@MendozayDiaz

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viernes, 17 de enero de 2014

Cultura del trabajo.

Hablar de trabajo es ir al corazón de la sociedad moderna, a su estímulo más profundo, a sus contradicciones culturales más íntimas. Hablar de trabajo es recorrer la historia de la cultura occidental, su origen y su desarrollo.

Hoy está muy extendida una concepción alienada del trabajo, considerado como una mercancía, en donde el hombre, en lugar de ser el sujeto libre y responsable del trabajo, está esclavizado a él.

Para superar esta situación, algunos tienen puesta su esperanza en la sociedad altamente tecnologizada y telematizada, que ofrece posibilidades inverosímiles e inimaginables de creatividad. Sin embargo, los nuevos escenarios en los que el trabajo tiende a desarrollarse no bastan por sí solos para asegurar la auténtica y libre creatividad del trabajador.

La creatividad en el trabajo es una realidad pluridimensional que tiene relación, simultáneamente, con los niveles biológico, psicológico social, económico y cultural, y que incluso penetra en el mundo de los valores últimos.

No es suficiente una actividad más libre e incondicionada gracias a la disponibilidad de instrumentos técnicos cada vez más perfeccionados. Es necesario que el hombre sea sujeto -más que objeto- del trabajo, es decir, que pueda expresar su creatividad en una relación social motivada y culturalmente orientada.

El factor relacional es un elemento decisivo para una reconsideración del significado del trabajo. El trabajo, concebido como relación social, puede ayudar al trabajador a expresar lo mejor de sí mismo y a asumir tareas y responsabilidades con un fuerte contenido de inventiva y de espíritu emprendedor. 

Es necesario, por tanto, organizar mejor el trabajo, delegando las responsabilidades y haciendo visible a todos la utilidad del trabajo realizado. 

Por otra parte, es necesario también fomentar una cultura del servicio que motive a la persona a proporcionar bienes y prestaciones a favor de los demás.


En otras palabras, es necesario garantizar al trabajador el máximo de la libertad y responsabilidad personales junto con una profunda motivación que estimule su iniciativa. 

La vocación profesional debe ser concebida no ya como un instrumento de éxito o de búsqueda superficial de un nivel de vida, sino como la realización de uno mismo en la plena integración humana.

viernes, 10 de enero de 2014

La sabiduría de un pescador mexicano.

Hace años que escuché esta historia. Me encanta recordarla con frecuencia. Todo un ejemplo de sencillez y sabiduría.


Cuentan que un directivo norteamericano se encontraba en el muelle de un pueblito costero de México, cuando llegó un bote cargado con las pesca de la mañana. 

Le preguntó al pescador cuándo tiempo tardaba en pescar esa cantidad. Y el mexicano contestó "pues sólo un par de horas". El directivo le preguntó por qué no pescaba más. "Porque con esto me alcanza para satisfacer las necesidades de mi familia. Así me levanto tarde, pesco un poco, vuelvo a almorzar a mi casa, duermo siesta con mi señora, juego con mis hijos, salgo a caminar por el pueblo por las noches, y tomo vino y toco la guitarra con mis amigos".

El norteamericano suspiró irónicamente. "Yo soy un MBA de Harvard y puedo ayudarle... Si pasara más tiempo pescando, con los excedentes podría comprar un bote más grande. Y después comprar varios botes y, eventualmente, llegar a tener una flota. Y, en vez de venderle sus peces a un intermediario, podría venderlos directamente a la industria conservera. Y, eventualmente, instalar su propia planta y así controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Probablemente tenga que irse de este pueblito, instalarse en la Ciudad de México y, después, en Nueva York".

El mexicano preguntó cuánto iba a demorar todo esto. "Unos 15 o veinte años", contesto el MBA. "Y entonces, qué", inquirió el pescador. "Esta es la mejor parte", contestó el gringo: "en el momento adecuado anuncia la apertura en bolsa, vende su empresa en acciones y se hace rico. Ganaría millones de dólares". 

"¿Y para qué quiero millones de dólares?". "Para poder jubilarse, se va a vivir a un pueblito costero, duerme hasta tarde, pesca un poco, duerme siesta, juega con los niños y sale a pasear por el pueblo y a tomar vino y tocar la guitarra con sus amigos...".

Sin comentarios.

Y, como diría la señora Eustasia, "hijo, más claro el agua".

martes, 7 de enero de 2014

El marketing de una madre.

Todos hemos vivido, muchas veces, la comida en casa de una madre, un día de celebración familiar.


¿Somos conscientes que la lógica de una madre es marketing?

Una madre tantea (estudio de mercado) la disponibilidad de los familiares (demanda) para comer (producto), calculando el número de personas que asistirán.

No investiga con excesiva profundidad los gustos porque, normalmente, los conoce (fidelización del cliente). Y, en el caso de que haya alguna persona nueva, por ejemplo, novia o novio (incremento de la demanda), intenta averiguar sus gustos a través de su pareja (distribuidor).

Analizada la demanda, se dedica a organizar la comida (definición del producto) mediante la búsqueda de los productos más adecuados en función del tipo de comida que va a realizar (análisis de proveedores).

