido.
En los días cálidos, se acuestan sobre su espalda en el césped. En los días calurosos, beben mucha agua y descansan bajo un árbol frondoso o en su rincón preferido.
Cuando se sienten contentos, balancean su cuerpo.
Dan cariño y dejan que les acaricien quienes les quieren.
Cuando alguien tiene un mal día, guardan silencio, se sientan cerca de él  y le hacen sentir que están con él…

En fin, esto y mucho más. 

Lo dicho, podemos y debemos desarrollar nuestra actitud de aprendizaje, escuchando mejor a las personas, analizando las circunstancias que vivimos y, también... observando el comportamiento de nuestras mascotas.

jueves, 6 de junio de 2013

Hoy.

Solemos esperar una ocasión especial para hacer aquello que tenemos pendiente desde hace tiempo como hablar con un amigo al que no vemos desde años, llamar por teléfono a un familiar, celebrar un logro… Sólo en los funerales recuperamos la perspectiva, y nos dura poco… Esperamos eternamente ese tiempo oportuno para superar nuestras habituales conversaciones, superficiales, sobre política,  la crisis, el fútbol…

Es muy probable que ese momento no llegue nunca. A la espera de ocasiones especiales para hablar con quien no lo hacemos hace tiempo, se nos puede pasar la vida. 

Todo momento es especial si lo sabemos considerar como tal. El momento más importante es hoy, el que estamos viviendo. 



Vivir plenamente cada minuto de nuestra vida como si fuese el más importante, el último, es vivir de verdad y no vivir a medias, esperando ilusorios momentos oportunos.

Cada hora, cada minuto, cada segundo es una oportunidad irrepetible para hacer. 

Ahora es el mejor momento para comenzar a leer, aunque sea poco a poco, esos libros que tengo, apilados,  pendientes de leer desde hace…años; ahora es el mejor momento para proponerme pasar más tiempo con mi familia y no engañarme esperando la llegada del próximo puente o de esas soñadas vacaciones que nunca llegan…

La vida es una sucesión de momentos sencillos en los que se puede disfrutar, siempre, de las cosas pequeñas que, torpemente, solemos reservar sólo para cuando tenga tiempo… Este tipo de expresiones como "más adelante", "algún día", "en otro momento" debieran desaparecer de nuestro vocabulario o restringir su uso al mínimo.

Habitualmente, personas que se distinguen por su logro profesional suelen descuidar la atención a su familia. Es una de las paradojas de nuestro tiempo. ¡Cuánto mejorarían sus vidas si mostraran la misma diligencia que en sus asuntos profesionales!

Dejar para un mejor momento todo aquello que agregue amor, alegría, a nuestras vidas es arriesgarnos, en la mayoría de las ocasiones, a no hacerlo. Hoy es siempre todavía.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Reyes Calderón.

Conocí las novelas de Reyes Calderón en una feria del libro en Pamplona, en la Plaza del Castillo. Me gusta leer los escritores locales de allá adonde voy. 

Así me encontré con  “Las lágrimas de Hemingway”, en el otoño del 2005. Recuerdo que me leí la novela casi de un tirón, entre la terraza del café Iruña y mi banco del parque de la Ciudadela. 


Me encantó y en mi siguiente exploración por las librerías busqué y encontré mi segunda novela de Reyes que creo que fue la primera que ella publicó, “Gritos de independencia”.


Enseguida alcanzó la fama con “Los crímenes del número primo” que, en mi opinión, es la más policiaca de todas, aunque mi preferida es “El expediente Canaima”.


En uno de mis viajes a España tomé conciencia de su popularidad (y me alegró mucho) cuando ví sus novelas en el mural de los libros más vendidos en El Corte Inglés.


He leído “El último paciente del doctor Wilson”, “La venganza del asesino par” y ahora “El jurado número 10”.


Sin darme cuenta me convertí en un seguidor, en un fan de Reyes Calderón. 

