Facilitar que las personas triunfen. Conocen las fortalezas y debilidades de su gente; se orientan en la búsqueda de lo mejor de esas personas más que quedarse en sus limitaciones.
Ayudan a que las personas compitan y ganen. Comprenden que la sana competencia puede llegar a ser una fuerza poderosa y constructiva que saca a relucir lo mejor de su equipo.
Luchan por ser coherentes. Por actuar en consecuencia con lo que dicen: comprenden que al hablar se están contrayendo compromisos con los otros, razón por la que intentan actuar de acuerdo a lo que comunican. Muchos de los fracasos y frustraciones ocurren por promesas incumplidas.
Hola Enrique me parece muy bueno esto que nos compartes, especialmente que debemos proponernos ser buenos jefes, eso me parece que es mucho más deseable que tener un buen jefe. Además lo primero está en nuestras manos, lo segundo no o no tanto. Te mando un abrazo y muchas gracias por tenernos pensando.
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