De forma paralela, se lo va diciendo (comunicación) a todos sus amigos y vecinos... ¿Nunca has tenido la sensación al llegar a casa de la anfitriona que los vecinos con quienes te encontrabas ya lo sabían....?

Ese día, el comedor se engalana con la mantelería, cristalería y vajilla especiales; planifica el desarrollo de la comida, cuándo y cómo cambiar los platos (logística); va a la peluquería y se pone su mejor vestido (presentación del personal de contacto...).

Y, con toda seguridad, te llamará durante la siguiente semana para preguntarte si todo fue de tu agrado... (servicio postventa).

En fin, el marketing de una madre.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Feliz Navidad.

Una vida agitada no es más que la parodia de una vida intensa.

A la larga, quienes nos dejamos picar por el bicho de la prisa o de la falsa eficacia terminamos dominados por las situaciones y por las circunstancias, en vez de dominarlas.

Nos dejamos arrastrar por los hechos exteriores sin darnos espacios para que las cosas decanten; juzgamos y decidimos con precipitación.

Tenemos que aprender a defendernos de la aceleración creciente que hoy se quiere imprimir al trabajo y, desde luego, a la vida de familia. 

Para descubrir el encanto escondido de las relaciones humanas y del trato cordial es preciso desacelerarse, conquistar un mínimo de paz interior, perder el miedo a que el silencio sea un invitado inquietante, y hacerse tiempo para ponderar lo que nos ocurre y lo que ocurre a nuestro alrededor.

Las cosas importantes piden reposo para considerarlas pausadamente, con oído imparcial.

Y las personas no abrimos nuestra intimidad a quienes tienen puesta su cabeza en la acción o en el paso siguiente. 

Las relaciones superficiales no permiten sino amistades superficiales, relaciones de ocasión, amores superficiales.

Quizá nuestra auténtica "calidad de vida" dependa de que nos esforcemos por vivir la serenidad.

Hoy es siempre todavía...

Feliz Navidad.



jueves, 12 de diciembre de 2013

Preparar y aprovechar las vacaciones.

Está comprobado que la capacidad del ser humano para prestar atención a un asunto va disminuyendo conforme pasa el tiempo. La intensidad con la que desempeñamos las tareas habituales también disminuye, y se hace imprescindible disfrutar de unos días de vacaciones para después retomar nuestras ocupaciones con mayor fuerza física y despeje mental.

A veces, algunas personas no encuentran el momento para ausentarse por una temporada debido a la enorme cantidad de trabajo que les rodea. Para superar esta limitación hay dos elementos fundamentales: la planificación de los deberes y obligaciones, y la delegación de funciones. La combinación de ambas puede liberar a la persona de la excesiva carga de trabajo que soporte.

Es muy importante preparar las vacaciones para aprovecharlas mejor.

Durante este tiempo de descanso debe prohibirse -absolutamente- realizar cualquier tarea relacionada con el trabajo: no llamadas a la oficina, no cargarse con documentos para leer, no emplear ese tiempo en pensar o escribir sobre algún proyecto. Con toda seguridad, la organización podrá seguir funcionando sin peligro de quiebra, a pesar de nuestra ausencia. 

Humildad: todos somos necesarios pero ninguno imprescindible.


Hay que aprovechar las vacaciones para leer distendidamente y sin prisas sobre asuntos distintos a los que dedicamos nuestra atención el resto del año: novela, ensayo, teatro, poesía… La variedad literaria es amplia e interesante. 

También es la mejor época para pasar más tiempo con la familia y amigos.

A veces, se está tan absorbido por el trabajo que se descuida una actividad fundamental en nuestras vidas: escuchar y aprender del entorno. Hablar, relajadamente, sin un tema fijo, “perder el tiempo” en conversar es enriquecedor y abre nuevos horizontes.

Si durante el año la actividad intelectual se impone a cualquier otra, en vacaciones, el tiempo debe ser para la actividad física. Siempre ayuda a disfrutar de las vacaciones la práctica de algún deporte o la realización de algún trabajo manual. Las vacaciones son ideales para retomar nuestras aficiones que, muchas veces, descuidamos.

Aprovechar el tiempo para pensar en uno mismo y reflexionar. Quizá identifiquemos qué podemos mejorar en nuestra vida.

En fin, en vacaciones debemos dejar de lado la obsesión por hacer e intentar, simplemente, ser. O hacer menos y ser más.

martes, 26 de noviembre de 2013

La confianza en las organizaciones es como el amor en la pareja.

Si una organización quiere desarrollarse, la confianza tiene que ser algo más que un tema de conversación, tiene que ser el centro de todas sus actividades.

Las organizaciones no pueden convertirse en junglas en las que sólo sobreviven los más fuertes, en las que diariamente hay que vivir preparado para la batalla.

De la misma manera que una gran confianza reduce los conflictos entre los colaboradores, aumenta la productividad y estimula el crecimiento, unos bajos niveles de confianza afectan negativamente a las relaciones, impiden la innovación y entorpecen el proceso de toma de decisiones.

