@MendozayDiaz

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domingo, 2 de octubre de 2016

La "otra" educación.

Hoy, en el mundo occidental, la casi totalidad de los ciudadanos saben leer y escribir lo que supone un logro inimaginable hace un siglo. Sin embargo, eso no basta en las relaciones económicas y sociales de nuestro tiempo. Muchas personas no son capaces de seguir instrucciones escritas, tienen dificultades para comprender lo que leen y no son capaces de extraer mínimas consecuencias analíticas. Son los llamados "analfabetos funcionales".

La comprensión como distinta al simple desciframiento de los símbolos escritos que constituyen las palabras, es vital para manejar manuales y sistemas informáticos, por ejemplo. Para una economía que sólo pretende producir y exportar materias primas, esta cuestión tiene poca importancia. En cambio, la microelectrónica, biotecnología, telecomunicaciones, etc., todas ellas son industrias basadas en la capacidad intelectual de las personas y, por ello, se pueden instalar en cualquier lugar del mundo…. El conocimiento y las habilidades son la más importante (si no la única) fuente de ventaja comparativa sostenible en el largo plazo. 


El esfuerzo por una buena educación es una prioridad de todos, es la base para un desarrollo humano y económico sostenible. Las dificultades actuales, la mayor incertidumbre y la mayor carga de trabajo están provocando una mayor tensión en las organizaciones. Las discusiones, los malos entendidos, etc. se hacen presentes y, a veces, generan un ambiente difícil y desagradable. Si en este contexto, además, quienes tienen la responsabilidad de dirigir no practican las normas básicas de educación y cortesía, la situación empeora aún más.

¿Cuáles son estas normas básicas de convivencia que habitualmente no se respetan? No saludar al llegar al lugar de trabajo. No mirar a la cara. Llegar tarde a las reuniones haciendo perder el tiempo a los demás, generalmente sin pesar alguno por la pérdida de tiempo y la falta de respeto que supone para otras personas. No responder: correos, llamadas de teléfono, etc. No escuchar a los otros: leyendo en las reuniones mientras otros exponen, interrumpiendo la exposición o monopolizando el uso de la palabra. Enfadarse, elevando violentamente el tono de voz ante cualquier hecho que no sea de su agrado. No pedir las cosas por favor ni dar las gracias.

Muchos directivos se excusan diciendo que no es un problema de mala educación sino de falta de tiempo... Es posible que refleje una mala organización personal del tiempo por no delegar lo suficiente. Pero en el fondo, opino, hay una falta de respeto y consideración hacia las personas con las que trabajamos. Respetar a todas las personas con las que nos relacionamos es esencial en nuestro desarrollo profesional. Egoísmo, ambición, afán de poder, individualismo, competitividad extrema, que no duda en poner el pie encima de otro... son algunos de los calificativos con los que muchos ciudadanos definen a los directivos de muchas organizaciones. Quizá para revertir estas negativas opiniones se ha vuelto a poner el foco en la conveniencia de que los directivos se esfuercen en adquirir y desarrollar otras cualidades como, por ejemplo, el liderazgo basado en principios.

El directivo debe tener la capacidad de estar informado de todo lo relevante para su organización, de trabajar codo con codo con cualquiera. Tiene que saber del negocio y de la empresa, tener metas claras, mantener la política de puertas abiertas y contagiar a sus colaboradores para que estos se adhieran, ojalá con entusiasmo. Por tanto, el directivo, además de tener ciertos conocimientos de la industria o del mercado, debe tener la capacidad para relacionarse y comunicarse -efectivamente- con las personas: clientes, proveedores y, muy especialmente, con su equipo de colaboradores.
Su principal tarea es coordinar a las personas a quienes tiene la responsabilidad de dirigir, para lograr los objetivos que se quiere alcanzar. Esto implica tiempo y habilidad para delegar, trabajar en equipo, escuchar a las personas y considerar su participación en la toma de decisiones. 

Definitivamente, las personas son la mayor y la mejor ventaja competitiva. Y para ello es fundamental generar -quien tiene la responsabilidad de dirigir- un ambiente de trabajo en el que todos los colaboradores puedan desarrollarse. Por tanto, sugiero recuperar, actualizar, las mejores prácticas de normas de buena educación en favor de las personas con las que convivimos en nuestro trabajo profesional, especialmente, con quienes tenemos la responsabilidad de dirigir.

Publicado en "Diario de León" el domingo 2 de octubre del 2016: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/otra-educacion_1103501.html

viernes, 30 de septiembre de 2016

Gracias amigos de Ponferrada.

