@MendozayDiaz

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domingo, 23 de septiembre de 2018

Mejorar la política.

Hambre de realidad. El hombre de hoy, como el hombre de siempre, exige metas claras tras los alegres clarines. Caminos rectos, fáciles, empinados, de llanada o de sierra, como sean: pero conocidos y que lleven a alguna parte. Exige también ejemplaridad y sinceridad a los guías, conductas que respalden la promesa, garantías morales de que la empresa común es realizable y de que todos vamos derechamente a realizarla. Quiere no sólo palabras, sino, sobre todo, realidades. Otras cuestiones que son igualmente decisivas para evaluar la calidad de la democracia: el determinante papel que juegan en la vida pública los partidos políticos, el modo de elaboración de las normas, los medios de participación de que disponen los ciudadanos en los procesos de toma de las decisiones públicas, o, en fin, la necesaria transparencia de la actuación pública y su correspondiente rendición de cuentas. Aquí-está-la-clave. Estas cuestiones afectan directamente al funcionamiento interno de los partidos políticos, un asunto que más preocupación e interés ha suscitado en el conjunto de la discusión sobre las posibles mejoras del funcionamiento del sistema democrático.

Nuestro modelo electoral descansa en un sistema de listas cerradas y bloqueadas. El partido designa a los integrantes de esa lista y determina el orden invariable en el que figuran en la misma y los ciudadanos solo pueden elegir -o no- una lista en su conjunto. Este sistema otorga un poder a los órganos directivos de los partidos, que difícilmente puede conciliarse con un funcionamiento verdaderamente democrático. Sería mucho mejor un sistema de elecciones primarias para la elección de candidatos, y listas desbloqueadas con voto preferente. Medidas que ayudarían a personalizar la representación política y a disminuir el dominio de las élites sobre el partido. Estas medidas facilitarían un cambio de actitud de los representantes capaz de erradicar determinadas prácticas y, sobre todo, de ejercer su representación conforme a los intereses de la ciudadanía que los elige y no del partido que los designa.

Los tiempos en los que la democracia representativa se satisfacía solo con la existencia de unas elecciones periódicas y una cierta rendición de cuentas han quedado en el pasado. La representación democrática, por tanto, debe concebirse como un complejo proceso político que permite al pueblo soberano actuar más allá de su participación en el acto formal de la autorización electoral. De esta forma la calidad del sistema representativo dependerá también de la calidad de las distintas formas de participación ciudadana que incorpora: el voto para elegir representantes institucionales; la movilización a través de asociaciones; la participación en la esfera pública, etc., así como la calidad de la deliberación pública a que den lugar.

Los partidos no sobran, pero su protagonismo en el proceso político y el abuso de su posición dominante generan una extendida y doble preocupación. Debido a las funciones que desempeñan, el grado de democracia en los partidos, la calidad en el proceso de selección de sus líderes y su forma de sostenerse económicamente afectan al funcionamiento democrático del Estado e inciden en la calidad y legitimidad de sus instituciones. La historia de los partidos en estos aspectos resulta, en ocasiones, escandalosa…; y la falta de democracia interna y su financiación irregular suscitan el rechazo ciudadano. La corrupción como uno de los factores más corrosivos de la confianza de los ciudadanos en la política. La financiación de los partidos es, de forma recurrente, fuente de problemas, si no, directamente, de corrupción. Una materia que durante muchos años tuvo una muy deficiente legislación, que sólo fue corregida -tímidamente- cuando los peores escándalos ya habían estallado.

La debilidad del sistema de controles y la tardanza en responder. La no asunción de responsabilidades políticas. Irresponsabilidad entendida como ausencia de sanción, ausencia de consecuencias para comportamientos objetivamente perjudiciales para los intereses públicos. Nunca-pasa-nada: nunca hay consecuencias para el responsable. Comportamientos que sin ser ilícitos son, objetivamente, gravosos, perjudiciales, para la comunidad. Por ejemplo, una desviación muy significativa en relación con el coste de una obra pública. O infraestructuras innecesarias o inviables, por ser imposibles de mantener. Malas-gestiones-y-más. Supuestos que exigen una sanción tanto por la credibilidad de la política entre la ciudadanía como por la propia necesaria calidad de ésta. Y una sanción que, por supuesto, no tiene que ser penal. Ni siquiera administrativa. Uno de los problemas recurrentes de la democracia española es identificar responsabilidad política con responsabilidad penal. El mal hacer: el político, el gestor público, puede ser responsable por un mero error. Es más, lo habitual es que mayoritariamente sea responsable por error. El delito necesariamente ha de ser excepcional, una anomalía, enfermedad, del sistema. El mal hacer tiene que tener consecuencias, básicamente, la dimisión o cese del responsable.

