Publicado en "Diario de León" el miércoles 26 de junio del 2019: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/huerfanos-padres-vivos_1345192.html
Aprovechar el tiempo es clave. A
veces, nuestros sueños, nuestras ilusiones, se quedan sólo en proyectos.
Esperamos que se cumplan, pero no nos esforzamos lo suficiente para hacerlos realidad.
Como si el simple paso del tiempo nos los fuera a regalar. La vida no funciona
así. El tiempo es el recurso más valioso y escaso con el que contamos. Y, en
ocasiones, nos comportamos como si ignoráramos esta verdad fundamental. Aprovechar
el tiempo es básico. Y se puede aprender, hay experiencia documentada -buenas
prácticas- y técnicas probadas. Lograr que nuestros sueños dejen de ser
proyectos y se transformen en realidades, pasa por administrar nuestro tiempo
con inteligencia y con intensidad. Como dicen los economistas el tiempo es un
bien escaso. Quizá el más escaso de todos, y desde luego de los pocos que no se
pueden comprar. El tiempo es breve. El manejo efectivo del tiempo es un factor
clave para que una persona viva una vida digna de tal nombre. Una óptima
gestión del tiempo aumenta la capacidad de hacer más cosas, y mejor. Y, muy
importante, disminuye tensiones innecesarias en la vorágine actual. Suele
ocurrir que, en el dinamismo de nuestras vidas, tengamos una lista interminable
de tareas y no sepamos por dónde empezar. Interesarse por el buen uso del
tiempo no es sólo una moda sino una necesidad.
Durante los últimos meses, casi
todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún
artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por
exceso de trabajo. Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas,
sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones. Las causas de este
tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión
social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones.
La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación
extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor
sueldo y reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden
desequilibrar nuestra vida.
Lo mejor es luchar por mantener
un equilibrio entre familia y trabajo. Trabajar en horarios adecuados, intentar
llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos,
comer con ellos algún día entre semana, aunque suponga para nosotros un
esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, etc. son algunas buenas
prácticas recomendadas por personas con experiencia. Si somos capaces de
armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra
familia lograremos vivir-una-vida-digna-de-este-nombre y, sin duda, habremos
ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras
enfermedades desgraciadamente en aumento.
El tiempo es el recurso más
escaso con el que contamos; de tal manera que cómo lo aprovechamos marca la
diferencia. Hay quienes piensan que aquellas personas que trabajan muchas horas
son los-verdaderos-líderes-de-la-vida... Sin embargo, a veces, resulta chocante
observar, por un lado, el éxito de un líder para administrar una empresa y, por
otro, su incapacidad para solucionar problemas familiares. En otras palabras,
un auténtico líder debiera ejercer con éxito su influencia en todos los ámbitos
de su vida; de lo contrario, el desequilibrio en alguno de ellos,
irremediablemente, afectará a los otros. Un pensamiento común de la humanidad
sobre la familia y la sociedad puede encontrarse ya formulado en la “Antígona”
de Sófocles: “Quien es bueno en la familia es también buen ciudadano”. Los mil pequeños asuntos
cotidianos son la vida de cada día, es decir, la vida misma, que transcurre
habitualmente a través de detalles mínimos que pueden parecer insignificantes,
pero que van configurando el carácter, las actitudes y el modo de ser de los
hijos. Y el tiempo para educar y compartir con los hijos es un tiempo que sólo
cuando ya ha pasado se echa en falta… Hoy-es-siempre-todavía.