Los colaboradores de las organizaciones en las que hay un bajo nivel de confianza trabajan normalmente en condiciones de mucho estrés, dedican una buena parte de su tiempo a cubrirse las espaldas, justificando decisiones del pasado y realizando cazas de brujas o buscando cabezas de turco cuando algo no funciona.

Esto les impide centrarse en el trabajo, y hace imposible que haya un intercambio de ideas que dé como resultado soluciones innovadoras.

La constante necesidad de probar el valor personal fomenta los arreglos provisionales para salir del paso, en lugar de las soluciones duraderas.

La confianza en las organizaciones es como el amor en la pareja, une a las personas y las hace más fuertes y eficientes.

La confianza en una relación aumenta la seguridad y reduce las inhibiciones y la cerrazón defensiva. Permite ser uno mismo y defender las opiniones personales sin preocuparse por el rechazo. 

Cuando se vive la confianza en cualquier relación, la convivencia siempre es mejor.



sábado, 23 de noviembre de 2013

"Bilingües..."

Con un templado sentido del humor, Tomás de Aquino llama "bilingües" a los que hablan con dos lenguas, utilizando una cuando están en presencia, y la otra... en ausencia.

Esta forma de actuar es un rasgo característico de la doblez de ciertas personas que emplean palabras distintas para referirse a otras personas, según estén -o no- cara a cara.

Recuerdo que en Chile -con expresión benevolente- se llama "pelambre" a la susurración, a la murmuración, e incluso a la calumnia.

Pelar, curiosamente, significa despellejar, arrancar la piel: un deporte de práctica usual.

La doblez es despreciada y despreciable; pero el ser humano la tiene en la punta de la lengua. Dicen que Agustín de Hipona mandó escribir en su comedor la siguiente frase: "No como con antropófagos". Consultado por esta extravagante inscripción, habría explicado que no le gustaba comer junto a los que, comiendo, con su lengua se comían a los ausentes...

“Si no puedes hablar bien de alguien, cállate”, aconsejaba un sabio. Si se siguiera su consejo, los hombres seríamos mejores. Pero hay gente que imagina que, rebajando a los demás, se eleva a sí misma, en la estúpida creencia que denunciando un defecto ajeno, el que lo hace, se apropia de la cualidad contraria o, al menos, declara no tenerlo. La realidad demuestra lo opuesto: quien no actúa con rectitud de intención supone lo mismo de los demás.

Es sano admirar a los políglotas, como insano hacerse eco de estos “bilingües”. Si nos les facilitáramos el oído o tuviéramos el coraje de pararles en seco, la plaga no proliferaría. ¡Qué buen servicio para mejorar la convivencia humana!”.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Mejorar la educación.

Cada vez que hay una medición relacionada con nuestro sistema educativo vuelve la polémica y nos recuerda una de las asignaturas pendientes que tiene España, en mi opinión la más importante, la más urgente: mejorar la educación y la formación para impulsar, verdaderamente, nuestro desarrollo.

Si bien cualquier diagnóstico puede ser rebatido desde el punto de vista de su metodología, lo cierto es que los resultados nos informan de una realidad muy pobre que urge solucionar cuanto antes si realmente queremos mejorar, avanzar.

Habitualmente estas periódicas polémicas se centran en los resultados de nuestras universidades, y en la necesidad de que tengan una calidad reconocida a nivel mundial. Sin embargo, opino que los principales esfuerzos debieran enfocarse en la educación primaria y secundaria.

Perdemos mucho tiempo, muy valioso, instrumentalizando políticamente este asunto, endosando responsabilidades a los gobiernos de turno.

Lo importante es que la educación y la formación se aborden como un asunto de Estado, con seriedad y compromiso, porque si no avanzamos diligentemente, con buenas y claras ideas, seguiremos cometiendo un error cada vez más difícil de enmendar.

Para competir con éxito es ineludible mejorar nuestro sistema educativo: conocimientos, investigación, tecnología y, sobre todo, formación en principios y valores que animen nuestras acciones.

Huyamos del riesgo y peligro que suponen las actitudes autocomplacientes de quienes intentan dulcificar y justificar las debilidades de nuestro actual sistema.

Necesitamos una visión de largo plazo, sí, pero con tareas precisas y exigentes para hoy.

viernes, 1 de noviembre de 2013

El tiempo es breve.

Como dicen los economistas el tiempo es un bien escaso. Quizá el más escaso de todos, y desde luego de los pocos que no se pueden comprar. El tiempo es breve.

El manejo efectivo del tiempo es un factor clave para que una persona viva una vida digna de tal nombre.

Una óptima gestión del tiempo aumenta la capacidad de hacer más cosas, y mejor.

Y, muy importante, disminuye tensiones innecesarias en la vorágine actual. Suele ocurrir que, en el dinamismo de nuestras vidas, tengamos una lista interminable de tareas y no sepamos por dónde empezar.

Interesarse por el buen uso del tiempo no es sólo una moda sino una necesidad.

Lo demuestra el mercado editorial, inundado de libros sobre el tema. Suelen ser obras de autoayuda y la gama es variada, algunas son serias y otras, en mi opinión, menos.

Os recomiendo “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” de Stephen Covey. Útil, práctico, interesante. Un clásico.