Criticable es asimismo la tendencia de los partidos a la ocupación de todos los resortes del poder mediante una constante labor de colonización de instituciones que debieran estar a salvo de las injerencias y la penetración partidista, como el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal de Cuentas o los órganos reguladores. Y ello porque son instituciones esenciales en el funcionamiento regular del Estado de Derecho, de cuyo prestigio e imparcialidad depende en gran medida la legitimidad de todo el sistema.

Publicado en "Diario de León" el miércoles 19 de septiembre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/mejorar-politica_1277822.html

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Exiliados en casa.

Chicos, adolescentes, que se marginan en sus habitaciones donde ven televisión, escuchan música, pasan horas con los videojuegos y navegando en la red. Encierro alarmante. Su música favorita suele ser sórdida, oscura y desesperada. No me canso de insistir en que debemos de traducir las letras de las canciones que escuchan nuestros hijos. Y comentar con ellos los ejemplos de vida que nos ofrecen sus protagonistas. Sin dramatizar, pero este aislamiento llevado a un extremo puede ser grave.

Pensando en estos casos recordé que, a comienzos de este siglo, se empezó a oír hablar de los “hikikomori” (palabra japonesa que se puede traducir como retraimiento), chicos que no salían de sus habitaciones incluso por años. En Japón si se puede dejar de ir al colegio, no existe la escolarización obligatoria tal y como la conocemos en España. Aislados, sin vida social. Interrumpían su aislamiento sólo para comer, para comprar en horarios de primera o última hora o en tiendas nocturnas, donde las probabilidades de encontrarse con gente conocida disminuyen. Algunos incluso comían en sus propias habitaciones. Restos de comida de varios días junto a sus artefactos. Viendo series completas de forma ininterrumpida, capítulo tras capítulo, o concursos de televisión. Como una especie de rebelión silenciosa. Dicen que, en algunos casos, surgió como respuesta a frustraciones mal llevadas por fracasos educativos, o por no tener amigos. O víctimas de agresiones silenciosas de compañeros.

Para dar respuesta a estas situaciones siempre es determinante la actitud de los padres, si toleran o no una vida familiar así. Cosas de adolescentes, ya se le pasará, presionarle podría ser peor. Mi-hijo-me-ha-salido-así. Los hijos se forman. Tu hijo no es agresivo o caprichoso porque ha salido así… Tendrá un carácter concreto pero el carácter se educa y tu responsabilidad como padre es educarle. En este proceso es fundamental definir unas normas de comportamiento durante los primeros años de vida. No se pega, no se miente, no se contesta con malos modos, no se interrumpe a los mayores cuando están hablando. Si no las cumple, debe experimentar sanciones razonables. No te creas que te va a querer más si le consientes todo. No tengas miedo a ponerle una cara seria y decirle que no, tajantemente, ante una falta de educación o un capricho. En la medida que le exijas, te querrá más. Y acuérdate después de decirle que le quieres mucho, con un abrazo.

Es-que-tú-no-sabes-cómo-se-pone. Por más que le digo “no”, sigue con sus rabietas y enfados… No te preocupes, la maduración requiere tiempo. Pero no cedas. Si le has dicho que hoy no ve televisión, no cedas. No le va a pasar nada malo, al contrario, le estás ayudando madurar, a aceptar el no. “Te dejo, pero te callas”: la próxima vez gritará más y peor…Ceder a sus caprichos con tal de que se calle, dejarle ver un programa de televisión con tal de que se calle, no es el camino para educar bien a tu hijo. Es que estoy muy cansado y lo único que quiero es que se calle y nos deje en paz… Comprensible, pero piensa en su bien.

Son niños consentidos –digámoslo claro, son niños maleducados-, sin normas, sin límites, que imponen sus deseos ante unos padres que no saben –o no les interesa porque quieren vivir tranquilos- decir no. Su dureza crece si no se le pone límites. Eluden responsabilidades. Echan la culpa a los demás de las consecuencias de sus actos. Niños agresivos que quieren imponer su idea o su deseo por la fuerza. Niños que no viven hábitos básicos de alimentación, sueño, descanso, orden…Se ve lo que él quiere en la televisión, se entra y se sale si así a él le interesa, se come a gusto de sus apetencias. Cualquier cambio que implique su pérdida de poder conlleva tensiones en la vida familiar. Son una bomba de tiempo.

