El manejo efectivo del tiempo es un factor clave para que una persona viva una vida digna de tal nombre.
Una óptima gestión del tiempo aumenta la capacidad de hacer más cosas, y mejor.
Y, muy importante, disminuye tensiones innecesarias en la vorágine actual. Suele ocurrir que, en el dinamismo de nuestras vidas, tengamos una lista interminable de tareas y no sepamos por dónde empezar.
Lo demuestra el mercado editorial, inundado de libros sobre el tema. Suelen ser obras de autoayuda y la gama es variada, algunas son serias y otras, en mi opinión, menos.
Os recomiendo “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” de Stephen Covey. Útil, práctico, interesante. Un clásico.
La delegación tiene una importancia esencial en el aprovechamiento del tiempo. Son muchos los directivos que se resisten a encargar tareas, proyectos, a sus colaboradores. Se parecen a un pulpo que, con sus tentáculos, intenta controlarlo todo.
Por supuesto que así no les
alcanza -ni les alcanzará- el día porque quieren controlarlo todo.
Por tanto,
delegar responsabilidades a personas capaces y bien formadas es una de las claves
para que un jefe pueda dedicar su energía a otras actividades e incremente su
capacidad de trabajo.
La pseudo delegación que sólo se
limita a dar órdenes no es más que una forma encubierta de acaparar que rara
vez da resultado.Una auténtica delegación requiere planificar el proceso, elegir a la persona más competente (y no al amiguete), establecer etapas de acción medibles, facilitar información y apoyo, evaluar, y recompensar los resultados.
Finalmente, el equilibrio entre
trabajo y vida es un factor decisivo para lograr ser una persona “altamente
efectiva”.
La verdadera eficiencia se explica pos dos factores: el resultado y
la actitud o medios que permiten tal resultado.
Pero de esto escribiré otro día
porque, como decía la señora Eustasia, “hijo, siempre hay que dejar algo para
la próxima vez”.
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