@MendozayDiaz

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domingo, 21 de julio de 2013

Nosotros primero.

Casi siempre que hablamos de ética nos referimos a asuntos actuales de carácter político o económico, o a la ética de los otros… Rara vez a nuestras actividades cotidianas. 

Ser ético es ser una persona en quien se pueda confiar. Luchar por vivir sin dobleces, sin justificar nuestras acciones cuando sean malas. Al pan, pan, al vino, vino…

Ésta es la ética de todos los días, la cotidiana, la que debemos cuidar prioritariamente porque con nuestras pequeñas acciones contribuimos -o no- a generar una cultura de confianza, de respeto a los demás.

Es muy fácil asentir a grandilocuentes propuestas de regeneración ética para tal o cual institución u organización. Y no tanto responsabilizarse de la propia vida, y cuidar el impacto de nuestras acciones en otras personas.

Estaremos contribuyendo a la verdadera regeneración si nos esforzamos por mejorar las relaciones con las personas con quienes habitualmente convivimos, luchando por ser más sinceros, más honrados, más responsables, más trabajadores, más serviciales, más cariñosos…Nosotros primero.



lunes, 15 de julio de 2013

Variables que influyen en la educación.

¿Para qué futuro educamos? ¿Para qué proyecto de sociedad?

No podemos plantear un programa para mejorar la educación sin definir el modelo de sociedad al que aspiramos. Sin una consideración sobre la persona.

Tradicionalmente se ha tratado de mejorar la educación actuando únicamente sobre algunas variables de la oferta: infraestructuras, gasto por alumno, ratio de número de alumnos por profesor, temarios, etc.

También hay que considerar que para el rendimiento de un alumno es muy relevante el nivel cultural de sus padres, su capacidad económica, y las condiciones físicas y de organización de su casa. 

Y, sobre todo, las relaciones de convivencia que viven cotidianamente estas personas.

Por tanto, y dicho en un lenguaje de negocios, los resultados en materia de educación dependen no sólo de la calidad de la oferta sino también de las condiciones de la demanda.

Si queremos educar para una verdadera mejora social, debemos considerar que los estudiantes con problemas familiares se suelen desenvolver en un ambiente poco favorable para el logro de buenos resultados. 

Considerar y ayudar.

miércoles, 26 de junio de 2013

Equilibrio entre familia y trabajo.

Durante los últimos meses, casi todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por exceso de trabajo.

Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas, sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones.

Las causas de este tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones. Ahora con la crisis más, pero antes también.

La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor sueldo y un mayor reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden desequilibrar nuestra vida.


Lo mejor es luchar por mantener un equilibrio entre familia y trabajo. 

Trabajar en horarios adecuados, intentar llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos, comer con ellos algún día entre semana aunque suponga para nosotros un esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, hacer deporte con frecuencia, quedar con nuestros amigos, etc son algunas buenas prácticas recomendadas por personas con experiencia.

Si somos capaces de armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra familia y amigos lograremos vivir una vida digna de este nombre y, sin duda, habremos ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras enfermedades desgraciadamente en aumento.

domingo, 16 de junio de 2013

Horarios.

Es frecuente escuchar las quejas sobre las largas jornadas de trabajo en nuestras organizaciones. 

Esto sumado a las distancias entre casa y lugar de trabajo, nos da como resultado que la hora de regreso no sea antes de las nueve de la noche…

Las causas de estos horarios tan irracionales son complejas.

En empresas en crecimiento o en crisis se exige una dedicación adicional a las personas. Tiene su lógica. 

Sin embargo, no tanto el hasta cuándo y cuántos. Porque esa situación excepcional se convierte en habitual y, en ocasiones, la carga de trabajo se repartiría de forma más equitativa si se quisiera o supiera delegar.

Estar muchas horas en el lugar de trabajo no es lo mismo que trabajar mucho y, menos todavía, sinónimo de trabajar bien. 