Una sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos, pero no en sus deberes. Nadie quiere hacerse cargo de esta situación. Los padres les echan la culpa a los profesores, los profesores a los padres… ¿Soluciones? Desde pequeños hay que enseñarles a vivir en sociedad. Es esencial formar en la empatía, ponerse en el lugar de los otros. Educarles en sus derechos, pero también en sus deberes. Siendo tolerantes, pero marcando reglas, ejerciendo control y diciendo no cuando sea necesario. Paciencia, paciencia, paciencia. Utilizando el razonamiento, explicando las consecuencias que la propia conducta tendrá para los demás. Acrecentando su capacidad de diferir las gratificaciones, de tolerar frustraciones, de controlar los impulsos, de relacionarse con los otros.

Si a vuestro niño le consentís caprichos, contestaciones, malos modos, imposiciones, porque estáis cansados, porque no le dais demasiada importancia, porque-tampoco-es-para-tanto, es todavía pequeño, ya-habrá-tiempo o porque tenéis miedo a que se traumatice si le corregís seriamente: estáis equivocados. Alguien os lo tenía que decir. Con respeto y con cariño, pero también con claridad: estáis equivocados… Con esta actitud le estáis ayudando a ser un adolescente agresivo y maltratador. En definitiva, se convertirá en un hijo desafiante que terminará imponiendo su propia ley, y lo que es peor, no será feliz.


Publicado en "Diario de León" el martes 5 de septiembre del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/exiliados-casa_1274246.html

jueves, 23 de agosto de 2018

Construir un hogar.

Por enésima vez he vuelto a encontrarme en las redes sociales con esta sugerente cita: “Todo el mundo habla sobre cómo dejar un mejor planeta para nuestros hijos, pero deberíamos intentar dejar mejores hijos a nuestro planeta”. Muchos padres se conforman con proporcionar a sus hijos un colegio donde educarse y con pasarles sus experiencias personales, pero no se toman el tiempo necesario para comprenderles y amarlos. Hace falta algo más para crear un ambiente familiar, para convertir una casa en un hogar. El ajetreo de la vida moderna, la progresiva despreocupación del hombre por los problemas e inquietudes de las personas que le rodean, las prisas; el carácter, en ocasiones agobiante, del trabajo, etc., han hecho que se vaya perdiendo en nuestra sociedad la imagen de una verdadera familia: se desconoce, a gran escala, el sentido y el valor de la vida de familia, el calor de un hogar alegre donde padres e hijos conviven -formando una auténtica comunidad nacida del amor- y se ayudan mutuamente en sus necesidades. 

¿Dónde está la causa de este adormecimiento y desconcierto? Muchos adultos, llevados de su falta de rigor y de valentía para enfrentarse de cara a los problemas, adoptan la cómoda respuesta a este interrogante achacando la culpa de todos los males de nuestra sociedad al ambiente que se respira en la sociedad misma o a la actitud displicente de los jóvenes (sus hijos). Sin embargo, hemos de profundizar algo más: cada persona se comporta en consonancia a la formación que ha recibido, a la educación que le han legado sus padres. Si nos enfrentamos con crisis mundiales, es probable, más que probable, que esas crisis sean en el fondo crisis de educación, de formación. El hombre de hoy precisa de reflexión para darse cuenta de las limitaciones personales.

Acusar a la sociedad en general, por otro lado, resulta un tanto cómodo. Aun cuando la psicología y la sociología actuales han contribuido grandemente a la toma de conciencia de la importancia que el ambiente tiene respecto al comportamiento humano, no podemos dejarnos llevar por esa corriente popular que -cómodamente, sin querer enfrentarse a su personal responsabilidad- vuelca toda la culpa de la crisis actual sobre la sociedad. La conducta del hombre puede ser explicada, pero no justificada, en términos psicológicos o sociológicos. No podemos tirar por la ventana nuestra responsabilidad personal echando la culpa a las debilidades y flaquezas de los hombres o tratar de sustituirla por la responsabilidad de la sociedad entera que no ayuda con sus condicionamientos a la formación de la juventud. Si anulamos la responsabilidad estamos negando nuestra libertad. La responsabilidad es una consecuencia de nuestra libertad.

