@MendozayDiaz

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sábado, 20 de julio de 2019

El lápiz de dos colores.

Publicado en "Diario de León" el lunes 15 de julio del 2019: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/lapiz-dos-colores_1349054.html

Opinión-de-un-opinante: las relaciones humanas, en muchas ocasiones, no están regidas por la amistad, por la simpatía mutua. Sino que cada vez más parece que uno mira a los demás, o tiene la impresión de que le miran, como a alguien que puede ser utilizado. La utilización del hombre por el hombre, la mercantilización de la mirada con que nos contemplamos unos hombres a otros. La presencia entre nosotros de una cierta utilización del hombre como si fuese una mercancía. Si queremos convivir hace falta que ejercitemos la comprensión y la paciencia de aceptar la realidad. Sin paciencia no se puede amar, sin paciencia no se puede comprender, sin paciencia no se puede respetar, ni aprender, ni enseñar. El prejuicio nos separa a los unos de los otros, creando abismos de división, y también, a la larga, creando una cierta indiferencia o un cierto pesimismo respecto a nuestras posibilidades de convivir. Clasificamos a un hombre con solo nuestro modo de mirarle. Hace-aquello-por-alguna-razón-interesada. Entonces se produce con frecuencia una artificial incompatibilidad. Empalizadas de suspicacias, de complicaciones, de recelos, de sospecha. 

Interesante descubrir cuáles son las fronteras que nos separan a unos de otros. Convivir es un arte. Un arte en el que hay que ejercitar, día a día, la paciencia. Aprender a respetar, a comprender… Aprender a disculpar. Aprender a aceptar a la gente como es. La inclinación a la intolerancia o la inclinación al fanatismo nacen de suponer que se tiene la verdad. Que uno mismo tiene la verdad. Que uno mismo tiene la solución a los problemas y que esa solución es la única solución valida, la solución mejor para todos. Hay personas que consideran que las cosas son necesariamente como ellos las piensan. No admiten matices y hacen dogmas de cuestiones discutibles: “Esto es así, porque lo digo yo”; o “Esto es así, y punto”, afirman. Sus opiniones son “evidentes”, y sonríen con desdén cuando alguien se atreve a llevarles la contraria. Lo opinable se extiende a casi todos los ámbitos de la vida, y la tentación de no respetar la libertad de los demás es, lamentablemente, bastante corriente. Se dan actitudes despóticas en la política, pero no solo ahí. Son muchos   (lamentablemente, cada vez más) quienes instalados en sus caducas opiniones humanas, se encierran en ridículas torres de marfil pensando que son los dueños de verdades incontrovertibles. 

Hace falta que sepamos medir con una medida que sea la medida amplia de una mirada amistosa: entonces conviviremos mejor. Y a lo mejor mañana, al salir a la calle, podemos darnos cuenta de que la vida de los hombres está llena de colorido, de riqueza y de atractivo, ensayando esta actitud íntima del respeto y de la admiración. Tenemos que liberarnos de la costumbre de manejar únicamente el-lápiz-de-sólo-dos-colores. Nuestra sociedad cansada necesita de personas que irradien la alegría de vivir. Todo ciudadano debe contribuir al interés general. A veces, una sonrisa, una palabra amable, un servicio desinteresado puede ser el desencadenante de otras acciones destinadas a favorecer un mundo mejor. La vida de cada uno de nosotros es importante desde el punto de vista de los demás, y conviene no perder el propio fuego, porque puede haber otros que lo necesiten; ese fuego modesto, ese fuego humilde, puede ser necesario. 

Como dice mi amigo Mariano, nos estamos convirtiendo en una civilización de malas maneras y de malas palabras, como si fuese un signo de emancipación. Lo escuchamos decir muchas veces, incluso públicamente. La amabilidad y la capacidad de dar las gracias son vistas como un signo de debilidad, y a veces suscitan incluso desconfianza. Esta tendencia se debe contrarrestar, en primer lugar, desde la familia. Debemos convertirnos en intransigentes en lo referido a la educación, a la gratitud, al reconocimiento: la dignidad de la persona y la justicia social pasan, ambas, por esto. Si la vida familiar descuida este estilo, también la vida social lo perderá.

jueves, 11 de julio de 2019

Abogados que mejoren España.

