@MendozayDiaz

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jueves, 27 de febrero de 2014

Trabajar en equipo.

En tiempos difíciles, quizá más que nunca, el trabajo en equipo es más necesario, que se unan los esfuerzos en una misma dirección.

Es cierto que el trabajo en equipo es socialmente valorado pero, en muchas organizaciones, seguimos observando los tradicionales "feudos", áreas en las que cada directivo hace de su capa un sayo...

Trabajar, efectivamente, en equipo es una ventaja competitiva de las auténticas. De aquí la importancia de analizar por qué no se hace.

La realidad muestra que trabajar en equipo -como la mayoría de las buenas prácticas- requiere esfuerzo. Y exige cambios (mejoras) a nivel de las personas y de las organizaciones.

Implica cooperar, compartir información y tomar decisiones en conjunto. Sin embargo, muchos directivos han sido y son educados en la especialización, en el brillo exclusivamente personal y en el convencimiento de que sólo compitiendo se lograrán los mejores resultados.

El trabajo en equipo requiere, por un lado, diferenciación entre sus miembros y, por otro, integración, unidad de acción.

Los sistemas y estructuras de la organización pueden reforzar las tendencias individualistas o pueden favorecer el trabajo en equipo. Los equipos multidisciplinares y una política de compensaciones que favorezcan la cooperación son herramientas probadas.

Y no basta con asistir a un seminario o a unas charlitas. Se requiere de un plan de mejora, concreto, de las personas y de las organizaciones. Comenzando por quienes tienen la responsabilidad de dirigir.

Como decía la señora Eustasia, "hijo, no lo olvides, un gran poder conlleva una gran responsabilidad...Lo ha dicho Spiderman".

domingo, 23 de febrero de 2014

Coloquio en el Instituto de Empresa y Humanismo de la UNAV.

El viernes 21 de febrero tuve un coloquio, en Pamplona, con los alumnos del Máster en Gobierno y Cultura de las Organizaciones del Instituto de Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. 


Hablamos de la dirección de personas en las organizaciones y de cómo lograr que los directivos se responsabilicen en el proceso de convertir a sus empleados en colaboradores.

Feliz domingo.

jueves, 13 de febrero de 2014

Cultura de servicio.

Indudablemente, España está viviendo una de las crisis más dramáticas de las últimas décadas, y esta vez nos enfrentamos con una verdadera crisis estructural, no coyuntural.

Las cosas no volverán a ser nunca más como antes ya que el trabajo será un bien escaso, los consumidores estarán más informados y formados, serán cada vez más exigentes -implacables si nos equivocamos-  y muy, muy difíciles de fidelizar.

Los empresarios deberían recordar que el coste de mantenimiento de un cliente es notablemente inferior al coste de captación de un nuevo cliente y que, este último, es, a su vez, inferior al coste de recuperación de un cliente perdido.

Hablar de recuperación a estas alturas puede ser utópico si no nos replanteamos nuestro usos y costumbres. Con lo cual ¿por qué no hacer las cosas bien a la primera? ¿por qué no crear en nuestra organización una cultura de servicio que permita intentar fidelizar a nuestros clientes?

Esto significa contar con colaboradores con actitudes positivas, con ganas, con sentido de la responsabilidad y con formación suficiente para poder comunicar al cliente el servicio que queremos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Más allá del "copiar y pegar"...

Quien tiene la responsabilidad de dirigir debe ser capaz de presentar varias alternativas para solucionar un problema.

Debe fomentar la creatividad: la suya y la de sus colaboradores. Generalmente los directivos suelen ser demasiado lógicos y matemáticos ("cuadriculados") ... Favorecer la creatividad supone un impulso a mejorar en forma continua.

Un directivo debe ser realista, delimitar lo ideal de lo factible. Trabajar en base a prioridades, distinguiendo lo importante de lo urgente.

Muy relevante: un directivo debe aprender a delegar, a otorgar autonomía  (y a respetarla...).

Construir y comunicar una visión de largo plazo. No perderla de vista en el día a día, procurar ser coherente: liderazgo basado en principios.