La familia, originada y alimentada por el amor, es la esencial e insustituible comunidad educativa. El matrimonio no es un contrato de servicios sexuales. Suena un poco burdo, grosero. Unidad de vida y amor. Los fines del matrimonio: el bien de los esposos y, si los hubiera, la educación de los hijos. Caminando ayudada por el amor, toda persona es capaz de superar el egocentrismo y de abrirse a otras, hasta llegar a comprender y disculpar los defectos y a valorar las virtudes de la persona que ama, colocándose en posición óptima para poder ayudarle a superar aquéllos y a acrecentar éstas. Sobre todo, en la familia, educación es mucho más que enseñanza. Como dice mi amigo Mariano, los padres educan fundamentalmente con su conducta. Lo que los hijos y las hijas buscan en su padre y en su madre no son sólo unos conocimientos más amplios que los suyos o unos consejos más o menos acertados, sino algo de mayor categoría: un testimonio del valor y del sentido de la vida encarnado en una existencia concreta, conformado en las diversas circunstancias y situaciones que se suceden a lo largo de los años. El valor del ejemplo de los padres es inmenso: los hijos aprenden a través del buen ejemplo de sus padres en una proporción infinitamente mayor que en lo que reciben de ellos a través de la palabra. Los padres deben dar a sus hijos el ejemplo de un amor continuado. El amor siempre puede recuperarse, siempre puede reanimarse. El amor puede incluso resucitar. Son verdades que amplían el horizonte de la vida. Hacer y enseñar: dar ejemplo de vida a los hijos y empujarlos hacia el ejercicio responsable de la libertad.

Porque la causa primaria de muchos problemas psicológicos y de disturbios sociales que estamos padeciendo todos es la falta de formación del individuo, debida en gran parte a la falta de un hogar, de una auténtica vida de familia. Tenemos que ser sinceros y realistas con algunas situaciones que se dan en determinadas familias. debemos despojarnos de prejuicios sentimentales y reconocer que, en ocasiones, algunos hijos tienen que ser heroicos para vivir en su casa, donde no hay ni el cariño ni el calor propio de un hogar, donde sus padres no tienen tiempo para preocuparse de sus problemas. En lugar de quejarnos constante e inútilmente sobre nuestra sociedad en general, deberíamos, más bien, preguntarnos qué estamos haciendo nosotros por mejorarla. Tenemos que preguntarnos si nuestra casa se parece más a un hotel que a un hogar. Y, si así fuera, rectificar.

Publicado en "Diario de León" el miércoles 22 de agosto del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/construir-hogar_1271569.html

jueves, 16 de agosto de 2018

A favor de la presunción de inocencia.

Wikipedia nos recuerda que el principio de presunción de inocencia es un principio jurídico penal que establece la inocencia de la persona como regla. Solamente a través de un proceso o juicio en el que se demuestre la culpabilidad de la persona, podrá el Estado aplicarle una pena o sanción. La presunción de inocencia es una garantía consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos: toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa. La presunción de inocencia en España está recogida en el artículo 24.2 de la Constitución Española. En palabras de nuestro Tribunal Supremo, ha dejado de ser un principio general del derecho que ha de informar la actividad judicial para convertirse en un derecho fundamental que vincula a todos los poderes públicos y que es de aplicación inmediata. Por lo tanto, a toda persona se le presume su inocencia tras una acusación hasta que no quede demostrada su culpabilidad. Quien acusa tiene que demostrar la culpabilidad del acusado y por tanto el acusado no tiene que demostrar su inocencia, ya que de ella se parte. La carga de la prueba es así de quien acusa.

La corrupción es una de las principales preocupaciones de los españoles. Se trata de un problema de especial gravedad, pues no tiene consecuencias únicamente sobre la eficiencia de las Administraciones Públicas ni supone, simplemente, un perjuicio económico a las arcas del Estado. La corrupción es un problema sistémico que afecta al corazón de la democracia. Lo extendido de las prácticas fraudulentas en el seno de los partidos políticos y los organismos públicos ha generado no solo el rechazo de los ciudadanos, sino que ha contribuido al desprestigio de nuestras instituciones. El mantenimiento de personas imputadas en listas electorales y en cargos públicos, o el uso clientelar que, en ocasiones, los partidos han hecho de los fondos y los nombramientos en la Administración, han generado la percepción de que en España la corrupción goza de cierta impunidad o no se persigue con el ahínco que debiera. Del mismo modo, los ciudadanos tienen la impresión de que el principio de igualdad ante la ley que establece nuestra Constitución no es respetado en la práctica.

