@MendozayDiaz

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jueves, 13 de febrero de 2014

Cultura de servicio.

Indudablemente, España está viviendo una de las crisis más dramáticas de las últimas décadas, y esta vez nos enfrentamos con una verdadera crisis estructural, no coyuntural.

Las cosas no volverán a ser nunca más como antes ya que el trabajo será un bien escaso, los consumidores estarán más informados y formados, serán cada vez más exigentes -implacables si nos equivocamos-  y muy, muy difíciles de fidelizar.

Los empresarios deberían recordar que el coste de mantenimiento de un cliente es notablemente inferior al coste de captación de un nuevo cliente y que, este último, es, a su vez, inferior al coste de recuperación de un cliente perdido.

Hablar de recuperación a estas alturas puede ser utópico si no nos replanteamos nuestro usos y costumbres. Con lo cual ¿por qué no hacer las cosas bien a la primera? ¿por qué no crear en nuestra organización una cultura de servicio que permita intentar fidelizar a nuestros clientes?

Esto significa contar con colaboradores con actitudes positivas, con ganas, con sentido de la responsabilidad y con formación suficiente para poder comunicar al cliente el servicio que queremos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Más allá del "copiar y pegar"...

Quien tiene la responsabilidad de dirigir debe ser capaz de presentar varias alternativas para solucionar un problema.

Debe fomentar la creatividad: la suya y la de sus colaboradores. Generalmente los directivos suelen ser demasiado lógicos y matemáticos ("cuadriculados") ... Favorecer la creatividad supone un impulso a mejorar en forma continua.

Un directivo debe ser realista, delimitar lo ideal de lo factible. Trabajar en base a prioridades, distinguiendo lo importante de lo urgente.

Muy relevante: un directivo debe aprender a delegar, a otorgar autonomía  (y a respetarla...).

Construir y comunicar una visión de largo plazo. No perderla de vista en el día a día, procurar ser coherente: liderazgo basado en principios.

Un buen directivo es independiente en su acción porque se esfuerza en adquirir buenos hábitos de trabajo. La automotivación suele ir de la mano con la responsabilidad.

Cuando una persona logra un cierto grado de autonomía, y no requiere tanta supervisión, está contribuyendo a mejorar los resultados de su organización que podrá enfocar sus recursos en otra persona con más necesidades de refuerzo.

Por último, es necesario avanzar en fortalecer las relaciones de colaboración. 

Que varias personas se integren y trabajen, con armonía, con un mismo fin y objetivos. Esto se premia con sinergias en casi todos los procesos de gestión y de servicio. Se gana en rapidez en el aprendizaje, en homologar criterios de trabajo, y en la coordinación de todas las áreas de la organización. 

En fin, se genera una cultura de servicio y de trabajo en equipo. Una de las ventajas competitivas y comparativas más difíciles de "copiar y pegar".


Y, como siempre, hay mucho más... Pero el camino de una auténtica mejora va por este rumbo.

sábado, 1 de febrero de 2014

México en la piel…

Con los años estoy aprendiendo a mirar, a descubrir y disfrutar con las pequeñas cosas que suceden a mi alrededor. 

Tengo la suerte de vivir junto al rio Bernesga, el rio que atraviesa la ciudad de León, afluente del Esla, que a su vez lo es del rio Duero.

Salgo a pasear con frecuencia por sus orillas. Suelo iniciar mi recorrido por la cara sur del puente de San Marcos, de piedra, y en pie desde hace mil años, siempre recorrido por los  peregrinos que van o vienen de Santiago de Compostela.

A primera hora de la mañana, desde este punto, disfruto de cómo los primeros rayos de sol iluminan sus piedras que se reflejan caprichosamente en las aguas donde ya juegan y pescan mis amigos, los patos más madrugadores.


Intento aprovechar el tiempo y, a veces, escucho las noticias. 

Hoy, qué curiosidad, hablaban de las manzanas, que no siempre las más grandes y lustrosas son las mejores. Que no, que esas manzanas como puños, todas iguales en brillo y color, que parecen adornos de frutero del Ikea, son el resultado de una mutación genética y no se de cuanta cosa más y que, atención, porque en ocasiones pueden suponer un peligro para la salud.

Como no acordarme de las manzanas de Arteaga (Coahuila, México), cerca de la finca (del rancho como le dicen por allí) de mis amigos Fernando y Angie. De un calibre diverso, más bien pequeñas, de piel como atigrada, sin brillo pero sabrosas como pocas…Y sanas.

Qué buenos momentos hemos compartido allí. 

Mis amigos (Fernando y Angie) son dos personas extraordinarias, cariñosos y de una generosidad excepcionales. Siempre dispuestos y atentos. En su casa hemos disfrutado de todo tipo de celebraciones, familias enteras, momentos inolvidables. 

Los mexicanos son gente alegre, que saben vivir y disfrutar más allá de las dificultades (que las tienen, como todos, y a veces, mayores). Mantienen, defienden, viven, disfrutan… y comparten sus tradiciones. 

