@MendozayDiaz

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jueves, 12 de septiembre de 2013

Innovar: lo crucial suelen ser las personas.

Las cambiantes exigencias de los clientes obligan a las empresas a innovar y a adecuarse a las nuevas necesidades. 

Sin embargo, todavía hoy, es común encontrarse con empresas que dicen valorar la innovación pero no innovan… 

“Así nos va bien”, “Nuestro negocio es un commodity”, “Innovar sólo es cosa de emprendedores”, etc.

A los anteriores argumentos también se suele agregar el de “no tenemos los recursos necesarios”. 

Se olvida que para innovar no es imprescindible contar con grandes recursos. 

Además, cuando de innovar se trata, lo crucial suelen ser las personas.

La experiencia y buenas prácticas nos demuestran que es de gran utilidad reflexionar sobre la innovación en nuestra empresa, y preguntarnos si compartimos o no alguno de los anteriores argumentos que, en ocasiones, suelen ser un verdadero freno a la innovación y, por tanto, también un freno al desarrollo futuro de nuestra empresa.

sábado, 7 de septiembre de 2013

#Madrid2020

Me apresuro a escribir y publicar estas líneas antes de que se conozca la decisión del Comité Olímpico Internacional sobre cuál será la sede de los Juegos Olímpicos del año 2020. 

Pues ya se sabe que, como decía la señora Eustasia, quizá parafraseando a Napoleón, “hijo, la derrota es huérfana pero la victoria tiene mil padres”…

Llevo varios días leyendo, con cierto asombro, las encuestas que se están publicando donde, reiteradamente, da igual la empresa demoscópica o el medio de comunicación,  aparece un porcentaje de compatriotas, de en torno al veinticinco por ciento, a quienes, dicen que dicen, que no les gustaría que Madrid fuera la ciudad elegida. 

Con todo el respeto para las opiniones ajenas, yo sí creo que sería bueno para España. 

Unos juegos olímpicos serían un punto de inflexión, un gran empujón a la maltrecha imagen internacional de nuestra querida España, y para la autoestima de muchos españoles que hemos visto cómo en unos pocos años, y por culpa de unos dirigentes sin vergüenza, se ha evaporado el trabajo de varias generaciones, de muchos años, para que España estuviera entre los mejores países del mundo. Un refuerzo para lo que hoy se conoce con la cursi denominación de  “marca España”.

Durante varios años, antes y durante de los juegos, vendrían millones de personas y otros tantos sabrían de nosotros; quizá eso les motivaría a visitarnos, a conocernos y a descubrir a nuestra gente, nuestra riqueza cultural y artística.

Un evento mundial de estas características es una fuente extraordinaria de oportunidades, también económicas.

Inversiones en infraestructuras y todo lo que ello supondría no sólo para las grandes corporaciones, que emplean a miles de trabajadores, sino también para los cientos de miles de pequeños y medianos empresarios, autónomos, que se beneficiarían de las subcontrataciones. 

También supondría trabajo para hoteles, bares, restaurantes, medios de  transporte, etc… 

Conviene no olvidar que “detrás está la gente”, mucha gente que quizá encontraría un trabajo (estoy pensando en esos millones de españoles que andan desempleados), o tendrían la oportunidad de encontrar otro mejor.

Quizá esas personas que no quieren que Madrid sea la elegida están cegadas por su indignación. Muy legítima. Yo la comparto. Pero, una vez más, en estado de cabreo, se confunde más fácilmente la velocidad con el tocino.

A mí también me produce un cierto desazón ver las fotos de los prebostes que nos llegan desde Buenos Aires. Personajes, ellos y ellas, que están desacreditados, achicharrados, como dirigentes sociales y políticos… Pero ese es otro cantar.

Se me revuelven las entrañas de pensar que si Madrid es la ciudad elegida alguno (o alguna…) pudiera salvar su pellejo político.

Hay que saber esperar. Ya llegará la hora de ajustar cuentas, en las próximas elecciones, con nuestro voto, como personas civilizadas.

Mientras tanto, un esfuerzo por ser justos y pensar en el bien común.

Muy especialmente en esos miles de jóvenes deportistas para quienes Madrid 2020 sería una extraordinaria motivación para seguir entrenando y esforzándose por batir nuevas y mejores marcas. 

Hoy se habla mucho que nuestros deportistas tienen prestigio mundial y que, en momentos como los actuales, de vacas flacas, están siendo prácticamente los únicos que todavía despiertan simpatías, en cualquier lugar del mundo, como representantes de España.

No olvidemos que antes de Barcelona 92 nuestro deporte era de opereta, y que fue gracias a esos juegos olímpicos, y a su posterior inercia, cuando nuestro deporte nacional empezó a levantar el vuelo y ser de clase mundial.

A mí me encantaría que Madrid fuera la ciudad elegida como sede de los Juegos Olímpicos del año 2020. 

Por el bien de España. 

Ojalá que sea así. Suerte.

¿Bonus o… "malus"?

