@MendozayDiaz

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lunes, 15 de julio de 2013

Variables que influyen en la educación.

¿Para qué futuro educamos? ¿Para qué proyecto de sociedad?

No podemos plantear un programa para mejorar la educación sin definir el modelo de sociedad al que aspiramos. Sin una consideración sobre la persona.

Tradicionalmente se ha tratado de mejorar la educación actuando únicamente sobre algunas variables de la oferta: infraestructuras, gasto por alumno, ratio de número de alumnos por profesor, temarios, etc.

También hay que considerar que para el rendimiento de un alumno es muy relevante el nivel cultural de sus padres, su capacidad económica, y las condiciones físicas y de organización de su casa. 

Y, sobre todo, las relaciones de convivencia que viven cotidianamente estas personas.

Por tanto, y dicho en un lenguaje de negocios, los resultados en materia de educación dependen no sólo de la calidad de la oferta sino también de las condiciones de la demanda.

Si queremos educar para una verdadera mejora social, debemos considerar que los estudiantes con problemas familiares se suelen desenvolver en un ambiente poco favorable para el logro de buenos resultados. 

Considerar y ayudar.

martes, 9 de julio de 2013

Agresivos.

Trabajar en equipo es imprescindible para aprovechar los conocimientos y habilidades de todos los colaboradores. Además, es casi imposible -y en cualquier caso, nada recomendable- asumir todos los asuntos.

La colaboración se complica cuando llega al equipo una persona de un perfil que, lamentablemente, se ha extendido demasiado.

Me estoy refiriendo a individuos cuya actitud permanente es de lucha, que plantean todas las relaciones (con proveedores, con compañeros, con clientes…) en términos bélicos, donde siempre tiene que haber vencedores y vencidos.

Muy desagradables.

Señalan sin ningún tipo de compasión los errores de los demás, suelen usar un tono de voz fuerte, prepotente. Exponen sus opiniones con vehemencia, como si fueran los dueños de la verdad.


Siempre preocupados de su apariencia. 

No son simpáticos.

Y los seguidores que logran, habitualmente, no tienen una estima auténtica por estos personajes sino que suelen ser personas que intentan protegerse de sus ataques.

En muchas organizaciones se les ha considerado -y promocionado- como ejemplos a imitar.

Intentar trabajar en equipo con este tipo de personas no es fácil… 

Estas personas hay que encaminarlas con reglas claras, señalando y corrigiendo, con claridad y oportunidad, sus faltas de respeto y agresividad verbal…

Y si el susodicho es el jefe… Sálvese quien pueda y que el último apague la luz…

Respetar a todas las personas con las que nos relacionamos es esencial en nuestro desarrollo profesional.

domingo, 7 de julio de 2013

Buenas empresas.

Las buenas empresas son aquellas que logran reclutar, retener y desarrollar a los mejores colaboradores.

Ser una buena empresa no sólo está al alcance de las multinacionales tecnológicas. Cuando veo imágenes de sus instalaciones, a veces, me parecen más un parque de atracciones que una oficina tradicional… Maravilloso.

No es una tarea fácil definir las características de este tipo de organizaciones pero, a pesar de sus particularidades, tienen en común un esfuerzo por respetar a las personas.

Y más singularidades.

Otorgar a los colaboradores un propósito, una causa con la que puedan identificarse. Sean actividades en equipo o el mismo producto; el orgullo de pertenecer y contribuir a un proyecto que puedan sentir como propio, y útil y positivo para muchas otras personas es valorado en este tipo de organizaciones.

Respeto por la diversidad. En vez de tratar que todos piensen y se comporten igual, se alientan formas diversas de enfocar las situaciones cotidianas, la relaciones con clientes y proveedores, la resolución de problemas.

Una gestión participativa donde no sólo se tolere sino que se fomente la innovación y la libertad de poner en práctica las propias ideas, y las oportunidades de formación y desarrollo profesional es otra de las características de este tipo empresas.

Respeto por la vida personal del colaborador. Una organización que reconoce que las personas tienen vida más allá del trabajo, con sus propias exigencias, presiones y motivaciones es muy valorado.

Y más. Pero siempre hay que dejar algo para la próxima vez...

Muchas personas quieren trabajar en buenas empresas porque saben que supone una oportunidad personal si con su trabajo colaboran al crecimiento y desarrollo de estas organizaciones.

Ya se sabe, a todos nos gusta aquello del ganar-ganar… Pero como decía la señora Eustasia “hijo, eso es más antiguo que el hilo negro”.

miércoles, 3 de julio de 2013

Educar en serio.

La educación es uno de los pilares en que se sustenta el desarrollo y el crecimiento de una sociedad humana. 

Una nación que posea un buen sistema educativo siempre contará con personas mejor preparadas. 

Apostar por la innovación y el desarrollo, la ciencia aplicada a resolver los problemas prácticos, supone un impulso al desarrollo tecnológico, esencial, hoy día, para el desarrollo económico y, por tanto, para el bienestar social.

Además, la democracia no consiste sólo en poder elegir sino en saber elegir. Las personas tienen derecho a la educación porque es un derecho humano, fundamental. Una persona inculta e ignorante tendrá dificultades para participar verdaderamente en la vida social y política.

Está bien pero no hay dinero…En estos casos pasa como con la lectura, quienes dicen no tener tiempo para leer si lo tienen para otras actividades… ¿No hay dinero o se tienen otras prioridades?