México en la piel… En mis primeros años por allì, hablaba de estos temas con mi querido Stephan, un compañero de trabajo, chileno, con quien tuve la suerte viajar mucho a lo largo y ancho de México, recorriendo los casi setecientos puntos de venta que teníamos la responsabilidad de dirigir. Un día me dijo, toma, te he grabado esta canción, es para ti, tu realmente tienes “México en la piel…”

Sin darme cuenta, ya estoy llegando a Puente Castro, barrio de León, a unos cinco kilómetros desde San Marcos, que recibe este nombre porque aquí se encontraba un asentamiento romano, origen de la ciudad. La palabra castro proviene del latín castrum, que significa "fortificación militar" (de ahí viene la palabra española castrense, "relativo a lo militar").

Este puente milenario se puede transitar por arriba y por alguno de sus arcos, lo que suelo hacer cuando, como hoy, voy en bicicleta, rumbo al parque de la Candamia por la ribera del Torio.

Imagino que estos días Angie y Fernando estarán con los preparativos de la cena de la Candelaria. 

La tradición dice que aquel a quien le toque la sorpresa del roscón de Reyes deberá de invitar a tamales… Ahora no voy a explicar qué son los tamales porque excede de las pretensiones de este relato, porque todavía no he desayunado y porque, como diría la señora Eustasia “hijo, siempre hay que dejar algo para la próxima vez…”.

El caso es que Fernando y Angie siempre nos invitaban a tamales por estas fechas, una convivencia que, por muchas razones, siempre valoré y disfruté especialmente. Con la excusa de los tamales compartimos momentos entrañables de nuestras vidas, construimos una bonita amistad. 

En fin, México en la piel…( http://www.youtube.com/watch?v=a1UICBawujs )

viernes, 17 de enero de 2014

Cultura del trabajo.

Hablar de trabajo es ir al corazón de la sociedad moderna, a su estímulo más profundo, a sus contradicciones culturales más íntimas. Hablar de trabajo es recorrer la historia de la cultura occidental, su origen y su desarrollo.

Hoy está muy extendida una concepción alienada del trabajo, considerado como una mercancía, en donde el hombre, en lugar de ser el sujeto libre y responsable del trabajo, está esclavizado a él.

Para superar esta situación, algunos tienen puesta su esperanza en la sociedad altamente tecnologizada y telematizada, que ofrece posibilidades inverosímiles e inimaginables de creatividad. Sin embargo, los nuevos escenarios en los que el trabajo tiende a desarrollarse no bastan por sí solos para asegurar la auténtica y libre creatividad del trabajador.

La creatividad en el trabajo es una realidad pluridimensional que tiene relación, simultáneamente, con los niveles biológico, psicológico social, económico y cultural, y que incluso penetra en el mundo de los valores últimos.

No es suficiente una actividad más libre e incondicionada gracias a la disponibilidad de instrumentos técnicos cada vez más perfeccionados. Es necesario que el hombre sea sujeto -más que objeto- del trabajo, es decir, que pueda expresar su creatividad en una relación social motivada y culturalmente orientada.

El factor relacional es un elemento decisivo para una reconsideración del significado del trabajo. El trabajo, concebido como relación social, puede ayudar al trabajador a expresar lo mejor de sí mismo y a asumir tareas y responsabilidades con un fuerte contenido de inventiva y de espíritu emprendedor. 

Es necesario, por tanto, organizar mejor el trabajo, delegando las responsabilidades y haciendo visible a todos la utilidad del trabajo realizado. 

Por otra parte, es necesario también fomentar una cultura del servicio que motive a la persona a proporcionar bienes y prestaciones a favor de los demás.


En otras palabras, es necesario garantizar al trabajador el máximo de la libertad y responsabilidad personales junto con una profunda motivación que estimule su iniciativa. 

La vocación profesional debe ser concebida no ya como un instrumento de éxito o de búsqueda superficial de un nivel de vida, sino como la realización de uno mismo en la plena integración humana.

viernes, 10 de enero de 2014

La sabiduría de un pescador mexicano.

Hace años que escuché esta historia. Me encanta recordarla con frecuencia. Todo un ejemplo de sencillez y sabiduría.


Cuentan que un directivo norteamericano se encontraba en el muelle de un pueblito costero de México, cuando llegó un bote cargado con las pesca de la mañana. 

Le preguntó al pescador cuándo tiempo tardaba en pescar esa cantidad. Y el mexicano contestó "pues sólo un par de horas". El directivo le preguntó por qué no pescaba más. "Porque con esto me alcanza para satisfacer las necesidades de mi familia. Así me levanto tarde, pesco un poco, vuelvo a almorzar a mi casa, duermo siesta con mi señora, juego con mis hijos, salgo a caminar por el pueblo por las noches, y tomo vino y toco la guitarra con mis amigos".

El norteamericano suspiró irónicamente. "Yo soy un MBA de Harvard y puedo ayudarle... Si pasara más tiempo pescando, con los excedentes podría comprar un bote más grande. Y después comprar varios botes y, eventualmente, llegar a tener una flota. Y, en vez de venderle sus peces a un intermediario, podría venderlos directamente a la industria conservera. Y, eventualmente, instalar su propia planta y así controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Probablemente tenga que irse de este pueblito, instalarse en la Ciudad de México y, después, en Nueva York".

