@MendozayDiaz

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miércoles, 8 de mayo de 2013

Considerar el estrés por cambio de trabajo.

El cambio a otra empresa o a otro puesto de trabajo genera un estrés que habitualmente se subestima.

Recuerdo haber leído, hace años, un estudio que decía que, en una escala del 1 al 100, al cambio de trabajo le correspondían 36 unidades de estrés. 

Incluso el cambio de responsabilidades dentro de la misma empresa equivalía a 30 unidades. 

Para comparar: la muerte del cónyuge vale 100; el desempleo 47, mientras el valor más bajo se lo llevan las vacaciones, con 13 puntos…

Todo cambio, ascenso, reorganización, fusión o modificación sustancial de tareas dentro de la misma empresa también provoca una pérdida de las relaciones establecidas. 


La sensación de impotencia y el choque cultural que genera la destrucción de los nexos psíquicos puede precipitar enfermedades importantes y amenazar el futuro mismo de la persona en la empresa. Sobre todo su rendimiento profesional. 

Cuando a alguien le dicen “empiezas el lunes” el desafío que tiene ante sí es cómo será recibido por el nuevo grupo. 

El estrés se puede manifestar en inseguridad y en un nerviosismo extremo.

Conviene estar prevenido porque este nerviosismo suele generar problemas en la familia.

Durante las primeras semanas posteriores al cambio suele observarse una  necesidad suplementaria de afecto y atención. Hay estar preparados porque, además, esa tensión provocará roces con los seres queridos.

Cuando alguien entra en una organización debe conocer la cultura definida e integrarse. 

Se le llama contrato psicológico, que es la parte no escrita del acuerdo, y va más allá de sus habilidades profesionales. 

A veces nos encontramos con excelentes colaboradores que no se adaptan a la cultura y se tienen que desvincular.

En otras empresas las cosas son distintas. Todos los directivos provienen de sus propias filas y son producto de un desarrollo de carrera institucional.

Otras empresas solucionan el problema de la integración cultural definiendo que ninguna persona puede desempeñar plenamente su posición antes de dos años de permanencia. 

Ése es el tiempo que consideran necesario para integrarse al nuevo equipo. Después del primer año se empiezan a evaluar sus resultados. Este sistema permite a la empresa anticiparse a posibles conflictos.

Quienes tienen la responsabilidad de dirigir deben estar muy atentos y compensar, inmediatamente, las pérdidas de apoyo psicológico de los nuevos colaboradores. 

Se sugiere tomar conciencia del problema y hablarlo con franqueza.

Cuando estos sentimientos toman la forma de palabras, o se disipan o es más fácil actuar sobre ellos.

domingo, 5 de mayo de 2013

Aprender a aprender.

Cada día es más común que en las ofertas de trabajo se solicite como requisito fundamental para acceder al cargo, el que los candidatos tengan “espíritu emprendedor”.

En el perfil del candidato muchas veces se señala “indispensable iniciativa personal”, “se requieren profesionales proactivos” o, simplemente, se demandan competencias como creatividad, autonomía y capacidad de innovar.

Incluso, a veces, estas habilidades son más importantes que los grados académicos.

No es que las empresas se hayan relajado a la hora de seleccionar personas, sino que se han dado cuenta de que en un mundo tan saturado de información, con tal cantidad de conocimientos por área y con una tecnología que evoluciona tan rápido, es imposible dar con profesionales capaces de abarcar toda esa información.

No hay carrera que pueda enseñar todo, tendría que durar toda la vida.

Por eso es importante encontrar, más que conocimientos, actitudes que permitan aprender.

Más que especialistas en un determinado oficio, se necesitan profesionales con inquietudes, capaces de adaptarse a los cambios, con iniciativa y autónomos. Porque eso es mucho más difícil de enseñar y, ya con esas cualidades, es más fácil adaptarse a las exigencias de los distintos trabajos.

Es por eso que, en este momento, lo que muchos piden a los educadores  es que se preocupen de fomentar cualidades como el espíritu emprendedor, la iniciativa, la creatividad, la capacidad de adaptarse a los cambios.

Que la preparación de los alumnos esté más vinculada al desarrollo de habilidades generales y de valores que a la capacitación en una habilidad o dominio específico.

