@MendozayDiaz

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lunes, 21 de enero de 2013

Aprender de los otros.

Independientemente de anglicismos, la palabra benchmarking expresa sencilla y llanamente "aprender de los otros", una acción habitual en nuestras vidas. En muchas ocasiones comparamos nuestra forma de actuar con la de los otros que, pensamos, se desenvuelven de una manera más adecuada. Este proceso de comparación competitiva tiene la esencia de esta palabra mágica.

En particular, las experiencias del área de Dirección de Personas son irrepetibles pero sus prácticas y estrategias pueden señalarse en contextos distintos. 

Habitualmente, la ocultación de lo que se hace es un defecto natural en nuestra gestión. La visión de espionaje y de la copia suele sobreponerse a una visión de compartir para discutir y entresacar las ideas básicas de este fondo de conocimiento común en que consiste cualquier disciplina, y más una visión cuyas variables psicosociales son tan importantes.

La falta de rigor cuantitativo es otro problema destacable en la Dirección de Personas. Lógicamente esta función está mediatizada por el enfoque cualitativo básico inherente a este tipo de materias. Sin embargo, debemos esforzarnos para buscar parámetros y ratios significativos de nuestra gestión. El discurso cuantitativo posibilita un mayor avance conceptual y podemos desarrollar más la práctica si somos capaces de traducirlos en índices comparativos.

Es fundamental enfocar el aprendizaje de conocimientos sobre cómo dirigir personas más que a las habilidades hacia la forma de obtenerlas. Cuando hablamos de prácticas de dirección de personas nos referimos a formas de hacer, a cómo conseguir ciertos objetivos. Habitualmente exponemos más los resultados, es decir, lo que hemos hecho, olvidando que el aprendizaje de cómo hacerlo nos enseñaría a superar esa situación concreta y a utilizarlo en situaciones generales.

El benchmarking pone las cosas más fáciles a las organizaciones que buscan en las experiencias ajenas una inspiración para trazar líneas maestras de sus modelos de gestión. En una época en la que parece que no queda nada por inventar, las organizaciones pueden recurrir al intercambio de información para ponerse al día y desarrollar nuevas ideas que van más allá de la pura retórica. Compartir para ganar. 

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