El mexicano preguntó cuánto iba a demorar todo esto. "Unos 15 o veinte años", contesto el MBA. "Y entonces, qué", inquirió el pescador. "Esta es la mejor parte", contestó el gringo: "en el momento adecuado anuncia la apertura en bolsa, vende su empresa en acciones y se hace rico. Ganaría millones de dólares". 

"¿Y para qué quiero millones de dólares?". "Para poder jubilarse, se va a vivir a un pueblito costero, duerme hasta tarde, pesca un poco, duerme siesta, juega con los niños y sale a pasear por el pueblo y a tomar vino y tocar la guitarra con sus amigos...".

Sin comentarios.

Y, como diría la señora Eustasia, "hijo, más claro el agua".

jueves, 19 de diciembre de 2013

Feliz Navidad.

Una vida agitada no es más que la parodia de una vida intensa.

A la larga, quienes nos dejamos picar por el bicho de la prisa o de la falsa eficacia terminamos dominados por las situaciones y por las circunstancias, en vez de dominarlas.

Nos dejamos arrastrar por los hechos exteriores sin darnos espacios para que las cosas decanten; juzgamos y decidimos con precipitación.

Tenemos que aprender a defendernos de la aceleración creciente que hoy se quiere imprimir al trabajo y, desde luego, a la vida de familia. 

Para descubrir el encanto escondido de las relaciones humanas y del trato cordial es preciso desacelerarse, conquistar un mínimo de paz interior, perder el miedo a que el silencio sea un invitado inquietante, y hacerse tiempo para ponderar lo que nos ocurre y lo que ocurre a nuestro alrededor.

Las cosas importantes piden reposo para considerarlas pausadamente, con oído imparcial.

Y las personas no abrimos nuestra intimidad a quienes tienen puesta su cabeza en la acción o en el paso siguiente. 

Las relaciones superficiales no permiten sino amistades superficiales, relaciones de ocasión, amores superficiales.

Quizá nuestra auténtica "calidad de vida" dependa de que nos esforcemos por vivir la serenidad.

Hoy es siempre todavía...

Feliz Navidad.



jueves, 12 de diciembre de 2013

Preparar y aprovechar las vacaciones.

Está comprobado que la capacidad del ser humano para prestar atención a un asunto va disminuyendo conforme pasa el tiempo. La intensidad con la que desempeñamos las tareas habituales también disminuye, y se hace imprescindible disfrutar de unos días de vacaciones para después retomar nuestras ocupaciones con mayor fuerza física y despeje mental.

A veces, algunas personas no encuentran el momento para ausentarse por una temporada debido a la enorme cantidad de trabajo que les rodea. Para superar esta limitación hay dos elementos fundamentales: la planificación de los deberes y obligaciones, y la delegación de funciones. La combinación de ambas puede liberar a la persona de la excesiva carga de trabajo que soporte.

Es muy importante preparar las vacaciones para aprovecharlas mejor.

Durante este tiempo de descanso debe prohibirse -absolutamente- realizar cualquier tarea relacionada con el trabajo: no llamadas a la oficina, no cargarse con documentos para leer, no emplear ese tiempo en pensar o escribir sobre algún proyecto. Con toda seguridad, la organización podrá seguir funcionando sin peligro de quiebra, a pesar de nuestra ausencia. 

Humildad: todos somos necesarios pero ninguno imprescindible.


Hay que aprovechar las vacaciones para leer distendidamente y sin prisas sobre asuntos distintos a los que dedicamos nuestra atención el resto del año: novela, ensayo, teatro, poesía… La variedad literaria es amplia e interesante. 

También es la mejor época para pasar más tiempo con la familia y amigos.

A veces, se está tan absorbido por el trabajo que se descuida una actividad fundamental en nuestras vidas: escuchar y aprender del entorno. Hablar, relajadamente, sin un tema fijo, “perder el tiempo” en conversar es enriquecedor y abre nuevos horizontes.

Si durante el año la actividad intelectual se impone a cualquier otra, en vacaciones, el tiempo debe ser para la actividad física. Siempre ayuda a disfrutar de las vacaciones la práctica de algún deporte o la realización de algún trabajo manual. Las vacaciones son ideales para retomar nuestras aficiones que, muchas veces, descuidamos.

Aprovechar el tiempo para pensar en uno mismo y reflexionar. Quizá identifiquemos qué podemos mejorar en nuestra vida.

En fin, en vacaciones debemos dejar de lado la obsesión por hacer e intentar, simplemente, ser. O hacer menos y ser más.

sábado, 23 de noviembre de 2013

"Bilingües..."

Con un templado sentido del humor, Tomás de Aquino llama "bilingües" a los que hablan con dos lenguas, utilizando una cuando están en presencia, y la otra... en ausencia.

Esta forma de actuar es un rasgo característico de la doblez de ciertas personas que emplean palabras distintas para referirse a otras personas, según estén -o no- cara a cara.

Recuerdo que en Chile -con expresión benevolente- se llama "pelambre" a la susurración, a la murmuración, e incluso a la calumnia.

Pelar, curiosamente, significa despellejar, arrancar la piel: un deporte de práctica usual.