La delegación tiene una importancia esencial en el aprovechamiento del tiempo. Son muchos los directivos que se resisten a encargar tareas, proyectos, a sus colaboradores. Se parecen a un pulpo que, con sus tentáculos, intenta controlarlo todo.

Por supuesto que así no les alcanza -ni les alcanzará- el día porque quieren controlarlo todo.
Por tanto, delegar responsabilidades a personas capaces y bien formadas es una de las claves para que un jefe pueda dedicar su energía a otras actividades e incremente su capacidad de trabajo.
La pseudo delegación que sólo se limita a dar órdenes no es más que una forma encubierta de acaparar que rara vez da resultado.

Una auténtica delegación requiere planificar el proceso, elegir a la persona más competente (y no al amiguete), establecer etapas de acción medibles, facilitar información y apoyo, evaluar, y recompensar los resultados.

Finalmente, el equilibrio entre trabajo y vida es un factor decisivo para lograr ser una persona “altamente efectiva”.
La verdadera eficiencia se explica pos dos factores: el resultado y la actitud o medios que permiten tal resultado.
Pero de esto escribiré otro día porque, como decía la señora Eustasia, “hijo, siempre hay que dejar algo para la próxima vez”.

viernes, 11 de octubre de 2013

Educación.

Nuestra pobreza –miseria, incluso- es de ideas, de falta de profesores motivados y bien formados, comprometidos. 

Tenemos orientaciones pedagógicas equivocadas, métodos ineficaces, contradictorios y hasta contraproducentes.

El presupuesto siempre es insuficiente a la hora de hacer más de lo mismo.

Seguiremos así mientras no acabemos con la lucha estéril y letal para España, de conflictos de poder, de partidos, de sindicatos, de religiones, de ideologías que hay en nuestro sistema educativo y que no deja de atentar contra el presente y futuro de nuestra educación. 

Mientras tanto el mundo avanza.

La base del conocimiento se duplica cada cuatro años. Según estudios recientes, se estima que en el año 2020 lo hará cada 73 días…

La educación es la principal inversión, e incluso el mejor gasto de un país, pero bien hecha.

Nuestros ciudadanos, no sólo los que se encuentran en edad escolar, sino todos, deberían encontrar en la educación permanente una herramienta para adaptarse y aprovechar los nuevos y dinámicos procesos educativos y de negocios.


Se nos está advirtiendo, por las encuestas y los analistas, que está faltando la enseñanza de la ética, de la moralidad, de la cortesía, la urbanidad y las buenas costumbres. 

Los jóvenes, mayoritariamente, están solos, desorientados, apáticos, desmotivados: vacíos…Y, en parte, por la mala educación que estamos entregando entre todos.

Es indispensable que conozcan las obras filosóficas principales, la gran literatura de todos los siglos, el arte y también que comprendan los principios matemáticos, así como el desarrollo histórico de las ideas, de la política y de la sociedad.

Un estudiante formado moral e intelectualmente en las humanidades, y habituado al análisis y a la reflexión, debería ser más “productivo” en cualquier trabajo. 

Y, lo más importante, sería mejor persona.

lunes, 7 de octubre de 2013

Ser mejores personas.

El significativo avance del conocimiento y su energía creativa están aportando fantásticas oportunidades para nuestras organizaciones.

En las últimas décadas hemos observado la relevancia de que todas las personas que forman la empresa desarrollen una inteligencia distinta, complementaria, insustituible: la inteligencia emocional. 

Se define como el conjunto de aptitudes personales y sociales que son claves para el éxito de una empresa. 

Esta aptitud es una característica de personalidad o conjunto de hábitos que facilitan un desempeño laboral superior. 

Y permite diferenciar el capital intelectual de una organización, su reconocimiento como única en el mercado gracias a las aptitudes diferentes de sus colaboradores.

Para desarrollar plenamente esta habilidad hay que entrenarse para reconocer los propios sentimientos y los ajenos. Conocernos y ser capaces de ponernos en el lugar del otro.



Y no es tan fácil como parece. Cada vez tenemos gente más preparada académicamente pero, en muchos casos, con serias incapacidades para trabajar en equipo, para colaborar. 

Es importante enfocarse en este punto porque, hoy, todas las organizaciones cuentan con gente con capacidades intelectuales similares pero, sin embargo, la diferencia, la gran diferencia, está en su inteligencia emocional. 

Es paradigmático el caso del “directivo” que dirige su equipo únicamente a través de correos electrónicos, y es incapaz de escuchar a sus colaboradores, de comunicarse.

En fin, el futuro no es de las organizaciones que sólo se rodean de gente brillante académicamente sino de aquellas que identifican y desarrollan a personas que, además, se esfuerzan por ser mejores personas.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Hombres y mujeres.

Está de moda hablar de las múltiples formas –más allá de las obvias- en las que los hombres y las mujeres se diferencian entre sí.

Los lingüistas dicen que las mujeres se comunican de distinta forma que los hombres. Los neurólogos dicen que el cerebro de las mujeres funciona diferente. Hace años, un famoso escritor dijo aquello de que los hombres son de Marte, las mujeres de Venus.

Sin embargo, cuando se trata del interés y la atención a la familia, hombres y mujeres no son tan diferentes. O cada vez menos.


