El tiempo es el recurso más
escaso con el que contamos; de tal manera que cómo lo aprovechamos marca la
diferencia.
Hay quiénes piensan que aquellas personas que
trabajan muchas horas son los verdaderos líderes de la vida... Sin embargo, a
veces, resulta chocante observar, por un lado, el éxito de un líder
para administrar una empresa y, por otro, su incapacidad para solucionar
problemas familiares. En otras palabras, un auténtico líder debiera ejercer con
éxito su influencia en todos los ámbitos de su vida; de lo contrario, el
desequilibrio en alguno de ellos, irremediablemente, afectará a los otros.
A veces vivimos atrapados haciendo cosas urgentes y dejamos de atender los aspectos más
importantes y trascendentales de nuestras vidas, como escuchar a nuestros hijos, a un
empleado, o simplemente salir a divertirnos con la familia o los amigos.
En ocasiones, lo
urgente coincide con lo importante; sin embargo, en términos generales, parece
que por un deseo de sentirnos importantes nos llenamos de actividades que
pueden ser delegadas o simplemente pueden ser pospuestas.
Es necesario detener nuestra
diaria carrera hacia ese afán desmedido de falso éxito y percatarnos que todos corremos
el riesgo de perder o, al menos dejar de lado, aspectos valiosos de nuestras
vidas.
Quizá, para muchos, hacer dinero y tener éxito a corto plazo sea algo muy
significativo, pero seguramente las metas que todos desearíamos
lograr al final de nuestras vidas tienen más relación con nuestra familia y amigos.
El liderazgo más trascendente lo
ejercemos en relación a nosotros mismos. La respuesta más solida a los retos
competitivos que tenemos que enfrentar pasan por un mejor aprovechamiento de
nuestro tiempo.
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