La doblez es despreciada y despreciable; pero el ser humano la tiene en la punta de la lengua. Dicen que Agustín de Hipona mandó escribir en su comedor la siguiente frase: "No como con antropófagos". Consultado por esta extravagante inscripción, habría explicado que no le gustaba comer junto a los que, comiendo, con su lengua se comían a los ausentes...

“Si no puedes hablar bien de alguien, cállate”, aconsejaba un sabio. Si se siguiera su consejo, los hombres seríamos mejores. Pero hay gente que imagina que, rebajando a los demás, se eleva a sí misma, en la estúpida creencia que denunciando un defecto ajeno, el que lo hace, se apropia de la cualidad contraria o, al menos, declara no tenerlo. La realidad demuestra lo opuesto: quien no actúa con rectitud de intención supone lo mismo de los demás.

Es sano admirar a los políglotas, como insano hacerse eco de estos “bilingües”. Si nos les facilitáramos el oído o tuviéramos el coraje de pararles en seco, la plaga no proliferaría. ¡Qué buen servicio para mejorar la convivencia humana!”.

viernes, 1 de noviembre de 2013

El tiempo es breve.

Como dicen los economistas el tiempo es un bien escaso. Quizá el más escaso de todos, y desde luego de los pocos que no se pueden comprar. El tiempo es breve.

El manejo efectivo del tiempo es un factor clave para que una persona viva una vida digna de tal nombre.

Una óptima gestión del tiempo aumenta la capacidad de hacer más cosas, y mejor.

Y, muy importante, disminuye tensiones innecesarias en la vorágine actual. Suele ocurrir que, en el dinamismo de nuestras vidas, tengamos una lista interminable de tareas y no sepamos por dónde empezar.

Interesarse por el buen uso del tiempo no es sólo una moda sino una necesidad.

Lo demuestra el mercado editorial, inundado de libros sobre el tema. Suelen ser obras de autoayuda y la gama es variada, algunas son serias y otras, en mi opinión, menos.

Os recomiendo “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” de Stephen Covey. Útil, práctico, interesante. Un clásico.

La delegación tiene una importancia esencial en el aprovechamiento del tiempo. Son muchos los directivos que se resisten a encargar tareas, proyectos, a sus colaboradores. Se parecen a un pulpo que, con sus tentáculos, intenta controlarlo todo.

Por supuesto que así no les alcanza -ni les alcanzará- el día porque quieren controlarlo todo.
Por tanto, delegar responsabilidades a personas capaces y bien formadas es una de las claves para que un jefe pueda dedicar su energía a otras actividades e incremente su capacidad de trabajo.
La pseudo delegación que sólo se limita a dar órdenes no es más que una forma encubierta de acaparar que rara vez da resultado.

Una auténtica delegación requiere planificar el proceso, elegir a la persona más competente (y no al amiguete), establecer etapas de acción medibles, facilitar información y apoyo, evaluar, y recompensar los resultados.

Finalmente, el equilibrio entre trabajo y vida es un factor decisivo para lograr ser una persona “altamente efectiva”.
La verdadera eficiencia se explica pos dos factores: el resultado y la actitud o medios que permiten tal resultado.
Pero de esto escribiré otro día porque, como decía la señora Eustasia, “hijo, siempre hay que dejar algo para la próxima vez”.

martes, 29 de octubre de 2013

Construir nuestros sueños.

Nuestra economía, nuestra política, nuestra cultura, necesitan de empresarios con capacidad de innovación y perseverancia para generar nuevas oportunidades y caminos de desarrollo.

El empresario es quien, libremente, decide iniciar un camino, motivado por un fuerte deseo interno que le lleva a emprender.

Es empresario quien elige una opción. 

Hay tal cantidad de cosas en las que trabajar, tan abrumadoras las necesidades insatisfechas, tan fascinantes los desafíos por enfrentar que, aunque resulte obvio, hay que elegir qué hacer. 

Si se quiere emprender y lograr resultados se deben seleccionar objetivos específicos. 

Seleccionar es muy difícil y significa renunciar. A esta acción le es aplicable el principio de economía sobre costes de oportunidad: escojo lo uno y dejo lo otro. 

Es verdad que hay personas capaces de realizar varias actividades simultáneamente pero, a pesar de ello, lo recomendable es enfocarse.

Es importante elegir lo que yo deseo hacer y no lo que otros dicen que debo hacer. 

Por ello es muy importante saber identificar lo que a uno le interesa, lo que me motiva (“me mueve”). 

Si elegimos un proyecto que no nos llena, no disfrutaremos y, muy probablemente, sentiremos frustración. 

Identificar nuestra motivación, personal, supone un buen trabajo de introspección.

Tomada la decisión sobre qué hacer, nos encontramos ante otro interrogante: ¿seré capaz?.

Crear una empresa requiere de capacidad de trabajo, de esfuerzo. Nada significativo se logrará sin sacrificios, voluntad, constancia, fe. Y, aun contando con ellos, no es garantía de éxito.

El éxito no está en el resultado obtenido sino en el proceso. 

He tenido la suerte de escuchar las experiencias de buenos empresarios que dicen que lo enriquecedor está en la lucha por conseguir los objetivos propuestos. 

Que esforzándose por hacer lo que se quiere se viven experiencias muy formativas. 