El tiempo que dedican a cuidar de su familia y a los quehaceres domésticos, su reacción ante los conflictos que surgen entre la familia y el trabajo, y la forma en la que buscan conciliarlos se está volviendo tan similar entre hombres y mujeres que los observadores de estos asuntos están gratamente sorprendidos. 

La idea de que el hombre es cada vez más sensible y más consciente de las relaciones no es nueva. Sin embargo, los cambios que se vienen observando van más allá de las actitudes. A muchos hombres también les preocupa equilibrar su vida laboral y profesional, algo que antes se creía propio solamente de las mujeres.

Los hombres se están involucrando más en el proceso de crianza de los hijos. Ya traen en su agenda la importancia de pasar más tiempo con ellos, en casa. Están participando más en los quehaceres domésticos.

Estos grandes cambios comienzan a tener consecuencias visibles. A pesar de la crisis e, incluso en los sectores donde predominan los hombres, las organizaciones que no facilitan la conciliación entre la familia y el trabajo comienzan a tener dificultades para reclutar buenos colaboradores.

Habitualmente las personas que se esfuerzan por atender a su familia suelen ser buenos trabajadores.

En fin, es una buena noticia saber que los valores que unen a los hombres y las mujeres son más fuertes que las diferencias que nos separan.

sábado, 7 de septiembre de 2013

¿Bonus o… "malus"?

La coherencia es un valor muy considerado en las personas y en las organizaciones. Que no existan grandes contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace. 

Desde hace décadas es bastante común que las organizaciones publiquen declaraciones de principios en las que se afirma que la persona es lo primero, lo más importante, su razón de ser, su recurso más valioso, su mejor ventaja competitiva, bla, bla, bla…

Pero, como decía la señora Eustasía “hijo, del dicho al hecho va un buen trecho”, y a la hora de la verdad, en ocasiones, estas pomposas declaraciones o no se concretan y se quedan en un simple ejercicio de poesía barata o, peor aún, se concretan pero al contrario de lo que con tanta parafernalia se declara...

Actualmente, en las organizaciones, hay personas que están sufriendo las enfermedades de nuestro tiempo como el estrés, la angustia y la depresión. 

A mí, me conmueve escuchar los casos de personas que trabajan en empresas que presumen de su “humanismo” pero que, cuando detectan que alguno de sus colaboradores enfrenta un problema de salud, una crisis personal, los despiden…

Si bien las enfermedades de nuestro tiempo no tienen como causa única y exclusiva a la empresa de quien las padece, sin embargo, la excesiva dedicación que se exige a las personas con respecto a su trabajo, es una de sus principales causas.


Por ello, quien tiene la responsabilidad de dirigir debe preocuparse y ocuparse de aspectos tan fundamentales y tan específicos como el respeto a la jornada de trabajo, las comunicaciones en la empresa, las cargas de trabajo, los sistemas de compensación…; sobre todo, los de compensación variable, los famosos bonos que, después de considerar su impacto en la vida de muchas personas, deberían llamarse “malus” en vez de “bonus”… 

No es un chiste fácil, hablo y escribo desde mi experiencia. 

He visto como muchas personas han perdido su salud, su familia, su matrimonio, su vida… por lograr un dinero adicional. 

Y no seré yo quien responsabilice a la empresa o a su sistema de compensaciones, de los problemas de su gente. 

No, las personas somos libres: siempre. 

Pero la empresa si debe ser “personalmente responsable”, especialmente cuidadosa, a la hora de definir qué objetivos, qué conductas, qué resultados se premian.

sábado, 31 de agosto de 2013

La imagen vende, las buenas costumbres venden mucho más.

Sigo con interés el trabajo de mi amiga Beth Borés, excelente consultora de imagen y mejor persona, a través de su página www.personalimagecompany.com 

En unas de sus publicaciones se preguntaba si la etiqueta estaba pasada de moda... o no.

He conocido a directivos de organizaciones y empresarios de éxito que adolecen de una buena educación, de buenas maneras, de buenas costumbres.

El protocolo es la técnica de hacer bien las cosas y el conjunto de normas y usos que nos dicen cómo actuar. 

Una técnica que, como tal, se aprende.

Una preocupación humana, desde antiguo. El famoso Confucio, quinientos años antes del nacimiento de Cristo, ya destacaba su importancia en las relaciones humanas.

Un negocio puede no concretarse por falta de tacto en una conversación o por desconocimiento de las costumbres de un país. O por no saber comportarse en una comida de negocios….

En una ocasión estuve en París, con unos compañeros, para negociar con una multinacional francesa la distribución regional exclusiva de sus productos de belleza. 

Parte del proceso era una comida con el dueño, un personaje con aires de auténtico príncipe del Renacimiento, de modales exquisitos, versallescos… Nos invitó a comer en un exclusivo restaurante y como entrada nos sirvieron unos mariscos. 

Antes de pasar al siguiente plato, los camareros dejaron al lado de cada uno de nosotros un recipiente con agua y limón, para lavarnos delicadamente los dedos y que no olieran a marisco…una práctica bastante conocida (al menos eso creía yo…), norma básica de urbanidad en la mesa. 