Hay gente que llegan los primeros y se van los últimos y se les considera, aun cuando su trabajo sea mediocre, sólo por el hecho físico de que siempre están ahí…


Se pierde mucho tiempo en la máquina del café, saliendo al exterior a fumar un cigarrito, en reuniones sin sentido, con interrupciones, con llamadas de teléfono que se alargan sin razón, con comidas de trabajo…

Hay otra causa, tan increíble como cierta (y no menor): hay quienes amplían sus horarios simplemente porque es lo socialmente esperado de alguien que quiera ser considerado como profesionalmente exitoso; o dicho de otra manera, si alguien regresara a casa, habitualmente, a las seis o siete de la tarde tendría que dar muchas explicaciones a propios y extraños… 

Y no todo el mundo quiere o puede afrontar esa situación. 

Como decía la señora Eustasia, "Hijo, cada persona es un mundo...".

jueves, 13 de junio de 2013

Nala y Simba.

Esos eran los nombres de nuestros perros. 

Llegaron a casa cuando mis hijos mayores tenían cinco y seis años y por entonces la película infantil de moda era “El Rey León”… "Hakuna Matata vive y deja vivir", "Hakuna Matata,  vive y sé feliz", etc... y toda esa filosofía animal de la que tanto se puede aprender.

De cachorros, estos perros de raza golden parecían leones.

Formaron parte de nuestra familia y nos acompañaron en nuestro periplo de Chile a México…Siete niños y dos perros…Novelable.

Recuerdo con cariño muchas anécdotas de Nala y Simba, todas entrañables, y de su singular colaboración en la educación de nuestros hijos. Jugaban como uno más, nos acompañaban cuando paseábamos; nos protegieron y defendieron cuando fue necesario. 

Me gustaba observarles porque, muchas veces, me sorprendían con su comportamiento. 



Hoy me he acordado especialmente de ellos al releer unas notas que tomé en un curso sobre la importancia del aprendizaje permanente, continuo. 

Se puede (y se debe) aprender siempre. De personas, circunstancias y también de nuestras mascotas, de nuestros perros:

Nunca dejan pasar la oportunidad de salir a pasear. Disfrutan las caminatas.
Cuando alguien a quien quieren se aproxima, corren para saludarle y demostrarle alegría por su llegada.
Cuando toca, son obedientes.
Advierten a quien se atreva a invadir su territorio.
Son leales.
Comen con gusto y no se quejan…No perdonan la siesta y se estiran al despertar.
Corren, saltan y juegan habitualmente.
Evitan morder cuando el incidente puede solucionarse con un simple gruñido.
En los días cálidos, se acuestan sobre su espalda en el césped. En los días calurosos, beben mucha agua y descansan bajo un árbol frondoso o en su rincón preferido.
Cuando se sienten contentos, balancean su cuerpo.
Dan cariño y dejan que les acaricien quienes les quieren.
Cuando alguien tiene un mal día, guardan silencio, se sientan cerca de él  y le hacen sentir que están con él…

En fin, esto y mucho más. 

Lo dicho, podemos y debemos desarrollar nuestra actitud de aprendizaje, escuchando mejor a las personas, analizando las circunstancias que vivimos y, también... observando el comportamiento de nuestras mascotas.

jueves, 6 de junio de 2013

Hoy.

Solemos esperar una ocasión especial para hacer aquello que tenemos pendiente desde hace tiempo como hablar con un amigo al que no vemos desde años, llamar por teléfono a un familiar, celebrar un logro… Sólo en los funerales recuperamos la perspectiva, y nos dura poco… Esperamos eternamente ese tiempo oportuno para superar nuestras habituales conversaciones, superficiales, sobre política,  la crisis, el fútbol…

Es muy probable que ese momento no llegue nunca. A la espera de ocasiones especiales para hablar con quien no lo hacemos hace tiempo, se nos puede pasar la vida. 

Todo momento es especial si lo sabemos considerar como tal. El momento más importante es hoy, el que estamos viviendo. 



Vivir plenamente cada minuto de nuestra vida como si fuese el más importante, el último, es vivir de verdad y no vivir a medias, esperando ilusorios momentos oportunos.

Cada hora, cada minuto, cada segundo es una oportunidad irrepetible para hacer. 