Disfruto con la lectura de sus novelas y admiro su aprovechamiento del tiempo, su capacidad de trabajo. 


Decana de una facultad de Económicas de una importante universidad como la de Navarra, madre de una familia numerosa (creo que tiene nueve hijos) y, además, tiene tiempo para escribir buenas novelas…¡todo un ejemplo de vida!

“El jurado número 10” ha ganado el Premio Abogados de Novela 2013 convocado por el Consejo General de la Abogacía Española, la Mutualidad de la Abogacía y el Grupo Planeta con la intención de premiar una novela que ayude al lector a profundizar en los conocimientos del mundo de la abogacía y sus ámbitos de actuación, valores, proyección y la trascendencia social de su función.


La leí durante el pasado fin de semana. Interesante, amena y especialmente divertida (creo que ayuda que los personajes y el entorno sean locales); y, en este caso, también divulgativa pues da a conocer cómo funciona el jurado en nuestro sistema judicial. 

Me encantan sus novelas.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Considerar el estrés por cambio de trabajo.

El cambio a otra empresa o a otro puesto de trabajo genera un estrés que habitualmente se subestima.

Recuerdo haber leído, hace años, un estudio que decía que, en una escala del 1 al 100, al cambio de trabajo le correspondían 36 unidades de estrés. 

Incluso el cambio de responsabilidades dentro de la misma empresa equivalía a 30 unidades. 

Para comparar: la muerte del cónyuge vale 100; el desempleo 47, mientras el valor más bajo se lo llevan las vacaciones, con 13 puntos…

Todo cambio, ascenso, reorganización, fusión o modificación sustancial de tareas dentro de la misma empresa también provoca una pérdida de las relaciones establecidas. 


La sensación de impotencia y el choque cultural que genera la destrucción de los nexos psíquicos puede precipitar enfermedades importantes y amenazar el futuro mismo de la persona en la empresa. Sobre todo su rendimiento profesional. 

Cuando a alguien le dicen “empiezas el lunes” el desafío que tiene ante sí es cómo será recibido por el nuevo grupo. 

El estrés se puede manifestar en inseguridad y en un nerviosismo extremo.

Conviene estar prevenido porque este nerviosismo suele generar problemas en la familia.

Durante las primeras semanas posteriores al cambio suele observarse una  necesidad suplementaria de afecto y atención. Hay estar preparados porque, además, esa tensión provocará roces con los seres queridos.

Cuando alguien entra en una organización debe conocer la cultura definida e integrarse. 

Se le llama contrato psicológico, que es la parte no escrita del acuerdo, y va más allá de sus habilidades profesionales. 

A veces nos encontramos con excelentes colaboradores que no se adaptan a la cultura y se tienen que desvincular.

En otras empresas las cosas son distintas. Todos los directivos provienen de sus propias filas y son producto de un desarrollo de carrera institucional.

Otras empresas solucionan el problema de la integración cultural definiendo que ninguna persona puede desempeñar plenamente su posición antes de dos años de permanencia. 

Ése es el tiempo que consideran necesario para integrarse al nuevo equipo. Después del primer año se empiezan a evaluar sus resultados. Este sistema permite a la empresa anticiparse a posibles conflictos.

Quienes tienen la responsabilidad de dirigir deben estar muy atentos y compensar, inmediatamente, las pérdidas de apoyo psicológico de los nuevos colaboradores. 

Se sugiere tomar conciencia del problema y hablarlo con franqueza.

Cuando estos sentimientos toman la forma de palabras, o se disipan o es más fácil actuar sobre ellos.

viernes, 3 de mayo de 2013

Vivir para ver.

La gente está mal, pero que muy mal. 

La verdad es que no alcanzo a comprender todas las razones pero que hay gente que está mal, mal…es una realidad.

Acabo de leer un caso, real, de derecho de familia.