Bien, pues uno de mis colegas, cogió el recipiente y se bebió el agua… El francés casi se conmociona… No pudo disimular su desagrado e incomodidad. 

A partir de ese momento la negociación, que iba muy bien encaminada, se torció, y costó meses reconducirla.

Tiempo después, y una vez firmado el contrato, uno de los directivos de esa multinacional francesa me confió las serias dudas del dueño sobre si entregar o no sus preciados productos, en manos de una empresa que tiene entre sus directivos de primera línea “a un gañán como ése…” Fin de la cita… 

Cada vez que nos vemos o hablamos, nos seguimos riendo recordando esta anécdota; pero, entonces, no me hizo ninguna gracia, al contrario…; estuvimos a punto de perder un excelente negocio por un detalle, aparentemente, menor. 

Un caso para reflexionar. El acuerdo estuvo a punto de fracasar pero no, como es habitual, por el precio, o la duración de la exclusividad, sino por… cualquiera lo diría. 


Una vez más, la importancia de cuidar los detalles, la cosas pequeñas, en las relaciones humanas.

Cosas de protocolo que, a muchos, se les escapa, a veces por ignorancia y otras por el curioso convencimiento de entender que la buena educación está reñida con la modernidad…

Aunque la mayoría de las normas de protocolo son universales, cada país tiene las suyas y hay que conocerlas para facilitar el éxito de un negocio.

Muchos extranjeros se extrañan ante errores tan comunes entre los españoles como el habitual tuteo, o ir directamente al grano y hablar de negocios desde el primer momento.

Cuidar nuestra imagen es fundamental. Una imagen que implica no sólo llevar la vestimenta adecuada sino comportarse correctamente en un cóctel o en una comida de trabajo.

La puntualidad, la cortesía o cómo saludar son algunos aspectos a cuidar especialmente. 

El saludo es el primer contacto físico con la otra persona; por tanto, hay que cuidar cómo estrechamos la mano. Una persona segura estrecha francamente su mano. Dar la mano como si fuera una merluza muerta, o como si fuera una tenaza, suelen ser muestras de mala educación.

La urbanidad se puede aprender siempre, aunque facilita las cosas si los aspectos básicos se vivieron desde pequeños.

Cuando no tengamos claro qué hacer, actuar con naturalidad es siempre mejor que adoptar una postura acartonada, estereotipada, rígida.

En conclusión,  la imagen vende y las buenas costumbres venden mucho más. 

O como decía la señora Eustasia (parafrasenado a Serrat): "hijo, el hábito no hace al monje...pero da el pego".

miércoles, 28 de agosto de 2013

Trabajar mejor.

En España, tenemos que aprender a trabajar más en menos tiempo, porque somos los que más tiempo dedicamos al trabajo y, sin embargo, no estamos en los primeros puestos de productividad.


El valor necesario para ello probablemente sea el del compromiso: ya no basta con que una persona esté motivada para trabajar, sino que también hace falta que lo esté para mejorar.

Otro aspecto a considerar es no confundir trabajo con presencia. 

Hoy, gracias a las tecnologías, es posible trabajar desde lugares muy distintos.

no olvidemos  que, en los procesos de selección, se tienen muy en cuenta los aspectos extra laborales. 

Es decir, el curriculum vitae también debe hacer referencia a la vida, no sólo al trabajo.

sábado, 24 de agosto de 2013

Tanto cobras...¿tanto vales?

Familia y trabajo son dos ámbitos de desarrollo humano y profesional que se enriquecen mutuamente, pero no hay que olvidar que el trabajo es instrumental para la familia, y no la familia instrumental para el trabajo. 


Ambos, hombre y mujer, tienen que priorizar su hogar como su primera empresa, no sólo en su cabeza y en su corazón, sino también en su agenda diaria. 

Si no es así, como el trabajo es más rígido, con objetivos, incentivos o sanciones a corto plazo, y la familia más flexible y comprensiva, al final el deseable equilibrio entre trabajo y familia se quiebra en contra de la familia…

El trabajo es como un gas que se mete en todas las grietas que dejamos en nuestra vida, y que acaba llenándolo todo si no ponemos muros de contención.

Otro factor que contribuye a la situación de confusión actual es el mismo concepto de trabajo. 

A veces, se exalta el trabajo remunerado como único indicador de la valía de una persona: tanto cobras, tanto vales. 

Es preciso superar esta visión economicista que sólo valora lo que se puede cuantificar y lo que se remunera, y que ha influido en gran medida en la progresiva devaluación de los trabajos domésticos y de cuidado de personas, una cuenta cuyo valor económico de mercado, si se tuviera en cuenta, haría que el PIB de España aumentara en torno a un cuarenta por ciento.

jueves, 15 de agosto de 2013

Pornografía en internet.

Hace unos días, el primer ministro británico, David Cameron, propuso universalizar los filtros para menores que ya se incluyen en navegadores y buscadores, y extenderlos a todos los ordenadores de Reino Unido, tengan la edad que tengan sus propietarios. 

En la práctica supondrá que los ciudadanos que quieran consumir porno tendrán que solicitarlo explícitamente a su proveedor, es decir, identificarse para que le desactiven el filtro.