Ahora es el mejor momento para comenzar a leer, aunque sea poco a poco, esos libros que tengo, apilados,  pendientes de leer desde hace…años; ahora es el mejor momento para proponerme pasar más tiempo con mi familia y no engañarme esperando la llegada del próximo puente o de esas soñadas vacaciones que nunca llegan…

La vida es una sucesión de momentos sencillos en los que se puede disfrutar, siempre, de las cosas pequeñas que, torpemente, solemos reservar sólo para cuando tenga tiempo… Este tipo de expresiones como "más adelante", "algún día", "en otro momento" debieran desaparecer de nuestro vocabulario o restringir su uso al mínimo.

Habitualmente, personas que se distinguen por su logro profesional suelen descuidar la atención a su familia. Es una de las paradojas de nuestro tiempo. ¡Cuánto mejorarían sus vidas si mostraran la misma diligencia que en sus asuntos profesionales!

Dejar para un mejor momento todo aquello que agregue amor, alegría, a nuestras vidas es arriesgarnos, en la mayoría de las ocasiones, a no hacerlo. Hoy es siempre todavía.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Reyes Calderón.

Conocí las novelas de Reyes Calderón en una feria del libro en Pamplona, en la Plaza del Castillo. Me gusta leer los escritores locales de allá adonde voy. 

Así me encontré con  “Las lágrimas de Hemingway”, en el otoño del 2005. Recuerdo que me leí la novela casi de un tirón, entre la terraza del café Iruña y mi banco del parque de la Ciudadela. 


Me encantó y en mi siguiente exploración por las librerías busqué y encontré mi segunda novela de Reyes que creo que fue la primera que ella publicó, “Gritos de independencia”.


Enseguida alcanzó la fama con “Los crímenes del número primo” que, en mi opinión, es la más policiaca de todas, aunque mi preferida es “El expediente Canaima”.


En uno de mis viajes a España tomé conciencia de su popularidad (y me alegró mucho) cuando ví sus novelas en el mural de los libros más vendidos en El Corte Inglés.


He leído “El último paciente del doctor Wilson”, “La venganza del asesino par” y ahora “El jurado número 10”.


Sin darme cuenta me convertí en un seguidor, en un fan de Reyes Calderón. 

Disfruto con la lectura de sus novelas y admiro su aprovechamiento del tiempo, su capacidad de trabajo. 


Decana de una facultad de Económicas de una importante universidad como la de Navarra, madre de una familia numerosa (creo que tiene nueve hijos) y, además, tiene tiempo para escribir buenas novelas…¡todo un ejemplo de vida!

“El jurado número 10” ha ganado el Premio Abogados de Novela 2013 convocado por el Consejo General de la Abogacía Española, la Mutualidad de la Abogacía y el Grupo Planeta con la intención de premiar una novela que ayude al lector a profundizar en los conocimientos del mundo de la abogacía y sus ámbitos de actuación, valores, proyección y la trascendencia social de su función.


La leí durante el pasado fin de semana. Interesante, amena y especialmente divertida (creo que ayuda que los personajes y el entorno sean locales); y, en este caso, también divulgativa pues da a conocer cómo funciona el jurado en nuestro sistema judicial. 

Me encantan sus novelas.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Considerar el estrés por cambio de trabajo.

El cambio a otra empresa o a otro puesto de trabajo genera un estrés que habitualmente se subestima.

Recuerdo haber leído, hace años, un estudio que decía que, en una escala del 1 al 100, al cambio de trabajo le correspondían 36 unidades de estrés. 

Incluso el cambio de responsabilidades dentro de la misma empresa equivalía a 30 unidades. 

Para comparar: la muerte del cónyuge vale 100; el desempleo 47, mientras el valor más bajo se lo llevan las vacaciones, con 13 puntos…

Todo cambio, ascenso, reorganización, fusión o modificación sustancial de tareas dentro de la misma empresa también provoca una pérdida de las relaciones establecidas. 


La sensación de impotencia y el choque cultural que genera la destrucción de los nexos psíquicos puede precipitar enfermedades importantes y amenazar el futuro mismo de la persona en la empresa. Sobre todo su rendimiento profesional. 

Cuando a alguien le dicen “empiezas el lunes” el desafío que tiene ante sí es cómo será recibido por el nuevo grupo. 

El estrés se puede manifestar en inseguridad y en un nerviosismo extremo.

Conviene estar prevenido porque este nerviosismo suele generar problemas en la familia.