La coherencia es un valor muy considerado en las personas y en las organizaciones. Que no existan grandes contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace. 

Desde hace décadas es bastante común que las organizaciones publiquen declaraciones de principios en las que se afirma que la persona es lo primero, lo más importante, su razón de ser, su recurso más valioso, su mejor ventaja competitiva, bla, bla, bla…

Pero, como decía la señora Eustasía “hijo, del dicho al hecho va un buen trecho”, y a la hora de la verdad, en ocasiones, estas pomposas declaraciones o no se concretan y se quedan en un simple ejercicio de poesía barata o, peor aún, se concretan pero al contrario de lo que con tanta parafernalia se declara...

Actualmente, en las organizaciones, hay personas que están sufriendo las enfermedades de nuestro tiempo como el estrés, la angustia y la depresión. 

A mí, me conmueve escuchar los casos de personas que trabajan en empresas que presumen de su “humanismo” pero que, cuando detectan que alguno de sus colaboradores enfrenta un problema de salud, una crisis personal, los despiden…

Si bien las enfermedades de nuestro tiempo no tienen como causa única y exclusiva a la empresa de quien las padece, sin embargo, la excesiva dedicación que se exige a las personas con respecto a su trabajo, es una de sus principales causas.


Por ello, quien tiene la responsabilidad de dirigir debe preocuparse y ocuparse de aspectos tan fundamentales y tan específicos como el respeto a la jornada de trabajo, las comunicaciones en la empresa, las cargas de trabajo, los sistemas de compensación…; sobre todo, los de compensación variable, los famosos bonos que, después de considerar su impacto en la vida de muchas personas, deberían llamarse “malus” en vez de “bonus”… 

No es un chiste fácil, hablo y escribo desde mi experiencia. 

He visto como muchas personas han perdido su salud, su familia, su matrimonio, su vida… por lograr un dinero adicional. 

Y no seré yo quien responsabilice a la empresa o a su sistema de compensaciones, de los problemas de su gente. 

No, las personas somos libres: siempre. 

Pero la empresa si debe ser “personalmente responsable”, especialmente cuidadosa, a la hora de definir qué objetivos, qué conductas, qué resultados se premian.

martes, 3 de septiembre de 2013

Trabajo en equipo: toma de decisiones.

Cada vez es más común que muchas decisiones se tomen en equipo o, al menos, que quien tiene la responsabilidad final escuche a sus colaboradores antes de decidir.

Es muy recomendable que, si va a participar en la discusión de un tema, antes, se informe y lo entienda bien.

Mientras esto no ocurra es mejor optar por un papel secundario, si no podría cometer, al menos, estos dos errores.

El primero es que si participa activamente en la discusión de un tema sin antes haberlo preparado, es muy probable que entorpezca el trabajo del equipo en su búsqueda de la mejor decisión.

El segundo error es que, al participar en el debate con opiniones de escaso fundamento, usted no está haciendo un buen trabajo para su empresa, está siendo desleal con sus compañeros, les está haciendo perder el tiempo y, si este tipo de actitudes son frecuentes, más temprano que tarde, todos (jefes, compañeros, subordinados…) se percatarán de ello.

Tan grave como los errores anteriores sería no decir, oportunamente, algo que usted sabe que, con seguridad, sería una aportación valiosa para tomar una buena decisión.

Si tiene la responsabilidad de dirigir, escuche a sus dirigidos, dedíqueles tiempo, para así mejor comprender sus planteamientos.

Quizá una de las cosas que más valora y agradece un colaborador es sentirse escuchado por su jefe.

Ya sé que no tiene tiempo… Quien tiene la responsabilidad de dirigir debe esforzarse, especialmente, por aprovechar mejor su tiempo para, así, poder estar más cerca de sus colaboradores y de sus clientes.

sábado, 31 de agosto de 2013

La imagen vende, las buenas costumbres venden mucho más.

Sigo con interés el trabajo de mi amiga Beth Borés, excelente consultora de imagen y mejor persona, a través de su página www.personalimagecompany.com 

En unas de sus publicaciones se preguntaba si la etiqueta estaba pasada de moda... o no.

He conocido a directivos de organizaciones y empresarios de éxito que adolecen de una buena educación, de buenas maneras, de buenas costumbres.

El protocolo es la técnica de hacer bien las cosas y el conjunto de normas y usos que nos dicen cómo actuar. 

Una técnica que, como tal, se aprende.

Una preocupación humana, desde antiguo. El famoso Confucio, quinientos años antes del nacimiento de Cristo, ya destacaba su importancia en las relaciones humanas.

Un negocio puede no concretarse por falta de tacto en una conversación o por desconocimiento de las costumbres de un país. O por no saber comportarse en una comida de negocios….

En una ocasión estuve en París, con unos compañeros, para negociar con una multinacional francesa la distribución regional exclusiva de sus productos de belleza. 

Parte del proceso era una comida con el dueño, un personaje con aires de auténtico príncipe del Renacimiento, de modales exquisitos, versallescos… Nos invitó a comer en un exclusivo restaurante y como entrada nos sirvieron unos mariscos. 

