Publicado en "Diario de León" el sábado 13 de junio del 2020: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/valor-canas/202006131227002021684.html
Hoy cada uno tiende a ir por la
vida como si antes nadie hubiese ni dicho ni hecho nada. Este problema está
lastrado por otro prejuicio: la idea de que la historia asciende
progresivamente; el pasado es inferior y por tanto carece de interés. Es el
mito del progreso. La humanidad va de menos a más de modo ininterrumpido. Este
mito está en quiebra declarada desde principios del siglo XX. Mi “hijito”: la
humanidad no ha perdido el tiempo antes de nacer tú y yo. Aclaro: mis amigos
mexicanos dicen “mi hijito” cuando quieren llamar tu atención sobre un asunto
obvio, con delicadeza, como suelen ser ellos. Aquí, que somos más bruscos,
diríamos algo así como “¡que-no-te-enteras!” … Por tanto, lo inteligente es adoptar
una actitud constructiva con nuestro pasado. El pasado deja caminos sin
explorar, guarda profetas desatendidos, recuerda verdades viejas y permanentes.
Tradición, la sabiduría acumulada de los siglos pasados, la experiencia de
otros hombres. Lección de otros tiempos que ilustra, enseña y señala el camino.
Las inquietudes y los más
profundos intereses del hombre de hoy son los de todos los tiempos. La vieja
fórmula “eadem sed aliter”; lo mismo, pero de otra manera. Algunas de nuestras
modas contemporáneas son muy artificiales. Son expresión de un talante, ya que
no de un modo de pensar. Un lenguaje confuso sólo suele expresar una mente
confusa. La oscuridad del lenguaje no da profundidad al pensamiento; más bien
pone de manifiesto la pobreza de un pensamiento que recurre a la oscuridad para
disimular su superficialidad. Lo que está claro no necesita interpretación de
ninguna especie.
La existencia humana tiene
reglas; si no se observan, el resultado puede ser su pérdida, o al menos la
incapacidad para lograr que sea libre y feliz. Si se ignora que un cable de
alta tensión es muchas veces mortal, puede tocarse. Si se desconoce que una
mezcla química es venenosa, puede beberse. La persona en cuestión será
probablemente sincera y no tendrá culpa de su ignorancia; pero ese
desconocimiento no la aísla contra la electricidad, y la sinceridad no es
antídoto al veneno. Como algunas personas desconocen estas leyes, la ignorancia
es la causa de que muchas veces las violen. Pero las reglas siguen en vigor; y
se pagan las consecuencias de habérselas saltado.
El pasado ya no está en nuestra mano, aunque en su día lo estuvo; el presente, en cuanto presente, tampoco nos permite hacer simultáneamente dos cosas contradictorias, o hacer una y al mismo tiempo no hacerla. De ahí que la única salida que posee la providencia humana sea el prevenirnos y prepararnos con anticipación para lo porvenir. El hombre sólo tiene en su mano el porvenir, las contingencias, y únicamente puede prevenirlas mirando hacia adelante, porque nada es contingente para el hombre más que lo futuro. Dos dimensiones del tiempo -lo pasado, lo presente- que están ya excluidas de las posibilidades del hombre. Lo que ha sido, ha sido; lo que es, es. ¿Qué le queda entonces por hacer a nuestro vivir? Anticiparse, hacerse dueño de lo que todavía no es, antes de que cristalice en forma definitiva.
Dejarse enseñar por los demás,
particularmente por los ancianos de verdadera senectud, más encanecidos por la
experiencia que por los años, y a quienes ésta les indica el rumbo que suelen
tomar las cosas. A estar bien dispuesto para recibir estas lecciones, sin
desoírlas por pereza o despreciarlas por soberbia, se llama docilidad. Dicen
que cuando un hombre comprende que su padre tenía razón, ya tiene un hijo que
piensa que su padre está equivocado… ¡Lástima que las resoluciones más
importantes de la nuestra vida -la carrera, el estado- hayan de ser tomadas en
la primera edad, todavía con poca ciencia y experiencia! Hoy casi todo se
“descarga” de internet. La sabiduría fruto de una vida lograda no se puede
“descargar”. Hay que buscarla y encontrarla. Mi “hijito” te voy a dar -gratis-
una pista: habitualmente se manifiesta en forma de canas.