Durante las primeras semanas posteriores al cambio suele observarse una  necesidad suplementaria de afecto y atención. Hay estar preparados porque, además, esa tensión provocará roces con los seres queridos.

Cuando alguien entra en una organización debe conocer la cultura definida e integrarse. 

Se le llama contrato psicológico, que es la parte no escrita del acuerdo, y va más allá de sus habilidades profesionales. 

A veces nos encontramos con excelentes colaboradores que no se adaptan a la cultura y se tienen que desvincular.

En otras empresas las cosas son distintas. Todos los directivos provienen de sus propias filas y son producto de un desarrollo de carrera institucional.

Otras empresas solucionan el problema de la integración cultural definiendo que ninguna persona puede desempeñar plenamente su posición antes de dos años de permanencia. 

Ése es el tiempo que consideran necesario para integrarse al nuevo equipo. Después del primer año se empiezan a evaluar sus resultados. Este sistema permite a la empresa anticiparse a posibles conflictos.

Quienes tienen la responsabilidad de dirigir deben estar muy atentos y compensar, inmediatamente, las pérdidas de apoyo psicológico de los nuevos colaboradores. 

Se sugiere tomar conciencia del problema y hablarlo con franqueza.

Cuando estos sentimientos toman la forma de palabras, o se disipan o es más fácil actuar sobre ellos.

viernes, 3 de mayo de 2013

Vivir para ver.

La gente está mal, pero que muy mal. 

La verdad es que no alcanzo a comprender todas las razones pero que hay gente que está mal, mal…es una realidad.

Acabo de leer un caso, real, de derecho de familia.


Una pareja británica se divorció después de que la mujer se enterara de que su marido había tenido un “affaire” extramatrimonial en el mundo virtual Second Life.


Para horror de su esposa, Amy Taylor (que así se llama la paisana), de 28 años, David Pollard, (que así se llama el susodicho), de 40 años, incumplió su voto de fidelidad al tener una relación con una prostituta virtual. Cáspita…

Pollard y Taylor al parecer pasaban casi más tiempo interactuando a través de sus respectivos “avatares” (alter ego virtual) en “Second Life” que en la vida real.

La mujer solicitó el divorcio después de que su marido reconociese haberse enamorado del personaje virtual femenino. 

Quizá sea el calentamiento global o, como opina mi amigo Juan Pedro, los químicos con los que potabilizan el agua. No sé… pero hay gente que está como una chota.

Como decía la señora Eustasia, vivir para ver…

domingo, 28 de abril de 2013

Drogas: prevenir en vez de ocultar.

Hace unas semanas el diputado Emilio Olabarría dijo en el Congreso de los Diputados que podría dar nombres de ministros, jueces y altos cargos policiales que han consumido drogas.

Leer esta noticia me recordó que estamos ante una patología muy seria. Y que se trata de un asunto políticamente incorrecto que a veces simulamos ignorar o nos engañamos reduciéndolo a quienes viven en la marginalidad.

El noventa por ciento de las drogas que se consumen se venden bajo receta en las farmacias. 

Una de las principales enfermedades de nuestro tiempo es la depresión. Una de cada tres personas utiliza tranquilizantes que tienen efecto adictivo.

Otras drogas de consumo masivo -además del alcohol- son algunos antitusivos que contienen codeína (un derivado del opio), las anfetaminas, empleadas durante muchos años con fines de adelgazamiento, los inhalantes usados en zonas marginales y por muchos adolescentes, la marihuana y la cocaína.

Las motivaciones que suelen llevar a una persona a consumir drogas son el estrés y la competitividad. 

Una excesiva competencia genera tensión y exceso de trabajo (muchos directivos, habitualmente, tienen jornadas de doce horas…diarias). 

Quien no mantiene el equilibrio emocional, no se siente sólido y confiado en sus competencias, tiene síntomas de inseguridad, y se engaña pensando que un estímulo externo puede ayudarle a superar el momento.

El consumo de drogas invariablemente provoca cambios psíquicos, físicos y sociales. 

De una adicción ocasional se pasa a la angustia, a la ciclotimia y a las alteraciones de la conducta (mentir, ocultar y mostrarse irritable). 