Todas estas reflexiones se encuentran en la Exposición de Motivos de la proposición de Ley de Lucha contra la Corrupción que Ciudadanos registró, en el Congreso de los Diputados, en septiembre del 2016, y que fue defendida -con su habitual brillantez- por Albert Rivera, en febrero del 2017. Una mayor transparencia lleva aparejada una mayor exigencia de ejemplaridad y de rendir cuentas ante los ciudadanos, y de este modo se fomenta la responsabilidad de nuestros políticos y cargos públicos. Así y con el objetivo de fomentar la integridad de nuestros representantes públicos, se propuso la reforma de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, con el fin de impedir que quienes han sido encausados judicialmente o condenados por su implicación en procesos relacionados con la corrupción, así como por otros delitos castigados con penas graves, puedan formar parte de las listas electorales, y por tanto, concurrir a unas elecciones con el fin de ostentar un mandato representativo. Las listas electorales con las que los partidos concurren a las elecciones deben estar libres de candidatos sobre los que exista la certeza o la sospecha justificada de que puedan haber incurrido en prácticas delictivas de especial gravedad. Asimismo, en virtud del artículo 6.4 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que tiene carácter básico, las causas de inelegibilidad lo son también de incompatibilidad, por lo que la prevención establecida en el párrafo anterior sería igualmente de aplicación a todos los cargos electos en ejercicio, incluidos los miembros de las Corporaciones Locales. En consecuencia, todos ellos automáticamente perderían su condición por incompatibilidad sobrevenida cuando fuesen encausados judicialmente, desde que fuese firme la resolución que dictase la apertura del juicio oral o el procesamiento y hasta que el proceso judicial se resolviese por todos sus trámites, incidentes y recursos.

Esta medida, en todo caso, no vulnera el principio de presunción de inocencia, que se respeta a lo largo de todo el proceso. Ni el encausamiento judicial presume culpabilidad ni el cese en las funciones de un cargo público conlleva asumir la pena derivada del delito. No obstante, desde el momento en que el juez ha abierto juicio oral contra el encausado, existe una resolución motivada que apunta fundadamente a la comisión de un delito. Llegados a este punto, la exigencia de responsabilidad a nuestros representantes no puede limitarse a la tipificada en el Código Penal. La singularidad de la actividad pública requiere una exigencia de responsabilidad política y ejemplaridad pública.

Sin embargo, someter la responsabilidad política -únicamente- a la mera investigación (imputación) judicial es en sí mismo un elemento de corrupción de la política, que hace tabla rasa de la presunción de inocencia y convierte a la Justicia en un instrumento para la acción de los partidos contra sus enemigos (internos o externos), o, todavía peor, para la-injusticia-de-los-justicieros…Este desorden termina siendo, también, en demasiados casos, un atentado contra el honor. Las personas tienen una dignidad que es imperativo respetar: siempre y en cualesquiera circunstancias. Las personas tienen familia (pareja, hijos, padres…) y amigos que sufren -injustamente- con estos juicios paralelos: “corrupto”, “sinvergüenza”, “hideputa”… En un Estado de Derecho, la Justicia es una, imparcial e independiente: sólo sometida a la Constitución y a las Leyes. Y tiene sus tiempos: plazos. Todo lo demás son excreciones de la mala política.


Publicado en "Diario de León" el miércoles 15 de agosto del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/favor-presuncion-inocencia_1270165.html

lunes, 13 de agosto de 2018

Hora punta...

El intenso calor de estos días ha hecho que se bata el récord de consumo del año en agua y electricidad. Leyendo una noticia sobre este asunto me ha sorprendido conocer que el pico de consumo, concretamente en agua, se está produciendo sobre las cuatro de la madrugada… Como que no tenía esa percepción. No sé, quizás, si me hubieran preguntado, hubiera dicho que, durante la mañana, por ser la hora de plena actividad de familias y empresas, o al caer la tarde cuando mucha gente se ducha para refrescarse… Pero nunca hubiera pensado que a las cuatro de la madrugada. Dicen que, a esta hora, en verano, se registra el pico de consumo, sobre todo, por los sistemas de riego en jardines y la limpieza de las calles.