Un buen directivo es independiente en su acción porque se esfuerza en adquirir buenos hábitos de trabajo. La automotivación suele ir de la mano con la responsabilidad.

Cuando una persona logra un cierto grado de autonomía, y no requiere tanta supervisión, está contribuyendo a mejorar los resultados de su organización que podrá enfocar sus recursos en otra persona con más necesidades de refuerzo.

Por último, es necesario avanzar en fortalecer las relaciones de colaboración. 

Que varias personas se integren y trabajen, con armonía, con un mismo fin y objetivos. Esto se premia con sinergias en casi todos los procesos de gestión y de servicio. Se gana en rapidez en el aprendizaje, en homologar criterios de trabajo, y en la coordinación de todas las áreas de la organización. 

En fin, se genera una cultura de servicio y de trabajo en equipo. Una de las ventajas competitivas y comparativas más difíciles de "copiar y pegar".


Y, como siempre, hay mucho más... Pero el camino de una auténtica mejora va por este rumbo.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Mi jefe es un buen jefe.

Un buen jefe es como un buscador de tesoros pues tiene la responsabilidad de descubrir las buenas prácticas de sus colaboradores, y de comunicarlas a las demás personas del equipo.

Un buen jefe es un formador y un educador, que conduce y guía a su equipo hacia el objetivo definido.

Un buen jefe tiene que ser un formador de personas, siempre preocupado de su gente. El ejemplo personal es fundamental. Ahí está la diferencia entre los administradores y los líderes; y un buen jefe tiene que reunir ambas cualidades.


Cada día más, las empresas se están preocupando de buscar personas que sean íntegras. Antes únicamente se le daba importancia a las personas a quienes les gustaba trabajar muchas horas, ahora se busca a quien se esfuerza por equilibrar familia y trabajo porque se ha demostrado que, a la larga, su éxito es el único sostenible en el tiempo.

Un buen jefe es aquel que ha tenido experiencia en obedecer porque así se facilita aprender a mandar y a ejercer la autoridad. 

Un buen jefe es el que tiene la capacidad de acercarse a sus colaboradores y escuchar sus ideas e inquietudes. 

Un buen jefe es quien es auténtico y no copia ni poses ni modelos ajenos, quien acepta su propia historia.

Un buen jefe es el que se esfuerza por ser recto, el que tiene honor y lo cuida. 

Quien tiene una sana relación con su familia y amigos porque esto, siempre, repercute en su trabajo.

sábado, 1 de febrero de 2014

México en la piel…

Con los años estoy aprendiendo a mirar, a descubrir y disfrutar con las pequeñas cosas que suceden a mi alrededor. 

Tengo la suerte de vivir junto al rio Bernesga, el rio que atraviesa la ciudad de León, afluente del Esla, que a su vez lo es del rio Duero.

Salgo a pasear con frecuencia por sus orillas. Suelo iniciar mi recorrido por la cara sur del puente de San Marcos, de piedra, y en pie desde hace mil años, siempre recorrido por los  peregrinos que van o vienen de Santiago de Compostela.

A primera hora de la mañana, desde este punto, disfruto de cómo los primeros rayos de sol iluminan sus piedras que se reflejan caprichosamente en las aguas donde ya juegan y pescan mis amigos, los patos más madrugadores.


Intento aprovechar el tiempo y, a veces, escucho las noticias. 

Hoy, qué curiosidad, hablaban de las manzanas, que no siempre las más grandes y lustrosas son las mejores. Que no, que esas manzanas como puños, todas iguales en brillo y color, que parecen adornos de frutero del Ikea, son el resultado de una mutación genética y no se de cuanta cosa más y que, atención, porque en ocasiones pueden suponer un peligro para la salud.

Como no acordarme de las manzanas de Arteaga (Coahuila, México), cerca de la finca (del rancho como le dicen por allí) de mis amigos Fernando y Angie. De un calibre diverso, más bien pequeñas, de piel como atigrada, sin brillo pero sabrosas como pocas…Y sanas.

Qué buenos momentos hemos compartido allí. 