Otras consecuencias son el insomnio y la pérdida de apetitos. La falta de sueño, a su vez, provoca alteraciones en el equilibrio, los reflejos y la memoria. 

Es, según todos los especialistas, un círculo vicioso del que resulta difícil salir.

Los extremos se tocan. Los trabajos degradantes, aburridos y monótonos son inductores al consumo de drogas. En el extremo opuesto, los trabajos estresantes y que requieren una alta dosis de creatividad también estimulan la dependencia.

Ocultar el problema no es la solución. 

La recomendación más seria es enfrentar la situación brindando un alto nivel de información y formación, aplicando medicina preventiva.

Afortunadamente ya hace años que en la mayoría de los países se formaron grupos de trabajo para establecer una serie de pautas para detectar, prevenir y tratar la drogadicción en las empresas.

La iniciativa se lanzó cuando se tomó conciencia que la droga era la causa principal del aumento de accidentes de trabajo, ausentismo, disminución de la producción y de la productividad.

Las personas farmacodependientes están expuestas al doble de accidentes de trabajo, incurren en un número más elevado de ausencias injustificadas, solicitan consultas médicas con una frecuencia mucho mayor por dolencias no relacionadas con el trabajo y pierden más días por enfermedad. 

Desde el punto de vista social, la víctima principal por la dependencia de las drogas es la familia, aunque el impacto de estos problemas se extiende a la sociedad en general y, como estamos comentando, muy en particular, a las empresas.

jueves, 4 de abril de 2013

Leñadores.

Muchos dirigentes se comportan como aquel leñador del cuento que se desesperaba golpeando el tronco del árbol. Cuando le preguntaban por qué no podía parar un poco explicaba que la culpa la tenía su hacha, ya no tenía filo. Y cuando le preguntaban por qué no la afilaba, el leñador respondía que no tenía tiempo porque tenían que seguir golpeando el tronco....


Lo más importante cuando uno se siente en conflicto con su tiempo es tener bien claro qué quiere en la vida. 

Lo demás, viene solo. 

No hay forma de organizar una agenda cuando uno no está en orden consigo. Más que un curso de administración del tiempo, algunos que tienen la responsabilidad de dirigir necesitan un psicólogo o un sacerdote.

El secreto de la administración del tiempo pasa también por conocer las propias capacidades y limitaciones. 

Hay que preguntarse: ¿por qué me resisto a delegar responsabilidades? ¿Es porque tengo miedo? ¿Me siento inseguro?

Muchos directivos acuden a consultores en busca de una especie de receta mágica para organizar su tiempo. 

Para aquellos que tienen un caos inmanejable en su agenda se aconseja que se estudien a sí mismos durante una semana entera y que anoten detalladamente en un cuaderno qué consideran que los distrae: si no delegaron lo que pudieron haber delegado, si se creen sabelotodos y qué tareas postergan indefinidamente. 

Mediante este autoanálisis, muchos ejecutivos descubren que su error consiste, casi siempre, en no dirigir bien a sus colaboradores. 

No conocen a fondo las capacidades de sus subordinados y por eso no pueden dirigirlos bien. Cuando por fin delegan una tarea, no los preparan correctamente. Como resultado de ello, terminan diciendo casi siempre: “yo lo hubiera hecho mejor”; acto seguido, se dan a sí mismos desgastantes tareas de supervisión y control. Y, todavía peor, la próxima vez tratan de hacerlo ellos...

También deben aprender que cuando alguien interrumpe, viene a traer un regalo: apoyo, información, vínculos de lealtad y buenas ideas. El secreto consiste en saber aceptar esas interrupciones y no rechazarlas por molestas. 

En el caso de los directores -y muy especialmente cuando se trata del director general-, una de las prioridades es la comunicación informal, instantánea y no programada.

Deberían de invertir la mayor parte de su tiempo charlando, escuchando... 

Tejiendo y fortaleciendo redes de contactos, información, amistad y lealtad. Es una forma de lograr la eficacia aunque, a primera vista, parezca una pérdida de tiempo.

Uno de los más famosos exponentes de esa clase de dirigentes era Sam Walton, que pasaba el día conversando con empleados en cualquier sucursal de Walmart, su cadena de tiendas. Sus encuentros con empleados eran buscados, pero no programados. 

