@MendozayDiaz

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viernes, 9 de agosto de 2013

La berlina de Prim.

Recuerdo como si fuera ayer cuando visité por primera vez el Museo del Ejército, entonces junto al Parque del Retiro de Madrid. 

Fue durante el verano de 1977 y fuí de la mano de mi abuelo paterno, en ese tiempo ya jubilado, y estudioso de la historia de España. 

La sala de banderas, la sala de armas con sus cientos de cañones “de verdad”…Quedé impresionado con sus explicaciones sobre la espada del Cid (llamada Tizona) y sobre la historia de Boabdil, último rey árabe de mi Granada natal… 

Había una sala con vehículos militares originales, o réplicas como el Dodge del Almirante Carrero Blanco entonces recientemente asesinado. 

Cuando llegamos ante un coche de caballos, antiguo, elegante, de color verde, mi abuelo me dijo “Ésta es la berlina del General Prim. En el momento en que le dispararon era el político más poderoso de España. Fíjate en las manchas de sangre sobre la tapicería interior, son de verdad…” 

La berlina de Prim. Desde entonces, con doce añitos, se me quedó grabado en mi memoria este nombre y esa imagen. 

Mis profesores no sabían o no contestaban… Me dí cuenta que era un personaje incómodo, olvidado.

Ya en la universidad leí un estudió que había publicado el abogado D. Antonio Pedro Ríus, quien fue Presidente del Consejo General de la Abogacía Española, y oriundo de Reus al igual que el general Prim. Me llamó la atención el dato que comentaba en su investigación, que el sumario constaba de 18.000 folios…

D. Juan Prim y Prats nació en Reus (Tarragona) el 6 de diciembre de 1814. Sin duda, una de las grandes personalidades de la historia de España del siglo XIX. Ilustre militar, protagonista de la revolución de septiembre de 1868, es probable que si no hubiera sido asesinado la democracia hubiera llegado a España un siglo antes. 

Atentaron contra él la tarde del 27 de diciembre de 1870, a bordo de su berlina verde, a su salida del Congreso de los Diputados, la víspera de su viaje a Cartagena para recibir al nuevo rey de España, Amadeo de Saboya.

¿Quién mató a Prim? 

Pues todavía no hay respuesta cierta a esta pregunta, ciento cuarenta y tres años después…Increíble pero cierto. 

No hay ni siquiera acuerdo sobre la causa de su muerte. Todavía se barajan tres hipótesis: que murió tres días después del atentado por las lesiones, que murió en el acto, que fue estrangulado.

El sumario de este asesinato es todo un esperpento. Cambiaron varias veces a los jueces, algunas declaraciones se tomaron tarde y mal, desaparecieron importantes documentos…

El General Prim tenía muchos enemigos y quizá por eso le mataron.

Los revolucionarios de 1868 (de quien Prim había sido dirigente) estaban divididos entre monárquicos y republicanos. A su vez, los monárquicos estaban divididos entre los partidarios de Amadeo de Saboya y los partidarios de los Borbones. Estos a su vez entre isabelinos y carlistas… Por su parte, los republicanos entre centralistas y federalistas… 

Quizá era el único capaz de poner orden en ese guirigay y por ello le mataron.

Hace unos días mi hija estuvo en León y fuimos a pasear hasta la catedral. Me gusta entrar a la plaza por la calle Sierra Pambley porque así aprovecho para mirar el escaparate de la librería Galatea, que suele tener libros de mi interés.


Allí ví el libro de Ian Gibson… “La berlina de Prim”… Me quedé boquiabierto…

Le conté esta historia a mi hija, entró y me lo regaló.

Acabo de leerlo. Lo recomiendo. 

Recuperar la figura del General Prim, volver a considerar su caso, hace justicia a un español injustamente tratado. 

Es muy injusto que, hoy, cuando cualquier cantamañanas tiene una calle, D. Juan Prim y Prats no tiene –como dirían mis amigos mexicanos- ni una pinche placa conmemorativa en el lugar donde atentaron contra él, la entonces calle del Turco actualmente calle Marqués de Cubas, junto al Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Como decía la señora Eustasia “Hijo, no te extrañes, para muertos e idos ya no hay amigos”.

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