Hablando de “horas punta” me acordé de que cuando comenzó a extenderse el uso de las redes sociales entre los jóvenes, asistí a una conferencia donde nos preguntaban a los padres con hijos adolescentes sobre cuál era la hora en la que nosotros pensábamos que internet estaba en su máximo pico de consumo… Unos dijeron que las 13’00 horas en plena actividad empresarial, o quizá sobre las 22’00 horas cuando muchas personas, al final del día, revisan sus mensajes… No, nos decía el conferenciante: la red está colapsada, de lunes a viernes, sobre las dos de la madrugada… No me lo podía creer. Jamás lo hubiera pensado. ¡Pero si a esa hora se supone que la mayoría de la gente, y más en invierno, estamos durmiendo…! Pues-parece-que-no. Y quizá por ello, el conferenciante, previendo nuestra posible incredulidad, nos proyectó información detallada de consumos, facilitada por las compañías de telecomunicaciones. Las dos de la madrugada…

Durante mucho tiempo después he estado pensando sobre este asunto. Ahora me explico muchas cosas. Por qué a algunos adolescentes les cuesta tanto madrugar, por qué comentan los profesores que es cada vez más común que muchos jóvenes se queden dormidos en clase, por qué duermen siesta… Claro, cómo no, si están hasta las tantas y una conectados a internet bien sea en las redes sociales o viendo lo que vean, cómo van a estar suficientemente descansados para enfrentar un nuevo día. Definitivamente somos padres, formados en el siglo pasado, quienes tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos que son… de otro siglo. Y claro a uno le decían a-las- diez-en-casa y, una vez dentro, los riesgos quedaban reducidos a la mínima expresión. Pero ahora, es como si –mágicamente- se hubiera modificado la estructura de nuestro edificio y se hubiera abierto una ventana al mundo, con todo lo bueno y lo malo que tiene ese acceso.

El problema no es la “ventana”, sino que muchos padres todavía no tienen plena conciencia de su existencia. “Fulanita tiene muy buenos hábitos, nada más cenar se va a su habitación…Yo le insisto, pero fulanita, hija, relájate, quédate con nosotros a ver la televisión, pero nada, ella siempre se va a su cuarto…”. Un primor de chica… Y a lo mejor lo es, le doy el beneficio de la duda, pero quizá, cada noche, se va puntualmente a su cuarto porque desde allí, se comunica con el mundo sin más límites que los que ella se imponga, a través de esa ventana virtual que han abierto en nuestras casas.

En fin, que hay que estar al día, bien informado, con los ojos y los oídos bien abiertos, con datos y no con percepciones (es-que-yo-creía, es-que-yo-pensaba…); que no importa lo que tu creas sino lo que es. Y hay datos de sobra y numerosas fuentes disponibles para obtenerlos. Después de meses dándole vueltas a lo del pico de consumo a las dos de la madrugada y su impacto en el descanso de mis hijos, y qué hacer para ayudarles a descansar y que así puedan aprovechar mejor sus días, llegué a la conclusión que la mejor manera de facilitar todo esto es durmiendo con el modem…; que sí, tal cual; que cuando me voy a la cama desconecto el modem y lo guardo en uno de los cajones de mi mesita noche, hasta el nuevo día. Y así, como decía la señora Eustasia, “muerto el perro, se acabó la rabia”.


Publicado el domingo, 12 de agosto, en "Diario de León": http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/hora-punta_1269566.html

lunes, 6 de agosto de 2018

España sin barreras.

En los últimos años, el funcionamiento de las democracias en muchos países occidentales ha experimentado un creciente proceso de deslegitimación que afecta especialmente a sus instituciones representativas. Este impacto de la pérdida de legitimidad del paradigma representativo se ha sentido especialmente en las instituciones de los diferentes niveles de gobierno. Son muchos los estudios que inciden en la relación positiva existente entre la descentralización del poder y la calidad democrática de las sociedades, al atribuirse en términos generales a esa descentralización una mayor eficiencia en la organización administrativa, considerando igualmente la división vertical de poder como un garante adicional de la protección del individuo ante abusos de poder. En la práctica, la experiencia comparada muestra que todos los países políticamente descentralizados tienen un sistema político democrático mientras en los países autoritarios tiende a suprimirse la autonomía regional, así como la separación de poderes. 

Eso no quiere decir, como resulta evidente, que no pueda haber, como de hecho los hay, Estados unitarios o fuertemente centralizados, que sean perfectamente democráticos: el ejemplo de Francia es paradigmático. Ahora bien, lo que cuesta mucho más es encontrar un Estado autoritario o totalitario (no democrático) en el que exista una verdadera -no solo aparente- división vertical del poder. Sobre estos asuntos acabo de leer el libro “Calidad democrática y organización territorial” (Editorial Marcial Pons) que recoge algunos de los trabajos presentados en el congreso internacional celebrado el año pasado en el Centro Asociado de la UNED-Calatayud. Esta publicación parte de este debate y pretende analizar el rendimiento de las instituciones democráticas en los Estados, su regulación y las formas de interacción entre los diferentes niveles de gobierno.