Otros muchos directores generales exitosos pasan horas a la semana atendiendo personalmente quejas de clientes: es su secreto para saber de primera mano qué debe mejorar en la empresa.

Las únicas horas que requieren una minuciosa planificación son las que dediquemos a nuestra familia y a nuestro descanso. 

lunes, 1 de abril de 2013

No hay recetas, sólo existen actitudes.

La actividad empresarial cada vez es más absorbente. 

La lucha por tener mayores resultados hace que las empresas exijan a su gente más tiempo. Los directivos tienen conciencia de que hay que trabajar más y mejor, no sólo para ganar sino también para sobrevivir. Se busca que cada hora sea más productiva y eficiente.

Trabajar más horas es un gran desafío y provoca un dilema: cómo armonizar la vida laboral con la familiar.

Se trata de unir dos economías: la de los afectos y la de los negocios. Consiste en el manejo de recursos escasos. Lo que no sobra es tiempo.

La gente que creó una familia y que trabaja vive tres realidades: la de ser trabajador/trabajadora, esposo/esposa, padre/madre. Son responsabilidades fundamentales que se deben cumplir bien de forma simultánea. 

Es una balanza que a veces no está bien balanceada. 

La palabra equilibrio es clave.

Para ser un buen trabajador y padre no existen recetas, sólo hay actitudes.


Es fundamental que el cónyuge y los hijos tengan claro que al padre/madre/esposo/esposa le gusta su trabajo, aunque sepan que ellos son lo más importante.

Sí, sí… pero ¿qué pasa cuando la empresa nos demanda más tiempo ? Se aconseja cambiar algunas costumbres de la familia. Una pauta concreta: transformar el sábado o el domingo en el día de reunión. Es bueno que todos lo sepan y que nadie se escabulla.

El aumento de la actividad genera presiones que no siempre se descargan. Si alguien está muy absorbido por su vida laboral y no puede desprenderse de ella, es posible que aparezca como ausente en la relación familiar. 

La empresa es una pantalla donde se refleja la familia y la familia, a su vez, es una pantalla para la empresa.

Las compañías ocupan un lugar vital en la vida de las personas, sobre todo en los directivos. Pero nunca reemplazan el valor afectivo de un matrimonio. Nadie se casa con una empresa. 

En los niveles intermedios suele haber un apego parcial y esporádico. A medida que una persona asume más responsabilidades, se involucra más, y a veces sus necesidades e intereses se identifican con los de la organización. Son los que piensan en la empresa fuera de las horas de trabajo. 

Hay que intentar separar el ámbito laboral y el familiar. Es vital no dejarse inundar por el contexto, al límite de llevarlo a la casa. 

Cada problema se tiene que resolver en el lugar que corresponda.

Lograr armonía entre el trabajo y la familia, entre las responsabilidades laborales, maritales y filiales, no es una tarea fácil. Por más consejos que los consultores den sobre cómo alcanzarlo, es un trabajo que depende de cada uno. 

He participado en varios foros sobre este tema en el que he escuchado fórmulas y experiencias de otras personas. Si bien las recetas sirven, el resultado final depende del cocinero: si no se mezclan bien los ingredientes, la comida se malogra.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Primero lo primero.


El tiempo es el recurso más escaso con el que contamos; de tal manera que cómo lo aprovechamos marca la diferencia. 

Hay quiénes piensan que aquellas personas que trabajan muchas horas son los verdaderos líderes de la vida... Sin embargo, a veces, resulta chocante observar, por un lado, el éxito de un líder para administrar una empresa y, por otro, su incapacidad para solucionar problemas familiares. En otras palabras, un auténtico líder debiera ejercer con éxito su influencia en todos los ámbitos de su vida; de lo contrario, el desequilibrio en alguno de ellos, irremediablemente, afectará a los otros.

A veces vivimos atrapados haciendo cosas urgentes y dejamos de atender los aspectos más importantes y trascendentales de nuestras vidas, como escuchar a nuestros hijos, a un empleado, o simplemente salir a divertirnos con la familia o los amigos.