Entre las habilidades a desarrollar en la educación media, están las capacidades de expresión, de descripción de problemas y de darles solución, la capacidad de adaptarse, de crear, de ser crítico. También las facultades de distinguir lo esencial de lo accesorio y de interpretar información.

Emprender es buscar nuevas soluciones, nuevas alternativas, nuevas respuestas.

En los colegios se entregan muchos premios pero no es normal que se entregue uno al alumno más creativo.

Los objetivos fundamentales transversales -que cruzan todas las disciplinas- consisten en desarrollar la iniciativa personal, la creatividad, el trabajo en equipo y el espíritu emprendedor; reconocer la importancia del trabajo como forma de contribución al bien común, al desarrollo social y personal.

No se trata de convertir a todos los jóvenes en empresarios en el sentido tradicional de la palabra, sino que busca ayudar a los alumnos a ser empresarios de sus propias vidas. 

Motivar a los alumnos a que aprendan a través de proyectos, resolviendo problemas y no repitiendo contenidos. Que construyan la teoría desde la práctica.

Más que enseñar, se busca despertar lo que todos tenemos de emprendedores.

Personas que enseñen a soñar.



viernes, 3 de mayo de 2013

Vivir para ver.

La gente está mal, pero que muy mal. 

La verdad es que no alcanzo a comprender todas las razones pero que hay gente que está mal, mal…es una realidad.

Acabo de leer un caso, real, de derecho de familia.


Una pareja británica se divorció después de que la mujer se enterara de que su marido había tenido un “affaire” extramatrimonial en el mundo virtual Second Life.


Para horror de su esposa, Amy Taylor (que así se llama la paisana), de 28 años, David Pollard, (que así se llama el susodicho), de 40 años, incumplió su voto de fidelidad al tener una relación con una prostituta virtual. Cáspita…

Pollard y Taylor al parecer pasaban casi más tiempo interactuando a través de sus respectivos “avatares” (alter ego virtual) en “Second Life” que en la vida real.

La mujer solicitó el divorcio después de que su marido reconociese haberse enamorado del personaje virtual femenino. 

Quizá sea el calentamiento global o, como opina mi amigo Juan Pedro, los químicos con los que potabilizan el agua. No sé… pero hay gente que está como una chota.

Como decía la señora Eustasia, vivir para ver…

miércoles, 1 de mayo de 2013

Las personas producen más valor que el capital.

La empresa que sobrevive y triunfa es aquella que aprende más y mejor a satisfacer las necesidades del cliente, con menos costes que la competencia; para lo que se requiere un entorno de innovación permanente en todas las áreas de la organización y, por tanto, una adecuada dirección de las personas que colaboran con el proyecto común.

La dirección de este equipo de colaboradores que es la empresa no sólo es cuestión de liderazgo, sino que es necesario alinear las políticas de selección, desarrollo y compensación con el objetivo de atraer y retener a las mejores personas y que quieran (libremente) el proyecto de empresa.

Las personas producen más valor que el capital y, por tanto, deben ser tratadas en consecuencia ya que su impacto en los resultados cada vez es mayor.

En la empresa tradicional -que requiere pocos pensantes y muchos actuantes- el éxito depende de la creatividad de los pensantes y de la disciplina y esfuerzo de los actuantes.

Hoy las cosas ya no son así, y no sirve de nada tener actuantes disciplinados si no resuelven los problemas de los clientes y no colaboran en la innovación para producir con mejores costes y calidad que la competencia.


Este valor añadido diferencial supone la ventaja competitiva más sólida y difícil de copiar, por lo que debe tener una compensación también diferente.

El introducir en el sistema de compensaciones elementos para retribuir las competencias o comportamientos predictivos de éxito facilita el alineamiento con los objetivos buscados.

Alta identificación con el proyecto de la empresa, adaptación a los cambios, espíritu emprendedor, creatividad y, especialmente, orientación a las personas (colaboradores, clientes y proveedores) son algunas de las competencias fundamentales que deben utilizarse no sólo para seleccionar y promocionar, sino que además, la compensación creciente de la persona debe vincularse, en parte, al grado en que se tengan o se vayan desarrollando estas competencias o cualidades básicas de éxito.

domingo, 28 de abril de 2013

Drogas: prevenir en vez de ocultar.

Hace unas semanas el diputado Emilio Olabarría dijo en el Congreso de los Diputados que podría dar nombres de ministros, jueces y altos cargos policiales que han consumido drogas.