Quienes discrepamos de la actual configuración del sistema de ordenación territorial no somos, sin más, unos retrógrados centralistas. Las posiciones críticas tienen, en la mayoría de los casos, unos fundamentos que conviene conocer y debatir. El gran problema de los separatismos y nacionalismos exacerbados tiene su origen en la introducción del término “nacionalidades” en la Constitución Española de 1978, sin definir su contenido ni señalar su identidad. La multiplicación de los centralismos, que sucedieron al de Madrid, en muchos casos, están siendo más gravosos para el ciudadano y, a veces, más rechazados por viejas relaciones de vecindad. Otros asuntos que han complicado el sistema son, entre otros: la creación de tensiones entre las Comunidades Autónomas como consecuencia de las contradicciones derivadas de la aplicación del principio de solidaridad en abstracto por un Estado debilitado; la coexistencia de distintos modelos políticos de sociedad, al poder ostentar el poder, en cada Comunidad, partidos políticos distintos y opuestos en sus programas; la difícil compatibilidad con el proceso de integración en la Unión Europea, que supone transferencias hacia el exterior y no hacia el interior; la falta de realismo del modelo autonómico, basado más en deseos y postulados teóricos, en aspiraciones primarias populares, que en sólidos planteamientos, necesidades reales, estima popular, apoyo social, etc., salvo en casos puntuales.

Si los peligros políticos que se asumieron al implantar las autonomías han sido considerables, mayores son las contradicciones y peligros de tipo económico. Ante todo, está el coste -el elevado coste- del Estado de las Autonomías, de sus diecisiete gobiernos, parlamentos y administraciones que se acepta como precio por una mejora de servicios y de la “mayor democracia”, que se siguen dando por supuestos. El problema de la financiación, todavía sin resolver, ha acentuado los desequilibrios regionales y dificultado la redistribución de recursos y el desarrollo nacional. El principio de unidad de mercado, del que tanto se habla sin concretarlo en prohibiciones estrictas, ha corrido igualmente serios riesgos a medida que las disposiciones autonómicas comenzaron a proliferar. Y las desventajas competitivas y los inconvenientes para los grandes proyectos nacionales de inversión con programas económicos de desarrollo autonómico y local, muchas veces, sin la coordinación más elemental. En fin, la técnica de legislación básica estatal y legislación autonómica de desarrollo se ha manifestado a lo largo de los años como un foco constante de conflictos entre el Estado y las Comunidades autónomas, que ha tenido que resolver el Tribunal Constitucional, lo que ha situado a este órgano, en más ocasiones de las deseables, en el centro de la disputa político-territorial, con las perniciosas consecuencias que ello ha acarreado desde el punto de vista de su legitimidad, y, lo que es peor, de cara al mantenimiento de su imagen pública de imparcialidad e independencia.

Las anteriores razones son suficientes, a mi entender, para sostener una posición crítica con bastante fundamento y desapasionamiento, sin ideas preconcebidas y, por supuesto, sin querer sugerir una solución mágica como única alternativa. Además, todos estos acontecimientos han contribuido, en parte, a incrementar el fenómeno de desafección democrática derivado de la dificultad o práctica imposibilidad que muchos ciudadanos tienen para identificar quién es de qué responsable, dadas las deficiencias de nuestro reparto de competencias: por ejemplo, las dificultades y molestias que -en estas fechas- muchos españoles están sufriendo para poder ser atendidos en-cualquier-lugar-de-España con su tarjeta sanitaria. Los riesgos apuntados -insostenibles, muchos de ellos-, en mi opinión, son suficientes para plantear modificaciones legales de mejora: “reformas”. Urge un modelo de organización del territorio para ciudadanos libres e iguales, una España sin barreras.

Publicado en "Diario de León" el lunes 6 de agosto del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/espana-sin-barreras_1268273.html

viernes, 3 de agosto de 2018

El techo de gasto.

