Con un templado sentido
del humor, Tomás de Aquino llama "bilingües" a los que hablan con dos
lenguas, utilizando una cuando están en presencia, y la otra... en ausencia.
Esta forma de actuar es un rasgo característico de la doblez de ciertas personas que emplean palabras distintas para referirse a otras personas, según estén -o no- cara a cara.
Recuerdo que en Chile -con expresión benevolente- se llama "pelambre" a la susurración, a la murmuración, e incluso a la calumnia.
Pelar, curiosamente, significa despellejar, arrancar la piel: un deporte de práctica usual.
Esta forma de actuar es un rasgo característico de la doblez de ciertas personas que emplean palabras distintas para referirse a otras personas, según estén -o no- cara a cara.
Recuerdo que en Chile -con expresión benevolente- se llama "pelambre" a la susurración, a la murmuración, e incluso a la calumnia.
Pelar, curiosamente, significa despellejar, arrancar la piel: un deporte de práctica usual.
La doblez es
despreciada y despreciable; pero el ser humano la tiene en la punta de la
lengua. Dicen que Agustín
de Hipona mandó escribir en su comedor la siguiente frase: "No como con
antropófagos". Consultado por esta extravagante inscripción, habría explicado que
no le gustaba comer junto a los que, comiendo, con su lengua se comían a los
ausentes...
“Si no puedes hablar bien
de alguien, cállate”, aconsejaba un sabio. Si se siguiera su consejo, los
hombres seríamos mejores. Pero hay gente que imagina que, rebajando a los
demás, se eleva a sí misma, en la estúpida creencia que denunciando un defecto
ajeno, el que lo hace, se apropia de la cualidad contraria o, al menos, declara
no tenerlo. La realidad demuestra lo opuesto: quien no actúa con rectitud de
intención supone lo mismo de los demás.
Es sano admirar a los políglotas, como insano hacerse eco de estos “bilingües”. Si nos les facilitáramos el oído o tuviéramos el coraje de pararles en seco, la plaga no proliferaría. ¡Qué buen servicio para mejorar la convivencia humana!”.
Es sano admirar a los políglotas, como insano hacerse eco de estos “bilingües”. Si nos les facilitáramos el oído o tuviéramos el coraje de pararles en seco, la plaga no proliferaría. ¡Qué buen servicio para mejorar la convivencia humana!”.