@MendozayDiaz

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miércoles, 26 de junio de 2013

Equilibrio entre familia y trabajo.

Durante los últimos meses, casi todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por exceso de trabajo.

Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas, sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones.

Las causas de este tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones. Ahora con la crisis más, pero antes también.

La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor sueldo y un mayor reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden desequilibrar nuestra vida.


Lo mejor es luchar por mantener un equilibrio entre familia y trabajo. 

Trabajar en horarios adecuados, intentar llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos, comer con ellos algún día entre semana aunque suponga para nosotros un esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, hacer deporte con frecuencia, quedar con nuestros amigos, etc son algunas buenas prácticas recomendadas por personas con experiencia.

Si somos capaces de armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra familia y amigos lograremos vivir una vida digna de este nombre y, sin duda, habremos ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras enfermedades desgraciadamente en aumento.

1 comentario:

  1. A veces, queremos hacer lo que debemos. Queremos cumplir las expectativas que otros tienen en nosotros. O las que creemos que tienen. Pero cometemos errores en la valoración: Valoramos mal lo que esperan y valoramos mal la que consideramos nuestra obligación.
    Una niña preciosa, de tres años, pidió un vaso de agua:
    -Quiero un vaso de agua- dijo exigente.
    -No, no...-respondió un mayor- falta la palabra mágica.
    -...Abracadabra?...
    Y así todos, muchas veces, como niños de tres años y como mayores, no sabemos pedir lo que queremos o entendemos mal lo que se nos pide. Por eso, tantas veces también, el resultado no es satisfactorio. Vale la pena parar un instante y revisar el puzzle.

    Gracias Enrique, por este blog: sabes que somos muchos los que te seguimos.

    Fdo. Nuria C.

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