Publicado en "Diario de León" el miércoles 10 de julio del 2019: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/abogados-mejoren-espana_1348068.html


Mi querido Colegio de Abogados de León está celebrando su 175 aniversario a través de una serie de interesantes actividades como presentaciones de libros; el último, el del famoso periodista Fernando Jaúregui: “Los abogados que cambiaron España. Ochenta años de historia de los letrados y juristas que contribuyeron a la democracia (1939-2019)”. Ochenta años de historia de una profesión, abogados y juristas, que es con seguridad la que más ha influido para transformar a España en la democracia, sin duda perfectible, que hoy tenemos. Entre los momentos relevantes está el IV Congreso de la Abogacía, que se celebró en León, en 1970, conocido por su carácter político y menos por la aprobación de importantes asuntos para la profesión como la reforma del Estatuto General de la Abogacía, la puesta en marcha de la Mutualidad de la Abogacía, la regulación del abogado de empresa, las disposiciones para combatir el intrusismo, el régimen fiscal de la abogacía, o la retribución de turno de oficio y la justicia gratuita. Sin la presencia de los hombres del derecho no habríamos avanzado como avanzamos. Un mérito que no había sido, hasta ahora, plenamente reconocido. Un libro interesante, aunque, en mi opinión, ni son todos los que están ni están todos los que son…

Lo vengo diciendo desde que los cumplí: pertenecer al selecto y exclusivo “Club de los 50 y +” tiene ventajas, muchas ventajas.... Una de ellas es la facilidad para expresar las convicciones sin complejos, sin inhibiciones ni respetos humanos. Al grano: ser abogado no es cualquier profesión. De entrada, la profesión de abogado es la única profesión a la que se hace mención expresa en el texto de nuestra Constitución. ¿A qué no lo sabías…? Y, además, pido perdón por la petulancia, se hace referencia a ella nada más y nada menos que hasta cuatro veces distintas. No una, que ya sería suficiente honor, ni dos, ni tres: sino en cuatro ocasiones. Y, lo más importante, el servicio que los abogados préstamos a nuestros conciudadanos: materializamos el derecho a la tutela judicial efectiva, a pesar de los asesoramientos de “cuñados” y de “lo-leí-en-internet”, que suelen terminar mal, muy mal. Sólo un abogado puede ofrecer un asesoramiento digno de tal denominación: profesional.

Estamos en una época de cambio tan acelerado que dentro de seis meses todo habrá cambiado; hay que crear una estrategia del derecho ante la incertidumbre. La justicia es la que tiene que crear derecho porque el derecho codificado se está desfasando. Las normas derivadas del derecho, muchas leyes, se han quedado desfasadas. Y, sobre todo, las mentalidades tras los códigos. Dicen los expertos que la profesión ha cambiado más en los últimos veinte o treinta años que en los doscientos anteriores. Y va a cambiar mucho más, con toda probabilidad, en los próximos diez o quince años que en los treinta anteriores. Ya no se trata sólo de que los abogados hablen inglés, sino otros lenguajes, fundamentalmente el de la tecnología. Los tratamientos biomédicos, la ingeniería genética, la cibercriminalidad, el empleo de algoritmos en la toma de decisiones públicas, la elaboración de perfiles basados en nuestros datos, los sistemas de vigilancia masiva, los drones o los vehículos autónomos y otras muchas transformaciones, pueden afectar o cambiar aspectos sustanciales de la vida de las personas. 

En nuestra profesión, la relevancia se gana con responsabilidad, trabajo serio y profesional, formándose de forma continua y prestando un servicio de gran calidad. Estos son los “focos” para los próximos años y los desafíos que los abogados debemos de enfrentar si queremos estar-a-la-altura, contribuyendo no sólo a que España cambie, sino que mejore. Alentando a quienes luchan -cada día- por lograr la justicia y la paz a través del derecho, permitiendo avanzar con eficiencia, rapidez e inteligencia en la comprensión de las grandes transformaciones, retos y oportunidades que nos plantea hoy la vida en sociedad.

domingo, 30 de junio de 2019

sábado, 29 de junio de 2019

Huérfanos de padres vivos.