En ocasiones, lo urgente coincide con lo importante; sin embargo, en términos generales, parece que por un deseo de sentirnos importantes nos llenamos de actividades que pueden ser delegadas o simplemente pueden ser pospuestas.

Es necesario detener nuestra diaria carrera hacia ese afán desmedido de falso éxito y percatarnos que todos corremos el riesgo de perder o, al menos dejar de lado, aspectos valiosos de nuestras vidas. 

Quizá, para muchos, hacer dinero y tener éxito a corto plazo sea algo muy significativo, pero seguramente las metas que todos desearíamos lograr al final de nuestras vidas tienen más relación con nuestra familia y amigos.

El liderazgo más trascendente lo ejercemos en relación a nosotros mismos. La respuesta más solida a los retos competitivos que tenemos que enfrentar pasan por un mejor aprovechamiento de nuestro tiempo.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Hechos no palabras.

"Las palabras convencen, el ejemplo arrastra", "se puede engañar a una persona muchas veces, engañar a muchas personas algunas veces, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". Estos dos refranes sintetizan el valor, la consecuencia y la falta de coherencia de nuestro actuar. Las palabras pueden ser bonitas pero si no se respaldan con hechos, de nada sirven.

Esta verdad la podemos y debemos aplicar en nuestra vida. En la convivencia con nuestros hijos es quizá donde nuestra falta de coherencia se manifiesta de manera más viva; a veces nuestros hijos pequeños ponen en evidencia nuestras flaquezas con alguna pregunta inocente... En nuestra relación de pareja, la manera más clara de ver nuestra falta de coherencia es preguntarnos ante cada circunstancia: "¿me gustaría que esto me lo hicieran o dijeran a mí?".

En lo profesional esta realidad se empieza a expandir en la medida que uno vaya asumiendo mayores responsabilidades: lo que hacemos o dejamos de hacer es visto por más personas y afecta a más personas. Ya no estamos expuestos a la "pregunta inocente" de un hijo, pero no por ello nuestras faltas de coherencia se notan menos. Una empresa es una cadena donde tanto los buenos como los malos ejemplos tienen por lo general un efecto en cascada. 

Cada vez que el ámbito de influencia se amplía, la falta de coherencia se hace más evidente. Quizá donde esto se nota más es en el ámbito político donde se ofrece y promete con demasiada ligereza. Ya hace tiempo que la mayoría de las encuestas revelan la mala consideración social que, en general, tienen los políticos. Claramente la percepción de la mayoría de los ciudadanos es que las promesas no van acompañadas de hechos.

Nuestra falta de coherencia, en el fondo, no es sino una forma de engaño, la cual podrá ser intencionada o inconsciente pero no por ello deja de ser un engaño...Una parte de la solución a este problema está en esforzarnos por actuar de forma coherente. Pero también, como afectados por las incoherencias de otros, nos corresponde corregirles para darles la oportunidad de enmendarse.




miércoles, 14 de noviembre de 2012

Libres.

El descubrimiento del genoma supuso una nueva etapa en la historia de la ciencia y de la medicina, en el sentido que permitió conocer la información albergada dentro de cada una de las células del ser humano, de la cual se derivan la estructura y funcionalidad de las distintas proteínas. Estas proteínas confieren no solamente la expresión externa del individuo, lo que se denomina fenotipo, sino también la funcionalidad de los distintos órganos y sistemas de las persona.

Desde el punto de vista médico, el conocimiento de los genes y su interrelación con la presencia de determinadas enfermedades ayuda a identificar alteraciones genéticas que predisponen al desarrollo de las mismas. En la misma línea, el conocimiento de estos genes alterados ha permitido la identificación de nuevas estrategias terapéuticas.

Uno de los aspectos del "libro de la vida" que más me ha llamado la atención es el dato de que los hombres somos muy similares unos a otros, con un nivel de homología del 99'99%, y donde las diferencias a nivel de mínimos cambios constituyen únicamente el 0'01%. En este sentido, está claro que, con una carga genética muy similar, son las condiciones personales de cada individuo y la forma en que ejerce su libertad como persona el camino que conduce a las distintas formas de orientar la libertad y el compromiso personal.