Leer esta noticia me recordó que estamos ante una patología muy seria. Y que se trata de un asunto políticamente incorrecto que a veces simulamos ignorar o nos engañamos reduciéndolo a quienes viven en la marginalidad.

El noventa por ciento de las drogas que se consumen se venden bajo receta en las farmacias. 

Una de las principales enfermedades de nuestro tiempo es la depresión. Una de cada tres personas utiliza tranquilizantes que tienen efecto adictivo.

Otras drogas de consumo masivo -además del alcohol- son algunos antitusivos que contienen codeína (un derivado del opio), las anfetaminas, empleadas durante muchos años con fines de adelgazamiento, los inhalantes usados en zonas marginales y por muchos adolescentes, la marihuana y la cocaína.

Las motivaciones que suelen llevar a una persona a consumir drogas son el estrés y la competitividad. 

Una excesiva competencia genera tensión y exceso de trabajo (muchos directivos, habitualmente, tienen jornadas de doce horas…diarias). 

Quien no mantiene el equilibrio emocional, no se siente sólido y confiado en sus competencias, tiene síntomas de inseguridad, y se engaña pensando que un estímulo externo puede ayudarle a superar el momento.

El consumo de drogas invariablemente provoca cambios psíquicos, físicos y sociales. 

De una adicción ocasional se pasa a la angustia, a la ciclotimia y a las alteraciones de la conducta (mentir, ocultar y mostrarse irritable). 

Otras consecuencias son el insomnio y la pérdida de apetitos. La falta de sueño, a su vez, provoca alteraciones en el equilibrio, los reflejos y la memoria. 

Es, según todos los especialistas, un círculo vicioso del que resulta difícil salir.

Los extremos se tocan. Los trabajos degradantes, aburridos y monótonos son inductores al consumo de drogas. En el extremo opuesto, los trabajos estresantes y que requieren una alta dosis de creatividad también estimulan la dependencia.

Ocultar el problema no es la solución. 

La recomendación más seria es enfrentar la situación brindando un alto nivel de información y formación, aplicando medicina preventiva.

Afortunadamente ya hace años que en la mayoría de los países se formaron grupos de trabajo para establecer una serie de pautas para detectar, prevenir y tratar la drogadicción en las empresas.

La iniciativa se lanzó cuando se tomó conciencia que la droga era la causa principal del aumento de accidentes de trabajo, ausentismo, disminución de la producción y de la productividad.

Las personas farmacodependientes están expuestas al doble de accidentes de trabajo, incurren en un número más elevado de ausencias injustificadas, solicitan consultas médicas con una frecuencia mucho mayor por dolencias no relacionadas con el trabajo y pierden más días por enfermedad. 

Desde el punto de vista social, la víctima principal por la dependencia de las drogas es la familia, aunque el impacto de estos problemas se extiende a la sociedad en general y, como estamos comentando, muy en particular, a las empresas.

jueves, 25 de abril de 2013

Hablando se entiende la gente.

Hace tiempo que la penúltima revolución tecnológica, la de las tecnologías de la información, nos está lanzando un mensaje al que parecemos estar haciendo oídos sordos. 

La mecanización ha marcado un camino de no retorno: que las máquinas hagan de máquinas para que las personas empecemos a ejercer de personas.

Dicen algunos que internet puede acabar con las relaciones interpersonales. No sé. De momento, gracias al correo electrónico, se están volviendo a escribir cartas. 

Las cartas son mejores que el teléfono en algunos aspectos: normalmente están más y mejor pensadas, se leen cuando conviene o interesa, son más profundas, van al tema y permiten relecturas que son como conversaciones repetidas con matices diferentes al son de cada nueva revisión.

El teléfono gana en inmediatez y agilidad, goza de la frescura de la palabra hablada, de los colores de la voz y el tono. 

¿Y la imagen? También está resuelto por las mencionadas tecnologías de la información: basta con tener un ordenador con cámara y ya estás en videoconferencia con tu interlocutor, o sea, ves con quien hablas. Todo resuelto.

¿Todo? ¿Y el calor? ¿Y el ambiente, el clima laboral, los latidos del corazón, el pulso del día a día, las sonrisas necesarias, la pasión por el trabajo? 