Cameron justificó su propuesta como un paso contra la negativa influencia de la pornografía en la formación de los niños, y con el fin de proteger a nuestros menores de los abusos sexuales. Es la respuesta de su gobierno al debate suscitado en el país a raíz de la muerte de dos niños cuyos asesinos eran asiduos a la pornografía infantil.

Estas nuevas medidas contra la pornografía contienen otras modificaciones, como la de hacer una lista de términos pornográficos que no den resultados en buscadores. 

Cameron puso un ejemplo: si alguien teclea la palabra niño y la palabra sexo el buscador aconsejará al internauta algo similar a esto, “¿te refieres a educación sexual para niños?”.

Las empresas y organizaciones con intereses económicos en juego ya han comenzado a reaccionar.

Argumentos… tantos como gustos y colores.

Hay empresas de buscadores que proclaman el derecho de sus usuarios a teclear cualquier palabra y aseguró que la propuesta atenta contra los derechos a la intimidad y a la libertad de expresión.

Algún colega al servicio de estos intereses ha afirmado que, si la propuesta de Cameron se concretara en una ley, significaría un serio retroceso a las libertades…


Otros no se andan por las ramas y manifiestan claramente que si se plantearan obstáculos para acceder a páginas webs con contenido adulto (este es el término políticamente correcto con el que se denomina a la pornografía…) puede tener un impacto considerable sobre los beneficios económicos de una industria que es legal… Dinero, dinero, mucho dinero…

No ha faltado quien ha argumentado sobre las dificultades técnicas que conllevaría el desarrollo de estas propuestas.

El mensaje de Cameron ha sido muy claro para estas empresas, ustedes tienen el deber moral de actuar. Si hay obstáculos técnicos para que actúen los motores de búsqueda no deben mantenerse al margen y decir que no se puede. Empleen esos grandes cerebros para ayudar a superar los obstáculos. 

Me parecen muy acertadas las propuestas de David Cameron, pero tengo serias dudas de que se lleguen a concretar en una ley. Hay intereses económicos de muchísimos ceros que podrían verse afectados y este tipo de organizaciones son especialistas en cabildear.

Habrá que esperar hasta el otoño.

lunes, 5 de agosto de 2013

Huertos urbanos.

A la entrada en Pamplona el tren se paró unos minutos y pude observar que también en esta ciudad existen estos huertos de ocio cuya labor supone un entretenimiento para las personas mayores, que suelen ser quienes los cultivan.

La opinión que tengo de esta actividad es buena. Además me recuerda -gratamente- a Juan de quien, por cierto, en estos días, se cumplen años de su fallecimiento.

En León existen desde hace años, en la Candamia, un paraje junto a la orilla del río Torío. Son de titularidad municipal y suponen una excelente iniciativa en favor de los jubilados que realizan una actividad física muy sana, de la que además obtienen productos para su propio consumo familiar.

Me da la impresión que lo pasan bien, porque suelo pasar por allí en mis paseos en bicicleta y veo a abuelos, con los que supongo que serán sus nietos, explicándoles cosas de su huerto. A muchos de ellos les recordará su infancia y las tareas agrícolas que realizaban con sus familiares y paisanos.


Pienso que estas actividades son muy completas porque suponen una vía de escape al ritmo de vida de la ciudad, reducen el estrés, aumentan la autoestima de los mayores, fomentan las relaciones sociales y, en muchos casos, suponen una alternativa de alimentación más saludable y económica.

Juan fue un pionero de todas estas cosas. Le conocí hace más de veinte años. Entonces me llamó la atención que cuando se jubiló, alquiló unos marjales en la vega de Granada, a las afueras de su pueblo. 

Iba todos los días a labrar -así decía él-, esa era la palabra que utilizaba. 

Aprendí mucho de sus explicaciones. En la medida en que aumentaba nuestra confianza y detectaba mi interés, me invitaba con más frecuencia a acompañarle.

Recuerdo cómo me decía que cuidar de la tierra era como cuidar de un hijo que necesitaba de cuidados oportunos, es decir, cuando corresponde… Una vez más, con ganas o sin ellas.

sábado, 3 de agosto de 2013

Hora punta...

El intenso calor de estos días ha hecho que se bata el récord de consumo del año en agua y electricidad. 

Leyendo una noticia sobre este asunto me ha sorprendido conocer que el pico de consumo, concretamente en agua, se está produciendo sobre las cuatro de la madrugada… 

Como que no tenía esa percepción.

No sé, quizá, si me hubieran preguntado, hubiera dicho que durante la mañana, por ser la hora de plena actividad de familias y empresas, o al caer la tarde cuando mucha gente se ducha para refrescarse… Pero nunca hubiera pensado que a las cuatro de la madrugada. 

Dicen que a esta hora, en verano, se registra el pico de consumo, sobre todo, por los sistemas de riego en jardines y la limpieza de las calles.