Dicho de otro modo: la bondad y la maldad no están incoadas en los genes. Las virtudes humanas no vienen predefinidas a nivel de las unidades que componen el genoma humano, los genes, sino que a partir de contenidos muy similares de genes, es la libertad personal y la integración del individuo en su entorno lo que permite desarrollar las distintas cualidades personales. 

Igualmente el conocimiento del genoma humano y el comprobar que las diferencias entre los distintos individuos no llegan al 0'01%, representan un sólido argumento que echa por tierra las tesis racistas al comprobar que el determinismo biológico no tiene razón de ser ni base científica en la diferenciación étnica. Las distintas personas e individuos que poblamos el planeta, más allá de nuestros rasgos diferenciadores, formamos una gran masa unida por una información genética que compartimos con una similitud prácticamente absoluta.

Sin embargo, no todos los individuos somos iguales, porque, de alguna forma ese 0'01% de diferencia en la secuencia permite la riqueza de expresión fenotípica con la que contamos en el planeta. Asimismo, la información albergada en el genoma queda completamente tamizada con el compromiso personal y la forma de enfrentarse a los desafíos de la vida. En esta línea, el barniz que aporta la cultura y la educación de la persona, como también su adquisición de una escala de valores, enriquece notablemente el contenido estricto de la información contenida en nuestro genoma.

En definitiva, lo que nos clarifica el genoma humano es que las características éticas, las virtudes humanas y la libertad del individuo no vienen regidas por informaciones contenidas a nivel de genoma. A partir de unos datos brutos que pueden constituir el conjunto del genoma, estas cualidades y características personales surgen de la forma en que la cultura, la educación y la integración con el ambiente moldean los aspectos básicos que componen la personalidad humana. No existe un "determinismo genómico" en el concepto global de persona. El compromiso que adquiere el individuo frente a su libertad y la manera de enfrentarse al mundo, es modulado en parámetros que no son biológicos. Afortunadamente.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Demagogias.

Dice la segunda acepción de la palabra demagogia (www.rae.es/demagogia) que se trata de una  "degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder". 

Definición de autoridad sobre lo sucedido en Argentina con la aprobación de la norma que rebaja la edad para votar a los dieciséis años. Dicen los que saben de esto que los partidarios de la Presidenta han aprobado esta medida para garantizar su éxito electoral en los comicios del próximo año donde casi un millón y medio de estos jovencitos podrán estrenar su derecho al voto. 

A mi me aburre pensar en la cantidad de charlatanes que vamos a tener que soportar durante los próximos días (algunos ni el puente han perdonado) en defensa y promoción de esta nueva "conquista social". 

No estoy de acuerdo. No creo que una democracia sea mejor democracia otorgando el derecho a voto a los dieciséis años. Es cierto que ya no son niños pero también lo es que no son jóvenes, son adolescentes con todas las turbulencias de esa edad. Y, por tanto, más fácilmente influenciables y, en su caso, manipulables. Están en proceso de maduración y, como decía la tía Aurora, no por mucho madrugar amanece más temprano. 

Soy consciente que defender esta posición es políticamente incorrecta. Quizá antes, en ocasiones, callaba porque no es agradable que te traten de inmovilista, retrógrado y otras lindezas al uso. Ahora no me importa, con los años creo haber adquirido -como dicen mis amigos mexicanos- "tantita" (un mínimo de) fortaleza para defender mis opiniones aunque tenga que sufrir las consecuencias de quien va contracorriente. Los años desinhiben...

En 1995 (¡hemerotecas, por favor!) quienes se opusieron a que el Código Penal rebajara la llamada "mayoría de edad sexual" a los trece años fueron acusados de reprimidos, integristas, puritanos y, por supuesto, de fascistas... Ni los gobiernos de Don José María Aznar ni los de Don José Luís Rodriguez Zapatero atendieron las recomendaciones del Consejo de Europa y de Naciones Unidas de elevar la edad para el consentimiento sexual de los menores.

Numerosos casos de abusos de menores y quizá el más reciente de esa chiquilla, seducida y asesinada por un hombre que le triplicaba la edad, han producido la alarma social que hace pensar a tanta gente y reaccionar a los políticos. 

Afortunadamente hoy, unos y otros, parecen estar acuerdo en que lo razonable es elevar la edad legal de las relaciones sexuales consentidas. Mejor así.