Publicado en "Diario de León" el miércoles 26 de junio del 2019: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/huerfanos-padres-vivos_1345192.html

Aprovechar el tiempo es clave. A veces, nuestros sueños, nuestras ilusiones, se quedan sólo en proyectos. Esperamos que se cumplan, pero no nos esforzamos lo suficiente para hacerlos realidad. Como si el simple paso del tiempo nos los fuera a regalar. La vida no funciona así. El tiempo es el recurso más valioso y escaso con el que contamos. Y, en ocasiones, nos comportamos como si ignoráramos esta verdad fundamental. Aprovechar el tiempo es básico. Y se puede aprender, hay experiencia documentada -buenas prácticas- y técnicas probadas. Lograr que nuestros sueños dejen de ser proyectos y se transformen en realidades, pasa por administrar nuestro tiempo con inteligencia y con intensidad. Como dicen los economistas el tiempo es un bien escaso. Quizá el más escaso de todos, y desde luego de los pocos que no se pueden comprar. El tiempo es breve. El manejo efectivo del tiempo es un factor clave para que una persona viva una vida digna de tal nombre. Una óptima gestión del tiempo aumenta la capacidad de hacer más cosas, y mejor. Y, muy importante, disminuye tensiones innecesarias en la vorágine actual. Suele ocurrir que, en el dinamismo de nuestras vidas, tengamos una lista interminable de tareas y no sepamos por dónde empezar. Interesarse por el buen uso del tiempo no es sólo una moda sino una necesidad.

Durante los últimos meses, casi todos los periódicos han publicado en sus suplementos de fin de semana algún artículo o reportaje sobre el aumento de las enfermedades psiquiátricas por exceso de trabajo. Ya no son enfermedades como úlceras, gastritis o cefaleas, sino serios trastornos psicosomáticos como las depresiones. Las causas de este tipo de enfermedades, en muchos casos, se encuentran en la enorme presión social y laboral que se ejerce en los colaboradores de muchas organizaciones. La presión por cumplir los objetivos, por ganar una compensación extraordinaria, la ambición legítima por un ascenso que supondrá un mayor sueldo y reconocimiento social, pretensiones muy legítimas, pueden desequilibrar nuestra vida.

Lo mejor es luchar por mantener un equilibrio entre familia y trabajo. Trabajar en horarios adecuados, intentar llegar a casa a una hora razonable para estar con nuestro cónyuge e hijos, comer con ellos algún día entre semana, aunque suponga para nosotros un esfuerzo por el desplazamiento de ida y vuelta, etc. son algunas buenas prácticas recomendadas por personas con experiencia. Si somos capaces de armonizar un intenso trabajo profesional y una dedicación real a nuestra familia lograremos vivir-una-vida-digna-de-este-nombre y, sin duda, habremos ganado la batalla a depresiones, estrés, afecciones cardiovasculares y otras enfermedades desgraciadamente en aumento.

El tiempo es el recurso más escaso con el que contamos; de tal manera que cómo lo aprovechamos marca la diferencia. Hay quienes piensan que aquellas personas que trabajan muchas horas son los-verdaderos-líderes-de-la-vida... Sin embargo, a veces, resulta chocante observar, por un lado, el éxito de un líder para administrar una empresa y, por otro, su incapacidad para solucionar problemas familiares. En otras palabras, un auténtico líder debiera ejercer con éxito su influencia en todos los ámbitos de su vida; de lo contrario, el desequilibrio en alguno de ellos, irremediablemente, afectará a los otros. Un pensamiento común de la humanidad sobre la familia y la sociedad puede encontrarse ya formulado en la “Antígona” de Sófocles: “Quien es bueno en la familia es también buen ciudadano”. Los mil pequeños asuntos cotidianos son la vida de cada día, es decir, la vida misma, que transcurre habitualmente a través de detalles mínimos que pueden parecer insignificantes, pero que van configurando el carácter, las actitudes y el modo de ser de los hijos. Y el tiempo para educar y compartir con los hijos es un tiempo que sólo cuando ya ha pasado se echa en falta… Hoy-es-siempre-todavía.

lunes, 24 de junio de 2019

Fabular.