Hablando de horas punta, me acordé que cuando comenzó a extenderse el uso de las redes sociales entre los jóvenes, asistí a una conferencia donde nos preguntaban a los padres con hijos adolescentes sobre cuál era la hora en la que nosotros pensábamos que internet estaba en su máximo pico de consumo… Unos dijeron que las 13’00 horas en plena actividad empresarial, o quizá sobre las 22’00 horas cuando muchas personas, al final del día, revisan sus mensajes… 

No, nos decía el conferenciante: la red está colapsada, de lunes a viernes, sobre las dos de la madrugada…Plop.


No me lo podía creer. Jamás lo hubiera imaginado. Pero si a esa hora se supone que la mayoría de la gente, y más en invierno, estamos durmiendo…Pues parece que no. Y quizá por ello, el conferenciante, previendo nuestra incredulidad, nos proyectó información detallada de consumos, facilitada por las compañías de telecomunicaciones. 

Las dos de la madrugada…

Durante mucho tiempo después he estado pensando sobre este asunto. 

Ahora me explico muchas cosas. 

Porqué a algunos adolescentes les cuesta tanto madrugar, porqué comentan los profesores que es cada vez más común que muchos de ellos se queden dormidos en clase, porqué duermen siesta… Claro, cómo no, si están hasta las tantas y una conectados a internet bien sea en las redes sociales o viendo lo que vean, cómo van a estar suficientemente descansados para enfrentar un nuevo día.

Definitivamente somos padres, formados en el siglo pasado, quienes tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos que son…de otro siglo.

A uno le decían a las diez en casa y, una vez dentro, los riesgos quedaban reducidos a la mínima expresión. Pero ahora, es como si –mágicamente- se hubiera modificado  la estructura de nuestro edificio y se hubiera abierto una ventana al mundo, con todo lo bueno y lo malo que tiene ese acceso.

El problema no es la ventana sino que muchos padres todavía no tienen plena consciencia de su existencia. “Fulanita tiene muy buenos hábitos, nada más cenar se va a su habitación a descansar… Yo le insisto, pero fulanita, hija, relájate, quédate con nosotros a ver la televisión, pero nada, ella siempre se va a su cuarto…”. Un primor de disciplina… Y a lo mejor lo es, pero quizá, cada noche, se va puntualmente a su cuarto porque, desde allí, se comunica con el mundo, sin más límites que los que ella se imponga, a través de esa ventana virtual que han abierto en nuestras casas…

En fin que hay que estar al día, bien informado, con los ojos y los oídos bien abiertos, con datos y no con percepciones (es que yo creía, es que yo pensaba…), que no importa lo que tu creas sino lo que es. 

Y hay datos de sobra y numerosas fuentes disponibles para obtenerlos.

En fin, y volviendo a lo de internet, que me estoy alargando más que de costumbre.

Después de meses dándole vueltas a lo del pico de consumo a las dos de la madrugada y su impacto en el descanso de mis hijos, y qué hacer para ayudarles a descansar y que así puedan aprovechar mejor sus días,  llegué a la conclusión que la mejor manera de facilitar todo esto es durmiendo con el modem…que sí, tal cual; que desde ese día, cuando me voy a la cama, desconecto el modem y lo guardo en uno de los cajones de mi mesita noche, hasta el día siguiente.

Y así, como decía la señora Eustasia, “muerto el perro se acabó la rabia”.

miércoles, 31 de julio de 2013

Exiliados en casa.

Chicos, adolescentes, que se marginan en sus habitaciones donde ven televisión, escuchan música, pasan horas con los videojuegos y navegando en la red.


Encierro alarmante.

Su música favorita suele ser sórdida, oscura y desesperada.

No me canso de insistir en que debemos de traducir las letras de las canciones que escuchan nuestros hijos. Y comentar con ellos los ejemplos de vida que nos ofrecen sus protagonistas.

Sin dramatizar pero este aislamiento llevado a un extremo puede ser grave. 

Pensando en estos casos recordé que, a comienzos de este siglo, se empezó a oír hablar de los hikikomori (palabra japonesa que se puede traducir como retraimiento), chicos que no salían de sus habitaciones incluso por años. 

Aislados, sin vida social. 

Interrumpían su aislamiento sólo para comer, para comprar en horarios de primera o última hora o en tiendas nocturnas, donde las probabilidades de encontrarse con gente conocida disminuyen.

Algunos incluso comían en sus propias habitaciones. Restos de comida de varios días junto a la televisión. Viendo series completas de forma ininterrumpida, capítulo tras capítulo, o concursos de televisión.

Como una especie de rebelión silenciosa.

Dicen que, en algunos casos, surgió como respuesta a frustraciones mal llevadas por fracasos educativos, o por no tener amigos. O víctimas de agresiones silenciosas de compañeros.

En Japón si se puede dejar de ir al colegio, no existe la escolarización obligatoria tal y como la conocemos en España. 

Para dar respuesta a estas situaciones siempre es determinante la actitud de los padres, si toleran o no una vida familiar así. Cosas de adolescentes, ya se le pasará, presionarle podría ser peor…

No tengo información sobre cómo habrá evolucionado este fenómeno social pero, en cualquier caso, me acordé de aquello que decía la señora Eustasia “hijo, que ya sabes lo que se dice desde los tiempos del faraón, que no es bueno que el hombre esté sólo”.