Una pareja británica se divorció después de que la mujer se enterara de que su marido había tenido un “affaire” extramatrimonial en el mundo virtual Second Life.


Para horror de su esposa, Amy Taylor (que así se llama la paisana), de 28 años, David Pollard, (que así se llama el susodicho), de 40 años, incumplió su voto de fidelidad al tener una relación con una prostituta virtual. Cáspita…

Pollard y Taylor al parecer pasaban casi más tiempo interactuando a través de sus respectivos “avatares” (alter ego virtual) en “Second Life” que en la vida real.

La mujer solicitó el divorcio después de que su marido reconociese haberse enamorado del personaje virtual femenino. 

Quizá sea el calentamiento global o, como opina mi amigo Juan Pedro, los químicos con los que potabilizan el agua. No sé… pero hay gente que está como una chota.

Como decía la señora Eustasia, vivir para ver…

domingo, 28 de abril de 2013

Drogas: prevenir en vez de ocultar.

Hace unas semanas el diputado Emilio Olabarría dijo en el Congreso de los Diputados que podría dar nombres de ministros, jueces y altos cargos policiales que han consumido drogas.

Leer esta noticia me recordó que estamos ante una patología muy seria. Y que se trata de un asunto políticamente incorrecto que a veces simulamos ignorar o nos engañamos reduciéndolo a quienes viven en la marginalidad.

El noventa por ciento de las drogas que se consumen se venden bajo receta en las farmacias. 

Una de las principales enfermedades de nuestro tiempo es la depresión. Una de cada tres personas utiliza tranquilizantes que tienen efecto adictivo.

Otras drogas de consumo masivo -además del alcohol- son algunos antitusivos que contienen codeína (un derivado del opio), las anfetaminas, empleadas durante muchos años con fines de adelgazamiento, los inhalantes usados en zonas marginales y por muchos adolescentes, la marihuana y la cocaína.

Las motivaciones que suelen llevar a una persona a consumir drogas son el estrés y la competitividad. 

Una excesiva competencia genera tensión y exceso de trabajo (muchos directivos, habitualmente, tienen jornadas de doce horas…diarias). 

Quien no mantiene el equilibrio emocional, no se siente sólido y confiado en sus competencias, tiene síntomas de inseguridad, y se engaña pensando que un estímulo externo puede ayudarle a superar el momento.

El consumo de drogas invariablemente provoca cambios psíquicos, físicos y sociales. 

De una adicción ocasional se pasa a la angustia, a la ciclotimia y a las alteraciones de la conducta (mentir, ocultar y mostrarse irritable). 

Otras consecuencias son el insomnio y la pérdida de apetitos. La falta de sueño, a su vez, provoca alteraciones en el equilibrio, los reflejos y la memoria. 

Es, según todos los especialistas, un círculo vicioso del que resulta difícil salir.

Los extremos se tocan. Los trabajos degradantes, aburridos y monótonos son inductores al consumo de drogas. En el extremo opuesto, los trabajos estresantes y que requieren una alta dosis de creatividad también estimulan la dependencia.

Ocultar el problema no es la solución. 

La recomendación más seria es enfrentar la situación brindando un alto nivel de información y formación, aplicando medicina preventiva.

Afortunadamente ya hace años que en la mayoría de los países se formaron grupos de trabajo para establecer una serie de pautas para detectar, prevenir y tratar la drogadicción en las empresas.

La iniciativa se lanzó cuando se tomó conciencia que la droga era la causa principal del aumento de accidentes de trabajo, ausentismo, disminución de la producción y de la productividad.

Las personas farmacodependientes están expuestas al doble de accidentes de trabajo, incurren en un número más elevado de ausencias injustificadas, solicitan consultas médicas con una frecuencia mucho mayor por dolencias no relacionadas con el trabajo y pierden más días por enfermedad. 

Desde el punto de vista social, la víctima principal por la dependencia de las drogas es la familia, aunque el impacto de estos problemas se extiende a la sociedad en general y, como estamos comentando, muy en particular, a las empresas.

jueves, 4 de abril de 2013

Leñadores.

