@MendozayDiaz

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jueves, 3 de enero de 2013

Actividad no es sinónimo de trabajo.

Las horas de trabajo no son siempre productivas, pero tampoco son horas muertas. Solemos perder el tiempo, y lo peor es que cuando terminamos el día sentimos que el trabajo sigue ahí... 

Por ello el sentimiento de frustración que habitualmente se produce cuando consideramos el aprovechamiento de nuestro tiempo.

El desbordamiento es tal, que tenemos la sensación de hacer mucho pero a la vez no estar haciendo nada, o mejor dicho: todo a medias; son muchas las obligaciones que impiden no poder centrarse en una sola.

Sufrimos una preocupante dispersión en nuestras actividades diarias. Y los tiempos prolongados de concentración suelen ser escasos y poco intensos. Hay asuntos que no se pueden atender en quince minutos...Por eso se recurre al tiempo de ocio, robando momentos a la familia y al descanso. El resultado todos lo conocemos: el estrés.

Probablemente la clave está en la perspectiva con que se miren los problemas a resolver en el trabajo. Aprender a relativizar, el mejor camino para alcanzar la visión global que necesitamos para encontrar la objetividad que requiere cualquier planificación. Sólo así es posible establecer prioridades en la actividad diaria.

Es frecuente que sumergidos en el agobio nos preocupemos más de lo urgente que de lo importante. No siempre es fácil mantener la cabeza fría, por eso conviene fijar estrategias y objetivos a largo plazo que nos marquen la senda de la que no conviene desviarse. Se trata de valorar el tiempo, de administrarlo bien. De lo contrario, se comienzan mil cosas antes de terminar una.

Identifiquemos los famosos "ladrones de tiempo" (los que más nos afecten a nosotros) como reuniones, visitas, interrupciones varias, internet... que nos acechan y que no son tan fáciles de contener. A veces combatirlos resulta complejo y frustrante. No podemos tirar el ordenador por la ventana, ni quemar los papeles ni -menos- "eliminar" a cada persona que nos interrumpa.

Reflexionemos acerca de nosotros mismos y de nuestro trabajo. Cada uno pierde o desaprovecha el tiempo a su propia manera, y sólo depende de nosotros, de nuestro esfuerzo, salir del caos.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Personas no "recursos humanos".

Si bien es cierto que los activos fijos, el equipamiento e infraestructura son recursos altamente necesarios para las empresas, no es menos cierto que los trabajadores, todavía llamados "recursos humanos" tienen una importancia superior. 

Sin gente es imposible que una organización logre sus objetivos.

Muchos se siguen preguntando ¿por qué resulta tan compleja la dirección del "recurso humano"?, ¿cómo evaluar su desempeño?, ¿realmente son tan decisivos en el logro de los resultados de las empresas? 

Es necesario recordar la importancia que tiene el "recurso humano" sólo por el hecho de ser personas. Se trata de un tema trascendente pues las personas son en sí la organización.

Probablemente todavía muchos puedan caer en el tópico de decir que los "recursos humanos" son muy costosos. Pero, recordemos que la mayor ventaja competitiva de un país son las personas; y, si bien la tecnología se compra, la creatividad o la inteligencia depende del querer de cada uno.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Lograr una buena educación, prioridad de todos.

Hoy, en España, la casi totalidad de los ciudadanos saben leer y escribir lo que supone un logro inimaginable hace un siglo. 

Sin embargo, eso no basta en las relaciones económicas y sociales de nuestro tiempo. Muchas personas no son capaces de seguir instrucciones escritas, tienen dificultades para comprender lo que leen y no son capaces de extraer mínimas consecuencias analíticas. Son los llamados "analfabetos funcionales".

La comprensión como distinta al simple desciframiento de los símbolos escritos que constituyen las palabras, es vital para manejar manuales y sistemas informáticos, por ejemplo.

Para una economía que sólo pretende producir y exportar materias primas, esta cuestión tiene poca importancia. En cambio, la microelectrónica, biotecnología, telecomunicaciones, etc., todas ellas son industrias basadas en la capacidad intelectual de las personas y, por ello, se pueden instalar en cualquier lugar del mundo.....

El conocimiento y las habilidades son la más importante (si no la única) fuente de ventaja comparativa sostenible en el largo plazo. 

El esfuerzo por una buena educación es una prioridad de todos, es la base para un desarrollo humano y económico sostenible.

lunes, 10 de diciembre de 2012

La Regla De Los Cien Euros.

No aceptar regalos cuyo valor exceda de esta cantidad es la política recogida en el código de ética de algunas organizaciones que comenzaron a regular estas situaciones (obsequios comprometedores, información privilegiada, transparencia, precauciones para no contraer compromisos que impliquen ataduras, etc) en los años treinta del siglo pasado. 

En concreto, respecto a los obsequios, la política que suele regir para todos los miembros de la organización señala que no se deben aceptar regalos de ningún tipo y por ningún valor, incluidos productos, servicios, tanto de clientes como de proveedores. 

Sin embargo, se establecen algunas excepciones. Por ejemplo, se reconoce la costumbre social que existe en algunos países -como España- de intercambiar regalos por Navidad. En este caso concreto se acepta esta práctica en esta época del año, como una excepción a la regla, siempre que los presentes tengan un precio inferior a los cien euros. Además de cumplir con este requisito, el receptor debe informar a su jefe directo para que extienda una autorización escrita que permita a ese empleado recibir el regalo.