Para superar la pobreza es necesario invertir en educación. Frase tan conocida como olvidada. La educación casi siempre es el pariente pobre. 

Nos traiciona nuestro cortoplacismo. La educación es una inversión de largo aliento, con frutos de maduración lenta. Es un verdadero intangible, sin rentabilidad inmediata. 


El dinero invertido en educación siempre es el mejor gastado.

La baja exigencia de algunos sistemas educativos hace que muchos jóvenes llenen sus interminables horas ociosas en juegos, películas y redes sociales…perdiendo el tiempo de forma escandalosa e irrecuperable…

La educación se ha convertido, en algunos casos, en un verdadero espectáculo donde lo básico, el desarrollo de hábitos de estudio, el trabajo duro, la lectura, la investigación, se sustituyen por fuegos de artificio en forma de nuevas tecnologías. 

Materias como la filosofía, la cultura clásica, etc, se suprimen de los planes de estudio porque (se dice) no sirven para nada… ¡Sirven para pensar! ¡Nos ayudan a ser mejores personas! ¡Por eso se llaman Humanidades….!

El estudio serio de ciertas asignaturas se está reemplazando por un barniz dado en forma de cursos intensivos, rapiditos y, por supuesto, alineados con la cultura dominante, es decir, con poco esfuerzo (“aprenda ingles en tres meses y sin esfuerzo…"). 

Algunos libros de texto se parecen más a la hoja de instrucciones de los muebles de Ikea que a un manual de estudio. 

Es preciso, y urgente, mejorar la calidad de nuestros sistemas educativos, la mejor inversión: siempre. 

Como decía la señora Eustasia “hijo, ya está bien de milongas….”

domingo, 30 de junio de 2013

Querer mejorar.

La juventud es la edad con la que normalmente se asocia la etapa más idealista de nuestra vida. Y parece que, con el devenir de los años, el ímpetu de cambiar las cosas se desvanece y nos volvemos más conformistas con lo que hay…

Cuando somos jóvenes, nuestros ideales gozan de un especial protagonismo, sentimos un impulso que nos lleva a hacer cosas. Aunque sólo sea testimonialmente, no importa. 

Éramos menos calculadores.

Sin darnos cuenta, poco a poco, podemos perder la capacidad crítica, el afán por mejorar a nosotros (siempre primero...) y a nuestro entorno.

Nos volvemos más comprensivos con la mayoría de las situaciones. Procuramos no destacar. Que nadie nos pueda señalar con el dedo, el maldito qué dirán…

En nuestro ambiente siempre habrá cosas que se puedan hacer mejor. Y, lo que nosotros no hagamos, nadie lo hará por nosotros. 

Está de moda intentar comprar tiempo, qué ingenuidad… Eso, hasta hoy, es imposible… Hay  gente que está obsesionada con que, al menos, no se le note el paso de los años… 

Sin embargo la vejez del espíritu si se puede combatir con éxito, sin necesidad de grandes gastos en tratamientos que requieren de bisturí, ni de liposucciones…Esto si tiene remedio y depende únicamente de nosotros mismos. 


Sólo es necesario querer, querer mejorar. 

Como decía la señora Eustasia “hijo, las personas no cambiamos sólo mejoramos o empeoramos...”.

miércoles, 26 de junio de 2013

Equilibrio entre familia y trabajo.

Durante los últimos meses, casi todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por exceso de trabajo.

Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas, sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones.

Las causas de este tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones. Ahora con la crisis más, pero antes también.

La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor sueldo y un mayor reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden desequilibrar nuestra vida.


Lo mejor es luchar por mantener un equilibrio entre familia y trabajo. 

Trabajar en horarios adecuados, intentar llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos, comer con ellos algún día entre semana aunque suponga para nosotros un esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, hacer deporte con frecuencia, quedar con nuestros amigos, etc son algunas buenas prácticas recomendadas por personas con experiencia.

Si somos capaces de armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra familia y amigos lograremos vivir una vida digna de este nombre y, sin duda, habremos ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras enfermedades desgraciadamente en aumento.

domingo, 23 de junio de 2013

Negociar es comunicar.

Cuando nos planteamos una negociación lo que buscamos es convencer a la otra parte y lograr nuestros objetivos. 

Además de beneficios económicos, una negociación suele suponer un refuerzo a nuestra capacidad profesional y ampliar las relaciones con otras personas, habitualmente clientes y proveedores.

Lograr buenos resultados en una negociación no garantiza que eso vaya a ser siempre así. Cada negociación es diferente y depende de sus circunstancias. 

Pensando sobre casos de buenas negociaciones uno puede identificar buenas prácticas. 

Una básica y que conviene considerar siempre: no existe negocio bueno que lo sea sólo para una parte. Ambas partes deben obtener beneficios con el acuerdo.



Otro elemento relevante es la comunicación no verbal. En una negociación, sin duda, las palabras son importantes pero no debemos infravalorar el tono de la voz, los gestos, las manos, etc, es decir, nuestro lenguaje no verbal. 


Por tanto, cuando fracasemos en una negociación examinemos nuestras palabras pero también nuestros gestos porque, en muchas ocasiones, comunicamos mejor con nuestro ser que con las palabras que salen de nuestra boca. 

Una vez más, comunicar es un arte. 

Y no sólo es cuestión de palabras. Comunicamos, también, con nuestros gestos, nuestras manos, nuestra mirada… Somos personas.