En fin, éxito no sólo es el logro de un objetivo. También lo es la experiencia adquirida durante todo el proceso, mientras construimos nuestros sueños.

sábado, 19 de octubre de 2013

Elogio de la simplicidad.

Una de las acepciones que nuestro diccionario da sobre el término simple, la tercera, dice “sencillo, sin complicaciones ni dificultades”.

Toda traducción corre el riesgo de no transmitir la intención o la carga emotiva que subyace detrás de la misma expresión en su idioma original y, por tanto, el título de esta entrada no es una excepción.

Quien trabaje o haya trabajado con norteamericanos apreciará cuán cierto es esto, pues en la explicación, o más relevante todavía, en el diseño de la solución a un problema, una cuestión verdaderamente importante es que ésta se pueda comunicar en términos simples.


“Keep it simple” suelen decir ellos; hacer o mantener las cosas simples. Trabajar sobre lo esencial, privilegiar el objetivo buscado y, sobre todo, desechar toda acción o paso que no conduzca directamente a este último de una manera eficiente.

Un imperativo que resulta primordial para el reconocido pragmatismo de los norteamericanos, y que lamentablemente para muchas personas y organizaciones se encuentra absolutamente ausente de su consideración.


Es más, en ocasiones, quizá por alguna misteriosa razón que todavía no he logrado desentrañar, todo aquello que pueda ser concebido o explicado en términos simples despierta entre muchas personas una inmediata desconfianza en una doble y perniciosa dimensión: en primer término en cuanto a su efectividad, es decir, que una solución simple, por este solo hecho, no puede ser tal y, en segundo lugar, en cuanto a su credibilidad, esto es, que una solución o explicación de esta naturaleza no puede ser verdadera o, al menos, es tan sólo de carácter parcial.

Qué es lo que nos lleva a no reconocer el tremendo valor que tiene privilegiar la búsqueda de soluciones simples es una pregunta de difícil respuesta. 

Una primera alternativa es que tendemos a confundir lo simple con todo aquello que no demanda esfuerzo, lo que es un error ya que, por lo general, sucede al contrario, mientras más simple es la respuesta más difícil resulta encontrarla.

La segunda es que, tal vez, la explicación debamos hallarla en un sistema educativo que premia la cantidad por sobre la creatividad y que, como no podría ser de otra manera, después se reproduce casi automáticamente en nuestra vida laboral; no importa tanto el cómo vas a responder en clase sino el cuánto vas a responder, ni luego el qué vas a producir sino en cuánta cantidad lo vas a hacer.

Los resultados están a la vista, muchas personas y organizaciones sólo son buenas para producir bienes y servicios fáciles de copiar y de reemplazar, y malas para los productos y servicios de un mayor valor agregado.

Reconocer el valor de la simplicidad es importante para quienes tengan el propósito de mejorar.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Hombres y mujeres.

Está de moda hablar de las múltiples formas –más allá de las obvias- en las que los hombres y las mujeres se diferencian entre sí.

Los lingüistas dicen que las mujeres se comunican de distinta forma que los hombres. Los neurólogos dicen que el cerebro de las mujeres funciona diferente. Hace años, un famoso escritor dijo aquello de que los hombres son de Marte, las mujeres de Venus.

Sin embargo, cuando se trata del interés y la atención a la familia, hombres y mujeres no son tan diferentes. O cada vez menos.


El tiempo que dedican a cuidar de su familia y a los quehaceres domésticos, su reacción ante los conflictos que surgen entre la familia y el trabajo, y la forma en la que buscan conciliarlos se está volviendo tan similar entre hombres y mujeres que los observadores de estos asuntos están gratamente sorprendidos. 

La idea de que el hombre es cada vez más sensible y más consciente de las relaciones no es nueva. Sin embargo, los cambios que se vienen observando van más allá de las actitudes. A muchos hombres también les preocupa equilibrar su vida laboral y profesional, algo que antes se creía propio solamente de las mujeres.

Los hombres se están involucrando más en el proceso de crianza de los hijos. Ya traen en su agenda la importancia de pasar más tiempo con ellos, en casa. Están participando más en los quehaceres domésticos.

Estos grandes cambios comienzan a tener consecuencias visibles. A pesar de la crisis e, incluso en los sectores donde predominan los hombres, las organizaciones que no facilitan la conciliación entre la familia y el trabajo comienzan a tener dificultades para reclutar buenos colaboradores.

Habitualmente las personas que se esfuerzan por atender a su familia suelen ser buenos trabajadores.

En fin, es una buena noticia saber que los valores que unen a los hombres y las mujeres son más fuertes que las diferencias que nos separan.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Hazlo fácil.


Hoy me tomé un café con un amigo y, como siempre, hablamos de todo, de la familia, del trabajo… Me contó que, en la empresa en la que trabaja, llevan varios meses, casi un año, inmersos en un proceso de reorganización que, en general, tiene muy cansados y molestos, a la mayoría de los empleados.

Para este programa de mejora organizacional, así se comunicó que sería, los dueños han contratado a una consultora de nombre rimbombante, en inglés, "of course!", aunque sus peones son de la zona.