Además de este procedimiento, se señala que el obsequio puede ser aceptado siempre y cuando eso no signifique, bajo ninguna circunstancia, un compromiso. Lo cual puede ocurrir, por ejemplo, en el caso de un banco, si un empleado recibe una atención de parte de un cliente al cuál se le está renegociando su crédito hipotecario.

En caso de que el valor del regalo supere los cien euros, los destinos que puede tener son diversos. Una posibilidad es que se autorice al destinatario a quedarse con él. Otra alternativa que se usa con frecuencia es enviar el regalo a alguna institución de beneficiencia, esto después de que la persona ha recibido educadamente el presente, lo ha agradecido y le ha hecho ver a ese cliente o proveedor que no puede quedárselo por razones de política de su organización. 

Para facilitar su vigencia y actualidad, periódicamente, los empleados deben firmar un documento en el que declaran estar informado sobre estas políticas, a la vez que se comprometen a informar cualquier situación que pudiera significar un conflicto de intereses.

Me parece una excelente práctica para facilitar la honradez de las personas y la transparencia de las organizaciones.


sábado, 8 de diciembre de 2012

"Fracaso no significa..."

"Fracaso no significa que estemos derrotados: significa que hemos perdido sólo una batalla.

Fracaso no significa que no hemos logrado nada: significa que hemos aprendido algo.

No significa que hemos sufrido el descrédito: significa que estuvimos dispuestos a ensayar.

No significa falta de capacidad. Significa que debemos hacer las cosas de una manera diferente.

Fracaso no significa que somos inferiores: significa que no somos perfectos.

No significa que hemos perdido nuestra vida: significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo.

No significa que debemos echarnos atrás: significa que debemos luchar con mayor ahínco.

Fracaso no significa que jamás lograremos nuestras metas: significa que tardaremos un poco más en alcanzarlas.

Fracaso no significa que Dios nos haya abandonado: significa que Dios tiene una idea mejor."

jueves, 6 de diciembre de 2012

Educación y cortesía.

Las dificultades actuales, la mayor incertidumbre y la mayor carga de trabajo están provocando una mayor tensión en las organizaciones. Las discusiones, los malos entendidos, etc. se hacen presentes y, a veces, generan un ambiente difícil y desagradable.

Si en este contexto, además, los que tienen la responsabilidad de dirigir no practican las normas básicas de educación y cortesía, la situación empeora aún más.

¿Cuáles son estas normas básicas de convivencia que habitualmente no se respetan?

  • No saludar al llegar a la oficina. No mirar a la cara.
  • Llegar tarde a las reuniones haciendo perder el tiempo a los demás, generalmente sin pesar alguno por la pérdida de tiempo y la falta de respeto que supone para otras personas.
  • No responder: correos, llamadas de teléfono, etc.
  • No escuchar a los otros: leyendo en las reuniones mientras otros exponen, interrumpiendo la exposición o monopolizando el uso de la palabra.
  • Enfadarse, elevando violentamente el tono de voz ante cualquier hecho que no sea de su agrado.
  • No pedir las cosas por favor ni dar las gracias.

Muchos directivos se excusan diciendo que no es un problema de mala educación sino de falta de tiempo... Lo cierto es que refleja una mala organización personal del tiempo por no delegar lo suficiente. Pero en el fondo, opino, hay una falta de respeto y consideración hacia las personas con las que trabajamos. Por tanto, sugiero recuperar, actualizar, las mejores prácticas de normas de buena educación en favor de las personas con las que convivimos en nuestro trabajo profesional, especialmente, con quienes tenemos la responsabilidad de dirigir.


sábado, 1 de diciembre de 2012

Primero lo primero.


El tiempo es el recurso más escaso con el que contamos; de tal manera que cómo lo aprovechamos marca la diferencia. 

Hay quiénes piensan que aquellas personas que trabajan muchas horas son los verdaderos líderes de la vida... Sin embargo, a veces, resulta chocante observar, por un lado, el éxito de un líder para administrar una empresa y, por otro, su incapacidad para solucionar problemas familiares. En otras palabras, un auténtico líder debiera ejercer con éxito su influencia en todos los ámbitos de su vida; de lo contrario, el desequilibrio en alguno de ellos, irremediablemente, afectará a los otros.

A veces vivimos atrapados haciendo cosas urgentes y dejamos de atender los aspectos más importantes y trascendentales de nuestras vidas, como escuchar a nuestros hijos, a un empleado, o simplemente salir a divertirnos con la familia o los amigos.

En ocasiones, lo urgente coincide con lo importante; sin embargo, en términos generales, parece que por un deseo de sentirnos importantes nos llenamos de actividades que pueden ser delegadas o simplemente pueden ser pospuestas.

Es necesario detener nuestra diaria carrera hacia ese afán desmedido de falso éxito y percatarnos que todos corremos el riesgo de perder o, al menos dejar de lado, aspectos valiosos de nuestras vidas. 

Quizá, para muchos, hacer dinero y tener éxito a corto plazo sea algo muy significativo, pero seguramente las metas que todos desearíamos lograr al final de nuestras vidas tienen más relación con nuestra familia y amigos.

El liderazgo más trascendente lo ejercemos en relación a nosotros mismos. La respuesta más solida a los retos competitivos que tenemos que enfrentar pasan por un mejor aprovechamiento de nuestro tiempo.