Ayer, jueves 29 de septiembre, presenté "Viva Mi Gente (cinco acciones básicas que te ayudarán a dirigir mejor)" en Ponferrada, en la Biblioteca Municipal.

Feliz porque me acompañaron lectores y amigos con quienes tuve la oportunidad de dialogar, de aprender de personas interesantes.


Muchas gracias a todos.




martes, 27 de septiembre de 2016

Presentación en Ponferrada de "Viva Mi Gente (cinco acciones básicas que te ayudarán a dirigir mejor)".

Amigos todos, los de las redes sociales y los de siempre: os invito a la presentación de mi libro en Ponferrada.


Próximo jueves, 29 de septiembre, a las 19'00 horas, en la Biblioteca Municipal.


Me encantaría que me acompañarais y también que, por favor, compartáis esta invitación con vuestros amigos y conocidos.

Muchas gracias y nos vemos en Ponferrada.


lunes, 12 de septiembre de 2016

A favor de un mejor sistema de ordenación territorial.

Quienes discrepamos de la actual configuración del sistema de ordenación territorial no somos, sin más, unos retrógrados centralistas. Las posiciones críticas tienen, en la mayoría de los casos, unos fundamentos que conviene conocer y debatir.


El gran problema de los separatismos y nacionalismos exacerbados tiene su origen en la introducción del término “nacionalidades” en la Constitución Española de 1978, sin definir su contenido ni señalar su identidad. 

La multiplicación de los centralismos, que sucedieron al de Madrid, de las distintas capitales de las Comunidades Autónomas, en muchos casos, están siendo más gravosos para el ciudadano y, a veces, más rechazados por viejas relaciones de vecindad.

Otros asuntos que han complicado el sistema son, entre otros:

La creación de tensiones entre las Comunidades Autónomas como consecuencia de las contradicciones derivadas de la aplicación del principio de solidaridad en abstracto por un Estado debilitado.

La coexistencia de distintos modelos políticos de sociedad, al poder ostentar el poder, en cada Comunidad, partidos políticos distintos y opuestos en sus programas.

La difícil compatibilidad con el proceso de integración en la Unión Europea, que supone transferencias hacia el exterior y no hacia regiones interiores.

La falta de realismo del modelo autonómico, basado más en deseos y postulados teóricos, en aspiraciones primarias populares, que en sólidos planteamientos, necesidades reales, estima popular, apoyo social, etc., salvo en casos aislados.

Si los peligros políticos que se asumieron al implantar las autonomías son considerables, mayores son las contradicciones y peligros de tipo económico. Ante todo, está el coste -el elevado coste- del Estado de las Autonomías, de sus diecisiete gobiernos, parlamentos y administraciones que se acepta como precio por una mejora de servicios y de la “mayor democracia”, que se siguen dando por supuestos.

El problema de la financiación, todavía sin resolver, ha acentuado los desequilibrios regionales y dificultado la redistribución de recursos y el desarrollo nacional.

El principio de unidad de mercado, del que tanto se habla sin concretarlo en prohibiciones estrictas, corre igualmente serios riesgos a medida que las disposiciones autonómicas comenzaron a proliferar.

Y las desventajas competitivas y los inconvenientes para los grandes proyectos nacionales de inversión con programas económicos de desarrollo autonómico y local, muchas veces, sin la coordinación más elemental.

Las anteriores razones son suficientes, a mi entender, para sostener una posición crítica con bastante fundamento y desapasionamiento, sin ideas preconcebidas y, por supuesto, sin querer sugerir una solución mágica como única alternativa.

Los riesgos apuntados (insostenibles, muchos de ellos), en mi opinión, son suficientes para plantear modificaciones legales de mejora (“reformas”).

domingo, 4 de septiembre de 2016

“El camino hacia el sol. Economía, energía, medio ambiente y sociedad” de Víctor Díaz Golpe.

Acabo de leer el libro de mi amigo Víctor Díaz Golpe “El camino hacia el sol. Economía, energía, medio ambiente y sociedad” que pretende ser un punto intermedio de encuentro entre lo técnico y lo divulgativo, haciendo hincapié en la relación existente entre la economía, el consumo de energía y el medio ambiente, así como las repercusiones de estos tres factores sobre la sociedad y la calidad de vida de la población.

Hace un recorrido que comienza con una breve introducción de la historia económica de Estados Unidos, la creación de monopolios y la utilización a gran escala del petróleo como fuente de energía primaria, para, posteriormente, analizar los tres factores que influyen en la determinación del precio del barril.