Muchos dirigentes se comportan como aquel leñador del cuento que se desesperaba golpeando el tronco del árbol. Cuando le preguntaban por qué no podía parar un poco explicaba que la culpa la tenía su hacha, ya no tenía filo. Y cuando le preguntaban por qué no la afilaba, el leñador respondía que no tenía tiempo porque tenían que seguir golpeando el tronco....


Lo más importante cuando uno se siente en conflicto con su tiempo es tener bien claro qué quiere en la vida. 

Lo demás, viene solo. 

No hay forma de organizar una agenda cuando uno no está en orden consigo. Más que un curso de administración del tiempo, algunos que tienen la responsabilidad de dirigir necesitan un psicólogo o un sacerdote.

El secreto de la administración del tiempo pasa también por conocer las propias capacidades y limitaciones. 

Hay que preguntarse: ¿por qué me resisto a delegar responsabilidades? ¿Es porque tengo miedo? ¿Me siento inseguro?

Muchos directivos acuden a consultores en busca de una especie de receta mágica para organizar su tiempo. 

Para aquellos que tienen un caos inmanejable en su agenda se aconseja que se estudien a sí mismos durante una semana entera y que anoten detalladamente en un cuaderno qué consideran que los distrae: si no delegaron lo que pudieron haber delegado, si se creen sabelotodos y qué tareas postergan indefinidamente. 

Mediante este autoanálisis, muchos ejecutivos descubren que su error consiste, casi siempre, en no dirigir bien a sus colaboradores. 

No conocen a fondo las capacidades de sus subordinados y por eso no pueden dirigirlos bien. Cuando por fin delegan una tarea, no los preparan correctamente. Como resultado de ello, terminan diciendo casi siempre: “yo lo hubiera hecho mejor”; acto seguido, se dan a sí mismos desgastantes tareas de supervisión y control. Y, todavía peor, la próxima vez tratan de hacerlo ellos...

También deben aprender que cuando alguien interrumpe, viene a traer un regalo: apoyo, información, vínculos de lealtad y buenas ideas. El secreto consiste en saber aceptar esas interrupciones y no rechazarlas por molestas. 

En el caso de los directores -y muy especialmente cuando se trata del director general-, una de las prioridades es la comunicación informal, instantánea y no programada.

Deberían de invertir la mayor parte de su tiempo charlando, escuchando... 

Tejiendo y fortaleciendo redes de contactos, información, amistad y lealtad. Es una forma de lograr la eficacia aunque, a primera vista, parezca una pérdida de tiempo.

Uno de los más famosos exponentes de esa clase de dirigentes era Sam Walton, que pasaba el día conversando con empleados en cualquier sucursal de Walmart, su cadena de tiendas. Sus encuentros con empleados eran buscados, pero no programados. 

Otros muchos directores generales exitosos pasan horas a la semana atendiendo personalmente quejas de clientes: es su secreto para saber de primera mano qué debe mejorar en la empresa.

Las únicas horas que requieren una minuciosa planificación son las que dediquemos a nuestra familia y a nuestro descanso. 

lunes, 1 de abril de 2013

No hay recetas, sólo existen actitudes.

La actividad empresarial cada vez es más absorbente. 

La lucha por tener mayores resultados hace que las empresas exijan a su gente más tiempo. Los directivos tienen conciencia de que hay que trabajar más y mejor, no sólo para ganar sino también para sobrevivir. Se busca que cada hora sea más productiva y eficiente.

Trabajar más horas es un gran desafío y provoca un dilema: cómo armonizar la vida laboral con la familiar.

Se trata de unir dos economías: la de los afectos y la de los negocios. Consiste en el manejo de recursos escasos. Lo que no sobra es tiempo.