Llevan meses recopilando información, elaborándoles informes, asistiendo a las entrevistas y reuniones que permanentemente convocan. Y pareciera como que no se va a acabar nunca. Son insaciables. Piden y piden… 

Además, mientras tanto, tienen que seguir cumpliendo con sus responsabilidades y, a pesar del esfuerzo que todos están realizando, el desenfoque que se ha producido en la organización es mayúsculo. Están más preocupados de aprender a manejar el nuevo sistema que de atender a los clientes… 

Como diría la señora Eustasia “esto puede ser el principio del fin…”.

Este tipo de consultoras, de las que otro día escribiré con más extensión, son especialistas en hacer complejo lo sencillo, difícil lo que puede ser fácil.

Después de escuchar a mi amigo, intenté animarle con mis palabras, “no te preocupes no hay mal que cien años dure…”, “no te quejes que tienes trabajo”, “que el que no se consuela es porque no quiere…”; de vuelta a casa, me acordé de una anécdota que sobre este asunto me contó una vez mi sabio profesor.

Don Víctor lo llamaba el caso de la caja vacía. 

Ocurrió en una mediana empresa de cosmética. La compañía recibió las quejas de varios consumidores que compraron una caja de jabón y estaba vacía. 

Inmediatamente los dueños identificaron que el problema estaba en  la cadena que transportaba todas las cajas empaquetadas de jabón al departamento de reparto. 

Por alguna razón, muy de vez en cuando, alguna caja de jabón pasaba vacía por la cadena de montaje. Se contrató a una consultora externa y, rápidamente, sus ingenieros recomendaron comprar un costoso y complejo sistema que, en pocas palabras, consistía en una máquina de rayos X, con monitores de alta resolución, manejados por dos técnicos especialistas, y así vigilar, una a una, todas las cajas de jabón que pasaran por la línea para asegurarse de que no fueran vacías.

Una vez que los ingenieros se marcharon, el sistema comenzó a fallar más que escopeta de feria y entre que venían y no venían a repararlo, Juan, que llevaba treinta años trabajando en la cadena de montaje de esa empresa, había ideado su sistema alternativo: en lugar de complejos, costosos y delicados scanners y sistemas informáticos, se fue a la ferretería de su barrio, compró un potente ventilador y lo apuntó hacia la cadena de montaje. Lo encendió y cuando las cajas pasaban por delante del ventilador, las que estaban vacías salían volando…

En la vida de cada uno y, of course!, también en las empresas nos complicamos la vida en exceso…

La mayoría de las situaciones tienen fácil solución y no sé por qué muchas veces elegimos la más complicada, la más compleja, la más cara…

El ejemplo de Juan, este ingenioso colaborador de la cadena de montaje, nos debe servir de fuente de inspiración para esforzarnos por simplificar las soluciones a nuestros problemas, apostar por la sencillez.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Planificar es fácil.

En una de mis últimas entradas comentaba que, en este tiempo, muchas organizaciones inician sus procesos de definición y planificación de los objetivos del próximo año.

Observo que, en los últimos años, estos procesos se han estructurado en exceso hasta rozar la rigidez.

Considero que ello no es sano para la vida de las empresas porque una excesiva burocratización puede transformar fácilmente estos procesos (de tanta importancia para el desarrollo de la organización) en una rutina en la que cada colaborador, cada equipo, se limita a cumplir, sólo a cumplir: a rellenar, cuanto antes, el correspondiente formulario, de la forma más somera posible, “para así liberarme y que me dejen trabajar tranquilo…”.

Un plan elaborado así es completamente inútil, no supondrá ninguna guía de acción y, todavía peor, inducirá a decisiones equivocadas.

Por tanto, es crucial que cualquiera que sea la metodología de planificación que se use, se consideren momentos para discutir y analizar nuevas ideas.

Crear espacios que favorezcan la creatividad, en los que cada una de las personas que colaboran con la organización puedan participar efectivamente. 

Aprovechar el enorme potencial que suele existir en cada uno de nuestros colaboradores.


Planificar es fácil, lo difícil es integrar en este proceso un número suficiente de ideas interesantes y que sean factibles.

Cuanto mayor sea el número de ideas, mayores serán las posibilidades de elección y mejor será el plan.

Quienes tienen la responsabilidad de dirigir deben impulsar la creatividad en sus organizaciones a través de buenas prácticas como, por ejemplo, que cada colaborador, cada equipo, tengan libertad para elegir cómo lograr sus objetivos. 

Es decir, promover y respetar un ámbito en que se pueda ejercitar la propia iniciativa y creatividad teniendo claro qué ( el objetivo) y dentro del marco de referencia que son los valores y las políticas de la empresa.

Esta libertad facilita el ejercicio permanente de la creatividad. 
Cuanto más se nos permita ejercitarla, más creativos seremos.

Si durante todo el año se trabaja así, cuando llegue el momento de planificar, de concretar los objetivos y desarrollar los planes del próximo año, es muy probable que contemos con muchas y buenas ideas. 

Y, como siempre, gracias a nuestra gente.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Septiembre.

En septiembre recuperamos la vida ordinaria. 

Durante el verano, ¡claro que sí!, habremos aprovechado para dedicar más atención a la familia, descansar, pensar y así renovar nuestras energías. 