Mis amigos (Fernando y Angie) son dos personas extraordinarias, cariñosos y de una generosidad excepcionales. Siempre dispuestos y atentos. En su casa hemos disfrutado de todo tipo de celebraciones, familias enteras, momentos inolvidables. 

Los mexicanos son gente alegre, que saben vivir y disfrutar más allá de las dificultades (que las tienen, como todos, y a veces, mayores). Mantienen, defienden, viven, disfrutan… y comparten sus tradiciones. 

México en la piel… En mis primeros años por allì, hablaba de estos temas con mi querido Stephan, un compañero de trabajo, chileno, con quien tuve la suerte viajar mucho a lo largo y ancho de México, recorriendo los casi setecientos puntos de venta que teníamos la responsabilidad de dirigir. Un día me dijo, toma, te he grabado esta canción, es para ti, tu realmente tienes “México en la piel…”

Sin darme cuenta, ya estoy llegando a Puente Castro, barrio de León, a unos cinco kilómetros desde San Marcos, que recibe este nombre porque aquí se encontraba un asentamiento romano, origen de la ciudad. La palabra castro proviene del latín castrum, que significa "fortificación militar" (de ahí viene la palabra española castrense, "relativo a lo militar").

Este puente milenario se puede transitar por arriba y por alguno de sus arcos, lo que suelo hacer cuando, como hoy, voy en bicicleta, rumbo al parque de la Candamia por la ribera del Torio.

Imagino que estos días Angie y Fernando estarán con los preparativos de la cena de la Candelaria. 

La tradición dice que aquel a quien le toque la sorpresa del roscón de Reyes deberá de invitar a tamales… Ahora no voy a explicar qué son los tamales porque excede de las pretensiones de este relato, porque todavía no he desayunado y porque, como diría la señora Eustasia “hijo, siempre hay que dejar algo para la próxima vez…”.

El caso es que Fernando y Angie siempre nos invitaban a tamales por estas fechas, una convivencia que, por muchas razones, siempre valoré y disfruté especialmente. Con la excusa de los tamales compartimos momentos entrañables de nuestras vidas, construimos una bonita amistad. 

En fin, México en la piel…( http://www.youtube.com/watch?v=a1UICBawujs )

miércoles, 29 de enero de 2014

Directivos formados en las aulas... y en el recreo.

La formación que reciben quienes tienen la responsabilidad de dirigir suele estar más enfocada hacia elementos técnicos que hacia elementos que faciliten su relación con otras personas.

Estamos invadidos de tecnicismos que rodean la gestión de las empresas, y descuidando dos capacidades básicas como son el sentido común y el criterio fundamentado en principios.

Esta carencia, en ocasiones, se ha reflejado en el mal desempeño de algunos directivos en forma de corrupción o engaños. 

Un directivo debe saber anticiparse a lo que está sucediendo, contar con una visión estratégica del negocio, e, igualmente, ser capaz de formar e integrar equipos de trabajo.

La orientación a las personas, la habilidad de relacionarse, es un requisito desde que las organizaciones comenzaron a simplificarse, a "aplanarse". 

Por tanto, ahora, quien tiene la responsabilidad de dirigir tiene que haber destacado tanto en las aulas como en el recreo... Porque en la empresa tendrá que relacionarse con personas y esto no se aprende sólo en los libros.


Una vez más, la importancia de aprender a comunicar. 

Si no, se tendrán serias dificultades para dirigir un equipo de personas. 

Y, esto a la larga, siempre repercute en los resultados.

jueves, 23 de enero de 2014

Dirigir personas.

Egoísmo, ambición, afán de poder, individualismo, competitividad extrema, que no duda en poner el pie encima de otro... son algunos de los calificativos con los que muchos ciudadanos definen a los directivos de muchas empresas.

Quizá para revertir estas negativas opiniones se ha vuelto a poner el foco en la conveniencia de que los directivos se esfuercen en adquirir y desarrollar otras cualidades como, por ejemplo, el liderazgo basado en principios.

El directivo debe tener la capacidad de estar informado de todo lo relevante para su organización, de trabajar codo con codo con cualquiera. Tiene que saber del negocio y de la empresa, tener metas claras, mantener la política de puertas abiertas y contagiar a sus colaboradores para que estos se adhieran, ojalá con entusiasmo.