Publicado en "Diario de León" el lunes 24 de junio del 2019: https://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/fabular_1344735.html

La doctrina de la soberanía del pueblo, de la bondad natural del hombre, de la división de poderes son hoy en la vida política y social de Occidente dogmas intocables, además de algunos otros. ¿A qué se reduce la democracia, la forma de gobierno presuntamente mejor y éticamente obligada? La democracia pretende asegurar la libertad de todos los ciudadanos con el argumento de que, al ser soberanos y decidir mediante el voto, tan sólo se obedecen a sí mismos. Pero vamos, poco a poco, siendo gobernados cada vez más por decisiones indiferentes a nuestros más importantes intereses. Lo que actualmente se denomina democracia es un sistema en el que unas oligarquías aspirantes recurren, cada cuatro años, a una votación para que, entre manipulaciones varias, se resuelva quién va a detentar el poder. El desgobierno de la sociedad acontece cuando la ley no es una ordenación de la razón, sino producto de la voluntad.

La investigación sobre los niveles de calidad democrática de un país exige múltiples enfoques, que pueden abarcar desde el control del proceso electoral hasta la discusión sobre el grado de desarrollo económico y atribución de condiciones dignas de vida a los ciudadanos. No valdrá proponer una tras otras nuevas fórmulas montadas en el aire. No será bueno, ni conducirá a nada firme, contraponer palabras a palabras, pelear por etiquetas, concentrar nuestras fuerzas en la discusión sutil de matices o bizantinos adjetivos. Tengo intolerancia a la verdura hervida y a la gente que me hace perder el tiempo. El futuro no existe. Sólo el presente más inmediato tiene el peso específico de lo real. Me gusta la filosofía porque me ayuda a comprender mejor la realidad; en la filosofía siempre hay un propósito de desvelamiento de la causa última.

Cabe entender la limitación de mandatos como un intento de dar respuesta a la sensación de que el representante se ha convertido en un verdadero profesional de la política que, como dijera Max Weber, ha pasado de vivir para la política a vivir de la política. Son perceptibles déficits de cualificación en determinados cargos públicos, tanto de orden político como de dirección administrativa. La pérdida de la referencia del mérito y capacidad para el ejercicio, en general, de todos los cargos públicos. Sin embargo, es necesario encontrar un equilibrio entre el rechazo a la profesionalización de la política y el riesgo de caer en el puro “amateurismo”. Determinar qué sea la calidad democrática en un sistema constitucional y con qué criterios medirla. La idea de buen gobierno, analizando referencias ideales y reales que se expresan a través de procedimientos, contenidos y resultados. Me temo, sin embargo, que sean demasiados los políticos que pasan por alto estas nociones primarias, y que quieren hacer pensamiento como quien escribe un wasap… No son auténticos: se niegan a sí mismos para entregarse a-la-gente. Viven de criterios ajenos, carecen de sustancia afirmativa propia. Su mente es vehicular, traslaticia e indeterminada.

A Camilo José Cela le preguntaron en una entrevista si mentía alguna vez y contestó rotundamente: “¡Jamás!”. Pero presionado hábilmente por el entrevistador acabó por admitir que, aunque no mentía, lo que sí hacía en ocasiones era fabular. Y “fabular”, según el diccionario de la Real Academia Española, es disimular una verdad mediante una ficción artificiosa, es decir, algo muy parecido a mentir. Desconfío de quienes dicen yo-siempre-digo-lo-que-pienso, porque esos suelen ser los más mentirosos de todos. Si fuéramos por ahí diciendo lo que pensamos la vida sería insoportable y, concretamente, las relaciones en la familia y en el trabajo, un infierno. También en los partidos políticos… A mí me parece muy bien decir lo que pensamos cuando esto es agradable o persigue un resultado; de lo contrario, es preferible callarse o recurrir a “fabular”.