También se analizan los efectos del consumo de combustibles fósiles sobre el medio ambiente y las posibles soluciones que podrían paliar o evitar el cambio climático, particularmente, el incremento de eficiencia energética y, de forma especial, las energías renovables. 

Considera las ventajas e inconvenientes actuales de las tecnologías limpias, así como las previsiones sobre una mayor penetración de estas tecnologías, que dependerá del desarrollo de los sistemas de acumulación masiva de energía, jugando en este punto un papel importante el desarrollo de los vehículos eléctricos.

Según Víctor, el resultado final será una concepción distinta de la integración de la energía en el sistema económico y la sociedad, dando lugar a la electrificación y des carbonización de la economía y el planeta, aunque, actualmente, se mantiene la incógnita de cuándo este cambio tendrá lugar de forma definitiva.

“El camino hacia el sol. Economía, energía, medio ambiente y sociedad” se presentó, por Juan Pablo García Valadés, el pasado mes de julio, en el Aula Leonesa de Inversión, iniciativa del periódico “La Nueva Crónica”, Renta 4 Banco, el Colegio de Economistas y la Cámara de la Propiedad Urbana de León. 

Hubo un debate con preguntas y respuestas muy interesantes y, también, fue una oportunidad para coincidir con amigos.


A continuación, os dejo el enlace del vídeo de la presentación: 


Y también el enlace de su blog: http://golpedefecto.blogspot.com.es/



lunes, 29 de agosto de 2016

"El silencio de la ciudad blanca" de Eva García Sáenz de Urturi.

Amigos todos, los de las redes sociales y los de siempre: a veces, algunos de vosotros me pedís que os recomiende un libro y no siempre es fácil teniendo en cuenta vuestro nivel promedio de exigencia. 

Creo tener uno que va a satisfacer a la gran mayoría: “El silencio de la ciudad blanca” de Eva García Sáenz de Urturi.


Una novela negra, de misterio, y, en mi opinión, mucho más. Una novela costumbrista, nuestra. Me encanta que la historia transcurra en una ciudad tan querida y agradable como Vitoria. 

Muy bien construida, con inteligencia, cuidando los detalles. Te atrapa. Según avanza, inevitablemente, uno comienza a hacer sus cábalas sobre quién es quién.

Cada vez soy más escéptico con aquellos libros -especialmente novelas- que tienen más de cuatrocientas páginas… Opino que, en la mayoría de los casos, en menos páginas, se puede decir mucho y bien. El aprovechamiento del tiempo es una de mis pasiones dominantes. Por eso, además, valoro “El silencio de la ciudad blanca” porque cuando una novela de 473 páginas se lee de un tirón es porque es muy buena. Así lo pienso.

Gracias a su autora y la editorial por darme la oportunidad de disfrutarla. Es lo mejor que he leído últimamente.

martes, 23 de agosto de 2016

Ser abogado.

El Premio Abogados de Novela se convoca, cada año, por el Consejo General de la Abogacía Española, la Mutualidad de la Abogacía y Ediciones Martínez Roca, del Grupo Planeta, con la intención de premiar una novela que ayude al lector a profundizar en los conocimientos del mundo de la abogacía y sus ámbitos de actuación, valores, proyección y la trascendencia social de su función. El primer libro, distinguido por este galardón, que leí fue “El jurado número 10”, de Reyes Calderón, que recibió el reconocimiento en el año 2013. Recuerdo que se trataba de una novela interesante, amena y especialmente divertida (en mi opinión ayuda que los personajes y el entorno sean locales); y, en este caso, también divulgativa pues da a conocer cómo funciona el jurado en nuestro sistema judicial.

“El abogado de pobres” fue la novela ganadora del Premio Abogados de Novela 2014. Ambientada en Jerez de la Frontera a mediados del siglo XVIII, su protagonista es un abogado de pobres que tiene que enfrentarse a varios casos de corrupción, robo y falsificaciones, abusos de poder y manipulación de la Justicia. En el más importante de ellos, estarán implicados algunos de los personajes más importantes de la ciudad. La figura del “abogado de pobres” es una figura que desaparece a finales del siglo XVIII en la medida que, en las grandes ciudades, se van creando los Colegios de Abogados que se encargan de defender gratuitamente a los pobres y desamparados, designando de entre sus colegiados a quienes por turno habrían de hacerse cargo de la defensa de esas personas sin posibles. Juan Pedro Cosano, abogado gaditano, personifica en Pedro de Alemán, el protagonista de su relato ganador, los rasgos de un jurista, adalid de la cultura y de los valores humanos. Excelente novela, muy recomendable. Asimismo, la novela ganadora del VI Premio Abogados de Novela (2015), “La mediadora” de Jesús Sánchez Adalid. La mediación como medio alternativo de solución de conflictos está de moda. Aunque, en mi opinión, es más antigua que el hilo negro… La Abogacía es una profesión pionera en la mediación como herramienta para alcanzar el consenso entre partes en conflicto ya que los abogados, mayoritariamente, llevamos siglos promoviendo la cultura del acuerdo. 