Por tanto, el directivo, además de tener ciertos conocimientos de la industria o del mercado, debe tener la capacidad para relacionarse y comunicarse -efectivamente- con las personas: clientes, proveedores y, muy especialmente, con su equipo de colaboradores.

Su principal tarea es coordinar a las personas a quienes tiene la responsabilidad de dirigir, para lograr los objetivos que se quiere alcanzar. Esto implica tiempo y habilidad para delegar, trabajar en equipo, escuchar a las personas y considerar su participación en la toma de decisiones.


Definitivamente, las personas son la mayor y la mejor ventaja competitiva. Y para ello es fundamental generar -quien tiene la responsabilidad de dirigir- un ambiente de trabajo en el que todos los colaboradores puedan desarrollarse.

El legendario Henry Ford decía que "me podrán destruir todos los vehículos, me podrán quemar la fábrica... pero denme a mis hombres y yo volveré a reconstruir mi empresa".

Como decía la señora Eustasia "hijo, más claro el agua".

viernes, 17 de enero de 2014

Cultura del trabajo.

Hablar de trabajo es ir al corazón de la sociedad moderna, a su estímulo más profundo, a sus contradicciones culturales más íntimas. Hablar de trabajo es recorrer la historia de la cultura occidental, su origen y su desarrollo.

Hoy está muy extendida una concepción alienada del trabajo, considerado como una mercancía, en donde el hombre, en lugar de ser el sujeto libre y responsable del trabajo, está esclavizado a él.

Para superar esta situación, algunos tienen puesta su esperanza en la sociedad altamente tecnologizada y telematizada, que ofrece posibilidades inverosímiles e inimaginables de creatividad. Sin embargo, los nuevos escenarios en los que el trabajo tiende a desarrollarse no bastan por sí solos para asegurar la auténtica y libre creatividad del trabajador.

La creatividad en el trabajo es una realidad pluridimensional que tiene relación, simultáneamente, con los niveles biológico, psicológico social, económico y cultural, y que incluso penetra en el mundo de los valores últimos.

No es suficiente una actividad más libre e incondicionada gracias a la disponibilidad de instrumentos técnicos cada vez más perfeccionados. Es necesario que el hombre sea sujeto -más que objeto- del trabajo, es decir, que pueda expresar su creatividad en una relación social motivada y culturalmente orientada.

El factor relacional es un elemento decisivo para una reconsideración del significado del trabajo. El trabajo, concebido como relación social, puede ayudar al trabajador a expresar lo mejor de sí mismo y a asumir tareas y responsabilidades con un fuerte contenido de inventiva y de espíritu emprendedor. 

Es necesario, por tanto, organizar mejor el trabajo, delegando las responsabilidades y haciendo visible a todos la utilidad del trabajo realizado. 

Por otra parte, es necesario también fomentar una cultura del servicio que motive a la persona a proporcionar bienes y prestaciones a favor de los demás.


En otras palabras, es necesario garantizar al trabajador el máximo de la libertad y responsabilidad personales junto con una profunda motivación que estimule su iniciativa. 

La vocación profesional debe ser concebida no ya como un instrumento de éxito o de búsqueda superficial de un nivel de vida, sino como la realización de uno mismo en la plena integración humana.

viernes, 10 de enero de 2014

La sabiduría de un pescador mexicano.

Hace años que escuché esta historia. Me encanta recordarla con frecuencia. Todo un ejemplo de sencillez y sabiduría.


Cuentan que un directivo norteamericano se encontraba en el muelle de un pueblito costero de México, cuando llegó un bote cargado con las pesca de la mañana. 

Le preguntó al pescador cuándo tiempo tardaba en pescar esa cantidad. Y el mexicano contestó "pues sólo un par de horas". El directivo le preguntó por qué no pescaba más. "Porque con esto me alcanza para satisfacer las necesidades de mi familia. Así me levanto tarde, pesco un poco, vuelvo a almorzar a mi casa, duermo siesta con mi señora, juego con mis hijos, salgo a caminar por el pueblo por las noches, y tomo vino y toco la guitarra con mis amigos".