Dicen que es en septiembre cuando los gimnasios y las academias de idiomas hacen su agosto… Es más que un juego de palabras, es tan cierto como la vida misma. Tienen listas de espera. Mucha gente ha vuelto con el buen propósito de llevar una vida más sana, y de aprender inglés…  o alemán, que es el idioma que ahora está de moda. 

También es el momento que muchas organizaciones aprovechan para iniciar sus procesos de definición y planificación de los objetivos del próximo año. 

Dependiendo de la empresa, estos procesos suelen ser estructurados o informales. Da igual. Como decía la señora Eustasia “hijo, gato blanco o gato negro, qué importa si caza ratones…”

En cualquier modalidad, esta actividad puede ser de gran valor para la organización ya que nos da la oportunidad de que todos los colaboradores se comprometan a través de su participación el proceso de definición.

Insisto en que para facilitar el compromiso de cada una de las personas del equipo es imprescindible que, a todas, se les dé la oportunidad de participar.

Las reuniones, preferentemente fuera de la oficina, de uno o varios días de duración, suelen ser una buena forma de enfocar este proceso.

Uno de los riesgos típico de este tipo de reuniones es no concretar nada. Acordar, por ejemplo, “mejorar nuestro clima laboral” y no determinar quién, cuándo, cómo… O “mejorar las relaciones con nuestros clientes”. Igual.

Otro riesgo es hacer abrumadoras listas de acciones. La claridad (y la simplicidad) es un valor, también en este tipo de procesos.

¿Y cómo sabremos si lo hemos hecho bien, si valió la pena el tiempo y el dinero gastado? 

Fácil, muy fácil. 

Si finalizado el proceso de definición  preguntamos, al azar, a tres personas de la organización sobre cuáles son las prioridades para el siguiente año, y sus respuestas son similares, quiere decir que valió la pena el esfuerzo.

Tan recomendable como realizar este ejercicio con nuestro equipo, es hacerlo a nivel personal. 


Es una buena práctica, desde ahora, comenzar a concretar cuáles son los cuatro o cinco asuntos en los que nos vamos a enfocar durante el año 2014. 

Si desde este momento comenzamos a pensar en ello, e iniciamos el próximo año con claridad sobre cuáles son nuestros asuntos prioritarios, periódicamente, podremos revisar los avances. 

Una manera sencilla y práctica de mejorar, de aprovechar el tiempo, de vivir mejor.

sábado, 7 de septiembre de 2013

¿Bonus o… "malus"?

La coherencia es un valor muy considerado en las personas y en las organizaciones. Que no existan grandes contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace. 

Desde hace décadas es bastante común que las organizaciones publiquen declaraciones de principios en las que se afirma que la persona es lo primero, lo más importante, su razón de ser, su recurso más valioso, su mejor ventaja competitiva, bla, bla, bla…

Pero, como decía la señora Eustasía “hijo, del dicho al hecho va un buen trecho”, y a la hora de la verdad, en ocasiones, estas pomposas declaraciones o no se concretan y se quedan en un simple ejercicio de poesía barata o, peor aún, se concretan pero al contrario de lo que con tanta parafernalia se declara...

Actualmente, en las organizaciones, hay personas que están sufriendo las enfermedades de nuestro tiempo como el estrés, la angustia y la depresión. 

A mí, me conmueve escuchar los casos de personas que trabajan en empresas que presumen de su “humanismo” pero que, cuando detectan que alguno de sus colaboradores enfrenta un problema de salud, una crisis personal, los despiden…

Si bien las enfermedades de nuestro tiempo no tienen como causa única y exclusiva a la empresa de quien las padece, sin embargo, la excesiva dedicación que se exige a las personas con respecto a su trabajo, es una de sus principales causas.


Por ello, quien tiene la responsabilidad de dirigir debe preocuparse y ocuparse de aspectos tan fundamentales y tan específicos como el respeto a la jornada de trabajo, las comunicaciones en la empresa, las cargas de trabajo, los sistemas de compensación…; sobre todo, los de compensación variable, los famosos bonos que, después de considerar su impacto en la vida de muchas personas, deberían llamarse “malus” en vez de “bonus”… 

No es un chiste fácil, hablo y escribo desde mi experiencia. 

He visto como muchas personas han perdido su salud, su familia, su matrimonio, su vida… por lograr un dinero adicional. 

Y no seré yo quien responsabilice a la empresa o a su sistema de compensaciones, de los problemas de su gente. 

No, las personas somos libres: siempre. 

Pero la empresa si debe ser “personalmente responsable”, especialmente cuidadosa, a la hora de definir qué objetivos, qué conductas, qué resultados se premian.

martes, 3 de septiembre de 2013

Trabajo en equipo: toma de decisiones.

Cada vez es más común que muchas decisiones se tomen en equipo o, al menos, que quien tiene la responsabilidad final escuche a sus colaboradores antes de decidir.

Es muy recomendable que, si va a participar en la discusión de un tema, antes, se informe y lo entienda bien.

Mientras esto no ocurra es mejor optar por un papel secundario, si no podría cometer, al menos, estos dos errores.