La gente que creó una familia y que trabaja vive tres realidades: la de ser trabajador/trabajadora, esposo/esposa, padre/madre. Son responsabilidades fundamentales que se deben cumplir bien de forma simultánea. 

Es una balanza que a veces no está bien balanceada. 

La palabra equilibrio es clave.

Para ser un buen trabajador y padre no existen recetas, sólo hay actitudes.


Es fundamental que el cónyuge y los hijos tengan claro que al padre/madre/esposo/esposa le gusta su trabajo, aunque sepan que ellos son lo más importante.

Sí, sí… pero ¿qué pasa cuando la empresa nos demanda más tiempo ? Se aconseja cambiar algunas costumbres de la familia. Una pauta concreta: transformar el sábado o el domingo en el día de reunión. Es bueno que todos lo sepan y que nadie se escabulla.

El aumento de la actividad genera presiones que no siempre se descargan. Si alguien está muy absorbido por su vida laboral y no puede desprenderse de ella, es posible que aparezca como ausente en la relación familiar. 

La empresa es una pantalla donde se refleja la familia y la familia, a su vez, es una pantalla para la empresa.

Las compañías ocupan un lugar vital en la vida de las personas, sobre todo en los directivos. Pero nunca reemplazan el valor afectivo de un matrimonio. Nadie se casa con una empresa. 

En los niveles intermedios suele haber un apego parcial y esporádico. A medida que una persona asume más responsabilidades, se involucra más, y a veces sus necesidades e intereses se identifican con los de la organización. Son los que piensan en la empresa fuera de las horas de trabajo. 

Hay que intentar separar el ámbito laboral y el familiar. Es vital no dejarse inundar por el contexto, al límite de llevarlo a la casa. 

Cada problema se tiene que resolver en el lugar que corresponda.

Lograr armonía entre el trabajo y la familia, entre las responsabilidades laborales, maritales y filiales, no es una tarea fácil. Por más consejos que los consultores den sobre cómo alcanzarlo, es un trabajo que depende de cada uno. 

He participado en varios foros sobre este tema en el que he escuchado fórmulas y experiencias de otras personas. Si bien las recetas sirven, el resultado final depende del cocinero: si no se mezclan bien los ingredientes, la comida se malogra.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Primero lo primero.


El tiempo es el recurso más escaso con el que contamos; de tal manera que cómo lo aprovechamos marca la diferencia. 

Hay quiénes piensan que aquellas personas que trabajan muchas horas son los verdaderos líderes de la vida... Sin embargo, a veces, resulta chocante observar, por un lado, el éxito de un líder para administrar una empresa y, por otro, su incapacidad para solucionar problemas familiares. En otras palabras, un auténtico líder debiera ejercer con éxito su influencia en todos los ámbitos de su vida; de lo contrario, el desequilibrio en alguno de ellos, irremediablemente, afectará a los otros.

A veces vivimos atrapados haciendo cosas urgentes y dejamos de atender los aspectos más importantes y trascendentales de nuestras vidas, como escuchar a nuestros hijos, a un empleado, o simplemente salir a divertirnos con la familia o los amigos.

En ocasiones, lo urgente coincide con lo importante; sin embargo, en términos generales, parece que por un deseo de sentirnos importantes nos llenamos de actividades que pueden ser delegadas o simplemente pueden ser pospuestas.

Es necesario detener nuestra diaria carrera hacia ese afán desmedido de falso éxito y percatarnos que todos corremos el riesgo de perder o, al menos dejar de lado, aspectos valiosos de nuestras vidas. 

Quizá, para muchos, hacer dinero y tener éxito a corto plazo sea algo muy significativo, pero seguramente las metas que todos desearíamos lograr al final de nuestras vidas tienen más relación con nuestra familia y amigos.

El liderazgo más trascendente lo ejercemos en relación a nosotros mismos. La respuesta más solida a los retos competitivos que tenemos que enfrentar pasan por un mejor aprovechamiento de nuestro tiempo.