Esa parece ser la función que el mundo moderno deja para los buenos directivos, la de hacer que las personas se conozcan, se ayuden, colaboren y trabajen en equipo. En equipos cuyos integrantes están y estarán separados por cientos de miles de kilómetros aunque puedan estar virtualmente juntos.

Con este panorama necesitamos personas dispuestas a ayudar a otras personas a llenar de contenido su trabajo, a entender la utilidad y finalidad de su labor, a colaborar con los demás y a sumar esfuerzos.

El liderazgo no se asume, se consigue. Se lo exigen al directivo sus propios colaboradores. 

Claro que, para ello, es necesario que el directivo forme parte natural del grupo humano que dirige, sea uno más... Uno más que orienta, orienta y orienta...En realidad, un directivo no debería hacer otra cosa que pasarse el día hablando con sus colaboradores. 

¿Qué la organización es muy grande? Pues tendrá que viajar mucho y beber mucha agua, porque la necesitará para seguir hablando, orientando. 

Sólo así podrá tomar el pulso al día a día del entorno que dirige y adelantarse al cambio. El futuro no está, se hace. Y lo hacemos las personas.




Aunque suene a tópico, los colaboradores son la inversión más valiosa de la organización. 

Son los únicos cuyo techo en valor añadido es, cuando menos, desconocido; claro que también son los más costosos, los más delicados y los más difíciles de rentabilizar... porque hay que hablar con ellos. 

Y algunos directivos están tan preocupados por mandar y tienen tan poca competencia que se han olvidado de hablar, de dirigir a sus colaboradores.

Las tecnologías de la información nos están abriendo de par en par el mundo de las comunicaciones, nos están llevando a situaciones técnicamente ilimitadas; pero no nos ofrecen más que el soporte. 

La comunicación en sí queda en nuestra mano. 

Y hasta que no se demuestre lo contrario, como decía la señora Eustasia ( http://mendozaydiaz.blogspot.com.es/2013/03/la-senora-eustasia.html), hablando se entiende la gente...

martes, 23 de abril de 2013

Hablar y escribir mejor.

Desde niño me gustó leer y escribir. No sé por qué…o si creo saberlo pero no lo voy a contar. 

Alguien me dijo que para aprovechar mejor la lectura había que tener siempre a la mano un buen diccionario. Y buscar y anotar las palabras, los nuevos vocablos que uno iba descubriendo… 

Era un trabajo para el que hacían falta unas dosis de paciencia que yo entonces no tenía; pero lo hacía, con ganas o sin ellas, por el afán de saber más.

Tenía diccionario pero no un buen diccionario, que es lo mismo pero no es igual…

Durante muchos años tuve el de la EGB, si no recuerdo mal uno de la editorial Vox… Cuando en la biblioteca de mi instituto tuve la oportunidad de consultar, por primera vez, un diccionario de verdad, el María Moliner, me di cuenta de la importancia de tener un buen diccionario… 

Más términos, más acepciones; otro lenguaje, otra profundidad, otros matices. 

Sin embargo eran poco manejables, libros de tapas duras y de gran tamaño. No precisamente para utilizarlos con frecuencia y en cualquier lugar.

Viviendo y trabajando en Santiago de Chile, en una de mis vueltas por España, me pude comprar los dos tomos de la Real Academia Española en formato de libro de bolsillo (con mil cien páginas cada uno, pero de bolsillo...); y me hizo mucha ilusión. El mejor de los dos mundos, un auténtico diccionario y además funcional. 

Desde entonces hasta hace poco tiempo siempre han estado cerca, a la mano, en mi mesa de trabajo. 

Y muchos días he cargado con ellos de la oficina a casa y de casa a la oficina, o en mis viajes; siempre con el afán de aprovechar mejor mis lecturas. 

Y digo hasta hace poco, no recuerdo con exactitud hasta cuándo…pero alguien tuvo la feliz idea de que la RAE tuviera en internet su diccionario (www.rae.es). Nunca llegué a imaginar que eso fuera posible algún día. 


Ahora siempre lo llevo conmigo, en mi teléfono, y me encanta utilizarlo con frecuencia. Cómodo, inmediato…

Quien no se aficiona a saber más y a intentar hablar y escribir mejor, en este tiempo y con estas facilidades, es porque no quiere. 

Como decía la señora Eustasia, más claro el agua...