Una
clave para la mejora de la persona y de la sociedad -incluido, por tanto, el
sistema económico- es la investigación y el diálogo interdisciplinar entre
empresarios, académicos, políticos y profesionales, con un planteamiento y un
enfoque humanistas. El Instituto de Empresa y Humanismo de la Universidad de
Navarra y el BBVA acaban de celebrar una Jornada sobre “Empresa e Innovación
Social”, en el Campus del BBVA en Madrid, a la que tuve el honor de ser
invitado.
Las
Jornadas son actividades organizadas con el objetivo de fomentar la relación
entre personas de empresas y organizaciones, académicos y profesionales en
general. En ellas, mediante un diálogo abierto y continuado, se pretende
fomentar la reflexión sobre los problemas humanos y sociales de fondo y buscar
su posible solución. Las respuestas a los problemas de gobierno y dirección de
las organizaciones no pueden venir sólo de la mano de conocimientos técnicos,
sino que también es necesario que la ética y los valores introduzcan el
humanismo en todos los niveles de planificación y dirección de las actividades
empresariales, y en el gobierno de las sociedades.
La
legitimidad de las empresas en la sociedad exige que sus esfuerzos por
contribuir a la mejora del entorno en el que se desenvuelven sean cada vez más
productivos, y compatibles con sus misiones específicas de elaboración de
productos y servicios. Esta exigencia se ha acrecentado en la última década, en
la que la crisis económica y financiera, la inestabilidad política, la
percepción de una creciente desigualdad económica, de un planeta amenazado por
la acción humana e instituciones capitalistas que cada vez generan menos
confianza, ha llevado a que muchas organizaciones se replanteen su papel y su
responsabilidad social en torno a la solución de esos problemas.
La ya
generalizada apuesta de muchas empresas por la responsabilidad social corporativa
ha intentado afrontar esos retos, y lo seguirá haciendo en el futuro, pero cada
vez es más evidente que la implicación social corporativa debe ser más profunda
y efectiva. La innovación social corporativa supone un paso más en esa
dirección, pero puede ser un paso de gigante. Completando la acción y la
responsabilidad pública de la empresa, las iniciativas de innovación social
surgidas en las corporaciones implican que éstas pongan al servicio de la
sociedad su saber hacer y su experiencia innovadora. Se trata de utilizar esa
energía innovadora, junto a otros agentes de la sociedad, para aplicarla a la
resolución de problemas económicos, sociales y medioambientales, que puedan
traducirse en mejoras significativas de la sostenibilidad de la propia empresa
como institución, y de la sociedad en su conjunto.
En
nuestra época existe muy poca innovación real, ya que en el binomio
“investigación y desarrollo”, se pone mucho énfasis en el desarrollo y muy poco
en la investigación. Frente al hacer y al estar demasiado pendiente de la
eficiencia, es necesario intensificar el pensar y plantear verdaderos desafíos
y mejoras de futuro que muevan a las personas de la organización y generen
ideas valiosas, en torno a los que se puedan enfocar los recursos y
capacidades, tanto de la empresa como de su entorno. Un modelo económico de
empresa basado -únicamente- en mano de obra barata no tiene futuro. Por ello es
importante que la estrategia social no sea una especie de estrategia paralela,
en cierto modo secundaria, respecto a la estrategia de negocio de la empresa. Existen
buenas prácticas documentadas sobre cómo su papel se ve especialmente reforzado
cuando depende y reporta directamente al consejo de administración.
A través
de esta Jornada sobre Empresa e Innovación Social, el Instituto Empresa y
Humanismo ha querido contribuir a que el debate sobre este tema tenga eco en el
mundo empresarial, político y en la opinión pública. Algunas de las reflexiones
más destacables del encuentro fueron la importancia de dedicar tiempo al
pensamiento y a la generación de ideas realmente innovadoras; el valor de que
las empresas piensen “en grande”, mirando al futuro, cuando se ponen en marcha
iniciativas de innovación social; el papel insustituible de las personas; y la
relevancia de elevar los ámbitos de decisión en torno a estas cuestiones al más
alto rango directivo, superando la mentalidad de que éste sea un ámbito de
actividad con una “vida paralela”, pero no integrada en el día a día de la
empresa. La innovación social y la acción responsable en los negocios requiere
una mentalidad que dé importancia a la pretensión de transformación (impacto),
al foco (estrategia), al relato de las acciones que se promueven (narrativa) y
a hacer que otros hagan (cinética).
Me
encanta la finalidad última de este tipo de actividades: ayudar y contribuir a
mejorar una filosofía práctica económica, empresarial y política que sirva a la
mejora de la sociedad, y realizarlo mediante un diálogo continuo, de manera que
se generen actitudes creativas e ideas operativas. Y, también en este caso, es
preciso poner de relieve la importancia de lo sencillo, la relevancia de las
pequeñas cosas de la vida para construir bien la sociedad y la persona. Son
difíciles de descubrir, pero contienen la clave del buen funcionamiento social,
personal y empresarial.
Publicado en "Diario de León" el domingo, 25 de febrero del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/innovacion-social-empresas_1229825.html
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