Chicos,
adolescentes, que se marginan en sus habitaciones donde ven televisión,
escuchan música, pasan horas con los videojuegos y navegando en la red. Encierro
alarmante. Su música favorita suele ser sórdida, oscura y desesperada. No me
canso de insistir en que debemos de traducir las letras de las canciones que
escuchan nuestros hijos. Y comentar con ellos los ejemplos de vida que nos
ofrecen sus protagonistas. Sin dramatizar, pero este aislamiento llevado a un
extremo puede ser grave.
Pensando
en estos casos recordé que, a comienzos de este siglo, se empezó a oír hablar
de los “hikikomori” (palabra japonesa que se puede traducir como retraimiento),
chicos que no salían de sus habitaciones incluso por años. En Japón si se puede
dejar de ir al colegio, no existe la escolarización obligatoria tal y como la
conocemos en España. Aislados, sin vida social. Interrumpían su aislamiento
sólo para comer, para comprar en horarios de primera o última hora o en tiendas
nocturnas, donde las probabilidades de encontrarse con gente conocida
disminuyen. Algunos incluso comían en sus propias habitaciones. Restos de
comida de varios días junto a sus artefactos. Viendo series completas de forma
ininterrumpida, capítulo tras capítulo, o concursos de televisión. Como una
especie de rebelión silenciosa. Dicen que, en algunos casos, surgió como
respuesta a frustraciones mal llevadas por fracasos educativos, o por no tener
amigos. O víctimas de agresiones silenciosas de compañeros.
Para
dar respuesta a estas situaciones siempre es determinante la actitud de los
padres, si toleran o no una vida familiar así. Cosas de adolescentes, ya se le
pasará, presionarle podría ser peor. Mi-hijo-me-ha-salido-así. Los hijos se
forman. Tu hijo no es agresivo o caprichoso porque ha salido así… Tendrá un
carácter concreto pero el carácter se educa y tu responsabilidad como padre es
educarle. En este proceso es fundamental definir unas normas de comportamiento
durante los primeros años de vida. No se pega, no se miente, no se contesta con
malos modos, no se interrumpe a los mayores cuando están hablando. Si no las
cumple, debe experimentar sanciones razonables. No te creas que te va a querer
más si le consientes todo. No tengas miedo a ponerle una cara seria y decirle
que no, tajantemente, ante una falta de educación o un capricho. En la medida
que le exijas, te querrá más. Y acuérdate después de decirle que le quieres
mucho, con un abrazo.
Es-que-tú-no-sabes-cómo-se-pone.
Por más que le digo “no”, sigue con sus rabietas y enfados… No te preocupes, la
maduración requiere tiempo. Pero no cedas. Si le has dicho que hoy no ve
televisión, no cedas. No le va a pasar nada malo, al contrario, le estás
ayudando madurar, a aceptar el no. “Te dejo, pero te callas”: la próxima vez
gritará más y peor…Ceder a sus caprichos con tal de que se calle, dejarle ver
un programa de televisión con tal de que se calle, no es el camino para educar
bien a tu hijo. Es que estoy muy cansado y lo único que quiero es que se calle
y nos deje en paz… Comprensible, pero piensa en su bien.
Son
niños consentidos –digámoslo claro, son niños maleducados-, sin normas, sin
límites, que imponen sus deseos ante unos padres que no saben –o no les
interesa porque quieren vivir tranquilos- decir no. Su dureza crece si no se le
pone límites. Eluden responsabilidades. Echan la culpa a los demás de las
consecuencias de sus actos. Niños agresivos que quieren imponer su idea o su
deseo por la fuerza. Niños que no viven hábitos básicos de alimentación, sueño,
descanso, orden…Se ve lo que él quiere en la televisión, se entra y se sale si
así a él le interesa, se come a gusto de sus apetencias. Cualquier cambio que
implique su pérdida de poder conlleva tensiones en la vida familiar. Son una bomba
de tiempo.
Una
sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos, pero no en sus
deberes. Nadie quiere hacerse cargo de esta situación. Los padres les echan la
culpa a los profesores, los profesores a los padres… ¿Soluciones? Desde
pequeños hay que enseñarles a vivir en sociedad. Es esencial formar en la
empatía, ponerse en el lugar de los otros. Educarles en sus derechos, pero
también en sus deberes. Siendo tolerantes, pero marcando reglas, ejerciendo
control y diciendo no cuando sea necesario. Paciencia, paciencia, paciencia. Utilizando
el razonamiento, explicando las consecuencias que la propia conducta tendrá
para los demás. Acrecentando su capacidad de diferir las gratificaciones, de
tolerar frustraciones, de controlar los impulsos, de relacionarse con los
otros.
Si
a vuestro niño le consentís caprichos, contestaciones, malos modos,
imposiciones, porque estáis cansados, porque no le dais demasiada importancia,
porque-tampoco-es-para-tanto, es todavía pequeño, ya-habrá-tiempo o porque
tenéis miedo a que se traumatice si le corregís seriamente: estáis equivocados.
Alguien os lo tenía que decir. Con respeto y con cariño, pero también con
claridad: estáis equivocados… Con esta actitud le estáis ayudando a ser un
adolescente agresivo y maltratador. En definitiva, se convertirá en un hijo
desafiante que terminará imponiendo su propia ley, y lo que es peor, no será
feliz.
Publicado en "Diario de León" el martes 5 de septiembre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/exiliados-casa_1274246.html
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