El primero es que si participa activamente en la discusión de un tema sin antes haberlo preparado, es muy probable que entorpezca el trabajo del equipo en su búsqueda de la mejor decisión.

El segundo error es que, al participar en el debate con opiniones de escaso fundamento, usted no está haciendo un buen trabajo para su empresa, está siendo desleal con sus compañeros, les está haciendo perder el tiempo y, si este tipo de actitudes son frecuentes, más temprano que tarde, todos (jefes, compañeros, subordinados…) se percatarán de ello.

Tan grave como los errores anteriores sería no decir, oportunamente, algo que usted sabe que, con seguridad, sería una aportación valiosa para tomar una buena decisión.

Si tiene la responsabilidad de dirigir, escuche a sus dirigidos, dedíqueles tiempo, para así mejor comprender sus planteamientos.

Quizá una de las cosas que más valora y agradece un colaborador es sentirse escuchado por su jefe.

Ya sé que no tiene tiempo… Quien tiene la responsabilidad de dirigir debe esforzarse, especialmente, por aprovechar mejor su tiempo para, así, poder estar más cerca de sus colaboradores y de sus clientes.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Trabajar mejor.

En España, tenemos que aprender a trabajar más en menos tiempo, porque somos los que más tiempo dedicamos al trabajo y, sin embargo, no estamos en los primeros puestos de productividad.


El valor necesario para ello probablemente sea el del compromiso: ya no basta con que una persona esté motivada para trabajar, sino que también hace falta que lo esté para mejorar.

Otro aspecto a considerar es no confundir trabajo con presencia. 

Hoy, gracias a las tecnologías, es posible trabajar desde lugares muy distintos.

no olvidemos  que, en los procesos de selección, se tienen muy en cuenta los aspectos extra laborales. 

Es decir, el curriculum vitae también debe hacer referencia a la vida, no sólo al trabajo.

sábado, 24 de agosto de 2013

Tanto cobras...¿tanto vales?

Familia y trabajo son dos ámbitos de desarrollo humano y profesional que se enriquecen mutuamente, pero no hay que olvidar que el trabajo es instrumental para la familia, y no la familia instrumental para el trabajo. 


Ambos, hombre y mujer, tienen que priorizar su hogar como su primera empresa, no sólo en su cabeza y en su corazón, sino también en su agenda diaria. 

Si no es así, como el trabajo es más rígido, con objetivos, incentivos o sanciones a corto plazo, y la familia más flexible y comprensiva, al final el deseable equilibrio entre trabajo y familia se quiebra en contra de la familia…

El trabajo es como un gas que se mete en todas las grietas que dejamos en nuestra vida, y que acaba llenándolo todo si no ponemos muros de contención.

Otro factor que contribuye a la situación de confusión actual es el mismo concepto de trabajo. 

A veces, se exalta el trabajo remunerado como único indicador de la valía de una persona: tanto cobras, tanto vales. 

Es preciso superar esta visión economicista que sólo valora lo que se puede cuantificar y lo que se remunera, y que ha influido en gran medida en la progresiva devaluación de los trabajos domésticos y de cuidado de personas, una cuenta cuyo valor económico de mercado, si se tuviera en cuenta, haría que el PIB de España aumentara en torno a un cuarenta por ciento.

lunes, 19 de agosto de 2013

Colaboradores.

Las vacaciones de verano son, en general, buenas oportunidades para detenerse, revisar el camino recorrido y definir los próximos pasos. Los de nuestras organizaciones, y los nuestros… Nosotros primero, siempre.

El logro de las metas de las empresas dependen del grado de compromiso de las personas que en ellas colaboran, más allá de la responsabilidad que desempeñen en la organización. 

Por tanto, para un directivo es prioritario contar con un equipo de personas, conocedoras de su trabajo, esforzadas en hacerlo bien, con ganas e ilusión por lograr los objetivos. En definitiva, de un equipo de colaboradores.

Una actitud formada en el esfuerzo por hacer las cosas bien supone un buen antídoto para superar los circunstanciales estados de ánimo. 

La voluntad se puede entrenar, y eso depende de cada uno de nosotros. 

Ese entrenamiento de la voluntad se logra a base de pequeños vencimientos, de pequeños esfuerzos, del logro de metas, que comienzan siendo pequeñas y, una vez educada nuestra voluntad, pueden superar todas las expectativas.

Esforzarnos, insistir en lograr lo que nos cuesta engrandece y fortalece nuestra voluntad. Lo más difícil suele ser el compromiso con lo pequeño, con lo menos importante, con lo que suele pasar inadvertido ante los demás… 

Los buenos colaboradores que he conocido (y he tenido la suerte de conocer a muchos) son personas que se preocupan y ocupan de los detalles, de hacer bien las cosas pequeñas, con el mismo interés y esfuerzo con el que atienden los grandes asuntos de sus vidas.


Una voluntad entrenada para hacer las cosas bien se manifiesta en propósitos firmes y un ánimo superior para enfrentar las contrariedades.

Estas son algunas de las diferencias entre un empleado y un colaborador.

Aparentemente es igual, pero no es lo mismo… Ese plus es el que marca la diferencia, y una diferencia que no es menor. 

Las organizaciones de alto desempeño se definen por ser organizaciones de colaboradores.