@MendozayDiaz

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miércoles, 3 de abril de 2013

Innovadores.

Hace años tenía un compañero que llegaba y se iba cuando quería, con frecuencia no se presentaba a las reuniones a las que éramos convocados, iba desaliñado y tenía frecuentes roces con el equipo… Algunos decían que si cualquier otro se hubiera comportado así, haría tiempo que ya hubiera sido despedido; sin embargo, a él, el director general se lo excusaba todo porque era el autor de varios novedosos sistemas que ahorraron a la empresa una cantidad importante de dinero.

Estas situaciones son muy comunes en muchas empresas. 

Los innovadores son como adolescentes que cuestionan todo y sus vidas están llenas de porqués. 

Pueden ser un estorbo. Y, habitualmente, son personas de difícil trato. 

Para algunos representan el papel de subversivos o desestabilizadores porque luchan por acabar con ciertos esquemas. Para otros son unos simples iluminados. 

Piensan fuera de la caja y no están conformes con las tradicionales formas de hacer. No conviene espantarlos. Todo lo contrario: contar con ellos agrega valor y repercute positivamente en los resultados de la compañía.


Los ingeniosos suelen ser más informales. Rompen con los paradigmas, son apasionados de sus trabajos y nunca están conformes con lo que hacen. 

No les gusta la excesiva rigidez de la jerarquía, la no aceptación de la divergencia y la falta de flexibilidad.

Sin embargo, como dice un clásico anuncio de una cerveza mexicana, “todo con medida”: ser un colaborador valioso no te da derecho a hacer lo que te dé la gana, a ser un desordenado y, mucho menos, a faltarle el respeto a los demás. Más bien esa conducta corresponde a personas con problemas de educación y falta de responsabilidad. 

Se puede ser creativo sin ser un loco y un loco sin ser creativo. 

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