El éxito laboral es estimulante, eleva el nivel de aspiración y conduce a dedicar más y más horas al trabajo.
Sin embargo, pone en marcha un círculo vicioso que tiene varias consecuencias:
Primero, el creciente número de horas dedicadas al trabajo produce estrés, con la consecuente atrofia afectiva.
Segundo, el poco tiempo dedicado a la familia y la atrofia afectiva empobrecen la relación familiar y desencadenan tensiones entre sus miembros.
Tercero, la persona que cae en esta adicción sufre por dentro el conflicto que nace de saber que no está cumpliendo con su familia.
Y cuarto, la falta de armonía entre trabajo y familia daña a ambos.
La persona es una. Una vida familiar pobre y cargada de tensiones afecta también a la eficacia en el trabajo y a su lado humano.
Este círculo vicioso puede tener efectos irreversibles y conducir a rupturas familiares.
Quienes se dan cuenta a tiempo pueden salir de este círculo.
Si eres capaz de ver el carácter prioritario de la vida familiar estarás bien encaminado para reorganizar tu tiempo, aprovecharlo, y mejor asumir las responsabilidades, en armonía contigo mismo y con tus seres queridos.
Es posible la armonía entre trabajo y familia. Pero como decía la señora Eustasia "hijo, actualiza tu lenguaje, ahora se dice ¡si se puede...!".
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