Hay que ver la que se ha montado porque el Gobierno de Pedro Sánchez quería elevar el techo de gasto. Se puede -o no- estar de acuerdo, pero lo que llama la atención es que los mismos que se-rasgan-las-vestiduras por esta propuesta permanecen ausentes o, como suele decirse, se-ponen-de-perfil ante esta noticia, también de estos días: el rescate de las cajas de ahorro y autopistas de peaje tiene un coste no presupuestado que desviará el déficit de las administraciones públicas. Más deuda. En concreto, en las cuentas públicas ha habido un aumento de pagos del Fondo de Garantía de Depósitos de 1.700 millones de euros para -en expresión poética del lenguaje cortesano- cubrir el esquema de protección de activos de un par de antiguas cajas de ahorro. En lenguaje llano y claro: seguir pagando con-dinero-de-todos-los-españoles los desmanes de unos gestores que, en la mayoría de los casos, todavía no han asumido ninguna responsabilidad. Y, por el lado de las antiguas autopistas de peaje, la Administración ha tenido que hacer frente al coste de la responsabilidad patrimonial del Estado que ha supuesto 1.800 millones de euros. Más excreciones del “capitalismo de amiguetes”. Es destacable el cinismo de los habituales defensores de la economía de mercado, del control del déficit público que, en este caso, no tienen ningún tipo de escrúpulos en solicitar la intervención del Estado y su responsabilidad ante los miles de millones de pérdidas. El viejo discurso de privatizar las ganancias y nacionalizar las pérdidas.

En estas semanas de presentaciones de resultados empresariales vemos como los bancos ganan mucho dinero. Una buena noticia. Y van a seguir haciéndolo porque tras el expolio y desaparición de las cajas de ahorro es muy relevante analizar cómo ha quedado el mapa bancario español. Donde antes había más de cincuenta entidades ahora han quedado algo más de diez, y grandes, que son las que se acaban llevando el grueso del negocio, la banca comercial. Mismo pastel, menos comensales: más dinero. Por tanto, la propuesta socialista de impuesto a la banca es razonable, opinable. Y me parece una-salida-de-tono el anuncio de un banco -en lenguaje cortesano, otra vez- de que se replantearía su estructura legal si se aplican ciertos impuestos. En fin, que amenazan con cambiar su sede social a otro país. Otra “deslocalización”. A río revuelto ganancia de pescadores.

La llamada riqueza financiera ha resistido mejor los embates de la crisis. Y ello sin considerar los generosos rescates. Año tras año, en torno al setenta por ciento de los ingresos provienen de nóminas; y los ingresos declarados por los trabajadores superan a los declarados por los empresarios. Muchas empresas, grandes empresas, se quejan de los elevados que son los tipos impositivos de su sistema fiscal (el 25, el 30, dicen) pero, a la hora de la verdad, muchas de ellas, casi todas, sólo pagan el 5% y ello porque tienen privilegios para no pagar impuestos a través del exclusivo mundo de los agraciados por las exenciones fiscales. La progresividad únicamente surte efecto para quien depende de una nómina. Los ricos pueden refugiarse en la “ingeniería fiscal” o amenazar con trasladar su fortuna si les tocan sus privilegios.

La progresividad fiscal entronca con valores democráticos como la solidaridad y la equidad. De la justicia del sistema fiscal dependen, también, el equilibrio de toda la sociedad, el desarrollo económico y cultural, la potencia militar y científica y la eficacia de los servicios públicos. Se produce una aproximación entre los ciudadanos (el impuesto progresivo es un arma contra la desigualdad injusta), y, en fin, la sociedad se hace con la masa de recursos necesarios para llevar a cabo servicios y prestaciones que, muy especialmente, benefician a los económicamente más débiles, ya que, proporcionalmente, su economía y bienestar son los más favorecidos. Cuando hablamos de igualdad esencial nos inclinamos, sin querer, a cierta tergiversación o prostitución del concepto; algo así como si dijéramos en lo esencial somos iguales, claro es, pero lo demás es otra cosa. Y no es así. Es otra la interpretación. Lo esencial es ser hombre y si esto se da, como se da, tan sustancial identidad -que nos delimita frente a todos los demás seres o criaturas- hay que ajustar las relaciones humanas de tal modo que se evite la deshumanización a causa de la desigualdad: la de unos, víctimas de su pobreza, la de otros, enredados en su demasía. Dicho en otras palabras: la igualdad en lo esencial reclama menos desigualdad en las circunstancias vitales. Aclaro: esta última reflexión no está inspirada en Castro, Maduro, Iglesias Turrión sino en el Gran Juan Pablo II. Por si acaso.

Ya está bien de esta ceremonia de la confusión. Viejas melodías interpretadas con otro ritmo. "Liberal" y "social". He aquí dos vocablos pavorosamente preñados de significaciones y, al mismo tiempo, desgastadísimos por un abuso secular. La demagogia y la mentira prenden con mucha facilidad en situaciones como la que actualmente atraviesa España. Estoy con quienes trabajen por una sociedad democrática y libre en que todas las personas nos esforcemos por vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades.

Publicado el miércoles 1 de agosto del 2018: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/techo-gasto_1267184.html