El norteamericano suspiró irónicamente. "Yo soy un MBA de Harvard y puedo ayudarle... Si pasara más tiempo pescando, con los excedentes podría comprar un bote más grande. Y después comprar varios botes y, eventualmente, llegar a tener una flota. Y, en vez de venderle sus peces a un intermediario, podría venderlos directamente a la industria conservera. Y, eventualmente, instalar su propia planta y así controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Probablemente tenga que irse de este pueblito, instalarse en la Ciudad de México y, después, en Nueva York".

El mexicano preguntó cuánto iba a demorar todo esto. "Unos 15 o veinte años", contesto el MBA. "Y entonces, qué", inquirió el pescador. "Esta es la mejor parte", contestó el gringo: "en el momento adecuado anuncia la apertura en bolsa, vende su empresa en acciones y se hace rico. Ganaría millones de dólares". 

"¿Y para qué quiero millones de dólares?". "Para poder jubilarse, se va a vivir a un pueblito costero, duerme hasta tarde, pesca un poco, duerme siesta, juega con los niños y sale a pasear por el pueblo y a tomar vino y tocar la guitarra con sus amigos...".

Sin comentarios.

Y, como diría la señora Eustasia, "hijo, más claro el agua".

martes, 7 de enero de 2014

El marketing de una madre.

Todos hemos vivido, muchas veces, la comida en casa de una madre, un día de celebración familiar.


¿Somos conscientes que la lógica de una madre es marketing?

Una madre tantea (estudio de mercado) la disponibilidad de los familiares (demanda) para comer (producto), calculando el número de personas que asistirán.

No investiga con excesiva profundidad los gustos porque, normalmente, los conoce (fidelización del cliente). Y, en el caso de que haya alguna persona nueva, por ejemplo, novia o novio (incremento de la demanda), intenta averiguar sus gustos a través de su pareja (distribuidor).

Analizada la demanda, se dedica a organizar la comida (definición del producto) mediante la búsqueda de los productos más adecuados en función del tipo de comida que va a realizar (análisis de proveedores).

De forma paralela, se lo va diciendo (comunicación) a todos sus amigos y vecinos... ¿Nunca has tenido la sensación al llegar a casa de la anfitriona que los vecinos con quienes te encontrabas ya lo sabían....?

Ese día, el comedor se engalana con la mantelería, cristalería y vajilla especiales; planifica el desarrollo de la comida, cuándo y cómo cambiar los platos (logística); va a la peluquería y se pone su mejor vestido (presentación del personal de contacto...).

Y, con toda seguridad, te llamará durante la siguiente semana para preguntarte si todo fue de tu agrado... (servicio postventa).

En fin, el marketing de una madre.

miércoles, 1 de enero de 2014

Vales por lo que eres...

Ayer, en la conversación con un amigo, le conté que, hace años, tuve la suerte de escuchar a un profesor que, en una de sus clases, sacó de su bolsillo un billete de 100 dólares... Y nos preguntó que quién lo quería... Sorprendidos y alborotados, levantamos las manos...

Él dijo: voy a dar este billete a uno de ustedes pero, antes, déjenme hacer esto... y arrugó el billete. Entonces preguntó: quién lo quiere todavía... Las manos se volvieron a levantar.

Bien, dijo, y arrojó el billete de cien dólares al suelo y lo pisoteó con la punta y el tacón de su zapato... Arrugado y sucio, cogió el billete del suelo y nos volvió a preguntar... Nuestras manos se volvieron a levantar.

Mis queridos alumnos, ustedes acaban de aprender una valiosa lección. No importa lo que hice con el billete, ustedes todavía lo quieren porque incluso arrugado y sucio, su valor no ha disminuido, sigue siendo un billete de 100 dólares...

Cuántas veces, a lo largo de nuestra vida, abatidos por los problemas, arrugados por miedos y violencias, pisoteados por circunstancias...; en esos momentos, sentimos que hemos perdido valor: sin embargo, valemos exactamente lo mismo.

Vales por lo que eres...

¡Feliz 2014!