Antes de pasar al siguiente plato, los camareros dejaron al lado de cada uno de nosotros un recipiente con agua y limón, para lavarnos delicadamente los dedos y que no olieran a marisco…una práctica bastante conocida (al menos eso creía yo…), norma básica de urbanidad en la mesa. 

Bien, pues uno de mis colegas, cogió el recipiente y se bebió el agua… El francés casi se conmociona… No pudo disimular su desagrado e incomodidad. 

A partir de ese momento la negociación, que iba muy bien encaminada, se torció, y costó meses reconducirla.

Tiempo después, y una vez firmado el contrato, uno de los directivos de esa multinacional francesa me confió las serias dudas del dueño sobre si entregar o no sus preciados productos, en manos de una empresa que tiene entre sus directivos de primera línea “a un gañán como ése…” Fin de la cita… 

Cada vez que nos vemos o hablamos, nos seguimos riendo recordando esta anécdota; pero, entonces, no me hizo ninguna gracia, al contrario…; estuvimos a punto de perder un excelente negocio por un detalle, aparentemente, menor. 

Un caso para reflexionar. El acuerdo estuvo a punto de fracasar pero no, como es habitual, por el precio, o la duración de la exclusividad, sino por… cualquiera lo diría. 


Una vez más, la importancia de cuidar los detalles, la cosas pequeñas, en las relaciones humanas.

Cosas de protocolo que, a muchos, se les escapa, a veces por ignorancia y otras por el curioso convencimiento de entender que la buena educación está reñida con la modernidad…

Aunque la mayoría de las normas de protocolo son universales, cada país tiene las suyas y hay que conocerlas para facilitar el éxito de un negocio.

Muchos extranjeros se extrañan ante errores tan comunes entre los españoles como el habitual tuteo, o ir directamente al grano y hablar de negocios desde el primer momento.

Cuidar nuestra imagen es fundamental. Una imagen que implica no sólo llevar la vestimenta adecuada sino comportarse correctamente en un cóctel o en una comida de trabajo.

La puntualidad, la cortesía o cómo saludar son algunos aspectos a cuidar especialmente. 

El saludo es el primer contacto físico con la otra persona; por tanto, hay que cuidar cómo estrechamos la mano. Una persona segura estrecha francamente su mano. Dar la mano como si fuera una merluza muerta, o como si fuera una tenaza, suelen ser muestras de mala educación.

La urbanidad se puede aprender siempre, aunque facilita las cosas si los aspectos básicos se vivieron desde pequeños.

Cuando no tengamos claro qué hacer, actuar con naturalidad es siempre mejor que adoptar una postura acartonada, estereotipada, rígida.

En conclusión,  la imagen vende y las buenas costumbres venden mucho más. 

O como decía la señora Eustasia (parafrasenado a Serrat): "hijo, el hábito no hace al monje...pero da el pego".

miércoles, 28 de agosto de 2013

Trabajar mejor.

En España, tenemos que aprender a trabajar más en menos tiempo, porque somos los que más tiempo dedicamos al trabajo y, sin embargo, no estamos en los primeros puestos de productividad.


El valor necesario para ello probablemente sea el del compromiso: ya no basta con que una persona esté motivada para trabajar, sino que también hace falta que lo esté para mejorar.

Otro aspecto a considerar es no confundir trabajo con presencia. 

Hoy, gracias a las tecnologías, es posible trabajar desde lugares muy distintos.

no olvidemos  que, en los procesos de selección, se tienen muy en cuenta los aspectos extra laborales. 

Es decir, el curriculum vitae también debe hacer referencia a la vida, no sólo al trabajo.

sábado, 24 de agosto de 2013

Tanto cobras...¿tanto vales?

Familia y trabajo son dos ámbitos de desarrollo humano y profesional que se enriquecen mutuamente, pero no hay que olvidar que el trabajo es instrumental para la familia, y no la familia instrumental para el trabajo. 


Ambos, hombre y mujer, tienen que priorizar su hogar como su primera empresa, no sólo en su cabeza y en su corazón, sino también en su agenda diaria. 

Si no es así, como el trabajo es más rígido, con objetivos, incentivos o sanciones a corto plazo, y la familia más flexible y comprensiva, al final el deseable equilibrio entre trabajo y familia se quiebra en contra de la familia…

El trabajo es como un gas que se mete en todas las grietas que dejamos en nuestra vida, y que acaba llenándolo todo si no ponemos muros de contención.

Otro factor que contribuye a la situación de confusión actual es el mismo concepto de trabajo. 

A veces, se exalta el trabajo remunerado como único indicador de la valía de una persona: tanto cobras, tanto vales. 

Es preciso superar esta visión economicista que sólo valora lo que se puede cuantificar y lo que se remunera, y que ha influido en gran medida en la progresiva devaluación de los trabajos domésticos y de cuidado de personas, una cuenta cuyo valor económico de mercado, si se tuviera en cuenta, haría que el PIB de España aumentara en torno a un cuarenta por ciento.