Durante la Feria del Libro de León, en la Librería Universitaria, me encontré con “El alma de la toga”; y ya su título me resultó tan sugerente, que me lo compré… Su autor, D. Ángel Ossorio y Gallardo (1873-1946), tuvo una vida plena de responsabilidades profesionales y políticas. Fue Presidente de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, y del Ateneo de Madrid. Gobernador de Barcelona y Ministro de Fomento durante el reinado de Alfonso XIII. Diputado en varias legislaturas. En la II República fue Presidente de la comisión que elaboró la Constitución Española de 1931, y Embajador. Bien, pues después de una vida tan intensa, poco antes de morir, reconoció a sus amigos, en Buenos Aires (donde se exilió tras la Guerra Civil), que su mayor satisfacción fue ser abogado.



Años antes, en junio de 1919, en el apogeo de su profesión, escribió “El alma de la toga”. Un libro muy oportuno para quien se inicia en el ejercicio de la abogacía pues está repleto de sabios consejos fundamentados en su experiencia. A pesar de su brevedad trata muchos asuntos que invitan a pensar. Como cuando escribe sobre quién es Abogado, y la diferencia con el Licenciado en Derecho. La moral del abogado. Su sensibilidad, su cordialidad; el “desdoblamiento psíquico”. Su independencia. Según D. Ángel el mundo nos utiliza y respeta en tanto que tengamos “la condición del amianto”: poder y riqueza, fuerza y hermosura, todas las incitaciones, todos los fuegos de la pasión han de andar entre nuestras manos sin que nos quememos…Cuando habla sobre el sistema de trabajo, aconseja que antes de coger la pluma hay que estudiar los documentos y consultar libros. Y no confiar nunca en la capacidad de improvisación: el guion escrito es siempre indispensable. Aunque considera que todas las horas son buenas para trabajar, recomienda especialmente las primeras de la mañana (desde la seis hasta la diez) porque “antes de las diez de la mañana podemos dar al trabajo nuestras primicias y, después de la diez de la noche, no le concedemos sino nuestros residuos…”. Partidario del uso de la palabra en la resolución de conflictos: “se adelanta más en media hora de conversación que en medio año de correspondencia”. Sobre la oratoria forense hace recomendaciones sencillas pero muy prácticas, muy útiles para el ejercicio de la profesión, como cuando afirma que “la brevedad es el manjar preferido de los jueces…”. Defiende una oratoria breve, clara, concreta, cortés, amena y que cuide el léxico. Leer es esencial, también para un abogado. Cuando no se lee, nos recuerda, “viene el atasco intelectual, la atrofia del gusto, la rutina para discernir y escribir, los tópicos, los envilecimientos del lenguaje…”.

Me sorprende que trate asuntos que entonces eran de actualidad y que hoy, casi cien años después, lo continúen siendo como la especialización, el trabajo de los jueces (“hay mucha más abnegación y virtud de la que el vulgo supone”), la abogacía y la política, la “defensa de los pobres” (justicia gratuita), la función de los colegios profesionales o la utilización de la toga (“todas las apariencias tienen su íntimo sentido”). Personalmente me encantó esta frase: “Hay que estudiar, hay que leer, hay que apreciar el pensamiento ajeno, que es tanto como amar la vida, ya que la discurrimos e iluminamos entre todos”. Recomiendo la lectura de este libro. A mí me ha nutrido con puntos para pensar. Y me he divertido conociendo nuevas palabras como rábula, curialete, fuste, ganapán, petimetre o tresillista…jajaja. A pesar de los años transcurridos desde su primera edición (1919), mantiene su vigencia y, quizá por eso, “El alma de la toga” es reconocida como un verdadero clásico de la literatura jurídica.

Publicado en Diario de León el 23 de agosto del 2016: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/ser-abogado_1093723.html